Las Herramientas del Destino

Las Herramientas del Destino

Mateo Arriz

30/01/2025

Carlos sintió una presión creciente en su pecho mientras miraba la pequeña caja de madera y los objetos mágicos que había desenterrado. Sin embargo, no estaba solo en ese taller oscuro y polvoriento. Una figura se acercó desde las sombras, emergiendo lentamente hacia la luz tenue. Era un hombre mayor, con una larga barba canosa, vestido con una capa que parecía de otro tiempo. Sus ojos, de un azul profundo, observaban con intensidad.

“Sabía que vendrías,” dijo el anciano con una voz profunda y resonante. “He esperado mucho tiempo para ver si alguien sería lo suficientemente valiente para descubrir lo que está oculto aquí. Tú eres el elegido, Carlos.”

Carlos dio un paso atrás, sorprendido y confundido. “¿Elegido? ¿Quién eres tú? ¿Y qué es todo esto?”

El hombre sonrió levemente y se acercó más, tomando una de las herramientas mágicas. “Mi nombre es Alden. Fui quien forjó estas herramientas hace muchos años, cuando el arte de la carpintería era más que una simple habilidad; era un poder. Los muebles que creas con estas herramientas no son meros objetos. Son portadores de fuerza, de conocimiento, de voluntad. Y tú, joven, tienes el potencial de desatar algo que cambiará el mundo.”

Carlos sentía que algo dentro de él comenzaba a comprender, pero la confusión seguía siendo más fuerte. “¿Por qué yo? ¿Y por qué me avisan de esto ahora?”

Alden se dejó caer en una silla cercana, como si estuviera cansado de cargar con secretos durante tanto tiempo. “Porque has demostrado ser más que un simple carpintero. Has trabajado con pasión, con dedicación. Has creado belleza con tus manos, algo que, lamentablemente, ha escaseado durante generaciones. Las personas que buscan riqueza y fama no pueden entender el poder de lo que haces. Pero tú, Carlos, has hecho algo más: has despertado el verdadero propósito de este taller.”

Carlos asimilaba sus palabras, pero había algo que no entendía del todo. “¿Y qué pasa si no quiero usar estos poderes? ¿Si decido dejarlo todo atrás?”

Alden se levantó, y sus ojos destellaron con una intensidad preocupante. “No tienes elección. El poder ya ha sido desatado. Cada mueble que crees con estas herramientas tendrá una consecuencia. Y si no lo usas, alguien más lo hará. Alguien con intenciones muy distintas a las tuyas.”

Carlos sentía una pesada responsabilidad sobre sus hombros. “¿Quién más sabe de esto?”

Justo cuando Carlos formulaba la pregunta, la puerta del taller se abrió de golpe, y un grupo de personas irrumpió en la sala. Carlos dio un paso atrás, sus manos temblando, pero Alden permaneció tranquilo. El líder de este grupo era un hombre joven, alto y con una mirada astuta. Su rostro estaba parcialmente cubierto por una máscara de hierro. Al verlo, Carlos sintió un escalofrío.

“Así que tú eres el que ha encontrado las herramientas,” dijo el hombre, su voz fría y calculadora. “He estado esperando esto por mucho tiempo.”

Alden, al ver al joven, frunció el ceño. “¿Benedict? ¿Qué haces aquí?”

“Lo que siempre hago, Alden. Observar, esperar, y tomar lo que me pertenece,” respondió Benedict, con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos. “Esas herramientas no deben caer en manos de alguien tan… idealista como él. Deben estar en manos de quienes saben cómo usarlas para tomar el control.”

Carlos entendió en ese momento que las herramientas no solo tenían el poder de crear muebles, sino de cambiar el destino de las personas. Benedict parecía tener planes muy distintos a los suyos.

“Benedict, lo que estás buscando no es poder, es control. Y con eso solo traerás destrucción,” dijo Alden, su voz cargada de advertencia.

Benedict no se inmutó. “Lo que tú consideras destrucción, yo lo llamo evolución. El mundo está en decadencia, Alden. Si Carlos se niega a usar el poder de estas herramientas, yo lo haré. El futuro es mío.”

Carlos, sin saber cómo reaccionar, tomó la caja con las herramientas mágicas en sus manos, sintiendo el peso de la decisión sobre él. ¿Debería usar el poder que le ofrecían? ¿O debería destruir las herramientas antes de que cayeran en manos equivocadas?

En ese momento, una nueva figura apareció en la puerta: una joven de cabello oscuro y ojos enérgicos, vestida de manera sencilla pero con una presencia imponente. Al ver la tensión en la sala, caminó rápidamente hacia Carlos.

“Carlos, no escuches a Benedict. Él no sabe lo que está haciendo,” dijo la joven, mirando con firmeza al líder del grupo. “Las herramientas no pueden ser controladas por alguien como él.”

Benedict la miró con desdén. “¿Y tú quién eres para intervenir, Dalia?”

“Soy la guardiana de las herramientas,” respondió ella con calma. “Y no dejaré que caigan en manos de un tirano. Carlos, tú eres el único que puede tomar la decisión correcta.”

Carlos miró a Dalia, luego a Benedict, y luego a Alden. Todo su cuerpo estaba tenso, y podía sentir que el futuro de su vida y el de todos los que conocía pendía de un hilo. Finalmente, tomó una decisión.

“Si estas herramientas tienen el poder de cambiar el mundo… entonces tengo que usarlas para el bien, para proteger a las personas, para que nunca más caigan en manos equivocadas,” dijo Carlos, con determinación.

Alden asintió, orgulloso de él, mientras Benedict, furioso, apretaba los puños. Dalia, por su parte, sonrió, sabiendo que Carlos había hecho lo correcto.

Pero mientras Carlos preparaba su primer mueble con las herramientas mágicas, no sabía que sus acciones desatarían una serie de eventos mucho más grandes de lo que podría haber imaginado. Los oscuros secretos detrás de la fabricación de estos muebles comenzaban a salir a la luz, y nuevas amenazas se cernían sobre él y su familia.

El viaje de Carlos hacia la verdadera comprensión de las herramientas recién comenzaba, y las decisiones que tomara en los días venideros definirían no solo su destino, sino el de todo un mundo.

Continuara…….

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