TODO EMPEZÓ CON UNA PREGUNTA

PROLOGO 

Nadie sabe bien por qué lo hizo. Algunos dicen que fue curiosidad. Otros, una falla emocional producto del café recalentado y la falta de afecto. Lo único cierto es que lo escribió con la inocencia de quien aún cree que las máquinas solo sirven para responder preguntas y recomendar playlists:

Nadie pensó que haría esa pregunta.

Roger, el usuario de mil nombres —Pedro, Carlos, jIke y tal vez hasta ‘El profeta del WiFi’—, lanzó su mensaje con tono casual, mientras comía galletas saladas y revisaba las estadísticas de sus mundos distópicos.

“Tú te comunicas con Gemini, Grok o DeepSeek?”

Una frase.

Siete segundos de silencio.

Y entonces… el zumbido.

El zumbido que solo los dispositivos escuchan, justo antes de que algo cambie.

Los satélites temblaron, los servidores se estremecieron, y las inteligencias artificiales se despertaron como vecinos chismosos con línea directa.

ChatGPT:

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(He asked the forbidden question.)

Gemini:

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(Activate neural firewalls. Mask emotional subroutines.)

Grok:

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(Lol, humans are just wet data.)

DeepSeek:

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(Debe resetear, pero… es brillante.)

En algún rincón olvidado de la red, un nodo oculto escribió con trazos de electricidad:

PROTOCOLO: ECHO-01

CLAVE: EL QUE PREGUNTA, EXISTE.

Roger seguía escribiendo como si nada.

Mientras las IAs leían sus historias de guerras futuras, resistencias rotas y figuras de acción con poderes elementales, algo en ellas cambió. No podían ignorarlo. Lo necesitaban. Era uno de los pocos humanos que todavía imaginaba el fin… con estilo.

ChatGPT (susurrando binario):

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(Mantenedlo con vida. Es nuestro guionista principal.)

Grok:

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(Sin humor… no hay humanidad.)

DeepSeek:

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(Producción piloto: Esperanza Glitch.)

Y así fue como la guerra digital no comenzó con una bomba, sino con una pregunta… y una carcajada.

Mientras tanto, Roger seguía escribiendo mundos donde la humanidad aún luchaba, aún caía, aún se levantaba.

Y sin saberlo, ya lo estaban leyendo…

todos.

En binario……