Hoy era uno de esos días. Todo sucedía apresuradamente, como cuando la vida te empuja y no te da tiempo de pensar. Bañado en sudor, con la tensión nerviosa a tope, avanzaba a largas y cansadas zancadas en busca del ascensor que me llevaría al hogar dulce hogar. Qué suerte, diría yo, estaba en planta baja. Sólo bastó pensarlo para que ante mi perpleja mirada las puertas se cerraran. Alguien arriba lo necesitaría y vaya casualidad. Era uno de esos días. Pasaron minutos que parecieron siglos y finalmente, luego de un largo ascenso y consecutivo descenso, pude tomarlo. Estaba solo, lo tenía a mis anchas, solos, el ascensor y yo. Me sentía mejor, después de todo valió la pena esperar, subir, subir, elevarme sin interrupciones, me sentí privilegiado, importante por un instante, eso me hacía feliz. De súbito se desvanecen mis divagaciones, el ascensor se había detenido, aún no era mi piso. Mi viaje solitario y relajado acabaría en instantes, la puerta se abriría y mi soledad sería violada, quizás los malditos niños del 7-A, no lo soportaría. Para mi sorpresa, las puertas corredizas dejaron ante mis ojos, opuesto a lo que esperaba, la imagen de una mujer, una sola persona, una mujer joven, de extrema belleza, larga cabellera rubia y facciones muy finas, se percibía calma mezclada con arrogancia; nunca antes la había visto en el edificio. Me quedé estático, sin reaccionar, hasta que mi nueva y única acompañante, con movimientos tímidos y mirada temerosa, se sumó al ascendente viaje. Ella no hablaba y yo tampoco me atrevía. Seguro iba a visitar a algún vecino. Parecía estar asustada y me sentía culpable porque fue cuando me vino a la mente las cosas que pudieran pasar en un ascensor, en este ascensor si por alguna razón se atascara. Su perfume invadía mis sentidos. Tantas cosas pudieran pasar si el ascensor, este ascensor, por absoluta casualidad, se atascara, fallara la fuente de energía. Ella y yo, solos, aislados; se compensaría este día de mierda que he tenido. Quizás hasta olvidaría que estoy casado, después de todo mi esposa nunca tendría que enterarse. Sí, sería perfecto, pero tendría que planificar una táctica de ataque.
Entablaría conversación
ella esquivaría mis palabras
mis ojos buscarían sus ojos
voltearía la mirada
Estaría nerviosa
yo aprovecharía la situación
sus nervios la harían ceder un poco
la desesperación la envolvería
con firmeza la volvería mirar a sus ojos
me acercaría un poco
le hablaría
ella respondería y me hablaría en tono de sabiduría
sus nervios atacarían de nuevo
se llamaría Gloria… empezaría a llorar.
Yo, violentamente, tomaría sus manos y la calmaría
su perfume aumentaría la tensión
sabría que estaba asustada
estaría ya muy cerca de ella
sentiría sus cabellos en mis hombros
la abrazaría en su desesperación
ella ahora me hablaría suavemente
suplicaría ante mí perdón por tanta estupidez
se calmaría un poco
bendeciría el momento
agradecería la imperfección de las máquinas.
Con sus largos y finos dedos
tomaría mi mentón y me besaría sutilmente
diría que me quiere
que soy su salvador
el ascensor seguiría atascado
yo sería el único en sus ojos
me besaría salvajemente
me acariciaría
empezaría a suspirar rápidamente
sudaría, temblaría
se excitaría, me excitaría
me empezaría a arrancar la ropa
saltarían los botones de la camisa
las mangas colgarían de hilos solamente
me mordería de pasión y en su segunda desesperación, ya no por el ascensor
arrancaría con salvaje rabia y violentos mordiscos mi rústico blue jean.
