La Cartera Infinita 27

La Cartera Infinita 27

Mateo Arriz

04/09/2025

Capítulo 27: La Noche de las Sombras

Las noticias aún celebraban el ascenso meteórico de Harmonia Records cuando, en las sombras, el resentimiento crecía como una plaga. Aquellos que habían gobernado la industria musical por generaciones no podían aceptar la caída de su reinado.

En Nueva York, un grupo de ejecutivos de Starlight Records planeaba un golpe financiero.
—“Congelen sus cuentas, bloqueen sus transferencias internacionales. Haremos que se ahogue en burocracia antes de que pueda mover un solo yen más.”

En Londres, un conglomerado de empresarios de DreamWave Studios intentaba robar a artistas clave de Harmonia Records, ofreciendo contratos millonarios.
—“Si le quitamos sus cantantes estrellas, todo su imperio se derrumbará. Nadie sigue a una discográfica sin artistas.”

En Tokio, desde las altas torres de vidrio, hombres de negocios japoneses tramaban un sabotaje.
—“Filtraremos rumores, destruiremos su reputación. Nadie confiará en Harmonia Records cuando la mancha de la duda caiga sobre ellos.”

Los ataques llegaron de golpe: bloqueos en bancos, rumores en los medios, llamadas de artistas confundidos tentados por contratos falsos.

Pero Kaito estaba preparado. Sus habilidades divinas en planificación, inversión y gestión de riesgos brillaron.
—“Ellos creen que pueden atraparme con los mismos trucos de siempre… pero ahora juego en otra liga.”

Con movimientos rápidos, desarmó trampas financieras, desmintió rumores con pruebas irrebatibles y blindó a sus artistas con contratos tan beneficiosos que nadie pudo resistirse a quedarse. Los enemigos fracasaron una y otra vez, frustrados.

Sin embargo, la sombra tenía más cartas. Si el dinero no lo derrotaba… intentarían con sangre.

Aquella noche, cuando la luna se alzaba sobre la mansión Takahashi, Kaito estaba en su despacho revisando informes de Harmonia Records. De pronto, el sistema se activó con un resplandor en su visión.

[¡Atención, Anfitrión!]
Todas tus habilidades han sido mejoradas al nivel divino.
—Artes Marciales Divinas.
—Dominio Absoluto de Armas de Fuego.
—Música, Canto y Baile perfeccionados más allá de lo humano.

Nueva Misión:
Encárgate de las cinco asesinas enviadas para acabar con tu vida.
Condición: Derrotarlas con tus habilidades de artes marciales y armas de fuego.
Nota: Tu familia permanecerá bajo protección infinita.

Kaito se levantó lentamente de su silla, con el ceño fruncido.
—“Cinco asesinas… ya no se conforman con atacar mi empresa, ahora vienen por mí.”

El sistema indicó la ubicación: un almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Era el terreno elegido para el combate.

Kaito llegó en silencio, vestido con ropa negra ligera. Su respiración era tranquila, pero sus ojos ardían como brasas. El viento nocturno silbaba entre las paredes de metal corroído del almacén.

Unas figuras se movieron entre las sombras. Cinco mujeres emergieron con pasos felinos, cada una portando armas distintas. Sus rostros estaban cubiertos con máscaras negras, pero la intensidad en sus ojos demostraba que no eran amateurs: eran profesionales, letales.

La líder habló con una voz fría y cortante.
—“Kaito Takahashi. Tienes demasiado poder, y hay quienes prefieren verte muerto. Somos las ‘Sombras Carmesí’. No saldrás vivo de aquí.”

Kaito respiró hondo.
—“Si vinieron a matarme… eligieron al blanco equivocado.”

El silencio se rompió en un instante.

La primera asesina, armada con cuchillas curvas, se lanzó contra él con una velocidad sobrehumana. Su ataque buscaba degollarlo de un solo tajo. Pero Kaito, con reflejos divinos, giró sobre su eje y bloqueó el golpe con el antebrazo endurecido por su habilidad marcial.

Un impacto seco resonó en el aire.
—“¿Qué? ¡Debería haberlo cortado!”

Kaito contraatacó con un puñetazo directo al estómago que la lanzó contra una pared de metal.

La segunda asesina apareció detrás de él con un rifle silenciado, disparando en ráfagas rápidas. Kaito movió su mano y, como si el tiempo se ralentizara, esquivó cada bala, saltando hacia adelante. Tomó un pedazo de tubería del suelo y lo arrojó con fuerza divina: impactó el rifle, desarmándola en un solo movimiento.

