(En un futuro), 23/04/2019
Propuesta II Ediciones Europa
“Poemas aleatorios”
Autor:
Rogelio Mora Espinosa
“Dedico este poemario a mi madre,
y a ese amago de sonrisa,
que siempre encuentran sus labios,
después del beso y mi frente.
A pesar de todo”
“Encontrar mi poesía,
siempre en la primera letra,
de un grito limpio y lejano.
Encontrarla donde todo sea verdad,
donde no tengas que escoger,
entre flores secas,
y nidos caídos,
de pájaros que se perdieron”
Versos de vinilo
Yo, seguramente soy,
un poeta extraviado, entre versos de vinilo,
que giran, regresan, danzan.
Cabalgan ecos remotos.
Buscan el lado infinito,
entre surcos de azabache,
saltan del borde del cráter,
y se lanzan, hacia el mundo.
En secreto
A donde todos huyen, huiré yo,
con dos odios bajo el brazo,
igual que los demás.
Cuando muera mi cuerpo,
empezará por mis manos.
Saltará de mi ombligo,
la serpiente azul,
la del celeste brillo.
Eludirá el veneno de hiel,
dejará detrás mi seco vientre de eunuco,
y reptará hasta el árbol más cercano.
Mientras yo me despido,
con mi adiós infrecuente,
sin poder evitarlo,
me abandonarán seguro,
mis otros pedazos.
Aproximadamente
Hoy es, aproximadamente, un día de finales de marzo,
y quisiera colindara con la realidad.
De ser posible, que se parezca en casi todo,
a la de los que aún ven llover,
olvidando que el agua cala los huesos,
y desordena a menudo, los atuendos.
Hoy escribo, aproximadamente un poema,
que sueña como los demás,
invisibles y codiciosos,
con ser leídos, por ojos, que también,
hurtan atardeceres,
en un puente de concreto, de cualquier ciudad a la deriva,
lleno de gentes arrodilladas, que se empujan, a ver quién reza mejor,
la nueva oración de moda.
Manadas de cláxones babeantes de rabia, esperan,
los cuernos que se encajan. resuenan.
Berreas de coches en celo,
que luchan por dejar su estirpe.
Hoy es una madrugada diferente,
a la inaudita hora de las 5:11, para mayor INRI.
Y sabes una cosa …,
que yo creo que es verdad que me quieres,
que lo que sospecho no es cierto,
y que la edad no nos aleja.
¿Aproximadamente, es lo que quieres decir?
… más o menos … ¿No?
Los que nuca escribiré.
Los poemas que nunca he de escribir,
sólo son pensados.
Tienen todos los Nilos de tinta,
y sus orillas de papiros,
de antemano,
guardados sólo para ellos.
Hablan de las lluvias distintas.
Las que caen en los tejados,
más tibias.
Las que ruedan por el cristal, más lentas, mirando siempre adentro.
Mas, las que empapan mi cabeza y sus versos apretados,
tienen ese color ausente, de los días cubiertos.
Aguas diferentes lavan mi vida,
y encharcan mi casa.
No temo ahogarme en el jardín,
artos de gotas mis bronquios,
con la duda de que otros, también,
pudieran morir así.
Sed
El agua está sedienta de lechos nuevos,
los encontrará, con las cercanas tormentas.
Y yo he de hallar como ella,
una próxima vida.
Encontrar una voz que arrastre piedras,
y no volver a querer de nuevo,
otra vez,
quien pueda vivir si mí.
Por propia voluntad
Sueños
Los sueños no tienen sombras,
sólo viven entre almohadas negras,
cuando abro las persianas,
para que la ,
vienen todos a mirar,
como los mendigos juegan.
Sólo a veces
¿A veces no te pasa que piensas que conoces a alguien,
exactamente,
hace 65 años, doce días y 23 horas?
A mí sí.
Las ventanas quedan abiertas a campo traviesa,
y tú recuperas esa libertad silenciosa,
de voces susurrantes que no dejan huellas.
Suspiros apagados llenos de cautelas,
sigilosos y prudentes.
Que no te dejan marchar de mis cadenas
enredadas, falsas, blandas, recurrentes.
Envuelven de manera dócil los finales de tus brazos y tu mente,
de las que te separas, cada vez que quieres,
por propia voluntad.
Tú y tu sed
Tú y esa sed de desiertos,
que llevas siempre en los bolsillos,
y que dejan mis rodillas secas,
de los llantos de otros, que han zozobrado,
si me cubres con ella.
Déjame mojado de tibias y saladas humedades.
Deja que el tiempo si acaso, las seque,
y si vuelve alguien que fue feliz,
a contarme lo que ya yo había olvidado,
y que conviene recordar,
vuelva a poner sobre mí,
sus historias mojadas.
Amores alados
Se han elevado en el aire,
mil temores diferentes.
Unos van con esa gasa grisácea en el cuello,
y los otros, reptando como serpientes.
Se acercan a mi lado de nuevo,
las mañanas de seda ligera,
el sereno brillar de tu frente,
y tu sonrisa que quedó grabada en mi mente.
Y en tu mirada serena,
se haya el cariño escondido,
cansado de haber extraviado el camino,
y que estés tú aún, cómo dormido.
Miedos y amores alados,
brazos que abrazan de veras.
Tus besos de tierna granada en mi boca,
y yo flotando, como una bandera.
Quedarme hueco
Soy un ave misteriosa,
que no guarda ramas en vano.
¿Para qué posarme?
Dímelo tú.
Ni siquiera tengo un canto,
de mañanas frías.
ni poemas que alaben, mis nidos arrancados.
Ni tan siquiera me conmueven,
las desesperadas hojas, que se lanzan al vacío,
y cubren el sendero con sus doradas muertes.
Haré un nuevo diseño de mí.
Me vaciaré de aburridas letanías,
vanidades inútiles,
que me cuelgan por adentro,
hasta que un día, sin ellas,
quedarme hueco.
I
Mis poemas arrancados,
desmembrados de los otros,
hacinados en un folio,
viven en perenne angustia
viven casi callados,
dentro de una carpeta,
en mi escritorio.
Último deseo
Caen las piedras de mi cara antigua,
ya no soy montaña de ardillas blancas,
de corrientes preñadas por laderas rocosas,
que mastican avecillas.
Caos me aurea, me entorna,
cada vez a menor distancia.
Mi ilusión quiere seguir siendo nueva.
Pero ya vibra el cuenco, me alertan.
¡Acerca el oído al papel!
GGGGGOOOOONNNNN (((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((
¡¡¡¿Lo escuchas?!!!
¡¡¡¿Ahora me crees?!!!
He de encontrar mi último deseo.
Revelación
Hoy voy a revelar,
la realidad mundana de aquella noche.
Tus pasos se acercaron licenciosos,
frotando el suelo.
Recuerdo el olor a heno donde nos juntábamos,
infinitos.
Te seguían, el tufillo almizclero de la vela,
y de muy cerca,
el olor de las estrellas que se queman.
Se desataba la adicción de mis manos por tu cuerpo,
mientras me habitas constante, con tus dedos.
No sé si el gemido es tuyo,
me estremezco.
Se separan nuestros labios, de los besos,
nuestros alientos se alejan.
No me miras.
Soy fácil de abandonar,
me has convertido nuevamente,
en algo ajeno.
Ajustes
En la continua calma matutina,
mi sendero miente.
Sólo explica, los tercos pasos de ayer,
con conjeturas que hoy, inventan así, el pasado que yo quiero.
Es el momento de que resuelva, el extraño enigma,
que enfrenta a mi compasión y a mi vileza.
Abro amplia mi boca,
se asoma el grito.
Saca otra vez,
la rabia que tuve a dentro.
Sobrevuela mis mucosas,
y se pega a mi garganta,
nuevamente,
hasta no sé cuándo.
sobre el panfleto de mi primera historia,
en su tedioso primer acto,
que mira desde el proscenio, la salida,
esperando que termine la función,
que caiga el telón barroco y pesado,
confinado al polvo y al silencio,
a la soledad de bastidores oscuros,
en un puerto de platea,
y alejarse,
en alguna butaca a la deriva.
Gotas
… cuando estoy afligido,
busco el vuelo
de pájaros y nubes …
Mis dedos en lo más lejos de mis brazos,
se mueven,
sin una dirección precisa.
Cansados, a ciegas, sin nada que tocar,
bostezan.
Se desvanece el tacto de mis labios,
la blanda lengua, a penas, cala sus grietas.
Merodeantes gotas de sal, saltan,
desde el abismo de mi mirada quieta.
Y en el fondo de mi cara,
mi barbilla seca.
Luna I
Miro la luna que ha quedado,
en un rincón de mi techo, fuera de la razón.
Es una niña perdida,
y es también tierra antigua,
que sin querer,
por sus miedos,
mancha las noches de todos,
con gotas de plata mojada.
Que no puede obviar,
su sospechada historia.
¡Que más da!
¡Dejadla en paz!
Sólo quiere lealtad en la noche,
sólo pide que cruja el camino,
para saber si alguien se acerca,
y quiera por fin,
venir a buscarla.
Cosmos I
Andar del planeta de huellas azules,
y estola de nubes:
¿Cuántas vueltas quedan?
¿Caes o vuelas?,
¡no mientas!
¿Estamos atados con fuerza?
Zapatos, y sombrero de polos helados,
puzzles de iceberg corroídos,
penden, sobre todo,
de un cósmico hilo.
Cosmos II
El planeta está en mal estado,
no huele a queso nauseabundo,
ni a dinosaurios podridos,
ni a mamutses congelados.
Huele a humo y a desprecio.
Se marcha la compasión espantada,
galaxia adentro.
Sin nombre II
Mi fantasma me duele por dentro,
si recorre las angosturas de mi cuerpo,
Sus telas estorban.
En algún rincón de mi tórax,
se esconde.
