El Cobro De Un Impuesto Verde Para Residuos Sólidos Urbanos; Una Propuesta Para La Ciudad De México

El Cobro De Un Impuesto Verde Para Residuos Sólidos Urbanos; Una Propuesta Para La Ciudad De México

Oswaldo Diaz

06/04/2018

No solo el cambio climático y los fenómenos que degradan al medio ambiente son necesarios de abordar en nuestra sociedad contemporánea debido a la emergencia nacional e internacional de tales fenómenos que se presenta en todas partes del mundo.

Las naciones más desarrolladas del mundo han implementado medidas[1] preventivas que ayuden a la reducción de emisiones contaminantes y del control de explotación de recursos naturales, la mayoría de ellas de manera inoperante o se han dejado en el olvido y algunas más se han quitado con justificaciones irreales[2].

Los esfuerzos por transitar hacia un sistema económico más eficaz en la explotación de recursos y la reducción de emisiones contaminantes hace ver la necesidad de abordar los temas del medio ambiente y la geografía económica.

La génesis de los impuestos es tan remoto como el mismo hombre ya que con anterioridad se necesitaba que los imperios se financiaran mediante estos para poder expandir sus tierras y pagar todos los servicios[3] que de ella se desprendía. Los gastos son pagos por los ciudadanos, en este caso el ciudadano será el beneficiado de dichos impuestos.

La relación que hay entre desarrollo económico y el deterioro del medio ambiente es evidente, ha demostrado Paul Roberts que la estrecha relación que hay entre estos ha determinado en cierta medida la explosión demográfica, el aumento del ingreso per cápita, la mejora de vida de los habitantes de dichos países y el crecimiento de las naciones más industrializadas del mundo[4].

Sin dejar de lado la dura crítica que hacen autores como Costanza en su libro Ecological Economics y de igual forma Krishnan, Harris, Goodwin en su libro A Survey Of Ecological Economics. Todos los anteriores hacen una crítica al sistema Capitalista por considerar al medio ambiente un recurso Infinito.

El estudio de las externalidades fueron asociadas a los fenómenos que se desprendían en la comprensión del medio que se explotaba, autores como Marshall, Pigou, y la crítica de estos la hace Ronald H. Coase, estos últimos hacen un análisis centrado en el Beneficio, la cual es la premisa que abre paso hacia la explotación de mercancías.

Podemos decir que el titulado Economía de los recursos agotables de Harold Hotelling de 1931 ha sido el inicio por la incorporación de los temas ambientales a la economía moderna (León y Vázquez, 2007,). Este escrito daría pauta a la investigación de la llamada economía ecológica campo a donde reconocidos economistas como Robert Solow se han incursionado.

La economía ecológica ha tenido numerables representantes, en su versión más actual los economistas como Jordi Roca y Joan Martínez ha puesto de manifiesto la necesidad de abordar con mayor frecuencia y hacer que cada vez más los gobiernos del mundo generen políticas que ayuden a erradicar el cambio climático y la explotación de los recursos naturales de manera más consiente procurando la conservación de los recursos naturales.

La postura económica sobre la conservación del medio que nos rodea siempre ha sido cuestionable, es decir hay quienes apoyarían un estímulo fiscal hacia la conservación del mismo y quienes consideran que el tiempo de racionalizar aún tardara tiempo.

Más claro sería la puntualización de Paul Roberts:

Los problemas ambientales son mucho mayores cada año, ninguna nación quiere

Invertir un porcentaje alto de su PIB en la conservación de los recursos que el medio ambiente le provee, es evidente que se tendrá que transitar hacia una nueva forma de generar los insumos que hoy el capitalismo explota, los recursos como el petróleo son finitos. (Roberts, Paul, 2008, 88).

Como se podrá observar la postura clásica sobre el Medio Ambiente se formula como un medio más de explotación y no de conservación, se dice que para eso fue creado y que el hombre debe de aprovecharlo de la manera más eficaz que este pueda.

Así mismo el discurso contrario a este lo postula la economía ecológica la cual indica que el medio ambiente y todo aquello desprendido de la naturaleza forma parte del sistema económico pero debe ser sustentada entre la relación hombre-naturaleza el grado de explotación se determinara conforme la tecnología de paso a la mejor explotación y aprovechamiento de tales recursos, se debe de respetar la integridad del medio para sobrevivir[5].

¿Qué sería del capitalismo sin recursos naturales? La economía ecológica es desprendida de la economía política pero esta también debe de ser social, la economía es social pero está a su deberá de contener aquellas características que den un sentido de conservación ambiental.