—“¡Imposible!” gritó la asesina al ver sus balas fallar.

La tercera, especialista en artes marciales, lo atacó con una lluvia de patadas y golpes precisos. Kaito respondió golpe por golpe, pero sus movimientos no eran humanos: eran perfectos, fluidos, imposibles de detener. Cada choque de sus puños y piernas resonaba en el aire como truenos. Finalmente, Kaito giró en el aire y le asestó una patada en el pecho que la derribó.

La cuarta asesina apareció con granadas de humo y cuchillos lanzables, oscureciendo la zona. Desde las sombras, múltiples cuchillos volaron hacia él, pero Kaito, con sentidos divinos, percibió cada trayectoria. Sacó dos pistolas de su cinturón, relucientes bajo la luna, y disparó con precisión absoluta: cada bala desvió los cuchillos en pleno vuelo.

El eco metálico de balas y cuchillas rebotó en el almacén.
—“¿Cómo puede disparar con tanta perfección?” murmuró la asesina, temblando.

La quinta, la más peligrosa, no se había movido aún. Sus ojos rojos brillaban bajo la máscara mientras desenvainaba una katana bañada en veneno.
—“Ellas son solo calentamiento. Yo seré tu verdugo.”

Avanzó con velocidad cegadora. La katana buscaba su cuello. Kaito desenvainó otra arma: un revólver plateado. Disparó justo cuando la hoja iba a tocar su piel. La bala chocó contra la katana, desviándola.

El sonido metálico vibró en todo el almacén.

La asesina sonrió bajo la máscara.
—“Interesante. Pero veamos cuánto aguantas contra cien cortes.”

Se lanzó con una danza mortal de tajos y estocadas. Kaito se movía como si bailara, esquivando cada movimiento con precisión divina. Con una mano bloqueaba la katana, con la otra disparaba, forzándola a retroceder paso a paso.

Finalmente, cuando la asesina lanzó un tajo descendente con toda su fuerza, Kaito lo bloqueó con ambas manos, quebrando la katana en dos pedazos.

Ella retrocedió, incrédula.
—“¡Esto no puede ser! ¡Esa espada era indestructible!”

Kaito levantó el revólver y apuntó a su frente.
—“No soy el mismo hombre al que venían a cazar. Soy alguien que ya no puede ser detenido.”

Un disparo resonó. La bala no la mató, solo rozó su máscara, haciéndola caer. Una joven de rostro frío quedó expuesta, jadeando con furia.

—“¡Maldito seas!”

Las cinco asesinas se reagruparon, heridas pero aún dispuestas a luchar. El sistema brilló en la visión de Kaito.

[Anfitrión, has demostrado tus habilidades divinas. Ahora usa tu voluntad para decidir el destino de tus oponentes.]

Kaito apuntó con ambas pistolas, su aura ardiendo como fuego azul.
—“Ustedes fueron enviadas a matarme. Pero les daré una oportunidad: váyanse y nunca más vuelvan a levantar un arma contra mí o mi familia. Si lo hacen… no habrá piedad.”

Las asesinas, jadeantes, miraron sus armas destruidas, sus heridas, y el fuego en sus ojos. Sabían que estaban ante alguien que ya no pertenecía al mundo humano.

Una a una, dejaron caer sus armas al suelo. La líder, con voz quebrada, dijo:
—“Hoy nos perdonas… pero algún día alguien más vendrá.”

Kaito respondió con firmeza:
—“Que vengan todos. Yo estaré listo.”

Las sombras se disiparon. Las cinco asesinas se retiraron, derrotadas.

Al quedarse solo en el almacén, Kaito guardó sus armas y respiró hondo. El eco de la pelea aún vibraba en sus oídos.

—“Los enemigos no se detendrán. Mientras más alto suba, más intentarán derribarme. Pero ahora tengo algo que antes no… poder divino. Con esto, protegeré a mi familia, mi empresa y todo lo que hemos construido.”

El sistema cerró la misión.

[Misión completada: Derrota a las cinco asesinas.]
Recompensa: Consolidación de las habilidades divinas.
Tu dominio marcial y armamentístico ahora supera cualquier límite humano.

La noche oscura quedó en silencio. Pero en el horizonte, Kaito sabía que la guerra apenas había comenzado.

Etiquetas: sistema

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