
El País de la Piel de Toro
Madrid 15/6/2026
La bolsa de basura
Anda vístete y vamos a bajar para comprar en la tienda, yo voy bajando te espero allí, bájate la basura para tirar en los contenedores, me decía mi mujer, con la puerta abierta de la calle dispuesta a salir. “Que rollo pensé con lo tranquilo que estaba en casa cómodo y con este calor que está haciendo todavía, son las 18,00 y no tiene pinta de aflojar, todo esto estaba floreciendo en las mentes, mientras me quitaba la ropa cómoda de andar por casa y volvía en vestirme de calle”, recogí el cartón, vidrio, la basura orgánica no teníamos de momento, cerré la puerta del domicilio, bajé para la calle, me fui dirección de los contenedores, donde la vista se me fue en la desorganización y suciedad de los alrededores por la falta de respeto hacia los demás vecinos y trabajadores de la limpieza, de aquellas personas incívicas que dejaban sus despojos e inmundicia fuera de los contenedores clasificadores de desechos de impurezas que el ser humano desecha sin la debida solidaridad con el medio ambiente. Al llegar al contenedor de la ropa usada, las prendas estaban todas desparramada por los alrededores, en otros sacos de escombros o barriles de pinturas seca acaparaban las aceras, cuando iba salteando los despojos de aquella cochambre de desechos y residuos personales, me adelanto una mediana mujer portadora de una gran bolsa azul llena de porquerías de dos o tres días de impurezas recogidas y envasadas de los sobrantes alimentario, cuando llegó la Moza, en la distante del cubo correspondiente, la buena señora ni se molestó en abrir la tapa del cubo, depositando su bolsa de residuos al lado, adelante la marcha, y frente a ella, le recriminé su nefasta acción como ciudadana, me contestó la mujer: las demás bolsas de desperdicio las dejaba la mayoría de la gente fuera del contenedor, y yo la respondí con una pregunta, ¿entonces si la mayoría se tiran por un precipicio, usted se tiraría?. Ni me contestó y entró en la galería de alimentación donde yo también accedí detrás de ella, dónde mi mujer me esperaba en la sección de las frutas. Le conté el episodio con una mujer del vecindario y su bolsa de basura, indicando que su protagonista era aquella dama, en ese momento estaba mirando las caducidad de los lácteos. Diez minutos después marchamos para la casa, colocamos la comprar recogimos y guardamos el carrito abatible, volvimos a salir, media hora después, cuándo salíamos hacia la puerta de salida del bloque, me encontré que la señora, miraba hacia nosotros con cara de sorprendida, abrió el portillo y se alejó, mientras yo le decía a mi pareja; encima es vecina, podría haber vivido en otro bloque que no fuera este. Y el lunes dieciséis sobre las siete de la mañana esa bolsa azul seguía fuera del contenedor. Hasta que los operarios del camión de la basura la recogieran.
Han Solo para el país de la piel de toro.
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