A medida que el negocio de Carlos prosperaba, algo inesperado ocurrió. Una
tarde, mientras supervisaba el envío de un pedido a un cliente internacional,
recibió una carta misteriosa. La carta no tenía remitente, solo un sello
extraño: un símbolo de una mano levantada sobre un fondo oscuro. Intrigado,
abrió la carta, que contenía un mensaje críptico:
«La verdadera clave de tu éxito no está en lo que has logrado, sino
en lo que aún está por descubrir. Lo que construyes con tus manos puede ser
mucho más que solo muebles. Ven a la vieja fábrica en el corazón de la ciudad y
verás por ti mismo.»
Carlos frunció el ceño, preguntándose quién podría enviarle tal mensaje. No
había ningún remitente, y la carta parecía haber sido escrita con tinta
antigua, algo que no encajaba con el mundo moderno que conocía. Sin embargo, la
curiosidad pudo más que el escepticismo, y decidió investigar.
A la mañana siguiente, se dirigió al lugar indicado en la carta: una vieja
fábrica en una zona olvidada de la ciudad. El lugar estaba desierto, cubierto
de polvo y telarañas. Sin embargo, algo en su interior le decía que no estaba
solo. Caminó con cautela por los pasillos en penumbra hasta que encontró una
puerta cerrada con un candado oxidado. Al acercarse, notó que había una rendija
en la puerta, por donde se filtraba una tenue luz.
Sintió una extraña sensación de déjà vu, como si ya hubiera estado allí
antes. Decidió abrir la puerta, y al hacerlo, se encontró con una sala
completamente diferente a lo que había imaginado. En lugar de un lugar
abandonado, había un taller lleno de muebles a medio terminar, pero con un
aire… extraño. Los muebles no solo eran funcionales, sino que parecían tener
vida propia. Cada pieza estaba intrincadamente tallada con símbolos y patrones
misteriosos, y algunos incluso se movían, como si tuvieran voluntad propia.
En el centro de la sala, había una mesa con un solo objeto: una pequeña caja
de madera. Carlos se acercó, y al tocarla, una corriente eléctrica recorrió su
cuerpo. Al abrir la caja, encontró un conjunto de herramientas antiguas, junto
con un pergamino enrollado que parecía sacado de otra época. El pergamino, al
desplegarlo, contenía instrucciones detalladas para crear algo que nunca había
visto: muebles que no solo servían como muebles, sino que poseían un poder
oculto, una energía que podía afectar el entorno y a las personas.
Con una mezcla de asombro y temor, Carlos comenzó a leer las instrucciones.
Descubrió que las herramientas en la caja no eran ordinarias; eran herramientas
forjadas en un tiempo olvidado, diseñadas para crear piezas de mobiliario con
poderes místicos. Los muebles creados con estas herramientas no solo decoraban,
sino que influían en la mente de quien los usaba, otorgando sabiduría, fuerza o
incluso la capacidad de cambiar el destino de quien los poseía.
Carlos no sabía qué hacer con esta nueva información. La idea de tener un
poder tan grande era fascinante, pero también aterradora. ¿Debía crear muebles
con estos poderes y utilizarlos para el bien, o arriesgarse a que cayeran en
manos equivocadas? La carta en su bolsillo parecía indicar que su destino
estaba ligado a ese taller antiguo y las herramientas mágicas que había
encontrado.
En ese momento, escuchó una voz. No era una voz humana, sino una especie de
susurro que venía de las sombras de la sala.
«Has tocado lo que no deberías, Carlos. Lo que crees que es una
bendición, podría convertirse en una maldición. La sabiduría y el poder que
crees que posees no siempre conducen al bien. La decisión que tomes ahora
cambiará tu vida para siempre.»
Carlos dio un paso atrás, mirando a su alrededor con cautela. El aire estaba
cargado de una energía densa, y podía sentir cómo algo o alguien lo observaba
en las sombras. La voz, como si lo hubiera escuchado, continuó:
«Solo tú puedes decidir si te atreves a enfrentar lo que está por
venir. Pero recuerda: el poder puede corromper, y una vez que lo tomas, ya no
puedes dejarlo ir.»
Carlos se quedó en silencio, sin saber qué hacer. Tenía en sus manos la
oportunidad de cambiar no solo su vida, sino la de todos aquellos a quienes
tocara con su arte. ¿Se arriesgaría a usar las herramientas y crear los muebles
mágicos? ¿O buscaría una manera de destruir lo que había encontrado, antes de
que fuera demasiado tarde?
El futuro de Carlos estaba por cambiar, y esta vez no dependería solo de su
habilidad para hacer muebles. Ahora, su destino estaba ligado a un poder mucho
mayor, y la historia que había comenzado como una simple lucha por sobrevivir
estaba a punto de dar un giro impredecible.
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