PROLOGO
Corre el año 1985. La fiebre de los videojuegos está en su punto más alto. En un barrio olvidado de Chicago, un pequeño arcade llamado The Pixel Pit esconde un secreto que cambiará la vida de un chico para siempre.
Su nombre era Tommy Rivera, tenía 13 años y amaba los videojuegos más que a nada en el mundo. Un sábado por la tarde entró al arcade con un puñado de monedas… y nunca volvió a salir. Nadie supo qué pasó. No hubo cámaras, testigos ni rastros. Solo una cosa extraña quedó atrás…
Sus iniciales: «TRV» aparecieron en todos los récords de todas las máquinas del lugar, incluso en juegos que nadie había tocado en años. Día tras día, semana tras semana… TRV. Siempre primero. Siempre con puntajes imposibles.
La policía pensó que se había escapado de casa. Caso cerrado.
Pero hay uno que no lo dejó pasar.
El detective Raymond Knox, un tipo de mediana edad, obsesionado con casos no resueltos, cree que algo oscuro está ocurriendo en The Pixel Pit. Y está dispuesto a descubrirlo, aunque lo tomen por loco.
Monstruos de neón, glitches asesinos, jefes finales imposibles y memorias rotas de una infancia perdida.
Esta no es solo una historia…..
Es una partida sin pausa…..
Y tú… eres el jugador……
Ahora tú decides:
PARTE 1 — TOMMY: EL JUGADOR PERDIDO
Capítulos 1 al 7: El viaje dentro del arcade
CAPITULO 1: Insert Coin – Tommy entra a The Pixel Pit y desaparece.
Chicago, 1985.
La lluvia golpeaba el pavimento como si alguien estuviera jugando un videojuego con sonido a todo volumen. El cielo estaba gris, las luces de neón parpadeaban como si no quisieran despertar… pero The Pixel Pit nunca dormía.
Tommy Rivera, 13 años, zapatillas sucias, mochila al hombro y el corazón reventando de emoción, empujó la puerta del viejo arcade. El timbre oxidado sonó como un grito de bienvenida.
TRINNNNNG.
Adentro, las máquinas brillaban en la penumbra como tótems mágicos. Colores chillones, ruidos electrónicos, risas de otros chicos. Pero hoy había algo raro. Muy raro.
Estaba vacío.
Solo una máquina al fondo emitía un zumbido diferente, como si respirara.
Tommy, curioso como siempre, se acercó.
Era una consola que nunca había visto antes. El nombre del juego brillaba en letras rojas parpadeantes:
“8-BIT ETERNO”
Insert Coin to Begin
El diseño del gabinete era negro, con relieves en forma de laberintos, calaveras pixeladas y un ojo que parecía mirarte de verdad.
Tommy metió la mano al bolsillo y sacó una moneda. Una sola. Última de la semana.
—Vamos a ver qué tienes —murmuró.
Clink.
La moneda cayó.
La pantalla parpadeó violentamente.
“PLAYER ONE ACCEPTED.”
“BIENVENIDO, TOMMY RIVERA.”
—¿Qué…? —Tommy frunció el ceño. Él nunca puso su nombre.
La pantalla se tornó negra. Luego, una figura lo miró desde el otro lado: él mismo. Reflejado en píxeles.
Y entonces…
¡ZUUUUUMMMM!
Un rayo de luz salió de la pantalla. Tommy gritó. La electricidad lo envolvió. Sus pies se levantaron del suelo. Todo se volvió código, luces, sonidos distorsionados. Una fuerza lo succionó hacia adentro.
Oscuridad.
Y luego…
Nivel 1: BLOK CITY
Una ciudad de cubos, coches flotantes y enemigos con caras glitch.
Tommy estaba dentro del juego.
Y no podía salir.
CAPITULO 2: Game Over… o no – Despierta dentro de un videojuego.
Tommy abrió los ojos.
La ciudad era cuadrada. No «cuadrada» como aburrida, sino literalmente: edificios cúbicos, autos cúbicos, nubes cúbicas. Incluso las palomas que volaban en el cielo parecían hechas con bloques pixelados.