Fantasma y alma chocan,
ella siempre pierde, y no es feliz.
Sacaré de mí,
sus sábanas rotas,
Y cuando lo eche afuera,
también caerán mis dudas,
como un fardo, en el sendero.
Fui raudo,
y no pudieron ocuparme de nuevo.
Y ahora, de un gran vacío estoy repleto,
mi alma es pequeña,
y no sé,
con qué quedarme lleno.
Sin nombre III
Después de todo, he de acabar,
ojalá, que dulcemente.
No quiero mencionar ningún nombre,
y que después, falte alguien,
en este mundo instantáneo,
y se lo tome en serio.
No quiero decir: tengo sed,
ni añorar cosas difíciles,
de esas que no tienen todos.
Quiero encontrar mi tijera,
llevarla conmigo,
y con ella podar, solamente,
tormentas.
Cosmos III
Esta tierra que habitamos,
esta gran roca que vuela,
este mi torneado mundo, mi esfera casi redonda,
casi llena de aguas de salados sorbos.
Iceberg de tierra de diablos rojos,
humeantes infiernos de laderas,
si está de parto el planeta,
está sola.
Solo mundo que orbitamos,
solas ingenuas vidas que,
esperan la infrecuente visita,
de otras carnes de planetas azules,
amables engendros ligeros, telepáticas inteligencias,
en platillos petulantes.
El Dios cuántico no responde a nuestros rezos,
ni los rezos que musita Él,
responden,
a los Dioses suyos,
ni los suyos a los Otros, ni los Otros,
a los Demás …
Irreligiosos, ateos Dioses, agnósticos,
perdidos en Universos paralelos.
Rodeados de horizontes que se asan,
abrazados,
con sus Tic Taces descoordinados.
La esperanza de encontrarnos,
va muriendo,
en este complicado entuerto de almas reciclables.
Otras vidas,
no rozarán nuestros terráqueos dedos,
con sus interminables tentáculos.
Ni mirarán la tierra, sus ojos de platos negros,
con sus pies casi en el suelo.
Somos los persibidores,
de un costado de Universo.
Conocernos, nunca,
jamás será posible.
No existen razones cósmicas.
Cosmos IV
En un Cosmos paralelo a éste,
mío y del otro, que soy yo, a fin de cuenta;
no estoy escribiendo ahora, allí, de pie,
en un folio negro,
con la tinta blanca,
de un lápiz de nevado grafito.
En esa Creación, que ha copiado de ésta,
nebulosas, fuegos y traiciones,
tú eres el que me encuentras a la deriva,
y Él es, el que me pide mil perdones de rodillas.
Sale de la ermita, cabizbajo,
porque yo no le he otorgado, lo que me pedía.
En ese, el otro Universo,
casi copiado del nuestro,
al semejante a mí,
hoy lo crucifican.
Agua I
La frialdad de esta noche,
ha perforado,
los tobillos con los que yo quiero escapar.
Mis manos cuarteadas, han hurtado, las arrugas de mis ojos,
y no tienen nada que decir.
Tomo mis mil melancolías,
derramo unos sorbos de agua,
para que seque su piel.
Parecen ballenas varadas,
que equivocaron el orden,
que establecieron,
desde hace mucho,
dunas y corrientes.
… en esa costa, sentado y seco,
sólo escuchaba,
canciones ajenas …,
Al revés
Ese mar termina en cada ola que llega hasta mí,
es muy breve el camino que roza la piel de mis pies.
Se ablanda la arena, en sólo un momento.
Se calcan apenas mis plantas,
y luego, entre estas mareas,
se quedan dormidas, detrás de la orilla del mar,
se despiertan secas mis huellas.
No quedan senderos de viento, de sal, ni de piedras ligeras,
por donde yo pueda huir.
El corazón que envuelve mi pecho,
sólo lo vistes, unos segundos,
por el brillo de un relámpago, que lo dañó,
y lo mostró al revés.
De otra manera
¿Y si no existieran Brujas, Oráculos y Delfos,
y los ritos han sido vanos sacrificios?
La sangre sólo fue por la tierra tragada.
Las espinas sellarían apasionados besos,
los labios de púas llenos.
El agua no ahogaría,
sólo desea que recuerdes, tu pasado de pez,
tu cuello de branquias,
el vuelo sereno,
de cabellos verdes, enmarcando tu cara.
Ni hay noches, ni cometas,
sólo un lento pestañear entre amaneceres.
Los días, doce horas concretas.
No habrían sueños, ni sábanas blandas cayendo sin ganas,
ni almohadas flotando en el suelo.
¿Y el amor…?,
sería sólo eso,
simplemente,
unas … cuatro letras.
… la certeza del río, son sus orillas.
Apenas rectas, apenas curvas,
guardan, los espejos que se mueven.
Sin nombre IV
El agua cuando baja y cruje,
ha sido siempre, muerte y barro,
repetidas veces.
Sólo me gusta la lluvia cuando moja,
el polvo seco del camino,
y lo hace tierra.
Sólo confío en los árboles que miran al cielo,
sin rezar.
… el tiempo, el que no comprendes,
ha quedado,
apartado de la razón …
Extraña dimensión
En un corto tiempo, hoy,
a la velocidad del segundero,
se transmutará en ayer,
lo reemplazará mañana,
y será entonces, ahora.
Y aún sigo sin encontrar,
la coherencia de este poema.
Se desprendieron las últimas escamas,
de mi absurda adolescencia,
64 incompatibles años después;
para que continuara, al menos, vivo y andante.
Y sin embargo, sigo juntando incautos pasos,
por pura supervivencia.
Congregando trazos de caminos,
convocando espíritus que ya no me escuchan,
y me abandonan en un mundo astral;
con un tiempo que se tuerce, poco a poco,
como una cadena de ADN, que se destrenza,
para volver a vincular, sus segundos y minutos,
con ahoras y ayeres;
para siempre.
Mi avatar,
necesita una boca con más labios,
se revela un sólo beso en la mañana.
Libero mis dedos de pesados anillos,
esos grilletes pequeños, ruedan,
debajo de mi cama antigua.
Aparto la frontera de telas
que impedían,
que se derramaran exactas,
todas las frutas,
que estaban de espaldas a mi ventana,
y tomo, la que está más vedada, prohibida.
Necesito más párpados que amurallen mis ojos,
me deslumbra el día.
Con unas pocas gotas de sol, veo justo, lo que quiero ver.
Cambiemos de tema …
Señálame el lugar donde nunca, hemos hablado de poesía,
quisiera morir allí,
… y en otros sitios también.
Deberíamos morirnos varias veces,
ese día.
Vinilo III
Esconde la noche su llanto,
esparce el rocío su brillo,
se despierta mi cariño.
Yo no sé si lo entretenga
o desate con la magia
su libertad deseada.
Tengo miedo que se marche,
y en la parte de la tarde que anochece,
llegue, busque y no lo encuentre.
¿Qué le digo yo a mis dedos
que secuestran sus cabellos?
¿Cómo digo al tropel de nuevos versos,
que ha llegado el triste invierno?
¡Ay cariño casquivano,
no te marches!,
a mi lado tendrás siempre fiel mis manos.
Inventaré roces nuevos,
y cuando abras los ojos,
y la noche se haya ido,
y el rocío sea opaco,
cual valiente Sherezade,
te tendré algún cuento nuevo.
Sempre il mare
Mi mar es de cicatrices.
Flotan todas. Van chocando esos tatuajes grises.
Aunque pesan, no se hunden, me persiguen.
Yo quiero escaparme de ellas,
y ser conducido,
por las profundas mareas.
Que las corrientes inmensas, oscuras y polvorientas,
me arrastren, me alejen.
Que no dejen que mi ancla se entretenga mucho tiempo,
entre las absurdas piedras.
… como si fuera un vencejo,
nuca más me posaría,
si me levantara, el viento …
Una vez más
Mis brazos, inútilmente recogidos,
persisten en volar,
se agarran a un viento distraído,
que me mira,
y me deja caer, una vez más.
Tú sigues flotando,
inalcanzable,
con ese trepar enjuto, arañando el aire.
Desde abajo, se ven tus pies.
Han quedado bien, lavados con vino.
Oscuros, fungidos, de fango y de limo,
están los míos.
Ojalá que el tiempo tropiece
y estallen sus cuerdas cuánticas,
y así quedarme sentado,
en esa abstracción que no entiendo,
y no esperarte, otra vez,
para siempre.
Existen
Las hadas vuelan.
Apenas se nota el batir de alas,
transparentes sedas repletas de caminos.
Su magia, está en sus dedos,
delicadas varitas empolvadas de oro puro.
No quiero ser hada,
sólo sus alas de noche.
Quiero ver techos dormidos,
extraños manteles de cuadros,
silenciosos,
apagados…
Y saber que existen,
sólo esa vez.
Lloviznas de Vinilo
Ahí va el sendero mío, (entiérrame en él),
camino de agua y lodo,
y el ungüento de tus pies.
Que no levanten la tumba, que se detienen las ruedas,
¿no lo ves?,
pero sí dejas pasar naufragios,
que sean de agua
y labios, esta vez.
Mi poesía se vierte, si un golpe le drena el pecho.
Saltan, los farsantes acertijos,
canas secas, y los amores que dejé de lado,
o extravié.
Repleta de pensamientos, mi frente se ha acostumbrado,
al polvo, a palabras sueltas,
y a los papeles del sesto,
estrujados con mis manos.
Rodéame como un pañuelo, todo el cuello,
no pienses que es desaliento,
mi rostro, que es muy porfiado,
hace tiempo que está serio.
No encontré nunca lo idóneo,
buscando me he vuelto viejo,
ya no quiero mi sombrero,
porque el sol, lo llevo dentro.
Es un capricho que tengo,
vivir siempre en las tardes.
Sin la luna y las estrellas,
se vaciarían mis poemas.
