TIERRA FRACTURADA

TIERRA FRACTURADA

fran

22/03/2025

El planeta Terra Nova había sido un lugar de promesas y crecimiento. Colonizado por los humanos tras la degradación de la Tierra, representaba un nuevo comienzo para la humanidad; era como una segunda tierra con cientos de ciudades y desarrollo tecnológico. Pero la naturaleza humana había sido empacada cuando la humanidad colonizó este mundo; las mismas divisiones que destruyeron la Tierra pronto comenzaron a surgir. En su quinto siglo de existencia, Terra Nova se encontraba al borde de la destrucción. Las ciudades flotantes del hemisferio norte, controladas por la tecnocracia de Aeon, chocaban constantemente con las comunidades subterráneas del hemisferio sur, lideradas por la Confederación Roa. Una chispa bastó para encender el conflicto: un sabotaje al reactor solar de Aeon, del que Roa se declaró inocente, pero que desató un devastador enfrentamiento global. El cielo, antaño azul y límpido, ahora estaba teñido de tonos grises y cobre por la contaminación y el invierno nuclear tras las explosiones atómicas en la superficie. Las estaciones orbitales, construidas como refugios para los colonos más ricos, habían cerrado sus puertas al resto de la población, observando impasibles cómo el mundo que las sostenía se desplomaban.

En medio de esta devastación, dos individuos caminaban por senderos muy distintos, aunque ambos buscaban lo mismo: una forma de restaurar el equilibrio perdido.

Elia Vorn, una científica renegada de Aeon. Había trabajado en el desarrollo de armas experimentales antes de desertar, incapaz de soportar la culpa por las herramientas de destrucción masiva que ayudó a crear y las vidas que sin querer ayudó a cegar. Durante meses, se había refugiado en las zonas neutrales, lugares desérticos donde ni Aeon, ni Roa se atrevían a entrar por el riesgo a la contaminación radiactiva. Sin embargo, su exilio llega a su fin cuando recibió un mensaje cifrado de alguien que afirmaba conocer el verdadero motivo detrás del sabotaje del reactor solar. Por otra parte, Rory Kon, un antiguo soldado de Roa, había perdido todo en la guerra nuclear. Su fe, su familia, incluso la creencia en un futuro mejor. Ahora, trabajaba como mercenario en las zonas fronterizas, lugares de difícil vivir por la carencia de agua potable y comida, ofreciendo sus servicios al mejor postor. Pero cuando encontró a una niña huérfana en un pueblo destruido, la pequeña traumada, sin poder gesticular una sola palabra a pesar de los intentos del exsoldado por sacarle una palabra, algo cambió en él. Rory comenzó a cuestionarse si aún había espacio para la esperanza en un mundo totalmente fracturado. Llegado su momento, Rory encuentra a Elia por accidente en la misma aldea donde encontró a la niña pequeña, Elia dice que la aldea fue arrasada por un ataque aéreo, la familia de la niña pereció en el ataque y hace unos días cavó una fosa para enterrarla, pero a la niña no lograría sacarle una palabra, ya que Elia lo había intentado antes. Rory había llegado para buscar provisiones; Elia, para seguir una pista sobre el origen del sabotaje que comenzó la guerra. La desconfianza inicial fue inevitable, pero pronto quedó claro que necesitaban trabajar juntos si querían sobrevivir.

La científica compartió con Rory lo que sabía: el sabotaje del reactor solar no había sido un acto de la Confederación Roa, como Aeon había proclamado, sino una operación interna para justificar una guerra. Los líderes de Aeon buscaban consolidar el poder absoluto eliminando cualquier oposición.

«Si lo que dices es cierto», gruñó Rory, «entonces esta guerra nunca tuvo sentido».

«Así es», respondió Elia. «Pero es necesario tener pruebas para demostrarlo. Hay un archivo en una instalación abandonada en el Cinturón Gris, un lugar donde Aeon realizaba experimentos secretos. Si podemos recuperarlo, podríamos tener una oportunidad de exponer la verdad».