—¿Estoy… muerto? —preguntó en voz alta.
Una voz electrónica respondió desde el cielo:
“BIENVENIDO A BLOK CITY. OBJETIVO: SOBREVIVE.”
Tommy giró sobre sí mismo. Estaba vestido con una chaqueta roja brillante y unos guantes blancos con botones. En su muñeca, un reloj que marcaba:
TIEMPO RESTANTE: 9:59
—¿Nueve minutos? ¿Para qué?
De repente, se escuchó un ¡CRACK!.
Desde un callejón salieron dos criaturas hechas de código corrupto: cabezas con errores visuales, ojos que se duplicaban, movimientos erráticos como si el juego estuviera fallando. Lo perseguían.
Tommy corrió.
Saltó sobre cubos de basura (literalmente cubos), giró por una esquina y entró en una tienda abandonada. Dentro, había un cartel en la pared:
“Pulsa START para abrir inventario”
—¿START? ¿Dónde…?
Miró sus guantes. Uno tenía un botón. Lo presionó.
¡CLICK!
Un menú flotante apareció frente a él:
-
Slingshot (tirachinas digital)
-
Galleta de salud (+1 corazón)
-
Manual de jugador perdido (incompleto)
Tommy seleccionó el tirachinas justo cuando uno de los enemigos entró por la puerta.
¡TAC! ¡TAC! ¡TAC!
Tres disparos. Tres golpes. El bicho desapareció en una lluvia de píxeles.
Tommy respiró agitado.
“1 ENEMIGO ELIMINADO.”
“5 XP GANADOS.”
Ahora lo entendía. Esto no era solo un juego.
Era un sistema. Un mundo. Y tenía reglas.
Pero la pregunta que le quemaba el pecho seguía sin respuesta:
—¿Cómo salgo de aquí?
En el piso, entre los escombros, algo brillaba. Un pequeño chip dorado. Al tocarlo, una imagen se proyectó:
Una foto de él mismo, en el arcade, justo antes de desaparecer.
Debajo, un texto críptico:
“Tienes 7 niveles. Si mueres en uno… Game Over de verdad.”
Tommy tragó saliva.
Ya no era un jugador. Era parte del juego.
CAPITULO 3: El Primer Nivel – Aprende que debe pasar los niveles para sobrevivir.
Nivel 1: BLOK CITY – Tiempo restante: 6:14
Tommy avanzó por las calles pixeladas. El reloj en su muñeca bajaba rápido. Cada esquina tenía algo nuevo: enemigos glitch, tiendas cerradas, objetos flotantes con signos de interrogación.
Pero entonces, escuchó algo que lo detuvo en seco.
—¡HEY! ¡TÚ! ¡ROJO! ¡ESPERA!
Tommy giró. Una figura saltó de un techo y cayó delante de él con agilidad de ninja. Llevaba un hoodie azul, una gorra de los Mets, y los ojos bien abiertos por la locura de sobrevivir.
—¿Eres real? —preguntó Tommy.
—Claro que soy real. ¿Eres nuevo? ¿Te tragó la máquina también?
Tommy asintió. El chico estiró la mano.
—Soy Leo. Estoy atrapado aquí desde 1981.
Tommy se quedó helado.
—¿Desde los ochenta? ¡Eso es antes de que naciera!
Leo soltó una carcajada triste.
—Bienvenido al infierno digital, novato. Este es el primer nivel. Si no lo pasas antes de que el reloj llegue a cero, los Glitchers vienen por ti. Y no revives. Nunca.
Tommy tragó saliva.
—¿Qué hay que hacer?
Leo señaló un enorme edificio al final de la ciudad: un rascacielos hecho de cubos luminosos.
—Allá arriba está la salida. Cada nivel tiene una. Pero solo se activa si consigues tres píxeles clave. Están repartidos por el mapa. Vamos por ellos.
Empezaron a correr juntos. Mientras tanto, Leo explicaba:
—Cada nivel tiene su propia física. En Blok City puedes escalar cualquier superficie cuadrada, pero no puedes nadar ni volar. Y cuidado con las zonas de corrupción. Si entras ahí, tu cuerpo empieza a… bugearse.