Si he de morirme primero,
que nunca sea en la noche.
Me ponen flores silvestres,
las pequeñas más comunes,
y que el monte se dé cuenta,
quiero irme sin reproche
Parecidos
Hay algún parecido,
entre el agua y yo.
Siempre huyendo los dos.
Sube un día, vuela al cielo negro,
pesa como un mundo y cae sobre el mundo que espera.
Duerme en la montaña yerta,
y gota a gota, rueda.
Deja en el camino muerte y vida.
Un día, llegará a mi boca,
como si no tuviera historia.
Me sabrá a ahogados, a verde,
a redes y a algas muertas.
Vuelve agua mía,
que se alce libre tu niebla,
vuelve al cielo,
y si quieres,
vuelve a caer sobre la roca,
y hazte un millón de gotas,
otra vez.
Mi deseo de ti,
es un sueño que flota,
ignorante del suelo.
Yo lo haré agua fresca,
y así, caiga y mezclen sus.
Que sus andares redondos, y goteares perfectos,
que no sepan, que morirán en tus orillas,
que juncos partidos, se clavarán,
en cuanto llegue,
romperán su corazón transparente,
y vaciarán su sangre de cristal,
hasta que luego astillada, se seque
Tedioso ritual
No entiendo tus versos,
sí el estribillo de las horas,
su ritual tartamudeo de segundos y minutos.
No comprendo tus inviernos.
Sí las dunas y su seca ingravidez de pensamientos dorados.
Mi corazón desvaría.
Soy hoy rutina.
Mañana tal vez,
desnudo, seco y solo …
Tedioso ritual para siempre.
No más ofrendas
Afortunadamente, despegué,
las últimas ofrendas que llevo encima,
exageré ingenuo de fe, el juramento.
En el tirar, se levantará mi piel entera,
y correrá una enorme lágrima por mi espalda.
Se acabaron las supersticiones que idearon otros,
ya no me quedan divinidades en los cajones,
que sustituyan los dioses gastados, opacos, repetidos.
Mi boca quedará libre de rezos,
y mi cabeza, ya no mirará más hacia arriba,
y ya no esperaré la resurrección cuando esté muerto.
Ya sé, pero …
Ya he tocado las esferas del rocío con mis dedos,
las he hecho una, han rodado hasta el mismo borde de lo verde,
han raptado a otras,
y han caído al suelo…
Pero no he palpado nunca
el propio vuelo,
¿Dónde se aprende?
¿Desde aquella rama de hojas torcidas?
Ya sé que primero, hay que ocuparse del mundo.
Pero ya estoy encima del árbol, observo los ojos negros,
de un ave que huye, mientras yo aprendo a saltar al vacío.
Abro los brazos, bato con rapidez, ayudan mis manos,
y está al tanto, todo mi cuerpo …
Sí, ya sé que hay que ayudar al mundo,
apretarle sincero el corazón,
que está repleto de olas de magma,
que lo queman por fuera y por dentro …
Pero ya me he elevado,
ya pasan los campos debajo del cuerpo,
el viento silva,
dentro de mi pelo.
Ya no descenderé jamás,
moriré de frío y de sed.
Pobre mundo que sólo puede dar vueltas y vueltas,
pobre mundo que no puede posarse,
y se muere solo, cada día,
eternamente.
Cosmos IV
El planeta está creciendo, a costa de la húmeda basura.
Y nosotros mientras tanto, morimos por fuera,
probablemente.
Recuérdame que no debo morir en cualquier parte,
si se me olvida.
Y si queda,
algún verso inconcluso tras de mí,
no dejes de mirarlo,
mientras puedas.
Inventario
Cuántas desconcertadas pisadas quedan,
con cuántas caeré de bruces,
y fundirán mis rodillas con la tierra.
Mis brazos alzarán mi cuerpo de suelo y polvo,
a la altura de mi espalda,
con sus siglos de paciencia amontonada,
en un orden absurdo,
desconcertadas caerán,
sobre el viejo miedo al fuego,
quemándolas.
Olvidaré, las veces que me han olvidado
solo y desnudo,
qué oraciones he rezado, en mi rincón,
y en cuál he pedido caridad.
La rutina de mi ira, esta vez,
la tendré en cuenta.
Mi ego quiere saber cuánto hay.
L
El viento entró por otro sitio,
no fue igual que antes,
igual que otros días.
Vacío de cada recuerdo parecía.,
LI
Ahora vivo en lo lejos,
viejos días, repetidos y cansados,
me llevaron al final.
Si vinieras,
apartaría las algas que no dejan ver,
el segundo horizonte.
Los caminos de arena,
hablarían de ti,
como si fueras, todas las pisadas de la orilla.
Mar arriba, mientras pienso,
una nube y un pájaro,
no se cansan de volar.
Ella va cubriendo el sol, y él,
sólo desea que llueva.
Y yo,
a menudo, algo negro cubre mi corazón,
y no lo puedo ver
Insomnio
La noche rozó mi ventana,
y ya no pude dormir, ajeno a ella.
Detrás, un olmo de canas verdes, cuenta;
mis miles de vueltas, sobre la llanura blanca.
Yo iba viajando a los últimos días,
y ya no pude dormir.
Mi lámpara,
entre los libros y fotos de simuladas sonrisas,
en la polvorienta repisa,
provoca a las sombras.
Una nube mira el árbol, que absorto está en mi ventana.
Nube y el mismo flotar,
va dejando un rastro de retazos blancos,
que abandona sin titubeos.
Deberían de llover pájaros sin vuelo,
tan sólo un día,
para que se queden y cuenten,
historias de las alturas.
Los troncos fueran de agua,
y así no se abracen, por las manos venenosas.
Y las olas, de hojas secas,
sólo un murmullo sereno en las negras tempestades,
sobre arenas de semillas blandas …
y yo sin poder dormir.
Mi cama muere lentamente,
se pega en el suelo su sangre blanca.
Ya no podremos trotar, sobre cordilleras de telas y junglas de pesadillas.
Mis soledades asechan por detrás de las almohadas.
Bajan al ras las cabezas y luego saltan.
Yo ya sobre espinas de hielo,
que me trotan espalda dentro.
Huye la noche, sin comprometerse y la luz ronda,
se va apagando mi lámpara,
y se ordenan mis suspiros,
el sueño ha huido de mi frente …
Tal vez será así,
quizás así será,
sólo hoy, seguramente.
LIII
“El árbol se quita en otoño, su pardo abrigo,
y lo extiende sobre la tierra,
como una manta sobre la madre buena.
Ella se queda en silencio,
y espera paciente a que se duerma.
Y cuando empieza a soñar con flores y abejas,
teje uno, en tierno verde, de ramas nuevas,
y se lo regala en primavera.”
Yo soy un océano que avanza con olas distintas,
parece.
Así comencé esta vida de sal.
Las promesas que se olvidan,
salen desde mí,
y luego,
sólo regresa en silencio, su espuma maltrecha,
de esta guerra de barcos y truenos.
Arrecifes abandonan mis entrañas,
me he vaciado de piedras.
Me abandonan las rocas,
como si las hubiera secuestrado una de estas noches.
Elevan las aguas, a la superficie remota,
a mí, y a esta edad de dolores todos,
de esqueleto que se asoma por los hombros.
Ya se mueve todo,
se mezclan crujidos de barcos y graznido.
Y mientras vuelven las redes a colar las aguas,
no sé si tú haz olvidado que estoy vivo.
LV
Se despliega un raído mantel, sobre la mesa.
Tropel de cartas en sus manos.
Barajar continuo del orden de la vida.
Cortan mis manos las cartas,
Se asoman cartones con cabezas invertidas.
Extrañas posturas,
de miradas veladas,
espadas, locos, magos y colgados,
diablos y ermitaños,
muerte inexpresiva.
Manos que reparten noches,
casi nunca días.
Oráculo sereno, silencio implacable.
Ingravidez de cartas, vuelan mudas.
Flota el destino sobre la mesa.
Vaticinio.
Plagas de tristezas se posan,
lentamente abren las bocas,
y sobre el mantel …
sentencia.
LVII
Nací con el rugir de la lluvia golpeando el hormigón.
Mi llanto apenas empujaba mi boca abierta,
roja o rota, para siempre.
Por eso he devuelto,
mil tristezas puras,
con tanta abundancia,
que cualquier estación parece otoño.
¿Por qué parte de mi cuerpo he empezado a morir?
No quiero llegar tarde a la muerte,
llevando este cuerpo frágil.
Se escuchan estertores,
lucha fiera entre pecho y alma.
Arrinconada,
que habitó por dentro,
cuando era tibio y latía emocionado.
Un día saldrá el alma vieja,
y parasitará un pecho nuevo y justo,
tibio pecho, ingenuo pecho de aprendiz.
LXIII
Mi sueño es un fraude blanco, que aparece,
cuando las
respiraciones son tranquilas, y apenas suben el tórax.
Mis ojos serrados.
Pero toca mi aliento y mira hacia arriba,
¿no ves encerrado el húmedo brillo adentro?
LXI
Mis dogmas se han cansado de tu amor.
He hecho un hábito de ti,
de esa esquina,
de tu beso que nunca llegó,
que ha olvidado, exactamente,
el camino hasta mi boca.
Aleatorios días
Mis pies sobre el suelo, para qué.
Mis manos sobre el teclado, se dispersan.
Mi boca abierta después de una bofetada,
deja que salga, la lava ardiente.
Se ha escapado el sabor de mi lengua perdida.
Se extravía el olor.
Las palabras ya no salen raudas.
Se posan, pajarracos en mi boca,
se pegan, por un grano de maíz,
caen sin más con un leve cacareo.
Soy estatua de sal,
con lágrimas que se mueven.
Mas …., mis dedos, sin embargo, parecen distraídos,
y que sólo tiemblan, al azar.
