Yo, Fabián, creo que mi propósito de vida es la paz: vivir en ella, crearla, sentirla. Obviamente, eso es imposible, pero ¿qué mejor propósito que aquel que es inalcanzable? Aquel que tanto anhelas, pero sabes que nunca tendrás, y aun así persigues y persistes en encontrar. Yo no lo veo como algo triste ni mucho menos deprimente, lo veo como algo esperanzador que me mantiene a flote y activo. Pienso que podemos encontrar la paz en la adversidad, en aquellos momentos que nos hacen pensar una y otra vez, hasta que nos damos cuenta de que son inevitables y que forman parte del andar de «la máquina». Ya sean buenos o malos, tristes o felices, todos son parte de «la máquina». Por lo tanto, la paz es algo extremadamente fácil de encontrar, pero imposiblemente difícil de ver o incluso de reconocer.
Algunos encuentran paz en la estabilidad, otros en el amor o la amistad. Yo la encuentro en momentos conmigo mismo, en los que pienso una y otra vez sobre los mismos conceptos, pero no de forma redundante, sino redescubriéndolos a ellos y a mí mismo constantemente. Eso me hace sentir, más que paz, felicidad. Pienso que uno de mis propósitos, o parte de mi propósito, es descubrir la infinidad que remanece dentro de mí. Siento que hay tanto de mí que conozco y tanto que no; es como un universo por descubrir. Quisiera que los demás encontraran esa paz que yo consigo en mí y en otras cosas. Es extraño, es como si estuviera en todos lados, no yo, la paz. Es como si todas estas pequeñas y grandes cosas contuvieran un infinito dentro de sí, una incógnita irresoluble, un acertijo universal. Por pequeñas y grandes cosas me refiero a todo lo que nos rodea y cómo esto acontece indirecta y directamente sobre nosotros y los demás. Pienso que este acertijo es tan amable, y que su constante búsqueda de significado nos sacia, o al menos a mí.
Solía pensar que pensaba demasiado, y me di cuenta de que era cierto. Pero también descubrí que eso no era algo malo; de hecho, encontré paz en ello. Solía pensar que la vida era injusta o aleatoria, y encontré paz en eso. Solía pensar que estar solo era malo, y encontré paz en eso. Con el tiempo, descubrí que todo lo que nos pasa es una oportunidad, y que no es ni malo ni bueno, es solo un momento que ocurre una vez. Por eso, cada vez que algo sucede en mi vida, memorizo cada detalle, cada sentimiento, cada emoción, cada reacción. Me imagino en el futuro recordándolo, y eso me hace feliz y encuentro paz. Descubrí que la paz, realmente, al final de todo, es una elección, al igual que ser feliz. Sí, claro, nos pueden pasar cosas horrendas, estrepitosas, o maravillosas y de ensueño. Yo digo que hay que vivir todo eso, reconocerlo, no reprimir nada, ser honesto y sentir lo que se siente, pero recordar al final que es parte de vivir, que es parte de la vida. La vida es una sola, y hay que vivirla con fervor y pasión, sentir al mil por ciento cada cosa que nos ocurra, descubrir todo lo que esté a nuestro alcance y buscar incluso más allá, porque la vida en el universo tiene el mayor privilegio que se podría delirar, además de siquiera existir: la vida en el universo puede presenciarlo, conocerlo, amarlo e incluso odiarlo, pero al fin y al cabo, vivirlo.
Mi propósito de vida es vivir.
OPINIONES Y COMENTARIOS