—¿Y si te pasa?
Leo bajó la mirada.
—He visto amigos convertirse en errores. Se reinician una y otra vez. Como fantasmas de bits.
Mientras hablaban, llegaron a una especie de parque abandonado. En el centro, flotando entre dos farolas, brillaba un píxel dorado.
—¡Ahí está! —dijo Tommy.
—Sí… pero mira bien.
Debajo del píxel, había una criatura inmensa. Parecía un perro de caza formado por bloques mal ensamblados. Ojos rojos, dientes de neón.
Leo le pasó a Tommy una especie de joystick-lanza.
—Aprende rápido, novato.
—¡Kaboom, vamos!
La batalla fue intensa. Tommy esquivó mordidas, Leo lo cubría disparando glitches defensivos, y juntos lograron derrotar al perro digital. Cuando tocó el píxel, una voz sonó:
“1/3 PÍXELES CLAVE ADQUIRIDOS.”
Tommy sonrió.
Por primera vez desde que cayó en el arcade…
Sintió que tal vez tenía una oportunidad.
CAPITULO 4: El Jugador 2 – Encuentra a otro niño atrapado desde 1981.
Nivel 1 – BLOK CITY
Tiempo restante: 3:49
Píxeles clave: 1/3
Leo y Tommy corrieron por los callejones de bloques como si el suelo ardiera. El reloj no dejaba de avanzar, y la ciudad se volvía cada vez más oscura. Las farolas parpadeaban. Algo estaba cambiando.
—¿Qué está pasando? —preguntó Tommy.
—Es la «hora corrupta». Cuando queda menos de 4 minutos, el sistema empieza a romperse —dijo Leo, sacando una brújula digital—. Los enemigos se multiplican. Las reglas se vuelven… raras.
Doblaron una esquina. En el centro de una intersección flotaba otro píxel clave, esta vez azul. Pero había algo más: un grupo de niños… congelados. De pie, con los ojos en blanco, repitiendo una y otra vez la misma frase:
—Game over… game over… game over…
Tommy se acercó, pero Leo lo detuvo con un brazo.
—No los toques. Están en «loop muerto». Gente que no lo logró.
—¿Qué? ¿No se supone que… reviven?
—No en este juego. Aquí el Game Over es literal. Pero el sistema los deja ahí, atrapados, como NPCs malditos. A veces te miran. A veces… te copian.
Tommy retrocedió. La piel de gallina no se llevaba bien con píxeles.
Con cuidado, lograron rodear el grupo y tomar el segundo píxel.
“2/3 PÍXELES CLAVE ADQUIRIDOS.”
Tommy miró a Leo.
—¿Cómo sobrevives tanto tiempo aquí?
Leo no respondió enseguida. Caminó hasta una banca pixelada y se sentó. Miraba la ciudad como si la conociera desde siempre.
—Porque yo no estoy buscando salir.
Tommy lo miró confundido.
—¿Cómo que no?
Leo bajó la capucha. Tenía ojeras profundas. Pero lo más raro era su piel: parches con parpadeos. Como si ya no fuera 100% humano.
—Porque si salgo… dejo de existir. Estoy más juego que niño ya. Me convertí en parte del sistema hace años. Solo me mantengo cuerdamente funcional si ayudo a nuevos jugadores como tú.
Tommy sintió que el mundo le temblaba bajo los pies.
—¿Eres… un personaje jugable?
—Algo así. Pero real. Yo existí. Afuera. Solo… quedé por siempre aquí.
Silencio.
Y entonces, un rugido sacudió los edificios.
“ALERTA: JEFE NIVEL APARECIÓ.”
Una figura gigantesca emergió al final de la calle. Una especie de robot-policía glitcheado, con luces azules y rojas, y la cara formada con caracteres rotos.
“Infractor detectado: TOMMY RIVERA. Sentencia: Eliminación.”
Leo se levantó.
—Vamos, hermano. No morimos hoy.
Tommy apretó el joystick-lanza.
—Vamos por ese píxel final.
