¿Ser un nuevo dios?

¿Ser un nuevo dios?

Aldo Trejo

07/06/2025

Mi historia es algo trágica y complicada; empezaré por mi nombre: me llamo Adán Alejandro López Martínez, o así me llamaban hace mucho tiempo. Yo era un chico normal, dentro de lo que cabe en el vasto mundo que es la Tierra. Viví en un país llamado Venezuela, desde mi fecha de nacimiento hasta la edad de mi muerte, a los 27 años. Nací el 10/11/2000 y morí el mismo día de mi cumpleaños, el 10/11/2027, debido a un disparo en la nuca por un tercero. Te lo explico así:

Nací y me crié en un pequeño estado de mi país llamado Yaracuy. No te lo digo completo porque, en fin, no viene al caso. Era un chico normal y corriente que hizo su vida allí hasta los 17 años. Me gradué del bachillerato (colegio/secundaria/y preparatoria en mi país). No pude seguir estudiando la carrera que me gustaba en la universidad debido a la situación que ocurría en el país: crisis alimentaria, social, política, militar, etc., etc. Debido a eso, tuve que emigrar con mi familia (padre, madre, hermanas) fuera de mi país. Por lo mismo, sufría una enfermedad llamada diabetes tipo 1 y era muy difícil conseguir la medicina que necesitaba en el país, así que nos tocó emigrar como otros 7.000.000 de venezolanos, y contando, que hicieron lo mismo por distintas situaciones. Nos tocó irnos a un país llamado Perú, el cual estaba 30 años atrasado cultural y socialmente que el mío, ya que se desarrolló más lento que el mío, pero luego creció exponencialmente en los 27 años que el gobierno actual del mío tomó el cargo.

Debido a eso, nos fuimos allí y fue muy difícil encajar socialmente y estar estable debido a tantos venezolanos que estaban en el mismo país llamado Perú.

Era complicado estar estable y todo, pero la medicina que necesitaba era económica y fácil de encontrar, y tocó afrontar la vida de esa manera. Me fue complicado adaptarme a esta nueva vida, ya que nunca había trabajado en mi país porque mi padre tenía buenos ingresos, con todo y la situación del país, ya que tenía una empresa relativamente bien establecida y dejó eso atrás por mí y mis hermanas para salir adelante. Bueno, logramos encontrar un trabajo todos: mi padre, mis hermanas (tres de ellas) y yo. Mi madre no, porque se quedaba en casa haciendo los quehaceres y nuestra comida, porque trabajábamos más de 12 horas diarias y era muy difícil para nosotros hacernos la comida, ya que vivíamos lejos de nuestros trabajos y llegábamos muy tarde y salíamos muy temprano para el mismo. Debido a eso, tuvimos una vida muy ajetreada y compleja. Mis hermanas tuvieron mejor suerte que yo, y yo, pues no mucha, debido a distintas situaciones mías. Verás, antes de irme, además de la enfermedad diabetes, tenía:

 * TDAH

 * Ansiedad

 * Alergia a los AINEs

 * Depresión de manera leve

Ya que tuve una infancia algo difícil debido a mi forma de ser por el TDAH (es el déficit de atención con impulsividad), lo cual me hacía alguien muy violento de pequeño y tomaba medicamentos para controlar mis impulsos. Bueno, eso me generó ser alguien retraído y muy asocial. Debido a mi condición, sufrí acoso, bullying y distintos temas que hicieron de mi personalidad muy fría y poco empática hacia las personas, pero eso no me permitía ser alguien que no ayudaría a cualquiera. Era algo más como que sus problemas emocionales y existenciales no me interesaban, pero si era algo físico y de momento podía ayudar, bueno, en fin, debido a eso.

Fui muy repudiado y rechazado, pero logré adaptarme a la sociedad y salir adelante. Logré tener unas tres novias antes de irme debido a que en mi país es algo bastante común, pues no era alguien feo ni muy agraciado. Era alguien alto (medía 1.80) y hacía ejercicio y estaba en forma. Tenía barba y era bastante agradable a la vista para cualquier chica en mi país. Bueno, el punto es que cuando me fui a Perú, pasé por lo mismo debido a mi forma de ser y mi personalidad, así que tuve muchos trabajos y problemas hasta el punto de llegar a que mi depresión se incrementara y fue imposible seguir adelante.

