UNA HISTORIA ANTES DE DORMIR

UNA HISTORIA ANTES DE DORMIR

Aldana Esquivel abrió sus ojos lentamente tratando de no deslumbrarse con la claridad que entraba por la ventana de la habitación, en tanto con su mano tomaba torpemente el celular para apagar la alarma que hacía unos minutos sonaba sin parar

Suspiró,extendió su cuerpo estirándolo tanto como le fuera posible y resignada abandonó la cama, ya fuera de esta, siguió una ducha , luego vestirse , peinarse y maquillarse. Un frugal desayuno y a la calle. En tanto conducía para llegar a su oficina, se sintió como atrapada en un macabro ritual de tiempo donde nada parecía avanzar, donde todo era una repetición infinita de días,acciones y momentos, un bocinazo la trajo a la realidad,siguió su camino sin inmutarse por los improperios de un camionero apurado, idiota se dijo, como si fuera a llegar a algún lado y sonriendo con desdén aparco su auto frente a su oficina. Una vez dentro se dispuso a acomodar papeles, contestar correspondencia y esperar que llegue algún potencial cliente.

Trajeron el periódico matutino y lo leyó con avidez , quizás buscando un nombre conocido que vaya a saber por que, ese día sería noticia, no pudo buscar mucho, fue interrumpida por alguien que entró a la inmobiliaria, un hombre de unos cuarenta años, alto, la piel morena, el cabello y la barba con tintes de plata, el cuerpo bastante atlético y ágil a pesar de la edad, lo que demostraba que el tipo se ejercitaba o algo parecido, vestía pantalón de mezclilla y una remera negra y un saco sport, saludó con voz grave y extendió la mano, Aldana se puso de pie para estrechar la mano del hombre , le invitó a sentarse del otro lado de su escritorio y con una sonrisa preguntó en que podría serle útil.

–Verá usted,dijo, me llamo Andrés Balmaceda y me he enterado que ustedes tienen cierta propiedad en alquiler que en verdad me interesaría adquirir, se trata del castillo de Glent– concluyó .

–!Ah¡ — se lamentó Aldana- creo que mi socio ya lo tiene reservado, pero de todos modos podemos hacer una cita para que lo vea por dentro.

–Si, eso me parece bien– contestó Andres- solo que mi horario libre es muy reducido y dispongo, para este menester, tiempo después de las siete de la tarde y espero no le moleste.

–La verdad es que no es un horario muy usual y la propiedad está a casi cuarenta minutos de la ciudad, pero voy a hacer una excepción — le dijo Aldana– ¿ mañana le parece bien?

–Si– respondió Andrés–perfecto porque lo cierto es que tengo afán por estar ahí, perdón, por poder concretar la operación. Le dió la mano y salió de allí.

Aldana quedó mirando la puerta cerrada, pensando en la curiosa entrevista, había algo, un detalle, algo, que sin precisar, su mente notó, pero qué… quizás lo mejor era dejar de tratar recordar y así lo que sea regresaría a su mente. El resto del día transcurrió sin nada fuera de lo ordinario, terminó su horario de oficina y partió de regreso a su casa, pero, cuando subía a su coche notó una figura furtiva que se escurría detrás de la esquina, como queriendo escapar de su rango de visión, estaba segura que era su visitante de la tarde ataviado con un abrigo largo y sombrero, se movió rápido, pero estaba segura que se trataba de él. ¿ Estaría buscando una cita , esperaba que saliera para buscar las llaves del castillo violentado la cerradura de su oficina o se abría topado con algún psicópata que en su locura trataría de secuestrarla o algo peor ?

Un frío helado le recorrió el cuerpo, había recordado… al decirle que su compañero tenía ya comprometido el castillo a otra persona, un rayo de furia cruzó la mirada del hombre,fue tan rápido y fugaz que solo su subconsciente pudo notarlo y ahora esa mirada la perseguía en su mente, transformando a esa persona afable y apuesta en un personaje que emanaba crueldad y con la que tenía una cita la siguiente tarde.

