La oscuridad

La oscuridad

Dpj

03/04/2025

«Siempre le tuve miedo a la oscuridad». Estoy convencida de que mi fobia es producida por el recuerdo de las largas noches en la casa donde me crie. Mis padres se empeñaron en llevar una vida ermitaña en un pequeño cortijo en medio de la nada.

Por eso, cuando mi hija me pidió permiso para asistir al baile de graduación, los recuerdos de los senderos desiertos que mi hermana y yo cruzábamos a la carrera de vuelta a casa, cuando ya los últimos rayos de sol se escapaban, me aceleraron el corazón. Era su primera salida nocturna a pesar de que ya había cumplido quince años. El cuerpo me temblaba.

La negociación fue dura. Pero la insistencia de sus dos mejores amigas hizo que yo accediera.

—Gloria, a las doce en casa —le advertí

—Y ni que decir tiene que debéis de regresar juntas. —mi voz sonó amenazante

El reloj señalaba las once y media. Desde la atalaya de mi coche, aparcado frente al colegio de mi hija, podía perfectamente observar el trasiego de la fiesta. Parecía animada. Los decibelios de la música y el griterío que salía cada vez que la puerta del local se abría, retumbaban en mi cabeza.

De repente, el volumen del ruido aumentó. Distinguí a dos adolescentes cogidos de la mano. Cuando reconocí a Gloria, el corazón se me salía por la boca. La pareja encaró el camino a casa tras despedirse de Isa y Bea, sus dos cómplices.

Arranqué el coche y los seguí, tomando las precauciones oportunas para no ser descubierta. El paseo era cada poco interrumpido por un beso. Me faltaba el aire.

Cuando estaban a punto de doblar la calle que daba a mi casa, de nuevo una parada para abrazarse. Me pareció una eternidad. Aprovechando el momento aceleré para llegar lo antes posible a casa.

Abrí atropelladamente la puerta y puse la televisión. Cuando Gloria entró en la salita, ya sentada en mi sillón, respiré aliviada. La oscuridad se hizo luz.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS