Su cuerpo,

meciéndose en la barca estaba

su alma,

en libertad volaba

el tiempo,

su curso invertía, trayéndole viejos recuerdos.

En la confluencia,

pescando se hallaba,

del Paraná y Paraguay

cuando el mágico bicolor

a otro mundo lo transportó.

De pronto

todo fue poesía,

el agua

cual espejo de Alicia

logró que,

las largas,

las duras

horas de trabajo en la factoría

cayeran en el olvido.

Se transformó

pensó que,

por un raro sortilegio,

su destino,

aquel, que lo pensaba maldito,

aquel, que le hizo hacer suya la frase:

“cuando llueva sopa, seguro tendré tenedor”,

podía cambiar.

La lluvia lo trajo nuevamente a la realidad,

a la ¡ maldita realidad !

Comenzó a maldecir su suerte,

debía volver.

Fue en ese instante,

en ese exacto momento

cuando el nailon de su vieja caña de pescar

se tensó

El hechizo, se cumplió.

Los conjuros, hicieron su efecto.

Cual moderno Paracelso,

combinó todos sus conocimientos,

usó toda su destreza.

Su contrincante, luchaba con fiereza,

no daba tregua,

luego de un tiempo sin tiempo, el “tigre de los ríos”,

en el fondo de su barca terminó.

Hoy, ya no importan las factorías,

ya no importa el bajo salario.

Hoy, es uno de sus mejores días.

Hoy,

hoy…¡ es feliz !

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