El Cuaderno del Bosque

El Cuaderno del Bosque

Mateo Arriz

30/01/2025

Una noche, mientras la tormenta azotaba el bosque, Elías permanecía en su cabaña, observando las llamas danzar en la chimenea. El cuaderno descansaba sobre la mesa, abierto en una de sus páginas en blanco, como si esperara pacientemente su próxima historia.

De repente, un fuerte golpe en la puerta lo hizo sobresaltarse. Con cautela, se levantó y abrió. Ante él, una figura encapuchada se tambaleaba, empapada por la lluvia.

—Por favor… —susurró la persona, con la voz débil.

Sin dudarlo, Elías ayudó al desconocido a entrar y lo envolvió en una manta. Cuando la luz del fuego iluminó su rostro, pudo ver que era un hombre mayor, con el rostro marcado por el tiempo y la mirada cargada de historias.

—Has encontrado el cuaderno —dijo el anciano, fijando los ojos en el objeto sobre la mesa.

Elías sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó, entre la sorpresa y la desconfianza.

El anciano sonrió con nostalgia.

—Porque fui yo quien lo escondió, hace mucho tiempo.

Elías se quedó en silencio, su mente llena de preguntas. ¿Quién era este hombre? ¿Por qué había dejado aquel cuaderno enterrado en el bosque? ¿Y qué significaban aquellas historias escritas en sus páginas?

Con una mezcla de curiosidad y aprensión, se sentó junto al anciano y lo miró fijamente.

—Cuéntame todo.

El hombre tomó aire, como si se preparara para abrir las puertas de un pasado que llevaba demasiado tiempo guardado.

—Este cuaderno… no es solo un diario de historias —comenzó a decir—. Es un mapa. Un mapa hacia algo que solo los que saben escuchar el bosque pueden encontrar.

Los latidos de Elías se aceleraron.

—¿Un mapa hacia qué?

El anciano clavó sus ojos en él.

—Hacia el verdadero propósito de quienes llegan aquí.

La tormenta rugió con fuerza en el exterior, pero en la cabaña, el silencio se hizo pesado. Afuera, el viento ululaba, como si el propio bosque esperara que Elías descubriera la verdad oculta entre las páginas de aquel misterioso cuaderno.

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