Quienes me conocen desde hace muchos años saben muy bien que siempre tuve un espíritu provocador.
Mis textos, mis fotos, mis post siempre tuvieron un costado reactivo, como una necesidad constante de encender un fuego que está ahí latente en todos.
Con el tiempo sin embargo entendí que la libertad de expresión es relativa y todo lo que molesta no entra ni siquiera en los márgenes de las personas que creen ser de lo más abiertas. Y así poco a poco, me miré al espejo y me puse un bozal, me até las manos y agaché la cabeza. Porque ese es el modo en el que aprendí a sobrevivir. Enjaulé algo de mi, porque era demasiado para el mundo y me llamé al silencio.
Porque el que calla no otorga, el que calla tiene su propia versión de la historia…
Hoy decido provocar un poco, porque estoy hecha así y necesito desafiar la ética y el decoro.
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