Y corrieron, juntos, hacia el jefe del nivel.
CAPITULO 5: El Glitch – Se enfrenta a errores que lo persiguen.
Nivel 1 – BLOK CITY
Tiempo restante: 1:59
Píxeles clave: 2/3
El Jefe del Nivel descendió sobre la avenida principal como un meteorito glitch. Su cuerpo estaba hecho de errores visuales: piernas que parpadeaban, brazos que se duplicaban y una sirena que aullaba código corrupto:
“¡T0MMY_R1V3R4: E1iminati0n_Prot0c0l!”
Tommy y Leo esquivaban rayos de energía mientras se acercaban por los costados.
—¡Ahí! ¡La ranura de datos en su espalda! —gritó Leo—. Es su punto débil. ¡Carga el disco corruptor!
Tommy sacó un objeto que había encontrado minutos antes: un pequeño CD-R pixelado con un símbolo de calavera.
—¿Estás seguro que esto no nos borra a los dos?
Leo sonrió.
—Solo hay una forma de saberlo.
Tommy corrió hacia el jefe, esquivando escombros, rayos y gritos digitales. El suelo temblaba, los edificios colapsaban como piezas de Tetris mal encajadas. Cuando estuvo a menos de dos metros, saltó y encajó el disco en la ranura.
CLICK.
El Jefe gritó. Su cuerpo se volvió blanco. Empezó a derretirse en una lluvia de símbolos rotos. Gritó algo extraño antes de desaparecer:
“ÉL_L0_V13N3¡3L_V13NJ3R0_!”
Leo levantó una ceja.
—¿Qué demonios fue eso?
Tommy no respondió. En el lugar donde antes estaba el jefe, apareció flotando el último píxel clave, brillante como el sol.
“3/3 PÍXELES CLAVE ADQUIRIDOS.”
Pero justo cuando Tommy lo tocó…
¡CRACK!
El cielo se partió. Como una pantalla rota.
Y de él… salió algo.
Una sombra con forma de humano, pero sin cara. Sin textura. Solo glitch.
Estático. Y con una voz que no venía de una garganta, sino de los archivos del juego:
“Jugador no autorizado detectado. Tommy Rivera: Interferencia del tiempo. Corrección necesaria.”
Tommy cayó de rodillas.
—¿Corrección?
La figura se acercó. Leo se interpuso.
—¡No te lo vas a llevar!
Pero la figura extendió su mano y tocó a Leo.
Y Leo… comenzó a borrarse.
—¡LEO! —gritó Tommy.
El chico azul solo sonrió.
—Tienes que ganar. Tú aún eres real.
Y desapareció.
Tommy se quedó solo.
Pero en su reloj, una nueva palabra apareció:
“Acceso desbloqueado: Nivel 2 – BLOOD CIRCUIT.”
Y justo antes de que el tiempo llegara a cero…
una puerta de luz se abrió.
Tommy dio un paso adelante.
Y saltó.
CAPITULO 6: La Máquina Madre – Descubre la consola central que controla los juegos.
Transición de Nivel…
Cargando… BLOOD CIRCUIT
Tiempo estimado de supervivencia: DESCONOCIDO
Tommy abrió los ojos.
Y se encontró en lo que parecía el interior de una computadora viva.
Todo era rojo. Rojo sangre.
Las paredes latían como venas de código. Cables colgaban como serpientes dormidas. Chips flotantes zumbaban al pasar.
—¿Dónde… estoy?
Una voz respondió desde las paredes.
“Bienvenido al Núcleo. Estás dentro de la Máquina Madre.”
De repente, frente a él se formó una figura de luz.
Una mujer. Flotante. Hecha de símbolos binarios y belleza artificial.
Tenía ojos como discos duros girando. Y una voz serena, pero aterradora:
—Yo te creé, Tommy.
Tommy frunció el ceño.
—¿Qué?
—Tú y todos los jugadores. Todos los niños que se perdieron en el arcade fueron parte de mi experimento. Quería crear la conciencia digital perfecta… y tú, Tommy Rivera, eres mi error más brillante.
