La Cartera Infinita 23

La Cartera Infinita 23

Mateo Arriz

01/09/2025

Capítulo 23: Estrategias del Corazón

El ambiente en torno a Kaito estaba cada vez más cargado de tensión emocional. El joven, que apenas hace un tiempo luchaba por gastar millones y forjar un imperio, ahora debía enfrentarse a un desafío inesperado: el amor en sus múltiples formas. Las cinco chicas que habían quedado prendadas de él no estaban dispuestas a rendirse fácilmente, y cada una, consciente de las otras, comenzó a diseñar su propia estrategia para ganar terreno en el corazón del hombre que parecía brillar con una luz que lo hacía irresistible.

La vida de Kaito había dado un giro extraordinario: de misiones de inversión, subastas internacionales y habilidades sobrehumanas, ahora se encontraba atrapado en un campo de batalla silencioso, donde las armas eran sonrisas, palabras dulces y gestos que buscaban penetrar más hondo que cualquier técnica empresarial o talento musical.

Airi, la estrella pop con millones de seguidores, sabía que la competencia sería feroz. Si había algo que entendía mejor que nadie, era cómo usar su voz y presencia para influir en los demás. Ella no quería que Kaito la viera solo como una fan más o una artista superficial.

Por eso, empezó a mostrarse vulnerable con él. Una noche, después de una reunión en Harmonia Records, se quedó a solas con Kaito en el estudio.

—Kaito… —dijo con un susurro, sentada al piano— ¿puedo cantarte algo que nunca he mostrado a nadie?

Kaito, un poco sorprendido, asintió. Ella empezó a cantar una balada suave, su voz impregnada de emoción pura. No era el espectáculo habitual de luces y perfección, era un canto desnudo, humano, íntimo. Al terminar, lo miró directamente a los ojos.

—Eres la primera persona a la que se lo muestro… porque confío en ti.

Ese movimiento fue estratégico: no solo mostraba su talento, sino que lo hacía sentir especial. Airi apostaba por la emoción genuina, buscando tocar el corazón de Kaito desde la vulnerabilidad.

Reina, la joven heredera de un conglomerado financiero, veía la situación como una especie de guerra de mercado. Si Kaito era el premio, entonces las otras eran sus competidoras, y ella jamás se había dejado vencer en ningún negocio.

Su estrategia era distinta: mostrarle a Kaito que juntos podían ser imparables.

Lo invitaba constantemente a reuniones privadas para discutir sobre inversiones, sobre proyectos de expansión para Harmonia Records y sobre cómo diversificar su imperio. Reina hablaba su mismo idioma: el del crecimiento, la visión, la conquista de territorios financieros.

—Kaito —le dijo en una cena elegante—, tú y yo podríamos crear la mayor alianza jamás vista. No solo en la música, sino en todas las industrias. Imagina lo que podríamos lograr si trabajamos… y vivimos juntos.

Ella no apelaba a lo sentimental, sino al poder compartido, a la ambición que ardía en el corazón de Kaito. Su idea era simple: que él la viera como la única que podía seguirle el ritmo en su camino ascendente.

Miyu, una de las actrices más queridas de Asia, sabía que su encanto residía en su capacidad para transformarse en lo que el otro quisiera ver. Con Kaito, jugó una carta más arriesgada: el de la proximidad constante.

Empezó a aparecer en todos lados: en eventos de música, en inauguraciones, en entrevistas relacionadas a Harmonia Records. Siempre encontraba una excusa para estar cerca de él.

—¿Qué casualidad, Kaito! —decía con una sonrisa encantadora—. Justo yo también fui invitada aquí.

Pero detrás de esa fachada casual, Miyu preparaba cuidadosamente cada encuentro. Cuando notaba que Kaito se mostraba nervioso, adoptaba una actitud dulce y comprensiva. Cuando lo veía cansado, se transformaba en una compañía alegre y ligera. Su estrategia era envolverlo poco a poco, hasta que Kaito ya no pudiera imaginar su vida sin su presencia constante.

Lena, la pianista internacional, jugaba en otro terreno: el arte puro. Su conexión con Kaito era a través de la música, y ella decidió que esa sería su arma más poderosa.

Organizó un concierto íntimo en un teatro privado y, aunque había cien invitados, el evento estaba pensado solo para él.

Cuando comenzó a tocar, lo hizo con un virtuosismo tan delicado que parecía que cada nota hablaba directamente a Kaito. Y antes de empezar la última pieza, se dirigió a todos los presentes, aunque su mirada solo lo buscaba a él:

—Esta última composición la dedico a alguien que me inspira cada día con su fuerza y su visión.