LVII
Un laberinto de almas ciegas,
es esta vida,
chocan unas con otras,
se empujan groseras,
mientras buscan, la urbana salida.
Riñas de fangos, se pegan,
sedientos de llenar bocas.
El barro, de todos los rojos ungidos,
cubre los cuerpos que no escaparon,
que no escaparán,
arañados cuerpos.
Uñas rellenas de jirones tiernos,
sin saber que ya no hay puertas.
Ya la tierra los cubre, se mueve por dentro.
En los laberinto perfectos,
esta selección natural:
¡Vivan los muertos adaptados!
¡Mueran los muertos delgados!
No es la neblina que confunde,
aún arderán las piras,
algún tiempo.
LVIII
El agua deja un rastro de humedad,
y un brillo de azogue o plata,
no sé yo.
Debajo del negro sustrato, bebió la raíz.
Sueña con cabellos largos y flores prendidas,
caídas de las ramas altas.
De noche,
las olas de tierra rompen contra su corazón.
Sólo lámparas pequeñas se mesen,
en un cielo ordinario de cemento.
Revolotean ángeles con alas nuevas,
y túnicas que se enredan entre ramas torcidas.
Sus manos sucias y bellas,
se posan en cada piedra.
Antes del sueño, todo en silencio.
Rezan sus cuatro oraciones,
hablan de ráfagas, nevadas, y árboles desnudos.
Mira un cartel que pone, “Invernadero”.
No lo entiende,
suena a tristeza perenne,
pero saben que la vida y la libertad,
son amplias alas,
a cada lado estiradas,
de un mismo pájaro,
siempre.
LX
Hundido en el suelo,
callado y oscuro,
abrazan los musgos,
al oscuro pozo.
Soledad del ojo del cruel Polifemo.
Lecho del ahogado que murió primero.
Todos los abismos,
todos los caminos al Averno.
Se escuchan los pasos de dos bellas Ninfas,
que van a por agua.
Y el oscuro espejo de tinta, las tienta,
que arrojen sus almas al fondo.
Se lanzan las ninfas,
el vuelo es eterno.
Flotan cabelleras e ingrávidas sedas,
que caen suavemente en el blando fondo.
Hades las rescata. Corinto las lleva.
Todo queda quieto.
Vuelve el negro brillo,
del espejo roto.
Sólo a mí
LXII
No tengo tiempo para descifrar mis sueños,
no me es rentable.
No quiero ser el intérprete,
de esa vida de almohadas,
atrapada entre brumas,
y pálidos estambres.
He de aplastar aún, flores y lunas,
para que no se abracen a mis versos.
¡Pero las alas y el viento, no!
No yacerán destrozados!,
no han sido ellos los que revelaron,
el secreto del vuelo,
que quieren todas las cosas,
que anhelan transitar abismos.
Fue el descuido, de hace tiempo,
de aves y Dioses,
cuando huyeron asustados,
de los Dioses nuevos.
Nuevas vestiduras, nuevos cetros recién forjados,
nuevas maneras de matar,
con sus alas marcadas con hierros candentes,
humeantes aún,
encima de sus pies descalzos,
sin rozar el polvo.
Huyendo unos, matando otros entre alaridos,
truenos, suelos rajados,
ancianos y niños perdidos.
Y en un descuido,
saltó el secreto.
Entonces fue que lo vimos,
todos a la vez.
Estos tiempos de soledades improvisadas,
no me sientan bien.
No quiero aprovecharme del no querer,
libre pétalo frio que callo del manojo y esta helado nuevamente.
Encontraré entonces mis malas intenciones,
que sabrán llenarme el pensamiento roídos de tanto pensarlos cuando he sido uno, acompañado.
Esas tardes que aparecen noches,
fresco que armoniza,
me apropio de mi maldad y descanso del hombre bueno, al fin,.
LXVIII
Cuando alguien pasa y me trasciende,
es que he podido agazaparme,
dentro de otras vidas desunidas,
enredado en un torbellino de almas,
jugando sus mismos juegos,
rezando sus mismas oraciones,
contando sus propias piedras,
y sin embargo,
es cuando siento una verdadera soledad.
Nadie ha descubierto aún,
el registro de verdades,
que he podido esconder,
en un escueto agujero, entre la amalgama de mentiras,
adheridas a este mundo pequeño,
perdido en este universo negro,
viajando a ciegas, con su inmensa soledad,
con un único sol y una sola luna,
solos también.
¿Y de qué estaré cerca,
qué dentro de un breve tiempo,
llenará mis ruidos,
cubrirá con sus manos mis ojos,
dejando sólo, las rendijas de sus dedos para ver?
Qué cambiará de nuevo mis amables mañanas, de gentes y perros.
Un día sabré, qué es esta vida que me toca respirar, alimentar,
dignificar.
Seguiré viajando sobre la alfombra de papel,
continuaré aferrado a mi inspiración corriente,
con el amago de mis poemas,
pensando,
que tal vez lo son.
LXIV
Esta manera triste de recordarte,
comienza siempre a las diez:
Una semilla afilada, hiere la tierra.
La tierra es un brote hueco,
sin nada de colores que salga y salte al vacío, aún.
Siempre a las diez, ella corta mis sueños de ojos abiertos,
como una tijera recién afilada,
en el mismo instante en que la semilla,
decide ser árbol,
todo el tiempo que pueda.
En el mismo borde de lo real, lo psicótico,
es la libertad,
donde ella intuye que puede ser lo que desea, al fin.
Hoy no sale la poesía que quiero.
Se marchan las palabras desperdigadas,
se pierden de nuevo.
Me he asegurado que haya,
un lugar imposible para ellas y regresen.
Un arpón entierra su pico,
hasta el fondo del pez, y dejó este verso herido,
como si las escamas rotas fueran mías,
y el pico del carnicero, libara mi poesía.
LXV
Ese día
Un día haré el nido que quiero,
con mis manos,
enlazaré tallos secos, hojas y pañuelos olvidados,
y de ahí vendrá seguramente, el vuelo.
Un día abriré una flor cerrada sin romperla,
apenas, pronto,
pondré su mariposa en ella.
Olfateará sus pétalos,
sacudirá sus alas,
me empapará del rocío mañanero,
y entonces, y de ahí me haré marinero.
Y sin avisar,
con flores, nidos y remos olvidados,
bajo el sol ligero del amanecer,
por única vez, nos iremos.
Al fin ya no
Ya no estoy secuestrado en ti.
Hoy comienza el pasado mío,
que sí guardaré en un cofre ordinario.
Ya no tengo que salir de tú vientre,
cada día,
delgado y ensangrentado,
solo, con mi llanto de gato en celo,
mis patas mojadas,
escondido debajo de un coche negro
Caudalosas doctrinas de quejidos,
que calaron mis excesos, se traga el fondo.
Ya no tengo que inventarme una ciudad,
con un Cristo con los brazos abiertos,
ni dormiré sobre un encaje negro,
mirando por la ventana, un sol decadente,
que creía,
que doraba mis horizontes…
Hoy ya no.
LXVI
¿Cuánto perseverarán mis palabras,
no dichas,
dentro de todas mis noches?
¿A cuál juego de esta vida estoy jugando?
Mi poesía es un vástago de sombras y palabras,
que yo escondo en el cráter de mi mano,
cubro con la reja de carnes y falanges,
para que no sea vista,
claramente.
El aliento que resulta del coro de mis vacilaciones,
se arrastra suave hasta mi última tarde,
y así, mudo y muerto,
no podré evitar que sepan,
de qué he estado muriendo,
hace tiempo.
Espera
Espera, no te vayas aún,
déjame contar cuántos estáis invitados a mi soledad,
de hielos baldíos y estepas de sal.
Espera, no te puedes marchar sin tocar,
mi espejo vacío.
Déjame creer que comienzo de nuevo,
y que ahora, por esta vez,
sí será cierto.
II
Creo que mi destino se ha estropeado.
Una vez más, un día roto.
Mi pasado no puede encontrarse,
nada de lo que hice ayer me enseña.
Sigo arrestado por los errores de cada día,
esos mismos que me llevan a ti,
sin la debida medida.
III
Las nubes, sólo se posan para morir,
vertiendo su sangre de humo,
y ahí un sencillo
funeral.
Tus recuerdos, secoyas y ballenas,
son cadáveres difíciles de enterrar.
LXVII
Esta no es a única manera de ignorarme,
ya sé que no soy tu oportunidad.
Mandaré un adiós para ver si regresa,
y así dejarte en mí, uso días más.
Si no, sería injusto,
he escrito mucho para ti.
A cada uno
Cada noche tiene,
sus propios pensamientos,
sus propias letanías,
su propia liturgia y agujeros de dolor.
Cada semilla sueña un árbol en su interior,
un sólo pacto, una sola apuesta que ha de ganar,
y elevarse para mirar desde allí, donde calló,
y dónde caerá.
Cada dedo tiene su Japa Mala,
incontables cuentas,
que los enredan y ruedan de uno en uno,
en un solo mantra.
Y los ecos de la traición,
tienen sus propios muros, donde chocarán,
y caerán en el suelo, finalmente,
como un tetris gris y negro.
III
Tus propios insultos,
que conocen el camino hasta mis ojos cerrados,
preguntan:
¿Qué religión se cansa del amor?
“Todas no”.
Lloviznas
Si un día de estos me regalan un poema,
lo guardaré sin abrirlo, para que siempre sea nuevo,
para que no se me acabe, el deseo de leerlo,
Será mi tesoro desconocido,
será siempre el mismo día,
será ayer y mañana, pendiente.
Siempre estará aquí de nuevo,
en este viaje, a la vista de todos,
mi poema secreto.
“Tengo delante, mis viejos poemas.
Unos nacieron ayer,
otros han nacido hoy y otros vienen, después,
camino a mí.”
Es el fin,
¡Silencio!
El último verso va a ser dicho.