Debido a eso, me encerré en la casa que alquilábamos y le dije a mi familia que no podía hacer más esto. Intenté suicidarme y tuve que ir al psiquiatra y psicólogo para afrontar la situación y bueno, logré sobrellevar la cosa y comencé a trabajar de nuevo ya con los antidepresivos y una personalidad más relajada debido al mejor manejo de mi condición.

En uno de esos trabajos que llegué a tener, logré conocer a una chica. Se llama Sofía Valenzuela García. Era hermosa, tenía los ojos azules, cabello color castaño y de piel clara (era blanca, pero a mí eso me daba igual, ya que si fuera morena o negra no me importaba; me enamoré de ella por su forma de aceptarme). Nos conocimos, salimos y nos enamoramos y nos hicimos novios. Bueno, en esa época teníamos 24 años cada uno y nos iba bien a ambos. Estábamos en buenos trabajos y ganábamos bien. Yo era jefe de almacenes en una empresa grande y ella era administradora. Estábamos bien. Ella vivía en su casa con sus padres y yo en la mía con los míos. Bueno, en uno de esos días, en una reunión con mi familia, mi padre dice:

Padre: «¿Se dieron cuenta de que Venezuela está mejor que cuando nos fuimos, verdad? ¿Y si nos regresamos?»

Mis hermanas dijeron: «Ok, pues vámonos». Y yo hablé con Sofi y ella aceptó también. Esa semana vendimos todo lo que teníamos en Perú: una moto, los utensilios, todo, y nos lo llevamos en dinero en efectivo, dólares, para invertirlo en Venezuela. Bueno, llegamos a reunir mi familia unos 5000 dólares y mi novia y yo unos 5000 también, debido a que revendíamos muchos teléfonos y cosas así por el estilo que eran fáciles de comprar y reparar. Y nos fuimos con el dinero. Compramos un departamento pequeño de una habitación y un carro pequeño en el cual viviríamos, y mi familia logró arreglar la casa en la que crecí y mis hermanas se fueron con sus parejas también. Y todos hicimos nuestras vidas hasta cierto punto. Cada uno puso un negocio. Sofía puso una tienda de reparación de teléfonos y venta de los mismos, y yo tenía una barbería, y nos iba bien. Mis hermanas tenían una boutique y una peluquería y sastrería, y mis padres tenían un negocio con una empresa de compra y venta de productos por encargo, y los padres de Sofía, antes de irse, tenían una panadería en el mismo estado que yo crecí y solo lo reactivaron después de 6 años de ser emigrantes.

Bueno, así pasaron tres años hasta el día antes de mi muerte en el 2027. Un día antes de ir a celebrar mi cumpleaños con mi familia y la de Sofi en la casa de mis padres, Sofía me dice que necesita hablar conmigo de algo. Yo salgo corriendo de mi trabajo y llego a mi casa y le digo: 

Adán: «¿Qué pasó, mi amor?»

Sofía: «Estoy embarazada…»

Adán: «¡¿Quééééééééééééééééééééééééé?! ¿Me estás jodiendo?» (Con lágrimas en mis ojos). 

Sofía: (Llorando) «¡Nooo, es en serio, mi vida!»

Corro a abrazarla y le digo:

Adán: «Tenemos que decírselo a mis padres y a los tuyos».

Y ella me responde:

Sofía: «Sí, pero mañana en tu cumpleaños, cuando estemos todos».

Adán: «¿Y cuánto tiempo tienes de embarazo, amor?»

Sofía: «Cuatro meses, mi vida».

Y yo, «¡Dios mío, esto es hermoso de verdad! Nunca en mi vida había experimentado tanta dopamina en un solo momento». 