Al entrar a su casa, le dolía la cabeza y estaba segura que se encontraría con ese hombre en cualquier momento, cerró cuidadosamente cada puerta y cada ventana, como sellando una fortaleza y se preparó café para estar alerta, si trataba de entrar ella tendría la mano sobre el teléfono para pedir ayuda instantánea, ya que su vecino de la casa de junto era policía y tiempo atrás le había dado su número por si acaso, también se preparó un bocadillo para comer y se trajo una manta para quedarse en el sillón a pasar la noche. Una hora después se quedó completamente dormida y despertó solo hasta la mañana siguiente para empezar con su ritual de cada día, solo que, a la luz del día no pudo dejar de sentirse ridícula por dejar que su mente se disparase de tal forma con tan absurdas ideas, parecía que el aburrimiento en su vida le exaltaba la imaginación.

Otra vez en la calle y de allí al trabajo, donde todo fue monótonía y ritual hasta que se hicieron las siete de la tarde y Andrés Balmaceda se hizo presente en la oficina:

–Buenas tardes– dijo extendiendo la mano– está lista, tengo el auto afuera.

–Si– respondió Aldana como autómata– tomó su cartera, su abrigo y sus llaves y ambos salieron.

Sin pensar, se encaminó al auto aparcado delante del suyo y entró por la puerta que Andrés mantenía abierta, el cerró la puerta, rodeó el auto y entró por la puerta del conductor, ajustándose el cinturón y dándole arranque, salieron rumbo al castillo de Glent. Ninguno dijo palabra hasta salir de la ciudad y una vez en la ruta fué Andrés quien rompió el silencio:

–Y cuanto hace que trabajas en bienes raíces– preguntó.

–Hace una vida, creo– respondió Aldana riendo nerviosa, tanta intimidad con un perfecto desconocido le hacía sentir acelerado el pulso.

–Eres muy joven para hablar de toda una vida– dijo el mirándola de reojo, tratando de no apartar la mirada del camino.

–Eso, señor, no es asunto suyo– dijo algo ofendida y desvió la mirada hacia arriba, justo al espejo retrovisor por donde observó un abrigo marrón y un sombrero de igual tono. El corazón le dio un salto, estaba en lo cierto, era el quien la había espiado el día anterior y que trató de ocultarse cuando salió de la oficina.

De pronto se sintió atrapada en una trampa, solo atinó a pedirle a Dios en su mente que el tipo no fuera un asesino desquiciado y que este no se percatara de la repentina rigidez de su cuerpo, le seguiría el juego hasta poder salir huyendo de su presencia.

–Y por qué te interesa tanto esta propiedad– preguntó tratando de parecer lo más inocente posible.

–¡Oh! por nada en particular, solo es la ilusión de vivir en un castillo, eso es todo– respondió Andrés tratando de forzar una risa bastante falsa, como reprendiéndose a si mismo por no tener preparada una respuesta más convincente.

Ambos guardaron silencio hasta llegar al lugar, aparcaron el auto en un antiguo estacionamiento y descendieron caminando sobre pedregullo blanco hasta el inmenso portón principal, allí Aldana sacó un puñado de llaves antiguas y lo abrió, ambos ingresaron.

Andrés se veía ansioso y Aldana apenas si respiraba tratando de pasar lo más desapercibida posible para su acompañante, quizás si no la notaba mucho se olvidaría de ella, trató de quedar rezagada pero Andrés volvió sobre sus pasos y tomándola del brazo la obligó a caminar a su lado, nada brusco, más bien con total naturalidad, por lo cual ella no pudo ni protestar. Otra llave y otra puerta, esta vez de hierro y pesada, al abrirla ingresaron a una cámara de forma redonda, toda de piedra, paredes y piso por igual, donde antes abrían estado las antorchas para iluminar el lugar, hoy había lámparas eléctricas,imitando la forma de una llama de vela, que alumbraban ténuemente el recinto, de allí, Andrés se dirigió por un oscuro pasillo a otra recámara, delatando su conocimiento del lugar, encendió las pálidas luces se acercó a la chimenea y golpeando una piedra abrió una puerta secreta en la pared, por un momento en su agitación se olvidó de Aldana, quien aprovechó para salir huyendo sin saber siquiera hacia donde, solo quería distancia entre ella y el, y no se fijó por donde. Andrés la llamó, le estaba hablando cuando se percató que ella no estaba, dudó un segundo, entró por la puerta que permanecía abierta, se entretuvo un instante dentro y volvió a salir llevando algo en sus manos, con otro golpe en la misma piedra cerró la puerta y salió tras Aldana, la llamó una y otra ves pero ella no respondió, sabía que no había salido ya que cuando ingresaron ,el, sutilmente había sacado la llave de la cerradura y la pesada puerta se trababa cuando se cerraba, sin la llave no podría salir, pero el castillo era grande, hallaría donde ocultarse, maldita muchacha, masculló y empezó a hablar:

–Aldana, muchacha, creo que has confundido la situación, esto no es lo que estas pensando.