Así mismo se desprende la idea moderna de que si bien hay formas de poder hasta cierto modo conservar, controlar y administrar los recursos naturales, la forma más fácil de hacerlo es mediante la imposición de tributación hacia aquellos que demandan más recursos naturales para su explotación[6].

Las necesidades humanas han orillado al hombre a buscar no solo satisfacerlas, si no ahora ha transitado hacia una nueva problemática, ¿Cómo asegurar los insumos de tales necesidades?, históricamente lo ha realizado, pero sería a partir de la Segunda Guerra Mundial donde la necesidad de insumos aumentaría a escalas nunca antes vistas.

La explotación de recursos fósiles, aguas, fauna, flora y aire ha aumentado de manera exponencial[7] y así mismo el hombre ha hecho nada o muy escasa tarea en la conservación del medio que le provee de todo. Se asegura que el hombre como tal busca solo satisfacer las necesidades, pero no sabe el coste ambiental que implica tal satisfacción.

El debate contemporáneo sobre las formas de como los gobiernos del globo deben de reaccionar ante la comprobación científica[8] de los efectos climáticos es la llamada de atención hacia los países y la contradicción del sistema capitalista la cual difícilmente se veía en el inicio de la Revolución Industrial dosificando los recursos naturales[9] y aún más radical sería la idea de proponer un control de explotación de tales recursos.

De acuerdo con Labandeira, León y Vázquez podríamos abordar la incursión de la importancia de la relación íntima que hay entre el medio ambiente, la economía y el hombre:

El objeto de análisis son las complejas interacciones entre la economía y el medio ambiente natural, compuesto este último por todos los recursos disponibles en la Tierra, Aire, Suelo y en el Agua, es una interacción histórica de la cual debemos atender con mayor responsabilidad. (Labandeira, León, Vázquez, 2007,8).

La importancia que tiene un control, cuantificación de los recursos y la imposición de tributación han sido las herramientas más eficaces hasta la actualidad de las cuales se desprende la necesidad de seguir buscando los mecanismos más adecuados para lograr que las naciones del mundo implementen medidas particulares sobre las consecuencias ambientales considerando su aspecto histórico de cada país.

Si bien los impuestos han sido un buen remedio para la contención de la explotación masiva de los recursos naturales esta se ve limitada por las legislaciones institucionales de cada país, algunos han avanzado en la transformación de su cuerpo jurídico para dar más condiciones a sus gobernantes de apoyar las iniciativas de política ecológica.

Los sistemas de regulación ambiental en el mundo se han manifestado desde los años 70´s en Europa donde países como Finlandia, Suecia y Dinamarca[10] por mencionar algunos, incursionaron en el sistema regulatorio ambiental pero que tendría sus primeros resultados hasta la década de los 90´s cuando los impuestos no solo se establecieron de manera más estricta sino ya se tenía más control sobre quienes contaminaban.

Desde la perspectiva de la implementación de un impuesto hay todo un debate sobre cuál de todos los que probablemente se es factible aplicar es mejor y resulta más eficaz a la hora de aplicación.

La variedad de los mismos, ha llevado a los países a dar paso a la llamada reforma fiscal ecológica donde se considera los puntos más importantes de la viabilidad, carga y los instrumentos de aplicación de tales impuestos.

La propuesta de un impuesto debe de abordarse desde diferentes perspectivas ya que primeramente hay los regulatorios de los cuales se desprende la idea regulación universal a todos los participantes de la sociedad.

Los llamados sistemas basados en incentivos son aquellos de los cuales se les proporciona un incentivo financiero a quienes hacen bien y penaliza a quien no cumple con la norma regulatoria, este impuesto se ha confundido por el hecho de que se ha tomado como un meramente un instrumento de recaudación fiscal del estado y no como un medio de solución ambiental[11].

Con otra propuesta están aquellos considerados Impuestos verdes que su principal función es generar un incentivo para un cambio de comportamiento en un sentido determinado por la política ambiental. (Martínez y Roca 2000, 130).

Por último los denominados impuestos verdes ambientales que cumplen con el principio pigouviano[12] donde usualmente se hace referencia hacia; el que contamina paga. Esta clase de impuestos es debatida más que las anteriores ya que se argumenta de manera equivocada e injustificable que genera distorsión económica ya que este impuesto estaría agravando a quienes contaminan más como lo son las empresas generadoras de empleo como puede ser una empresa minera.