Versos de vinilo
Poemas aleatorios
2 de Marzo 2019
(En un futuro), 12/04/2019
Propuesta II Ediciones Europa
“Poemas aleatorios y algún que otro vinilo”,
Autor:
Rogelio Mora Espinosa
“Dedico este poemario a mi madre,
y a ese amago de sonrisa,
que siempre encuentran sus labios,
después del beso y mi frente.
A pesar de todo”
“Encontrar mi poesía,
siempre en la primera letra,
de un grito limpio y lejano.
Encontrarla donde todo sea verdad,
donde no tengas que escoger,
entre flores secas,
y nidos caídos,
de pájaros que se perdieron”
Versos de vinilo
Yo, seguramente soy,
un poeta extraviado, entre versos de vinilo,
Cabalgan ecos remotos.
Buscan el lado infinito,
entre surcos de azabache,
saltan del borde del cráter,
y se lanzan, hacia el mundo.
En secreto
A donde todo huye, huiré yo,
con dos odios bajo el brazo,
igual que los demás.
Cuando muera mi cuerpo,
empezará por mis manos.
Saltará de mi ombligo,
la serpiente azul,
la del celeste brillo.
Eludirá el veneno de hiel,
lo dejará en mi eunuco vientre,
y reptará hasta el árbol más cercano.
Mientras yo me despido,
con mi adiós infrecuente,
sin poder evitarlo,
me abandonarán en silencio,
mis otros pedazos.
Aproximadamente
Hoy es, aproximadamente, un día de marzo,
y quisiera colindar con la realidad.
De ser posible, que se parezca en casi todo,
a la de los que aún ven llover,
olvidando que el agua cala los huesos,
y desordena a menudo, los atuendos.
Hoy escribo, aproximadamente un poema,
que sueña como los demás,
invisibles y codiciosos,
con ser leídos, por ojos, que también,
hurtan atardeceres,
en un puente de concreto, de cualquier ciudad a la deriva,
lleno de gentes arrodilladas, que se empujan, sin rezar siquiera.
Manadas de cláxones, babeantes de rabia,
y cuernos que se encajan.
Berreas de coches en celo,
que luchan por dejar su estirpe.
Hoy es una madrugada diferente,
a la inaudita hora de las 5:11, para mayor INRI.
Y sabes una cosa …,
que yo creo que es verdad que me quieres,
que lo que sospecho no es cierto,
y que la edad no aleja,
aproximadamente,
como dicen …
Los que nuca escribiré.
Los poemas que nunca he de escribir,
sólo son pensados.
Tienen todos los Nilos de tinta,
y sus orillas de papiros,
de antemano,
guardados sólo para ellos.
Hablan de las lluvias distintas.
Las que caen en los tejados,
más tibias.
Las que ruedan por el cristal, más lentas, mirando siempre adentro.
Mas, las que empapan mi cabeza y sus versos apretados,
tienen ese color ausente, de los días cubiertos.
Aguas diferentes lavan mi vida,
y encharcan mi casa.
No temo ahogarme en el jardín,
repleto de gotas mis bronquios,
con la duda de que otros, también,
pudieran morir así.
Sed
El agua está sedienta de lechos nuevos,
los encontrará, con las cercanas tormentas.
Y yo he de hallar como ella,
una próxima vida.
Encontrar una voz que arrastre piedras,
y no volver a querer de nuevo,
otra vez,
quien pueda vivir si mí.
Sueños
Los sueños no tienen sombras,
sólo viven entre almohadas negras,
cuando abro las persianas,
para que la luz penetre,
vienen todos a mirar,
como los mendigos juegan.
Sólo a veces
¿A veces no te pasa que piensas que conoces a alguien,
exactamente,
hace 65 años, doce días y 23 horas?
A mí sí.
Las ventanas quedan abiertas al campo,
y tú recuperas esa libertad silenciosa y taimada,
de voces susurrantes que no dejan huellas.
Suspiros apagados llenos de cautelas,
sigilosos y prudentes.
que no te deja marchar de mis cadenas
enredadas, falsas, blandas,
de las que te separas, cada vez que quieres,
por propia voluntad,
Tú y tu sed
Tú y esa sed de desiertos,
que traes siempre en los bolsillos,
y que dejan mis rodillas secas,
de los llantos de otros, que han zozobrado,
si me cubres con ella.
Déjame mojado de tibias y saladas humedades.
Deja que el tiempo si acaso, las seque,
y si vuelve alguien que fue feliz,
a contarme lo que ya yo había olvidado,
y que conviene recordar,
vuelva a poner sobre mí,
sus historias mojadas.
Amores alados
Se han elevado en el aire,
mil temores diferentes.
Unos van con esa gasa grisácea en el cuello,
y los otros, reptando como serpientes.
Se acercan a mi lado de nuevo,
las mañanas de seda ligera,
el sereno brillar de tu frente,
y tu sonrisa que quedó grabada en mi mente.
Y en tu mirada serena,
se haya el cariño escondido,
cansado de haber extraviado el camino,
y que estés tú aún, cómo dormido.
Miedos y amores alados,
brazos que abrazan de veras.
Tus besos de tierna granada en mi boca,
y yo flotando, como una bandera.
Quedarme hueco
Soy un ave misteriosa,
que no guarda ramas en vano.
¿Para qué posarme?
Dímelo tú.
Ni siquiera tengo un canto,
de mañanas frías.
ni poemas que alaben, mis nidos arrancados.
Ni tan siquiera me conmueven,
las desesperadas hojas, que se lanzan al vacío,
y cubren el sendero con sus doradas muertes.
Haré un nuevo diseño de mí.
Me vaciaré de aburridas letanías,
vanidades inútiles,
que me cuelgan por adentro,
hasta que un día, sin ellas,
quedarme hueco.
I
Mis poemas arrancados,
desmembrados de los otros,
hacinados en un folio,
viven en perenne angustia
viven casi callados,
dentro de una carpeta,
en mi escritorio.
Último deseo
Caen las piedras de mi cara antigua,
ya no soy montaña de ardillas blancas,
de corrientes preñadas por laderas rocosas,
que mastican avecillas.
Caos me aurea, me entorna,
cada vez a menor distancia.
Mi ilusión quiere seguir siendo nueva.
Pero ya vibra el cuenco, me alertan.
¡Acerca el oído al papel!
GGGGGOOOOONNNNN (((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((
¡¡¡¿Lo escuchas?!!!
¡¡¡¿Ahora me crees?!!!
He de encontrar mi último deseo.
Revelación
Hoy voy a revelar,
la realidad mundana de aquella noche.
Tus pasos se acercaron licenciosos,
frotando el suelo.
Recuerdo el olor a heno donde nos juntábamos,
infinitos.
Te seguían, el tufillo almizclero de la vela,
y de muy cerca,
el olor de las estrellas que se queman.
Se desataba la adicción de mis manos por tu cuerpo,
mientras me habitas constante, con tus dedos.
No sé si el gemido es tuyo,
me estremezco.
Se separan nuestros labios, de los besos,
nuestros alientos se alejan.
No me miras.
Soy fácil de abandonar,
me has convertido nuevamente,
en algo ajeno.
Ajustes
En la continua calma matutina,
mi sendero miente.
Sólo explica, los tercos pasos de ayer,
con conjeturas que hoy, inventan así, el pasado que yo quiero.
Es el momento de que resuelva, el extraño enigma,
que enfrenta a mi compasión y a mi vileza.
Abro amplia mi boca,
se asoma el grito.
Saca otra vez,
la rabia que tuve a dentro.
Sobrevuela mis mucosas,
y se pega a mi garganta,
nuevamente,
hasta no sé cuándo.
sobre el panfleto de mi primera historia,
en su tedioso primer acto,
que mira desde el proscenio, la salida,
esperando que termine la función,
que caiga el telón barroco y pesado,
confinado al polvo y al silencio,
a la soledad de bastidores oscuros,
en un puerto de platea,
y alejarse,
en alguna butaca a la deriva.
Gotas
… cuando estoy afligido,
busco el vuelo
de pájaros y nubes …
Mis dedos en lo más lejos de mis brazos,
se mueven,
sin una dirección precisa.
Cansados, a ciegas, sin nada que tocar,
bostezan.
Se desvanece el tacto de mis labios,
la blanda lengua, a penas, cala sus grietas.
Merodeantes gotas de sal, saltan,
desde el abismo de mi mirada quieta.
Y en el fondo de mi cara,
mi barbilla seca.
Luna adoptada
Miro la luna que ha quedado,
en un rincón de mi techo, fuera de la razón.
Es una niña perdida.
Y es también tierra antigua,
que sin querer,
por sus miedos,
mancha las noches de todos,
con esas gotas de plata mojada.
Que no puede obviar,
su sospechada historia.
¡Que más da!
¡Dejadla en paz!
Sólo quiere lealtad en la noche,
sólo pide que cruja el camino,
para saber si alguien se acerca,
y quiera por fin,
venir a buscarla.
Cosmos I
Andar del planeta de huellas azules,
y estola de nubes:
¿Cuántas vueltas quedan?
¿Caes o vuelas?,
¡no mientas!
¿Estamos atados con fuerza?
Zapatos, y sombrero de polos helados,
puzzles de iceberg corroídos,
penden, sobre todo,
de un cósmico hilo.
Cosmos II
El planeta está en mal estado,
no huele a queso nauseabundo,
ni a dinosaurios podridos,
ni a mamutses congelados.
Huele a humo y a desprecio.
Se marcha la compasión espantada,
galaxia adentro.
Sin nombre II
Mi fantasma me duele por dentro,
si recorre las angosturas de mi cuerpo,
Sus telas estorban.
En algún rincón de mi tórax,
se esconde.
Fantasma y alma chocan,
ella siempre pierde, y no es feliz.
Sacaré de mí,
sus sábanas rotas,
Y cuando lo eche afuera,
también caerán mis dudas,
como un fardo, en el sendero.
