Encuentro con la muerte

Encuentro con la muerte

N.A de Rosa

12/06/2025

El lugar estaba silencioso, muy raro, para ser un parque a las cuatro de la tarde. Tal vez se debía al clima nublado o la lluvia intensa del día anterior que dejó todo el parque empapado. Parecía un día triste, pero para mi era perfecto. Caminar sin paraguas por las calles mojadas, sintiendo el olor a pasto mojado y ver los hermosos pétalos rosas esparcidos por todas partes.

Sabia hacia donde me dirigía, ese bonito paisaje con un asiento, lleno de arboles de cerezo y un lago oscuro y profundo, del cual no podrías saber que hay debajo. Ya podría imaginarme en medio, leyendo un libro o escribiendo un haiku del hermoso lugar.

O tal vez termine escribiendo sobre el fin de una vida.

No voy a negarlo, la muerte es un fiel amigo, como una sombra a la cual me gustaría descocer de mis pies y dejarla libre. Me sigue a todas partes, tal vez por eso encuentro a una chica, que parece estar en flor de su juventud, del otro lado de la barandilla que separa el suelo del lago. Está justo al borde, uno podría pensar que no sufrirá mucho daño tirándose, pero el suelo estaba más alto que el lago, el agua seguramente debía estar congelada y su profundidad asustaba un poco.

Así que me siento en el banco frente a ella, saco mi libreta y empiezo a escribir ideas sueltas que tal vez formen un bonito y extravagante relato. No soy un buen dibujante, ya que sino estaría dibujando este paisaje que la muerte me ha dado.

Siento un ruido alarmante de parte de la chica, como un suspiro, pero yo decidí seguir escribiendo de todo y nada, dejando pasar los minutos en un silencio tranquilo.

– ­¿No dirás nada? – su voz suena desesperada, tal vez hasta enojada.

Saco mi mirada de la hoja y la miro a ella fijamente, intentaba buscar las palabras correctas, pero conversar nunca ha sido mi fuerte.

– Dime algo, dime que me detenga, que está mal lo que estoy haciendo, cualquier cosa, solo háblame –

Me deja aun mas en silencio. Podría decirle que no lo haga, que tiene una vida por delante, que la vida es bella, pero serian palabras vacías de un hombre que no las cree.

– ¿Por qué no hablas? Detenme, maldita seas – su voz empezaba a quebrarse y sus lágrimas a caer.

– Lo siento –

No salió nada mas de mí, no podía. Solo me acerque a ella por detrás, creyendo que las acciones valen más que mil palabras, y la abrace. Fuerte, firme, como si pudiera ayudarla.

Ella solo lloró más fuerte, más y más y más, a veces soltaba silabas que no comprendía. Pensé que ese abrazo tal vez es algo que necesitaba.

Y la solté, dejando que ella decida sobre su propia vida.

Se soltó, se escuchó el ruido del cuerpo impactar con el agua y luego la nada misma, silencio profundo.

La muerte me persigue, es como un gato negro que está detrás de mí, buscando ser acariciado, buscando atención, mostrándome lo que puede llegar a hacer, ¿y yo? Un simple espectador, tal vez algún día protagonista, observando como destruye todo a su paso.

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