–Y que estoy pensando señor Balmaceda– dijo Aldana apareciendo delante de el, había decidido no huir. Que sea lo que sea se dijo, por lo cual se encontraba parada ahí, con aire de doncella elegida para un sacrificio.

–Algo disparatado, supongo, por que de no ser así, no tendría que haberte estado buscando como un idiota por todas partes– respondió el.

–Que se supone que crea cuando he descubierto que ayer, después de molestarse mal, cuando le insinué que un compañero había alquilado ya el lugar, lo veo espiándome a la salida del trabajo– preguntó

–Como has sabido que estaba alli.

–Por que he visto en su coche el abrigo y el sombrero que usaba.

–Astuta niña– dijo– pero por que no dijiste nada, si me hubieses preguntado hubiese respondido.

–Puede responder ahora, a menos que sea tarde para respuestas.

–Por Dios, que se te metió en esa cabeza– dijo al tiempo que se ruborizaba– solo estaba allí para invitarte un café y contarte por que necesitaba entrar al castillo, pero pensé que pensarías mal de mi. Eres una mujer muy muy bella y yo bastante mayor que tu y cuando entré en la oficina no esperaba tan grata sorpresa, en verdad deseé conocerte pero no sabía…

–Pudo haber dicho algo hoy en el viaje.

-Traté, pero en un momento te vi tan rígida, como si te sintieras muy incómoda conmigo a tu lado, así que me convencí que solo tenía que venir y hacer lo debía hacer y desaparecer de tu vida.

— ¿Y qué és exactamente lo hace aquí ?

-Mira- dijo extendiendo un rollo de papel amarillento- es una foto de mi madre cuando era una quinceañera, mi padre de joven vivió por estos parajes y solía colarse al castillo y recorrerlo de arriba a abajo y hace años escondió la foto de mi madre en un pasadizo secreto. Luego sus padres se mudaron por trabajo y el no regresó , a pesar de que años después se casó con mi madre cuando se encontraron y renovaron su amor. El año pasado el enfermó y todo lo que pidió antes de morir fué recuperar esa foto y yo le prometí hacerlo y por eso estoy aquí y cuando me dijiste que lo tenían comprometido me desesperé por ya no podría entrar. Ese lugar creo no lo conoce nadie, fue un refugio para mi padre y prefiero que siga asi, guardando sus recuerdos eso es todo.

–Es toda una historia– dijo Aldana que se había quedado muda y sin poder contenerse estalló en una carcajada– creo que mi imaginación se disparó con todo esto, de veras lo siento mucho, yo no supe que pensar. Realmente antes de subir al coche tendría que haberte interrogado, solo que después de pasar la noche aterrada, por dos horas creo, antes de quedarme profundamente dormida pensé que estaba delirando mal y me convencí que no eras tú a quien vi ayer. Perdón por la risa pero no puedo parar, es que estoy tan aburrida que deseé que algo pasara en mi vida y no medí las consecuencias de este deseo. Si se hubiese cumplido creo que estaría en serios problemas, fui una demente– concluyó.

-De todas formas corriste toda una aventura y yo tuve oportunidad de estar a tu lado, espero que no te ofendas o pienses que soy un viejo rabo verde, pero es maravilloso haberte conocido y te llevaré en mi corazón siempre.

Salieron del castillo, la luna llena iluminaba la antigua construcción, revistíendola con un aura de misterio y romanticismo de antaño medieval, hacía frío, Aldana apretó su abrigo estremeciéndose y Andrés la rodeo con sus fuertes brazos, la miró a los ojos, ambos rieron y se besaron con pasión

Aldana cerró sus ojos, la vida por fin era maravillosa.

FIN

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