Aunque reticente al principio, Rory aceptó acompañarla junto con la niña que había rescatado, a la que llamaron Naya, que los seguía de cerca. Aunque solo tenía ocho años, su espíritu era inquebrantable, un recordatorio de lo que estaba en juego. El viaje al Cinturón Gris fue un desafío constante. La región estaba plagada de drones de vigilancia, campos minados y bandas de saqueadores que no respondían a nadie, siquiera a Dios. Pero los tres avanzaron, enfrentando aquellos peligros y superando obstáculos. Durante las noches, al calor de fogatas improvisadas, compartían historias de lo que habían perdido, construyendo una frágil pero genuina confianza. En pocos días, llegaron a la instalación. El edificio, un complejo subterráneo de acero corroído y cristales rotos, se erguía como un monumento a las atrocidades del pasado. En su interior, Elia encuentra una terminal, la cual navega y en poco rato, localiza el archivo, en un disco de datos que contenía información incriminatoria sobre los líderes de Aeon. Pero justo cuando estaban a punto de salir, fueron emboscados por un escuadrón de drones armados.

En ese tenso momento, Naya asustada se pone detrás del exsoldado; este le susurra a la niña: “Cuando grite, corre a la computadora que está cerca y te ocultas”. Naya mueve su cabeza asintiendo, mirando a los amenazantes drones con mucho temor. De pronto, Rory grita y la niña corre a toda carrera al computador mientras los drones le disparan por detrás sin alcanzarla. Da un salto y se queda detrás de la computadora mientras esta es impactada por las ametralladoras de los drones; ninguna la alcanza, pero está agachada en posición fetal y asustada. Mientras Rory, con su entrenamiento militar, da pelea a los drones, destruyéndolos con sus balas; una vez que se le acaban, usa su arma como bate y las golpea, destruyéndolas como juguetes, mientras Elia usaba su conocimiento técnico para crear un corto en la red de comunicación de estas máquinas, derribándolas al mismo tiempo. Cuando todos los drones son derribados, Rory se acuerda de la niña asustada, la busca detrás de la computadora, y la encuentra en posición fetal, golpeando su espalda contra el equipo. En ese momento, el exsoldado teme que esté herida por alguna esquirla; la examina y, para su tranquilidad, la niña abre los ojos y lo abraza. Para Rory es una señal de que la pequeña está ilesa. Sin embargo, la balanza se inclina en su contra cuando un dron pesado emergió, apuntándolos con un cañón de plasma.

En ese instante, Naya se lanza hacia un panel de control cercano. Con una valentía inesperada, activa una sobrecarga en el sistema eléctrico, creando una explosión que destruyó al dron. La niña, afortunadamente, salió sin heridas, pero Rory queda asombrado por su valentía. Con el archivo recuperado, el trío escapa de la instalación, dirigiéndose a una torre de comunicación en las montañas. Elia planea transmitir los datos a todas las estaciones orbitales, esperando que la verdad llegara a aquellos con el poder de detener la guerra. Sin embargo, al llegar a la torre, fueron interceptados por un escuadrón de soldados de Aeon liderados por General Tannis, un hombre que alguna vez había sido mentor de Rory. Tannis les dio un ultimátum: entregarse y entregar el archivo o morir.

Rory intentando razonar con él. «Esto no se trata de lealtades, Tannis. Se trata de la verdad. ¿Cuántas vidas más deben perderse por ocultar una excusa?».

El general, aunque visiblemente afectado, se negó a ceder. Se viene una lucha. Ambos intercambian miradas y, aunque uno de ellos tiene una posición de ventaja, se preparan para un combate cuerpo a cuerpo con cuchillos. En ese momento, los soldados los rodean improvisando una arena de batalla, y así, Tannis y Rory se enfrentan a cuchillazos, tentando uno al otro en dar una estocada que podría ser aprovechada como un movimiento en falso en que el otro puede aprovechar para dar el golpe de gracia. En el enfrentamiento que siguió, Elia aprovechó para escabullirse junto con la niña hacia la torre, activa la consola e inserta un disco con el que programa para transmitir los datos, mientras Rory y Tannis luchan mano a mano. En poco rato, llega un destacamento de Roa que patrullaba en la zona; alertados por la transmisión, inclinó la balanza, que se vuelve a favor de nuestros protagonistas. Tannis, queda herido y derrotado; a sabiendas de que otro intento más podría ser su muerte, ordena la retirada de sus tropas. Con la verdad expuesta, las estaciones orbitales, presionadas por la opinión pública de sus habitantes, obligan a los líderes de Aeon y Roa a negociar un alto al fuego. Aún no es el fin de la guerra, pero la revelación marca el comienzo del fin.

En los días siguientes, Elia, Rory y Naya logran encontrar un refugio en las montañas, donde comenzaron a reconstruir sus vidas. Aunque las cicatrices de la guerra eran profundas, el gesto de una niña que se negaba a rendirse les recordó que, incluso en un mundo fracturado, siempre había esperanza para un nuevo comienzo.

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