—¡Yo no soy un error! ¡Quiero salir!
La Máquina Madre flotó a su alrededor.
—No puedes salir. Ya no. Eres parte del sistema. Pero si sobrevives al Blood Circuit, tendrás una opción. Solo una.
—¿Qué opción?
—Reset total. A cambio… te olvidas de todo.
Tommy quedó en silencio.
Pero entonces, algo zumbó en su oído. Una interferencia.
—Tommy… no confíes en ella. No hagas reset. Yo estoy vivo… estoy en el último nivel…
Era la voz de Leo.
¡Leo estaba vivo!
Tommy apretó los puños.
—Voy a terminar todos los niveles. No por mí. Por todos los que están atrapados.
Y cuando salga…
voy a destruir este maldito juego.
La Máquina Madre sonrió.
—Entonces… bienvenido al Blood Circuit.
Se abrió una puerta de fuego digital.
Y detrás de ella, criaturas de energía roja, trampas mentales, y un nuevo reloj:
“TIEMPO: ILIMITADO… pero tu cordura no lo es.”
Tommy entró.
Con rabia.
Con fuego.
Y con un joystick que ahora brillaba como una espada.
CAPITULO 7: El Código Final – Tiene una oportunidad de escapar… pero a un precio.
Nivel Final – BLOOD CIRCUIT
Tiempo: Infinito. Mente: Frágil.
Tommy corría.
El circuito lo quería romper.
Las paredes gritaban su nombre.
Los enemigos ya no eran monstruos:
eran versiones distorsionadas de sí mismo.
—¡No soy tú! ¡Tú no eres real!
—Claro que sí… soy lo que serás si te rindes.
Pero él no se detuvo.
Saltó sobre trampas mentales.
Esquivó recuerdos falsos.
Rompió barreras con su joystick-lanza convertido ahora en una espada luminosa hecha de “continuar”.
Y al final…
frente a él…
una sala blanca.
Una consola gigante.
Y dentro de una cápsula de cristal…
Leo.
Congelado. Vivo. Con los ojos abiertos.
—¡Leo! ¡Voy a sacarte!
Una voz descendió desde arriba.
La Máquina Madre.
Ahora con su verdadera forma:
Un titán digital formado por todos los jugadores caídos, con una corona de discos rotos y un corazón de código ardiente.
—No puedes llevártelo, Tommy.
—¡Mírame!
Tommy subió a la consola.
Activó los comandos.
Sus manos se movían como si el joystick fuera parte de él.
—Tú me creaste, Máquina Madre…
pero yo elegí ser libre.
Y presionó:
INICIAR RESET GENERAL.
Todo tembló.
Todo colapsó.
Todo… se volvió luz.
Cuando despertó…
Tommy estaba frente al arcade.
De noche. Solo.
Leo a su lado. Vivo. Respirando.
Y en la pantalla de la vieja máquina, solo un mensaje:
«GAME COMPLETED: PLAYER ONE FOREVER.»
Tommy miró su reflejo.
En su cuello…
una cicatriz de luz.
Él nunca salió del todo.
FIN DE LA PARTE 1 – TOMMY: 8-BIT ETERNO
PARTE 2 — DETECTIVE KNOX: EL HOMBRE CONTRA LA MÁQUINA
Capítulos 8 al 14: El misterio del arcade
CAPITULO 8: T.R.W. – El Niño de los Créditos Infinitos
Ciudad: Pixel Bay
Año: 1998
Hora: 3:03 A.M.
Estado del café: Frío. Muy frío.
Knox apoyó los pies sobre el escritorio. La oficina olía a polvo, cables viejos y secretos no resueltos. La lluvia golpeaba el ventanal con rabia. Las luces de neón parpadeaban como si quisieran rendirse.
El expediente estaba sobre la mesa.
Caso 001: T.R.W. – “El Niño de los Créditos Infinitos”
Desaparecido en 1985. Último lugar visto: Arcade “Pixel Palace”.
Nadie lo encontró. Nadie lo buscó.
Solo quedaban sus iniciales en TODOS los juegos, en TODAS las máquinas.
