14 DE FEBRERO
11-ene-25
Para Lorena
Amor mío, natura aumentada, mujer herbaria atravesada en mi caos personal, lluvia cristalina que anegó mi ciénaga, bailarina grácil en brazos del aire, quizás no comprendas esta particular forma de expresarme que cargo como una lápida sobre mi espalda…
Quiero revelarte tanto que terminaría balbuceando un irrisorio galimatías…
¡Desde este rincón solitario no te llegan mis palabras porque temen caer agotadas en su intento por revelarte mi alma!
Sentada con tu habitual postura meditabunda, te mezclas entre el griterío propio de los universitarios de nuestra edad, resaltando como una estrella roja de mar sobre lánguida arena.
Estás tan cerca y distante a la vez; una grandiosa Venus escapada de un museo…
Confusión hay en mi vida, desde que te vi por vez primera; reverdeces cada lugar que pisas, cambias este enfermizo invierno por una primavera que peina tu ondulante cabellera, cuyas puntas son lazos de amor a mi corazón…
¡Qué movimientos, frágiles como una garza o el tulipán al abrir sus pétalos al rocío matinal!
¿Cómo caminar sereno hacia tu sonrisa, si tus ojos me bañan de ternuras y tu hablar es hálito vital que me permite resistir el polvo del tedio?
¡Podría traspasar paredes, volar sobre nubes, orbitar el planeta, pero no puedo siquiera decirte cuánto te amo sin que me tiemblen las piernas!
¿Quién pone el cerrojo en esta puerta de granito? ¡Quién más que yo, el traidor de sí mismo!
¡Timidez asfixiante que me impide hablarte con la franqueza que quiero!
No sé cómo he podido visitar tu casa varias veces ni logro entender que aceptaras salir conmigo, aquel sábado 14 de febrero, ¡Día de los Enamorados! ¡nosotros, que tan solo hemos sido amigos!
Colgado como un alambre roto en el techo de mi dormitorio, encorvado sobre un diccionario de la biblioteca municipal, perdido en una ensalada fría en un restaurante, aglutinado en la banca herrumbrosa de la avenida 9 de octubre y Boyacá, y hasta en el último asiento de un bus destartalado de la línea 7.
¡Me consumía la incertidumbre por saber si podía terminar a tiempo esta confesión para que tú las recibieras sin ningún asomo de rechazo!
Un éxtasis místico envuelve esos tajos de letra en cada página que te escribí: desgastadas y encalladas en un arrecife de profundo dolor…
En cada hoja virgen dibujé tu silueta al son de los versos; me sonreías entre sílabas; entre consonante y consonante me guiñabas un ojo; con frases eufóricas de amante silencioso te dediqué una serenata de amor inverosímil.
Pero la vida, que suele ser una bruja que ataca sin piedad a sus víctimas, esta vez me ha tratado con beneplácito y ha permitido, irónicamente, 33 años después, que seas la destinataria de lo que no pudo desprenderse de mi boca en aquel tiempo…
OPINIONES Y COMENTARIOS