Una de las posturas que están en favor de la regulación ambiental mediante impuestos específicos o generales lo encontramos en R. L. Brown enunciando que:

Fijar impuestos sobre las actividades que contaminan, agotan o de algún otro modo degradan los sistemas naturales es un modo de asegurar que se tienen en cuenta los costos ecológicos en las decisiones privadas. (Riechmann, y otros 1995, 92).

Como hasta ahora se ha determinado la diferencia de los medios de imposición tributaria, se puede especificar que la finalidad de los impuestos verdes su finalidad es cambiar comportamientos más no la de recaudación para el estado.

La contra parte de los radicales verdes manifiesta que los gobiernos implementan de manera inadecuada los instrumentos tributarios ya que se ha convertido el principio pigouviano se ha invertido “el que paga contamina”[13].

Los problemas ecológicos van más a fondo y necesitan un estudio histórico del agotamiento de recursos, la forma de cómo se han explotado y las zonas donde a causa de la sobre explotación llevo a la extinción de ese espacio ambiental.

No solo los avances tecnológicos y los sistemas de restricción ambiental mediante tributación han sido insuficientes ya que solo han permitido la extensión de la vida de los recursos naturales, pero jamás se ha visto en los países una reducción considerable de la explotación de los recursos naturales.

La exclamación hacia la perspectiva mostrada anteriormente es la orientada hacia la llamada eficiencia ecológica que choca con los principios de la política ecología donde la innovación tecnológica solo ha dado paso a una mayor explotación de recursos haciendo alusión a que se ha reducido los contaminantes como el CO2[14] por la eficiencia de combustión pero el grado de explotación del petróleo va en aumento.

La política ecológica ha tenido un papel fundamental en el fomento de la preservación de los recursos naturales a nivel mundial. Por otro lado las reformas fiscales ecológicas jugaran un papel primordial en el avance del control, sanción y el fomento de la educación ecológica un principio del cuál el sistema capitalista no se había preocupado y que sigue indiferente hasta nuestras fechas


[1] La ONU establece en su informe del 2012 titulado “Las políticas de sustentabilidad ambiental en el Mundo” que muchos de los países más desarrollados “Medición mediante el IDH”, donde se pone de manifiesto las políticas de ramos como Educación, Ambiental, Explotación de recursos y la implementación de impuestos como una de las vías más factibles para la reducción y control de contaminantes así como de la explotación masiva de recursos naturales.

[2] Un claro ejemplo de esta fue la política del presidente de Estados Unidos Donald Reagan cuando en 1983 quita el impuesto a las armadoras de automóviles que durante años anteriores habían transitado hacia un sistema de ensamblaje donde la eficacia del combustible era una de las condiciones de venta en aquel país y que a partir de aquí la industria del automóvil no se preocuparía por vender autos que generaran altos índices de contaminación.

Bibliograf’îa

[3] Pardinas, Juan, “Impuestos. ¿Un Mal Necesario?”, México, CIDAC, 2005, Pág. 34.

[4] Roberts, Paul, “Fin del Petróleo”, Londres, Editorial Biblioteca Pública, 2008, Pág. 76.

[5] Gallego Gredilla, J.A. Economía del medio ambiente, Instituto de estudios fiscales, Madrid, 1974, pág. 77.

[6] Martinez Alier, Joan, Roca Jusmet, Jordi. Economía ecológica y política ambiental, México, FCE, Primera Reimpresión 2016, pág. 22.

[7] M. Max-Neef, Desarrollo a escala humana, Icaria, Barcelona, 1994, pág. 63.

[8] Para más detalles revisa el titulado Desintegración del ozono artículo donde se podrá encontrar los postulados más destacados de la investigación premiada con el Premio Nobel de Química de Molina Mario y Rowland Sherwood F. en 1995.

[9] T. Jackson y N. Marks, “Consumo, bienestar sostenible y necesidades”, Ecología Política, núm. 12 (1996).

[10] E. U. von Weizsacker y J. Jesinghaus, Reforma fiscal Ecológica, Zed Books, Londres, 1992, pág. 18.

[11] Ávila Pérez, Jorge Armando, Los impuestos fiscales; La perspectiva ecológica, Madrid, Antoni Bochs, 2001, Pág. 89.

[12] D. W. Pearce y R. Kerry Turner, Economía de los recursos naturales y del medio ambiente, Madrid, Celeste, 1995, pág. 56.

[13] Riechmann Jorge, “De la economía a la ecología”, Madrid, Editorial Trotta, 1995, págs. 44-49.

[14] B. C. Field, Economía Ambiental, Londres, McGraw-Hill, 1995, págs. 201 – 202.

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