Fui raudo,
y no pudieron ocuparme de nuevo.
Y ahora, de un gran vacío estoy repleto,
mi alma es pequeña,
y no sé,
con qué quedarme lleno.
Sin nombre III
Después de todo, he de acabar,
ojalá, que dulcemente.
No quiero mencionar ningún nombre,
y que después, falte alguien,
en este mundo instantáneo,
y se lo tome en serio.
No quiero decir: tengo sed,
ni añorar cosas difíciles,
de esas que no tienen todos.
Quiero encontrar mi tijera,
llevarla conmigo,
y con ella podar, solamente,
tormentas.
Cosmos III
Esta tierra que habitamos,
esta gran roca que vuela,
este mi torneado mundo, mi esfera casi redonda,
casi llena de aguas de salados sorbos.
Iceberg de tierra de diablos rojos,
humeantes infiernos de laderas,
si está de parto el planeta,
está sola.
Solo mundo que orbitamos,
solas ingenuas vidas que,
esperan la infrecuente visita,
de otras carnes de planetas azules,
amables engendros ligeros, telepáticas inteligencias,
en platillos petulantes.
El Dios cuántico no responde a nuestros rezos,
ni los rezos que musita Él,
responden,
a los Dioses suyos,
ni los suyos a los Otros, ni los Otros,
a los Demás …
Irreligiosos, ateos Dioses, agnósticos,
perdidos en Universos paralelos.
Rodeados de horizontes que se asan,
abrazados,
con sus Tic Taces descoordinados.
La esperanza de encontrarnos,
va muriendo,
en este complicado entuerto de almas reciclables.
Otras vidas,
no rozarán nuestros terráqueos dedos,
con sus interminables tentáculos.
Ni mirarán la tierra, sus ojos de platos negros,
con sus pies casi en el suelo.
Somos los persibidores,
de un costado de Universo.
Conocernos, nunca,
jamás será posible.
No existen razones cósmicas.
Cosmos IV
En un Cosmos paralelo a éste,
mío y del otro, que soy yo, a fin de cuenta;
no estoy escribiendo ahora, allí, de pie,
en un folio negro,
con la tinta blanca,
de un lápiz de nevado grafito.
En esa Creación, que ha copiado de ésta,
nebulosas, fuegos y traiciones,
tú eres el que me encuentras a la deriva,
y Él es el que me pide mil perdones de rodillas,
y sale de la ermita, cabizbajo,
porque yo no le he dado, lo que me pedía.
En ese, el otro Universo,
casi copiado del nuestro,
al semejante a mí,
hoy lo crucifican.
Agua I
La frialdad de esta noche,
ha perforado,
los tobillos con los que yo quiero escapar.
Mis manos cuarteadas, han hurtado, las arrugas de mis ojos,
y no tienen nada que decir.
Tomo mis mil melancolías,
derramo unos sorbos de agua,
para que no sequen su piel.
Parecen ballenas varadas,
que equivocaron el orden,
que establecieron,
hace mucho,
dunas y corrientes.
… en esa costa, sentado y seco,
sólo escuchaba,
canciones ajenas …,
Al revés
Ese mar termina en cada ola que llega hasta mí,
es muy breve el camino que roza la piel de mis pies.
Se ablanda la arena, en sólo un momento.
Se calcan apenas mis plantas,
y luego, entre estas mareas,
se quedan dormidas, detrás de la orilla del mar,
se despiertan secas mis huellas.
No quedan senderos de viento, de sal, ni de piedras ligeras,
por donde yo pueda huir.
El corazón que envuelve mi pecho,
sólo lo vistes, unos segundos,
por el brillo de un relámpago, que lo dañó,
y lo mostró al revés.
De otra manera
¿Y si no existieran Brujas, Oráculos y Delfos,
y los ritos han sido vanos sacrificios?
La sangre sólo fue por la tierra tragada.
Las espinas sellarían apasionados besos,
los labios de púas llenos.
El agua no ahogaría,
sólo desea que recuerdes, tu pasado de pez,
tu cuello de branquias,
el vuelo sereno,
de cabellos verdes, enmarcando tu cara.
Ni hay noches, ni cometas,
sólo un lento pestañear entre amaneceres.
Los días, doce horas concretas.
No habrían sueños, ni sábanas blandas cayendo sin ganas,
ni almohadas flotando en el suelo.
¿Y el amor…?,
sería sólo eso,
simplemente,
unas … cuatro letras.
… la certeza del río, son sus orillas.
Apenas rectas, apenas curvas,
guardan, los espejos que se mueven.
Sin nombre IV
El agua cuando baja y cruje,
ha sido siempre, muerte y barro,
repetidas veces.
Sólo me gusta la lluvia cuando moja,
el polvo seco del camino,
y lo hace tierra.
Sólo confío en los árboles que miran al cielo,
sin rezar.
… el tiempo, el que no comprendes,
ha quedado,
apartado de la razón …
Extraña dimensión
En un corto tiempo, hoy,
a la velocidad del segundero,
se transmutará en ayer,
lo reemplazará mañana,
y será entonces, ahora.
Y aún sigo sin encontrar,
la coherencia de este poema.
Se desprendieron las últimas escamas,
de mi absurda adolescencia,
64 incompatibles años después;
para que continuara, al menos, vivo y andante.
Y sin embargo, sigo juntando incautos pasos,
por pura supervivencia.
Congregando trazos de caminos,
convocando espíritus que ya no me escuchan,
y me abandonan en un mundo astral;
con un tiempo que se tuerce, poco a poco,
como una cadena de ADN, que se destrenza,
para volver a vincular, sus segundos y minutos,
con ahoras y ayeres;
para siempre.
Mi avatar,
necesita una boca con más labios,
se revela un sólo beso en la mañana.
Libero mis dedos de pesados anillos,
esos grilletes pequeños, ruedan,
debajo de mi cama antigua.
Aparto la frontera de telas
que impedían,
que se derramaran exactas,
todas las frutas,
que estaban de espaldas a mi ventana,
y tomo, la que está más vedada, prohibida.
Necesito más párpados que amurallen mis ojos,
me deslumbra el día.
Con unas pocas gotas de sol, veo justo, lo que quiero ver.
Cambiemos de tema …
Señálame el lugar donde nunca, hemos hablado de poesía,
quisiera morir allí,
… y en otros sitios también.
Deberíamos morirnos varias veces,
ese día.
Vinilo III
Esconde la noche su llanto,
esparce el rocío su brillo,
se despierta mi cariño.
Yo no sé si lo entretenga
o desate con la magia
su libertad deseada.
Tengo miedo que se marche,
y en la parte de la tarde que anochece,
llegue, busque y no lo encuentre.
¿Qué le digo yo a mis dedos
que secuestran sus cabellos?
¿Cómo digo al tropel de nuevos versos,
que ha llegado el triste invierno?
¡Ay cariño casquivano,
no te marches!,
a mi lado tendrás siempre fiel mis manos.
Inventaré roces nuevos,
y cuando abras los ojos,
y la noche se haya ido,
y el rocío sea opaco,
cual valiente Sherezade,
te tendré algún cuento nuevo.
Sempre il mare
Mi mar es de cicatrices.
Flotan todas. Van chocando esos tatuajes grises.
Aunque pesan, no se hunden, me persiguen.
Yo quiero escaparme de ellas,
y ser conducido,
por las profundas mareas.
Que las corrientes inmensas, oscuras y polvorientas,
me arrastren, me alejen.
Que no dejen que mi ancla se entretenga mucho tiempo,
entre las absurdas piedras.
… como si fuera un vencejo,
nuca más me posaría,
si me levantara, el viento …
Una vez más
Mis brazos, inútilmente recogidos,
persisten en volar,
se agarran a un viento distraído,
que me mira,
y me deja caer, una vez más.
Tú sigues flotando,
inalcanzable,
con ese trepar enjuto, arañando el aire.
Desde abajo, se ven tus pies.
Han quedado bien, lavados con vino.
Oscuros, fundidos de fango y de limo,
están los míos.
Ojalá que el tiempo tropiece
y estallen sus cuerdas cuánticas,
y así quedarme sentado,
en esa abstracción que no entiendo,
y no esperarte, otra vez,
para siempre
Existen
Las hadas vuelan.
Apenas se nota el batir de alas,
transparentes sedas repletas de caminos.
Su magia, está en sus dedos,
delicadas varitas empolvadas de oro puro.
No quiero ser hada,
sólo sus alas de noche.
Quiero ver techos dormidos,
extraños manteles de cuadros,
silenciosos,
apagados…
Y saber que existen,
sólo esa vez.
Lloviznas de Vinilo
Ahí va el sendero mío, (entiérrame en él),
camino de agua y lodo,
y el ungüento de tus pies.
Que no levanten la tumba, que se detienen las ruedas,
¿no lo ves?,
pero sí dejas pasar naufragios,
que sean de agua
y labios, esta vez.
Mi poesía se vierte, si un golpe le drena el pecho.
Saltan, los farsantes acertijos,
canas secas, y los amores que dejé de lado,
o extravié.
Repleta de pensamientos, mi frente se ha acostumbrado,
al polvo, a palabras sueltas,
y a los papeles del sesto,
estrujados con mis manos.
Rodéame como un pañuelo, todo el cuello,
no pienses que es desaliento,
mi rostro, que es muy porfiado,
hace tiempo que está serio.
No encontré nunca lo idóneo,
buscando me he vuelto viejo,
ya no quiero mi sombrero,
porque el sol, lo llevo dentro.
Es un capricho que tengo,
vivir siempre en las tardes,
sin la luna y las estrellas,
se vaciarían mis poemas.
Si he de morirme primero,
que nunca sea en la noche.
Me ponen flores silvestres,
las pequeñas más comunes,
y que el monte se dé cuenta,
quiero irme sin reproche
Parecidos
Hay algún parecido,
entre el agua y yo.