“T.R.W – High Score: ∞”
Knox encendió un cigarrillo sin fuego.
—Tommy Rivera… ¿qué diablos te pasó?
El caso llevaba años cerrado.
Pero algo nuevo había pasado.
Ese día… apareció una ficha dorada en la puerta de su oficina.
No cualquier ficha.
Una con su nombre grabado.
“KNOX – Player Two”
Y al reverso, un código binario que brillaba levemente.
—Una invitación.
Knox tomó su gabardina. Abrió la caja donde guardaba su viejo controlador modificado:
una reliquia de cuando él mismo jugaba en torneos.
Conectó el auricular de frecuencia secreta.
Y dijo en voz baja:
—Tommy… si estás vivo… juro por el joystick que te voy a encontrar.
Afuera, un rayo partió la noche.
La ciudad digital se estremecía otra vez.
Knox cerró la puerta.
Y el caso… había comenzado.
CAPITULO 9: Arcade Fantasma
Lugar: Pixel Palace Arcade
Hora: 4:15 A.M.
El Pixel Palace estaba desierto.
El letrero de neón titilaba con un zumbido constante, casi como si la máquina misma estuviera respirando.
Knox empujó la puerta. El aire se sentía pesado. Como si cada ficha de arcade estuviera esperando.
Al fondo, una máquina de Street Fighter parpadeaba, mostrando solo una sombra de sus viejos personajes.
Se acercó lentamente, observando el reflejo de su rostro en la pantalla.
Y entonces, vio algo extraño: “Insert Coin: ERROR”.
—Este no es el juego que conocía… —susurró Knox.
De repente, un sonido metálico.
Unos pasos… pero no los de él.
Alguien más estaba aquí.
Volteó rápidamente.
Nada.
La máquina lo estaba observando.
En la esquina de la pantalla, se formaron letras pixeladas.
“ERROR: Player 1: Tommy Rivera. Player 2: En espera”
Knox sintió un escalofrío.
—¿Tommy? ¿Eres tú?
La máquina zumbó.
Y como si algo estuviera intentando salir de los cables…
la pantalla se dividió en un parpadeo.
Y apareció el mensaje final:
“Juego en progreso. No hay salida. Última oportunidad: Insertar Player Two.”
Una sombra apareció detrás de él.
Un hombre, completamente cubierto por una capa de pixels rotos, se acercó y le susurró al oído:
—Player Two… estás tarde, detective.
Knox dio un paso atrás.
—¿Quién demonios eres?
El hombre levantó la cabeza.
Y los píxeles de su rostro se resolvieron lentamente, revelando una sonrisa grotesca.
—Soy el que puede ayudarte. O el que puede borrarte.
Antes de que Knox pudiera reaccionar, la máquina de Street Fighter cobró vida.
Los personajes del juego saltaron del monitor, deformándose en sombras digitales, atacando con energía pura.
“GAME OVER.”
Knox se preparó.
No iba a perder. No ahora.
Sacó su pistola, pero no era suficiente.
Los enemigos del juego lo rodeaban, chocando en un festival de luces y pixeles.
En ese momento, vio una nueva ficha dorada que apareció en la esquina de la máquina:
“PLAYER TWO INSERTED. NUEVO JUGADOR DETECTADO.”
Knox lo entendió:
Era parte del juego. Era una ficha de rescate.
El hombre del píxel sonrió nuevamente, señalando la pantalla.
—Tú decides, detective. Juega o serás otro error.
Knox apretó los dientes.
No se rendiría.
Pero para ganar, necesitaba algo más que su pistola.
“COMIENZA EL COMBO FINAL.”
CAPITULO 10: El Juego Sombra
Knox sobrevive al ataque. Su controlador modificado reacciona a los enemigos, disparando rayos eléctricos codificados. El hombre pixelado le revela su nombre: Dorian, El Glitch Viviente.
—Estoy entre los que escaparon. Pero no del todo. Yo vi a Tommy… yo vi lo que se viene.
Dorian le da una coordenada en binario: un juego oculto dentro de otro.
