El tufo temprano de tu extinción sabrá morder las tripas de una luna lisiada…

El crepitar de tus pasos decadentes venerará el polvo sobre tu mortaja…

Sin alegría ni luna ni carne, ya no se orientará tu rostro hueco hacia el sol de la mañana…

Abismo de los agujeros negros interconectados, carnaval grotesco de árboles sesgados…

Tiempo inclemente de rocas grises que contagiará de pus a un universo anárquico…

Los rostros de ceras se derretirán ante el altar de una tragedia sin igual…

La pulsión de una energía latente verá su estrella enterrada en su siglo de angustia…

Unidad volcánica que no se da cuenta de la ola negra de la desesperanza…

Eres tú, inorgánica calavera refugiada en medio de los instrumentos torcidos por el viento…

Inercia del desencanto de la sonrisa de mujer deconstruida que provocó este cántico…

Tus ojos expoliados de su azul terrestre de ensueño será la última resaca del residente…

Y serán también la imagen en mi último asalto de vida antes de esta muerte indeterminada.

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