Siempre huyendo los dos.
Sube un día, vuela al cielo negro,
pesa como un mundo y cae sobre el mundo que espera.
Duerme en la montaña yerta,
y gota a gota, rueda.
Deja en el camino muerte y vida.
Un día, llegará a mi boca,
como si no tuviera historia.
Me sabrá a ahogados, a verde,
a redes y a algas muertas.
Vuelve agua mía,
que se alce libre tu niebla,
vuelve al cielo,
y si quieres,
vuelve a caer sobre la roca,
y hazte un millón de gotas,
otra vez.
Tedioso ritual
No entiendo tus versos,
sí el estribillo de las horas,
su ritual tartamudeo de segundos y minutos.
No comprendo tus inviernos.
Sí las dunas y su seca ingravidez de pensamientos dorados.
Mi corazón desvaría.
Soy hoy rutina.
Mañana tal vez,
desnudo, seco y solo …
Tedioso ritual para siempre.
No más ofrendas
Afortunadamente, despegué,
las últimas ofrendas que llevo encima,
exageré ingenuo de fe, mi juramento.
En el tirar, se levantó mi piel entera,
y corrió una enorme lágrima por mi espalda.
Se acabaron las supersticiones que idearon otros,
ya no me quedan divinidades en los cajones,
que sustituyan los dioses gastados, opacos.
Mi boca quedará libre de rezos,
y mi cabeza, ya no mirará más hacia arriba,
y ya no esperaré la resurrección cuando esté muerto.
Ya sé, pero …
Ya he tocado las esferas del rocío con mis dedos,
las he hecho una, han rodado hasta el mismo borde de lo verde,
han raptado a otras,
y han caído al suelo…
Pero no he palpado nunca
el propio vuelo,
¿Dónde se aprende?
¿Desde aquella rama de hojas torcidas?
Ya sé que primero, hay que ocuparse del mundo.
Pero ya estoy encima del árbol, observo los ojos negros,
de un ave que huye, mientras yo aprendo a saltar al vacío.
Abro los brazos, bato con rapidez, ayudan mis manos,
y está al tanto, todo mi cuerpo …
Sí, ya sé que hay que ayudar al mundo,
apretarle sincero el corazón,
que está repleto de olas de magma,
que lo queman por fuera y por dentro …
Pero ya me he elevado,
ya pasan los campos debajo del cuerpo,
el viento silva,
dentro de mi pelo.
Ya no descenderé jamás,
moriré de frío y de sed.
Pobre mundo que sólo puede dar vueltas y vueltas,
pobre mundo que no puede posarse,
y se muere solo, cada día,
eternamente.
Cosmos IV
El planeta está creciendo, a costa de la húmeda basura.
Y nosotros mientras tanto, morimos por fuera,
probablemente.
Recuérdame que no debo morir en cualquier parte,
si se me olvida.
Y si queda,
algún verso inconcluso tras de mí,
no dejes de mirarlo,
mientras puedas.
Inventario
Cuántas desconcertadas pisadas quedan,
con cuántas caeré de bruces,
y fundirán mis rodillas con la tierra.
Mis brazos alzarán mi cuerpo de suelo y polvo,
a la altura de mi espalda,
con sus siglos de paciencia amontonada,
en un orden absurdo,
desconcertadas caerán,
sobre el viejo miedo al fuego,
quemándola.
Olvidaré, las veces que me han olvidado
solo y desnudo,
qué oraciones he rezado, en mi rincón,
y en cuál he pedido caridad.
La rutina de mi ira, esta vez,
la tendré en cuenta.
Mi ego quiere saber el final.
L
El viento entró por otro sitio,
no fue igual que antes,
igual que otros días.
Vacío de cada recuerdo parecía.,
LI
Ahora vivo en lo lejos,
viejos días, repetidos y cansados,
me llevaron al final.
Si vinieras,
apartaría las algas que no dejan ver,
el segundo horizonte.
Los caminos de arena,
hablarían de ti,
como si fueras, todas las pisadas de la orilla.
Mar arriba, mientras pienso,
una nube y un pájaro,
no se cansan de volar.
Ella va cubriendo el sol, y él,
sólo desea que llueva.
Y yo,
a menudo, algo negro cubre mi corazón,
y no lo puedo ver apenas.
Insomnio
La noche rozó mi ventana,
y ya no pude dormir, ajeno a ella.
Detrás, un olmo de canas verdes, cuenta;
mis miles de vueltas, sobre la llanura blanca.
Yo iba viajando a los últimos días,
y ya no pude dormir.
Mi lámpara,
entre los libros y fotos de simuladas sonrisas,
en la polvorienta repisa,
provoca a las sombras.
Una nube mira el árbol, que absorto está en mi ventana.
Nube y el mismo flotar,
va dejando un rastro de retazos blancos,
que abandona sin titubeos.
Deberían de llover pájaros sin vuelo,
tan sólo un día,
para que se queden y cuenten,
historias de las alturas.
Los troncos fueran de agua,
y así no se abracen, por las manos venenosas.
Y las olas, de hojas secas,
sólo un murmullo sereno en las negras tempestades,
sobre arenas de semillas blandas …
y yo sin poder dormir.
Mi cama muere lentamente,
se pega en el suelo su sangre blanca.
Ya no podremos trotar, sobre cordilleras de telas y junglas de pesadillas.
Mis soledades asechan por detrás de las almohadas.
Bajan al ras las cabezas y luego saltan.
Yo ya sobre espinas de hielo,
que me trotan espalda dentro.
Huye la noche, sin comprometerse y la luz ronda,
se va apagando mi lámpara,
y se ordenan mis suspiros,
el sueño ha huido de mi frente …
Tal vez será así,
quizás así será,
sólo hoy, seguramente.
LIII
“El árbol se quita en otoño, su pardo abrigo,
y lo extiende sobre la tierra,
como una manta sobre la madre buena.
Ella se queda en silencio,
y espera paciente a que se duerma.
Y cuando empieza a soñar con flores y abejas,
teje uno, en tierno verde, de ramas nuevas,
y se lo regala en primavera.”
Yo soy un océano que avanza con olas distintas,
parece.
Así comencé esta vida de sal.
Las promesas que se olvidan,
salen desde mí,
y luego,
sólo regresa en silencio, su espuma maltrecha,
de esta guerra de barcos y truenos.
Arrecifes abandonan mis entrañas,
me he vaciado de piedras.
Me abandonan las rocas,
como si las hubiera secuestrado una de estas noches.
Elevan las aguas, a la superficie remota,
a mí, y a esta edad de dolores todos,
de esqueleto que se asoma por los hombros.
Ya se mueve todo,
se mezclan crujidos de barcos y graznido.
Y mientras vuelven las redes a colar las aguas,
no sé si tú haz olvidado que estoy vivo.
Cuarta dimensión
Pintado un raído mantel, sobre la mesa.
Tropel de cartas en sus manos secas.
Barajar continuo del orden de la vida.
Cortan mis manos sobre heridas secas.
Se esconden los cartones de cabezas invertidas,
murmuran entre ellos, asechan.
Extrañas posturas,
de miradas veladas.
Espadas, locos, magos y colgados,
diablos y ermitaños,
muerte inexpresiva.
Manos que reparten noches,
casi nunca días.
Oráculo sereno, silencio implacable.
Ingravidez de cartas, cuelgan mudas.
Flotando el destino sobre la mesa.
Vaticinio.
Plagas de tristezas se posan,
lentamente abren las bocas,
y sobre el mantel …
sentencia.
LVII
Nací con el rugir de la lluvia golpeando el hormigón.
Mi llanto apenas empujaba mi boca abierta,
roja o rota, para siempre.
Por eso he devuelto,
mil tristezas puras,
con tanta abundancia,
que cualquier estación parece otoño.
¿Por qué parte de mi cuerpo he empezado a morir?
No quiero llegar tarde a la muerte,
llevando este cuerpo frágil.
Se escuchan estertores,
lucha fiera entre pecho y alma.
Arrinconada,
que habitó por dentro,
cuando era tibio y latía emocionado.
Un día saldrá el alma vieja,
y parasitará un pecho nuevo y justo,
tibio pecho, ingenuo pecho de aprendiz.
LXIII
Mi sueño es un fraude blanco, que aparece,
cuando las
respiraciones son tranquilas, y apenas suben el tórax.
Mis ojos serrados.
Pero toca mi aliento y mira hacia arriba,
¿no ves encerrado el húmedo brillo adentro?
LXI
Mis dogmas se han cansado de tu amor.
He hecho un hábito de ti,
de esa esquina,
de tu beso que nunca llegó,
que ha olvidado, exactamente,
el camino hasta mi boca.
Parkinson
Mis pies sobre el suelo, para qué.
Mis manos sobre el teclado, se dispersan.
Mi boca abierta después de una bofetada,
deja que salga, la lava ardiente.
Se ha escapado el sabor de mi lengua perdida.
Se extravía el olor.
Las palabras ya no salen raudas.
Se posan, pajarracos en mi boca,
se pegan, por un grano de maíz,
caen sin más con un leve cacareo.
Soy estatua de sal,
con lágrimas que se mueven.
Mas …., mis dedos, sin embargo, parecen distraídos,
y que sólo vibran, al azar.
LVII
Un laberinto de almas ciegas,
es esta vida,
chocan unas con otras,
se empujan groseras,
mientras buscan, la urbana salida.
Riñas de fangos, se pegan,
sedientos de llenar bocas.
El barro, de todos los rojos ungidos,
cubre los cuerpos que no escaparon,
que no escaparán,
arañados cuerpos.
Uñas rellenas de jirones tiernos,
sin saber que ya no hay puertas.
Ya la tierra los cubre, se mueve por dentro.
En los laberinto perfectos,
esta selección natural:
¡Vivan los muertos adaptados!
¡Mueran los muertos delgados!
