Soy tan escritor como un tartamudo maestro de la oratoria.

Soy tan escritor como un tartamudo maestro de la oratoria.

M.M.

09/04/2025

Vamos a desempolvar una forma de escribir que tenía olvidada. Aquella en la que me paso por el forraje escrotal el martilleteo constante de la autocrítica y el temor del qué dirán. No tengo buena caligrafía ni ortografía, odio revisar mis textos y, sobre todo, nunca se donde coño poner las comas.

Supongo que a todos nos pasa, bueno espero, empezar escribir y pelearte con el corrector del ordenador que no considera mi delicado vocabulario como existente, o me recuerda como he expresar de la forma más coherente. Para quien se lo pregunte, no tengo un corrector con ia integrada que te dice como expresar mejor cada frase, solo me basta con horrorizar con mi mala escritura al corrector más simple, tanto que me corrige por encima de sus capacidades. Al final terminas queriendo acariciar el teclado con los puños y explotar en la impotencia de querer decir algo y trabarte como un tartamudo, porque tus dedos se resisten a tener una comunicación fluida con tu cerebro y tu cerebro odia recordarte que palabras se escriben con o sin la mierda que toque en ese momento. Mientras la historia que querías contar se va desvaneciendo o pierde toda pasión y calidad que creías que tenía.

No creo ser escritor, quiero serlo, pero demasiados maestros me han mostrado que un folio lleno de boli rojo no es escribir bien. Admito que tengo imaginación y que hay ideas que nunca he llegado a poder escribir y de las que me siento muy orgulloso, pero no quiero exponerlas a mi escritura más que como recordatorio en breves palabras mal dibujadas, sea que mis dedos hagan la magia hereje entre los herejes de convertir el oro en carbón vegetal. Pero tengo algo muy claro, amo agarrar un folio, cagarlo, doblarlo y guardarlo como si esa mierda valiera algo.

Etiquetas: relato corto

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