Saltaría sobre mi cuerpo
le diría que estoy casado
la excitación se convertiría en miedo
el temor se apoderaría de mí
mi ropa se terminaría
el pequeño habitáculo navegaría en retazos de tela
ella seguiría hambrienta de mí, encima de mí
mi piel estaría pálida
intentaría morderme el cuello
lograría esquivarla
calmaría su apetito con mis zapatos
le tomaría tiempo acabar con las suelas.
Yo pisaría el botón de alarma
y ya casi acabaría con los zapatos
de nuevo saltaría sobre mí
sería una pantera sedienta de amor
estaría perdido, sometido en el piso del ascensor,
ella estaría encima, no tendría salvación
gritaría al conserje, no me escucharía,
me preguntaría ¿para qué le di confianza?
continuaría gritando
ella me taparía la boca con sensuales besos y ardientes mordidas
mis labios sangrarían copiosamente
pedazos de mi lengua yacerían en el suelo
y no había respuesta a la alarma
sus labios estarían ensangrentados
los relamería de placer
tomaría con sus manos mis orejas, mis lóbulos
disponiéndose a engullirlos
se excitaría cada vez más
yo estaría desfalleciendo.
De repente, funcionaría el ventilador
se habría reestablecido la energía
se abriría la puerta
estarían delante una docena de personas
los apartaría a todos y
desnudo y sangriento correría, correría en veloz escapada
mi fiel amiga habría suplicado ayuda a los presentes para mi captura
les contaría de mi pseudoautosadomasoquismo para seducirla en el ascensor
la gente se indignaría, y en consecutiva carrera irían en mi busca.
Correría por largos pasillos en tanto que más colaboradores
se unirían con Gloria al frente
me faltaría el aire
mis piernas fallarían y caería de bruces
la multitud sobre mí, con pancartas de acusación, gritarían ¡Degenerado!
¡Muera el maniático!
el ruido sería ensordecedor
me levantaría y continuaría corriendo,
mis persecutores serían casi una centena de personas, niños, amas de casa
con delantales, viejos en pantuflas y viejas chismosas con largos y puntiagudos
paraguas
me azotarían
no me darían tiempo a explicar.
En mi desesperación y como única salida me dirigiría hacia las escaleras
sí, debería bajar, buscar salida hacia la calle
habría más campo para mi escape
mi camino hacia ellas se haría interminable
el piso retumbaría
habría un batallón tras de mí.
Al fin llegaría al primer escalón y comenzaría a descender, pero la vista
me fallaría y la sangre me haría resbalar
ya casi llegaría a planta baja y para mi sorpresa, Gloria habría avisado al
conserje, al jardinero y al guardia externo
sería una emboscada
me acorralarían, eso sería todo
oiría sirenas
la policía se uniría a todos mis verdugos
en el lobby todos me verían y se acercarían a mí, formando un círculo que
se reducía lentamente
estarían histéricos, furiosos
Gloria, todavía con ojos brillantes, boca, dientes y garganta sedientos de
mí, estaría en frente
¿Por qué le di confianza? Diría yo
-Policía, lléveme con usted -le diría a uno de los agentes
le suplicaría que me arrestara y pagaría mi injusta pena
casi perdería el conocimiento, pero el miedo por ella me mantendría lúcido
-Lléveme preso -suplicaría
y ahora además de maniático sexual, parecería demente
sería el ocaso de mi carrera, perdería mi empleo
qué pensaría mi esposa
esperaría que ella no hubiese escuchado todo el escándalo, me mataría, no
soportaría que tuviese una aventura amorosa, sea cual fuese su naturaleza, no
entendería.
Pensaría yo, que por aquella tímida mujer y mis malos pensamientos me
estaría pasando todo esto
todos se irían retirando
Gloria pediría mi custodia y yo suplicante rezaría por mi destino
a la policía le faltaría poco para ser convencida
pero temerían por su vida, pensarían que yo podría atacarla nuevamente.
El suspenso
la espera
mis nervios llegarían al clímax,
por suerte, diría yo, nunca falló la energía, ella aún tímida, yo salía de
mis divagaciones, se abrieron las puertas, era mi piso.
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