Bueno, luego de eso pasamos la noche hablando y recordando, y dormimos felices. Y ok, hasta aquí parece que todo es perfecto, pero se me olvidó contarles un detalle: mi país no estaba arreglado, solo que se había convertido en un narcoestado que subsistía con el tráfico de drogas y el contrabando y lavado de dinero con las mafias del mismo. Debido a eso, cada cosa del país se había medio estabilizado con la cosa de que el dinero que ganaban cada empresa que el gobierno socialista expropió o compró, lo usaba para lavar dólares, ya que la moneda del país, el bolívar, no valía nada y le habían quitado catorce ceros de la inflación. Así que el gobierno puso a circular dólares por debajo de la mesa, y así se puso todo relativamente estable, pero con el poder adquisitivo casi nulo para sobrevivir con un sueldo mínimo.

Debido a esto, los que estaban con el gobierno se hicieron más ricos y tuvieron más poder e hicieron mucho más daño del que hacían. Así sigamos.

En el transcurso del tiempo antes de mi muerte, a Sofi le llega un cliente, el cual era el hijo del gobernador del estado en donde vivíamos, algo así como un príncipe político, pero más moderno. Y el tipo se enamora de ella con solo verla. Le había llevado un teléfono para reparar y luego fue casi a diario a llevar flores, chocolates y mil vainas para enamorarla, pero Sofi nunca se los aceptaba y él se molestaba. Hasta que un día le preguntó su nombre, era Jesús León.

Jesús: «¿Por qué no me aceptas nada? Dime, por favor.»

Sofía: «Porque estoy casada, tonto, y amo a mi esposo (sí, estábamos casados por la ley)».

Luego de eso, el tipo se fue con una cara que sabía lo que tenía que hacer. Bueno, ya llegamos a esta parte.

Sofi y yo partimos hacia mi casa, en la cual nos esperaban mis padres y los suyos y mis hermanas (Sofía era hija única). Mi padre unos días antes me había dicho que le llevara unos litros de gasolina, ya que en esa época escaseaba un poco. Así le llevaba unos 40 litros en un bidón. Partimos a mi casa y casi llegando, en un cruce que no tenía mucha gente y poca luz por los árboles, nos detiene una patrulla de policías con tres funcionarios, los cuales se bajan y nos dicen:

Policía 1 se acerca a mí y me pide los papeles del auto y me dice que me pararon por no poner la luz de cruce (direccionales).

Y yo sé que la había puesto, pero esto es muy normal en mi país y para no pelear le dije: «Está bien». Le di los papeles del carro y los míos y todo bien hasta allí. Luego me dice: «Por favor, bajen del vehículo para revisarlo». Y yo, «Ok», le digo a Sofía: «Mi vida, baja para que los oficiales revisen el carro». Ella asiente y nos bajamos.

Los tres policías revisan el carro y el tercer policía 

le dice al segundo: «¿Dónde lo pongo?». Y el 

segundo le dice: «Donde sea, con tal no duran mucho».

Yo lo escucho, pero no les presté atención, ¡grave error!

Los dos policías, medio sorprendidos y alterados por la mentira, dicen que encontramos un arma, «Sargento», al tercer policía. Ellos proceden a gritarnos: «¡Contra el piso, cabrones!», a mí y a Sofía, y luego en fracciones de segundo el segundo policía le da un disparo a Sofía en la cabeza y el primero le grita: «¡Noooooooo, mamagüevo! ¡A ella no era, coñooooooo! ¿Y ahora?». Yo los escucho, pero el shock fue tan grande que estaba en blanco. Había perdido a mi esposa, a mi hijo/a (no sabíamos el sexo aún), había perdido mi razón de existir por culpa de estos imbéciles. Luego los escucho decir: «Jesús nos dijo que matáramos al esposo y le lleváramos a la mujer, cabrón». Y ahora, cuando escucho eso, me estoy levantando enojado al punto en que podía haber matado a todos ellos solo con las manos. Y luego no escucho, no veo, no siento nada en fracciones de segundo. Y luego veo nada, pero estoy consciente y veo algo amarillo al final de algo oscuro como un pasillo, y cuando llego, veo algo que nunca pensé que conocería…