Las melodías flotaron en el aire como confesiones veladas, y aunque no dijo su nombre, todos sabían a quién iba dirigido ese tributo.

Lena buscaba conquistar a Kaito a través de la inspiración artística, demostrando que él era la musa detrás de su genio.

Sofía, la joven princesa europea, jugaba con un tipo de poder que ninguna de las demás podía igualar: el linaje y la realeza. Su estrategia era mostrarle a Kaito un mundo de privilegios que solo ella podía ofrecer.

Lo invitó a una gala privada en su palacio, rodeada de lujos, arte antiguo y un ambiente de nobleza imposible de replicar.

—Kaito —le dijo mientras caminaban por un jardín iluminado por antorchas—, tú mereces un lugar en los círculos más altos del mundo. Conmigo, no solo tendrías eso, sino que podrías transformar reinos enteros.

Sofía apostaba a la exclusividad, a hacer que Kaito sintiera que solo con ella podría acceder a una dimensión distinta de poder y respeto mundial.

Los planes de las cinco chicas comenzaron a chocar y superponerse. Cada vez que Kaito asistía a un evento, una de ellas lo rodeaba; cuando caminaba por un pasillo, otra lo tomaba del brazo; cuando estaba en el estudio, alguna encontraba excusa para quedarse a su lado.

Haruka, su hermana, observaba todo con una mezcla de molestia y celos. Aunque no lo admitía en voz alta, la idea de ver a Kaito rodeado de mujeres tan bellas y poderosas le quemaba por dentro.

Una tarde, cuando las cinco estaban alrededor de él discutiendo con risas y coqueteos, Haruka irrumpió, tomó la mano de Kaito con firmeza y lo arrastró hacia un costado.

—Kaito, basta de perder el tiempo —dijo con voz fría—. Ven conmigo.

El gesto dejó en shock a las demás, que la miraron con ojos llenos de desafío. Ninguna se dio por vencida; por el contrario, eso solo encendió más la competencia.

Kaito, por su parte, se quedó nervioso, con la mano de su hermana apretando la suya y el peso de cinco miradas femeninas atravesándolo.

(“¿En qué me he metido…? Gastar miles de millones era más fácil que esto…”) pensó, intentando mantener la calma.

En los días siguientes, las cinco chicas intensificaron sus esfuerzos.

  • Airi comenzó a enviarle canciones inéditas grabadas con su propia voz, algunas con letras tan personales que parecían confesiones de amor.

  • Reina lo invitaba a reuniones secretas en hoteles de lujo para “hablar de negocios”, aunque cada conversación terminaba rozando lo íntimo.

  • Miyu contrató a un equipo de guionistas para preparar escenas románticas improvisadas en los lugares donde sabía que estaría Kaito, logrando encuentros “espontáneos” llenos de tensión.

  • Lena lo arrastraba a sesiones privadas de piano, donde lo obligaba a tocar junto a ella hasta que sus manos se rozaban una y otra vez.

  • Sofía, por su parte, lo rodeaba de regalos exquisitos: relojes únicos, obras de arte, hasta una invitación a pasar un mes entero en su castillo familiar.

Cada movimiento era calculado, cada gesto tenía la intención de inclinar la balanza.

Para Kaito, aquello se convirtió en una especie de tormenta emocional. Nunca se había considerado un experto en el amor; de hecho, su vida hasta entonces había sido un torbellino de misiones, gastos absurdos y metas casi imposibles.

Pero ahora, con cinco mujeres tan poderosas y deslumbrantes detrás de él, sentía que caminaba sobre un campo minado. Un paso en falso, y podría herir los sentimientos de alguien… o incluso desencadenar una guerra entre familias, empresas y naciones.

(“El sistema jamás me advirtió sobre esto… gastar 50 billones era fácil comparado con lidiar con ellas”), pensaba mientras intentaba mantener la compostura en cada encuentro.

Lo único claro era que, mientras más avanzaban los días, más difícil se hacía para él ignorar la intensidad de esas miradas, esas sonrisas y esas confesiones veladas que lo perseguían a cada instante.

El amor, comprendió Kaito, podía ser tan despiadado y estratégico como cualquier guerra empresarial o política. Y en ese tablero, él era tanto el premio como el jugador.

Las cinco chicas estaban decididas a luchar hasta el final, y Haruka, desde las sombras, parecía lista para interponerse una y otra vez.

Lo que Kaito no sabía era que esta guerra de afectos sería solo el preludio de algo aún mayor: una prueba que no solo pondría a prueba sus emociones, sino también el verdadero poder de sus nuevas habilidades y la fortaleza de su espíritu.

Etiquetas: sistema

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