No es la neblina que confunde,
aún arderán las piras,
algún tiempo.
LVIII
El agua deja un rastro de humedad,
y un brillo de azogue o plata,
no sé yo.
Debajo del negro sustrato, bebió la raíz.
Sueña con cabellos largos y flores prendidas,
caídas de las ramas altas.
De noche,
las olas de tierra rompen contra su corazón.
Sólo lámparas pequeñas se mesen,
en un cielo ordinario de cemento.
Revolotean ángeles con alas nuevas,
y túnicas que se enredan entre ramas torcidas.
Sus manos sucias y bellas,
se posan en cada piedra.
Antes del sueño, todo en silencio.
Rezan sus cuatro oraciones,
hablan de ráfagas, nevadas, y árboles desnudos.
Mira un cartel que pone, “Invernadero”.
No lo entiende,
suena a tristeza perenne,
pero saben que la vida y la libertad,
son amplias alas,
a cada lado estiradas,
de un mismo pájaro,
siempre.
LX
Hundido en el suelo,
callado y oscuro,
abrazan los musgos,
al oscuro pozo.
Soledad del ojo del cruel Polifemo.
Lecho del ahogado que murió primero.
Todos los abismos,
todos los caminos al Averno.
Se escuchan los pasos de dos bellas Ninfas,
que van a por agua.
Y el oscuro espejo de tinta, las tienta,
que arrojen sus almas al fondo.
Se lanzan las ninfas,
el vuelo es eterno.
Flotan cabelleras e ingrávidas sedas,
que caen suavemente en el blando fondo.
Hades las rescata. Corinto las lleva.
Todo queda quieto.
Vuelve el negro brillo,
del espejo roto.
Sólo a mí
LXII
No tengo tiempo para descifrar mis sueños,
no me es rentable.
No quiero ser el intérprete,
de esa vida de almohadas,
atrapada entre brumas,
y pálidos estambres.
He de aplastar aún, flores y lunas,
para que no se abracen a mis versos.
¡Pero las alas y el viento, no!
No yacerán destrozados!,
no han sido ellos los que revelaron,
el secreto del vuelo,
que quieren todas las cosas,
que anhelan transitar abismos.
Fue el descuido, de hace tiempo,
de aves y Dioses,
cuando huyeron asustados,
de los Dioses nuevos.
Nuevas vestiduras, nuevos cetros recién forjados,
nuevas maneras de matar,
con sus alas marcadas con hierros candentes,
humeantes aún,
encima de sus pies descalzos,
sin rozar el polvo.
Huyendo unos, matando otros entre alaridos,
truenos, suelos rajados,
ancianos y niños perdidos.
Y en un descuido,
saltó el secreto.
Entonces fue que lo vimos,
todos a la vez.
Estos tiempos de soledades improvisadas,
no me sientan bien.
No quiero aprovecharme del no querer,
libre pétalo frio que callo del manojo y esta helado nuevamente.
Encontraré entonces mis malas intenciones,
que sabrán llenarme el pensamiento roídos de tanto pensarlos cuando he sido uno, acompañado.
Esas tardes que aparecen noches,
fresco que armoniza,
me apropio de mi maldad y descanso del hombre bueno, al fin,.
LXVIII
Cuando alguien pasa y me trasciende,
es que he podido agazaparme,
dentro de otras vidas desunidas,
enredado en un torbellino de almas,
jugando sus mismos juegos,
rezando sus mismas oraciones,
contando sus propias piedras,
y sin embargo,
es cuando siento una verdadera soledad.
Nadie ha descubierto aún,
el registro de verdades,
que he podido esconder,
en un escueto agujero, entre la amalgama de mentiras,
adheridas a este mundo pequeño,
perdido en este universo negro,
viajando a ciegas, con su inmensa soledad,
con un único sol y una sola luna,
solos también.
¿Y de qué estaré cerca,
qué dentro de un breve tiempo,
llenará mis ruidos,
cubrirá con sus manos mis ojos,
dejando sólo, las rendijas de sus dedos para ver?
Qué cambiará de nuevo mis amables mañanas, de gentes y perros.
Un día sabré, qué es esta vida que me toca respirar, alimentar,
dignificar.
Seguiré viajando sobre la alfombra de papel,
continuaré aferrado a mi inspiración corriente,
con el amago de mis poemas,
pensando,
que tal vez lo son.
LXIV
Esta manera triste de recordarte,
comienza siempre a las diez:
Una semilla afilada, hiere la tierra.
La tierra es un brote hueco,
sin nada de colores que salga y salte al vacío, aún.
Siempre a las diez, ella corta mis sueños de ojos abiertos,
como una tijera recién afilada,
en el mismo instante en que la semilla,
decide ser árbol,
todo el tiempo que pueda.
En el mismo borde de lo real, lo psicótico,
es la libertad,
donde ella intuye que puede ser lo que desea, al fin.
Hoy no sale la poesía que quiero.
Se marchan las palabras desperdigadas,
se pierden de nuevo.
Me he asegurado que haya,
un lugar imposible para ellas y regresen.
Un arpón entierra su pico,
hasta el fondo del pez, y dejó este verso herido,
como si las escamas rotas fueran mías,
y el pico del carnicero, libara mi poesía.
LXV
Ese día
Un día haré el nido que quiero,
con mis manos,
enlazaré tallos secos, hojas y pañuelos olvidados,
y de ahí vendrá seguramente, el vuelo.
Un día abriré una flor cerrada sin romperla,
apenas, pronto,
pondré su mariposa en ella.
Olfateará sus pétalos,
sacudirá sus alas,
me empapará del rocío mañanero,
y entonces, y de ahí me haré marinero.
Y sin avisar,
con flores, nidos y remos olvidados,
bajo el sol ligero del amanecer,
por única vez, nos iremos.
Al fin ya no
Ya no estoy secuestrado en ti.
Hoy comienza el pasado mío,
que sí guardaré en un cofre ordinario.
Ya no tengo que salir de tú vientre,
cada día,
delgado y ensangrentado,
solo, con mi llanto de gato en celo,
mis patas mojadas,
escondido debajo de un coche,
Torrenciales doctrinas de quejidos,
que calaron mis excesos, dejo atrás.
Ya no tengo que inventarme una ciudad,
con los brazos abiertos,
ni dormiré sobre un encaje negro, que ha marcado mi cara,
no se sabe el tiempo,
mirando por la ventana, un sol menguante,
que creía,
que doraba mis horizontes.
Hoy ya no.
Tal vez muerto
¿Cuánto perseverarán mis palabras,
no dichas,
dentro de todas mis noches?
¿A cuál juego de esta vida estoy jugando?
Mi poesía es un vástago de sombras y palabras,
que yo escondo en el cráter de mi mano,
cubro con la reja de carnes y falanges,
para que no sea vista,
claramente.
El aliento que resulta del coro de mis vacilaciones,
se arrastra suave hasta mi última tarde,
y así, mudo y muerto,
no podré evitar que sepan,
de qué he estado muriendo,
tanto tiempo.
13
Espera
Aguarda no te vayas aún,
déjame contar cuántos estáis invitados a mi soledad,
de hielos baldíos y estepas de sal.
Espera, no te puedes marchar sin tocar,
mi espejo vacío.
Déjame creer que comienzo de nuevo,
y que ahora sí será cierto.
II
Creo que mi destino se ha estropeado.
Una vez más, un día roto.
Mi pasado no puede encontrarse,
nada de lo que hice ayer me enseña.
Sigo arrestado por los errores de cada día,
esos mismos que me llevan a ti,
sin la debida medida.
III
Poema sin nombre
Las nubes, sólo se posan para morir,
vertiendo su sangre de humo,
y de ahí un sencillo
funeral.
Tus recuerdos, secoyas y ballenas,
son cadáveres difíciles de enterrar.
.
LXVII
Esta no es a única manera de ignorarme,
ya sé que no soy tu oportunidad.
Mandaré un adiós para ver si regresa,
y así dejarte en mí, uso días más.
Si no, sería injusto,
he escrito mucho para ti.
A Marta C.
Cada noche tiene,
sus propios pensamientos,
sus propias doctrinas,
su propia liturgia y agujeros de dolor.
Cada semilla sueña un sólo árbol, sin podar en su interior,
en un sólo pacto, una sola apuesta que ha de ganar,
y elevarse, para mirar desde arriba, donde calló,
y dónde caerá nuevamente, al final.
Cada dedo tiene sus cuentas en un Japa Mala.
Que las desheredan y empujan por el hilo, de una en una,
para que no se pierdan con el eco de madera,
que tiene el mantra.
Y la resonancia de la traición,
tienen los propios pechos, donde topará,
caerá perpleja,
y se ajustará en el suelo, finalmente,
como un tetris gris y negro.
Maltrato
Tus propios insultos,
que conocen el camino hasta mis ojos cerrados,
preguntan:
¿Qué religión se cansa del amor?
-“Todas no”…
¡Sólo la tuya!
Cubrí mi cara con el escudo de mis brazos.
Y pensé con miedo a que me escuchabas.
Y así fue…
Otra ves, te pones a pintar sobre los gastados manteles de mi piel,
tatuajes celestes a granel,
que sólo durarán unas semanas…
otra vez.
Lloviznas
Si un día de estos me regalan un poema,
lo guardaré sin abrirlo, para que siempre sea nuevo,
para que no se me acabe, el deseo de leerlo,
Será mi tesoro desconocido,
será siempre el mismo día,
será ayer y mañana, pendiente.
Siempre estará aquí de nuevo,
en este viaje, a la vista de todos,
mi poema secreto.
“Tengo delante, mis viejos poemas.
Unos nacieron ayer,
otros han nacido hoy y otros vendrán, después,
camino a mí.”
Es el fin,
¡Silencio!
El último verso va a ser dicho.
Versos de vinilo
Poemas aleatorios
2 de Marzo 2019
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