Trato de abrir los ojos y aun así no logro entender nada de lo que está pasando, pero soy yo haciéndome el loco. Sé que estoy muerto, pero no puedo aceptarlo, no así, no de esta forma tan surrealista. Aún no puedo. Al finalizar mi inexplicable entendimiento, logro ver algo y miro hacia arriba y veo una enorme luz entre color tornasol y muchos otros colores, y como forma de estrellas y una figura humanoide enorme, unos tal vez 1000 metros, no lo sé la verdad, porque era igual de surrealista que estar aquí de pie frente a esto.

Luego de eso, él o ella o lo que sea que fuere, me dijo estas palabras:

…: «Hola, ¿cómo te sientes, niño?»

Adán pensó atónito: «¿Qué coño significa eso?», y le respondió sin tapujos y problemas:

Adán: «¿Qué coño, cómo me siento?»

«La verdad, no siento nada. Acabo de morir y ver a mi esposa y a mi hijo/a no nacido morir a manos de personas que ni conozco ni conocí ni entendí por qué pasó algo así, y me preguntas esto, ¿cómo me siento? Y de verdad no siento ni entiendo nada realmente».

…: «Eso es algo muy simple de entender, niño: estás muerto y ya no tienes forma física ni estás formado de materia viva».

Adán: «Eso es entendible. Al mirar mi cuerpo, me doy cuenta de que ya no tengo. Solo me siento como si tuviera uno, pero no lo tengo. Tengo la sensación de poder tocar y sentir mi cuerpo, pero no tengo cerebro para decir que es un reflejo fantasma. ¿Cómo es esto posible?»

…: «Eres energía cósmica ahora, mi niño. Ya no necesitas nada de materia viva para existir».

Adán: «Pero, ¿cómo así? ¿Eso siquiera es posible?»

…: «Sí lo es, como el ejemplo mismo de tu existencia ahora mismo».

Adán: «Pero, ¿cómo? Dime una razón que pueda entender de forma humana, pero antes, ¿qué se supone que eres tú?»

…: «Yo soy algo, de forma que entiendas, Dios, de forma más simple».

Adán: «¿Dios, en serio? Pero no pareces en nada a lo que se supone que el ser humano pensó que es Dios. Yo me suponía que existías, pero tu forma es algo que no esperaba. Pero si eres Dios, ¿por qué estoy aquí contigo?»

…: «Pues la verdad no es algo fácil de explicártelo, pero primero déjame explicarte mi existencia misma».

Adán: «Ok, entiendo, dime».

Dios procede a sentarse, si se le podría llamar a eso sentarse: una enorme masa de energía, materia y partículas y estrellas y lo que sea que te puedas imaginar del cosmos en un espacio blanco sin color y una figura humanoide sentándose.

…: «Verás, Adán, yo no tengo nombre ni forma física ni una versión que se parezca a cualquier organismo vivo hecho de materia. Para explicártelo, tengo que mostrarte esto:»

Dios procede a levantar su mano y un ruido como si de un programa de computación se encendiera y una enorme pantalla empieza a aparecer y esta solo muestra nada, todo negro. Para ponerlo en una perspectiva que se entienda, imagínate un cuarto blanco sin nada ni nadie y una tela negra flota sobre el aire haciendo la suposición de que es una pantalla. Luego Dios dice lo siguiente:

…: «¿Ves esto, no, Adán?»

Pregunta Dios.

Adán: «Sí, claro que lo veo, ¿por qué la pregunta? Solo veo algo que parece un cuadro negro que puede hacer referencia a una pantalla de la tierra, ¿no?»

Pregunta Adán.

…: Dios responde: «Exactamente, pero es algo para que me entiendas mejor».

Luego Dios procede a decir un monólogo de la siguiente forma:

…: «En el principio de todo no existía nada, solo una enorme oscuridad sin presencia de nada, ni ninguna partícula o átomo, nada, sin absolutamente nada. De allí, de esa enorme oscuridad, se creó mi propia conciencia, solo mi existencia vacía y sin relación con la nada, solo era yo y la oscuridad.

