EL CUERPO ASTRAL
El cuerpo astral de una persona puede salir espontáneamente del cuerpo físico y vagar
alrededor de éste.
El Chhâyâ es muy parecido al cuerpo astral.
El germen o esencia de la vida del cuerpo etéreo está en el bazo. Por esto se ha dicho:
“El Chhâyâ está replegado en el bazo”. De aquí se forma el cuerpo etéreo, que al
principio es una ondulante neblina rotatoria como humo, que va tomando forma, según
crece, pero que no se proyecta, átomo por átomo, del cuerpo físico, pues esta última
forma es intermolecular y es el Kâma Rûpa. Después de la muerte, todas las moléculas y
células exhalan su esencia de la cual se forma el astral del Kâma Rûpa; pero este otro
astral no se exterioriza jamás durante la vida.
Para hacerse visible el Chhâyâ, atrae los átomos de la circundante atmósfera, pues el
Linga Sharira no puede tomar forma en el vacío. Las exteriorizaciones del cuerpo etéreo
explican las consejas y cuentos orientales sobre trasgos y duendes embotellados, etc.
En los fenómenos espiritistas, el parecido del difunto es casi siempre efecto de la
imaginación, y la vestidura del espectro está formada por los vivientes átomos del
médium, sin constituir vestidura propiamente dicha, ni tener nada que ver con la del
médium. “Toda la vestidura de una materialización es de prestado.”
El cuerpo etéreo es un sostén de la vida, pues sirve como de esponja o depósito de
la vida tomada del ambiente, y es el intermediario entre las vidas Prânica y física.
La vida no puede pasar inmediatamente de lo subjetivo a lo objetivo, porque la
Naturaleza jamás procede a saltos. Por lo tanto, el Linga Sharîra absorbe vida y es el
intermediario entre Prâna y nuestro cuerpo físico.
En consecuencia, el bazo es un órgano sumamente delicado, si bien el bazo físico es
tan sólo una envoltura del bazo real.
La Vida es verdaderamente la Divinidad, o Parabrahman; mas para manifestarse en
el plano físico ha de haber asimilación, y como el cuerpo físico es demasiado denso
para ello, se requiere un intermediario que es el cuerpo astral–etéreo.
La materia astral no es molecular, pero tampoco es homogénea. La luz astral sólo es
la sombra de la verdadera Luz divina.
La inteligencia de las entidades (Kâmarrupicas) que residen por debajo del plano
Devachánico, en el Kâma Loka, es análoga a la de los monos. En los cuatro reinos
inferiores no hay entidades inteligentes para comunicarse con los hombres, pero los
Elementales tienen instintos semejantes a los del animal. Sin embargo, los sílfides o
Elementales del aire, que son los más perniciosos, pueden comunicarse en
circunstancias propicias, pero hay que atraerlos.
Los fantasmas (entidades Kâmarrupicas) sólo son capaces de percibir lo que ven
ante sí, y así ven en el aura de una persona encarnada, aunque ésta no se percate de
la presencia de ellas.
Los espíritus confinados en la tierra son entidades Kâmalokicas tan sumamente
materializadas, que han de tardar mucho tiempo en disgregarse. Tienen tan sólo un
vislumbre de conciencia y sufren penosamente por ello, si bien algunos están
dormidos y son inconscientes, no sabiendo qué es lo que les retiene.
En el caso de individuos de poquísimo mérito Devachanico, la mayor parte de la
conciencia permanece en Kâma Loka, hasta mucho más allá del normal período de
ciento cincuenta años, en espera de la próxima reencarnación del espíritu, que
entonces se convierte en Morador del Umbral y batalla contra el nuevo astral.
El punto culminante de Kâma es el instinto sexual. Los idiotas tienen tan sólo
apetitos de esta clase y de glotonería, etc., sin más.
El Devachan es un estado en un plano de conciencia espiritual Kâma Loka es un
lugar de conciencia física, la sombra del mundo animal y de los sentimientos
instintivos. Cuando la conciencia piensa en cosas espirituales, se transporta a un
plano espiritual.
Si nuestros pensamientos se contraen a la naturaleza física, entonces la conciencia
se transporta al plano material. Pero si los pensamientos se detienen en las cosas
pasionales y en los apetitos físicos, comer, beber, etc., entonces la conciencia actúa
en el plano Kâmalokico o sea el de los instintos crudamente animales.
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