Hace frio, las noches son más heladas cada vez que dejas de llamarme, he pensado ir a buscarte, pero recuerdo que pediste que no lo haga, tus padres se molestan, eso dijiste, además te tomaría viajar 3 horas en bus, te cansarías con el viaje, también lo mencionaste.
No importaría el cansancio con tal de verte, bueno lo de tus padres si me importaría, aunque si llegaran a conocerme les caería bien, a la mayoría de mis vecinos les agrado, no creo que sean tan ogros como los describes.
Cada noche estoy pendiente del celular esperando que suene o que llegue algún mensaje tuyo. Sé que durante el día te es difícil hacerlo, lo que haces es importante, por eso ya no te llamo o te mando mensaje, después que dijiste que no podías responderme, no quiero importunarte en tus quehaceres.
Así que, quedé a la espera, con calma, cuando prometiste llamarme a la hora de tu descanso, pero al día de hoy no lo haces, entiendo, me explicaste que hay mucha gente alrededor tuyo y que fastidian cuando llamas, es difícil encontrar privacidad en estos tiempos.
Pero ¿y las noches? Dejaste de hacerlo, y hasta ahora no has dado ninguna explicación, no contestas el teléfono, ni respondes mis mensajes, así que, decidí viajar las 3 horas sin pensar en el cansancio y sin importarme las horas de clases perdidas con tal de buscarte.
Lo hice, a pesar que me pediste que no lo haga, llegando conocí a tus padres, no son malhumorados, al contrario, me trataron con mucha educación cuando pregunté por ti, tu casa es muy linda, tienes unos padres adorables. Estaba feliz porque me trataron de lo mejor.
Pero no duró esa felicidad, cuando me preguntaron de dónde te conocía, respondí… “soy su novia…»se miraron sorprendidos, “hija, lo lamento mucho”, respondieron con pesar, «él está de viaje acompañado…” se volvieron a mirar e hicieron una pausa… “de su novia».
Lo primero que saltó de mi cuerpo fue mi corazón, intentando caerse al piso y para evitar que noten mi dolor, sonreí, sosteniendo mi corazón para que regresara a mi pecho. «lo de novia… Ja, ja, ja, es una broma», «solo soy una amiga de la escuela de verano». No me creyeron. Mi cara, mis ojos que brillaban y la gota de lágrima deslizándose por mi mejilla me delataron.
Pidieron que me sentara, incluso tu mamá me ofreció un vaso con agua. Solo retrocedí, secándome las lágrimas, apretando mi pecho salí corriendo de tu casa. «Niña, niña, espera no te vayas», gritaron llamándome, pero ya estaba lejos, mejor así, detesto que la gente me vea llorar.
Me senté en la banca de un parque, mis lágrimas no cesaban, el dolor es tan fuerte que mi corazón ya estaba regado en el piso, observaba como poco a poco dejaba de latir, y el amor que te tenía se convertía en odio.
Respiré profundamente y me atreví a escribir esta carta con las únicas fuerzas que me quedaban, lo dejé debajo de tu puerta, me engañaste, eso dolió de sobremanera. Pero ha pasado el tiempo y entendí algo importante, «No tengo porque estar triste por alguien que no me ama, eres tú el que ahora está triste porque perdiste a alguien que te amó».
OPINIONES Y COMENTARIOS