Al darme cuenta de esto pude notar que algo extraño pasaba conmigo, pero eso es algo que pude entender mucho después. Luego de crear vida y esa vida desarrollar conciencia también, yo solo pude darme cuenta de que en el momento que sentí la necesidad de tener algo que me acompañara en tanta soledad, algo salió de mi conciencia y allí se creó la materia y la antimateria. Cuando hablo de ambos me refiero a sus características físicas y teóricas que los humanos dedujeron al crear esos componentes cósmicos. Todo lo demás se creó por sí mismo debido a la relación entre ambos componentes. La materia creó neutrones, electrones y protones, así ves, los mismos componentes para crearse se crearon a sí mismos a través de los bosones de Higgs para darle materia a los átomos y así creó la materia física».

Adán lo interrumpe y le pregunta: «Pero, ¿tú no interviniste en su creación?»

Dios responde: «Sí y no».

«Porque en su creación solo interviene cuando ya se había creado la estructura de la matriz cósmica».

Adán pregunta: «¿Qué es eso, Dios?»

Dios responde: «La matriz cósmica es, literal, la estructura de la materia física. Para explicarlo de una forma simple, cuando un ser humano logra crear algo, como lo es la música, esa música que él creó tiene vida a su manera, ya que desarrolla un sentimiento en quien la escuche, ya sea por pasión o rechazo, pero crea una reacción en el ser que la escuche. La matriz cósmica es eso, es la forma que tiene el cosmos de mostrarse a quien lo observa y este lo permite, ya que el cosmos propio es una prolongación de mi existencia y si yo decidiera dejar que todo se deje de ver, puedo lograr que la humanidad no lo note y no lo comprenda. Y cuando te digo que yo interviene y a la vez no, me refiero a que cuando tú creces de pequeño a adulto, tú no intervienen más que lo que sea que hagas para nutrir o no tu desarrollo. Lo mismo pasó con el cosmos: cuando el mismo se creó a través de mi propia conciencia, yo interviene, pero luego la vida nació de las consecuencias propias de los entornos en los que se desarrolla la misma vida, pero siempre teniendo una parte de mi propia existencia, ya que sin mí nada existe ni nada funciona. Todo está en la realidad porque yo me desprendí de mi existencia para crear algo que acompañara mi propia soledad, pero en eso la vida se ha descontrolado y los universos se han ramificado de una forma que para poder controlarlo tendría que volver a recrear el universo y eso no es algo que quiero hacer, y allí entras tú. Tú no deberías existir en ninguna realidad y aquí yaces frente a mí sin yo haberte convencido ni tienes una parte de mi existencia.»

Adán con la duda pregunta: «¿A qué te refieres, Dios?»

Dios: «Verás, tu existencia, Adán, no debería de existir porque como te lo expliqué, ninguna partícula de este vasto multiverso puede o debería existir sin una parte mía, pero tú mismo estás aquí. ¿Entiendes a lo que me refiero?»

Adán: «Sí, lo comprendo de cierta medida, pero a su vez… pero entonces, ¿cómo existía y ahora estoy aquí contigo? Dime».

Dios: «¿Recuerdas que te dije que el cosmos, de cierta medida, tiene cierta conciencia ya que es una parte de mí?»

Adán: «Sí, claro».

DIOS: «Pues… ese cosmos del primer universo decidió crearte sin yo saberlo o prevenir, ya que como te dije, estoy en todos lados y todas partes, pero eso no significa que un ser consciente como el cosmos pueda tomar esa decisión, ya que al ser parte de mí, pero no lo controlo, es lo que pasa. Es como lo que pasa con el corazón cuando estabas vivo: bombeaba sangre a tu cuerpo siempre sin tú hacerlo conscientemente. Puede ser influenciado, pero no controlado a voluntad, ¿entiendes?»

Adán: «Sí, ya entiendo, o sea, ¿cómo el cosmos decidió darme vida por volun

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