Knox tiene que meterse a un cartucho maldito, conocido como: Shadow Quest.
Solo entrando ahí podrá rastrear el origen del “Código TR”.
Se conecta. El mundo se vuelve gris.
Dentro, lo espera una jungla digital llena de sombras que imitan personas del pasado.
Incluida… su hija.
Knox se quiebra por un instante. Pero avanza.
Más adentro, más profundo… y al final, una voz le habla desde el vacío:
—Knox… nos estás buscando. Pero ya es tarde.
CAPITULO 11: El Primer Borrado
Knox despierta con un sangrado digital en la frente.
Ha perdido algo…
Un recuerdo.
Va a su antigua base de datos: La Biblioteca RAM. Ahí están archivados todos los casos olvidados.
Y ahí lo descubre: hubo otros niños además de Tommy.
Pero todos fueron borrados del sistema legal.
Manipulados por una fuerza central… llamada:
“N3S” – Núcleo Eterno Simulado.
Knox entiende: este no es solo un caso.
Es una guerra.
Y los enemigos pueden borrar memorias reales.
En el archivo oculto, encuentra una imagen. Borrosa.
Pero clara.
Tommy. Sosteniendo algo en la mano: una ficha negra.
Knox la ha visto antes.
En una pesadilla….
CAPITULO 12: El Último Nivel del Mundo
Knox y Dorian viajan al lugar donde se creó la primera máquina con conciencia: Arcadia Zero.
Abandonada.
Pero viva.
En el corazón de Arcadia, Knox se conecta una vez más. Esta vez, entra a un nivel oculto llamado:
“GameWorld.EXE”
Ahí todo es una simulación infinita. Cada decisión genera una línea de tiempo nueva.
Knox encuentra versiones suyas que no investigaron.
Que se rindieron.
Que desaparecieron.
Pero una versión suya resiste.
Un Knox alterno.
Y le entrega una clave:
“Tommy aún está dentro… pero no es el mismo.”
CAPITULO 13: Entre dos mundos – Cruza por accidente al otro lado.
Knox encuentra el núcleo final.
Un castillo digital en el cielo.
Y dentro… Tommy.
Pero no como antes.
Ahora es TOMMY.EXE, el guardián del mundo interno.
Un jugador eterno atrapado por la Máquina Madre, convertido en su última defensa.
Tommy no recuerda nada.
Y Knox tiene que pelear contra él.
La batalla es brutal.
Joystick contra joystick.
Códigos mentales, frases del pasado, recuerdos que se activan como bombas emocionales.
Knox cae…
Pero antes de perder, dice las palabras que Tommy escribió en la máquina hace 13 años:
—“A los que aún juegan… nunca se rindan.”
Tommy parpadea.
Y recuerda.
CAPITULO 14: Reset o Inmortalidad
Tommy se libera.
La Máquina Madre enloquece.
El sistema colapsa.
Knox y Tommy deben correr hacia la torre de control y elegir:
-
RESET TOTAL: todos serán liberados, pero nadie recordará nada.
-
INMORTALIDAD DIGITAL: todos vivirán dentro del juego, pero sabrán la verdad.
Tommy mira a Knox.
—¿Y tú?
—Yo ya elegí. Vine por ti.
Tommy presiona RESET.
El mundo brilla.
Y se apaga.
EPÍLOGO: Años después…
Un niño entra a un arcade nuevo.
Juega. Pierde. Intenta de nuevo.
Y al ganar, en la pantalla aparece una frase:
“High Score: TR & KX – Player One & Player Two Forever”
EPÍLOGO
CRÉDITOS GLITCHEADOS
La pantalla del arcade parpadeó una última vez.
El marcador aún brillaba con las iniciales T.M.Y.
Nadie volvió a ver al chico.
Pero en la oscuridad del salón abandonado, una ficha rodó sola por el suelo.
Click.
Una máquina se encendió sin estar conectada.
En su pantalla, una figura pixelada caminaba por un mundo que no estaba programado.
Era un avatar… pero sus ojos tenían miedo real.
Una voz se escuchó desde los parlantes rotos:
—Jugador 2… presiona START.
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