Mi broma mensual: ¿Carro volador o avión que rueda?

Mi broma mensual: ¿Carro volador o avión que rueda?

Arte Lancelot

01/12/2024

Mi broma mensual:

¿Carro volador o avión que rueda?

Actualmente todos tenemos un avión en el garage, pero hace un par de décadas lo que teníamos era un carro volador.

¿Para que queríamos todos un carro volador? Por la extravagancia de un tico que pretendía que los aviones se parecieran a los carros. ¡Que tontería!

Nosotros, los costarricenses de principios del siglo XXII, conocemos bien la verdadera historia del carro volador que fue inventado aquí en Costa Rica. Pero por culpa de un problema de diccionario, solo los ticos lo creemos.

El problema del diccionario a los que me refiero fue culpa de su inventor, José Contreras, que a la sazón era bien presumido y odioso. Según él había inventado una cosa superestupenda. El tal carro volador, como le llamaron cuando salió al mercado, era pura chatarra móvil. Ni remotamente como los que usamos ahora. Era más ruidoso, incómodo y repleto de defectos.

Por supuesto, que al tal armatoste no fue del gusto de los usuarios costarricenses. Para ponerlo peor, la actitud arrogante y odiosa de su creador que se creía la mamá de algún superhéroe.

No podríamos los ticos llamarle al invento por su nombre correcto y todos insistimos (sí todos, no se vayan a quitar ahora) en darle su merecido. Etiquetamos al chunche ese, con el modesto apelativo de «avión que rueda».

O sea, José Contreras no le había enseñado a volar a un carro. Simplemente había logrado una pequeña modificación de un pequeño principio ya bien conocido por los hermanos Wright.

Con toda humildad admitimos que en nuestra patria no habíamos inventado nada. Con tan poco originalidad que tampoco valía la pena comprarlo. ¿Para qué comprar? no servía esencialmente para ninguna otra cosa; sino para que un avión rodara por carretera poniendo en peligro la seguridad de todos nuestros amados compatriotas.

Insistimos que el nombre del avión que rueda debía decidirse con un censo y que José Contreras no tenía derecho a creerse señor y dueño del diccionario.

El censo por supuesto lo ganamos los ticos. Así las cosas el invento pasó a llamarse avión que rueda. La decisión se respeto en la mercadotecnia, en las patentes y en todo lo demás que interese…

La empresa quebró y el cuento seguramente hubiera terminado así. Pero a los pocos años los países ricos y poderosos sacaron un modelo muy parecido. Ya se lo podrán imaginar sin que se los describa. Crearon una verdadera joya, fabulosa y fantástica como siempre… 


Ver también: Mi broma mensual, Arte Lancelot

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS