Esqueleto despistado

Ambivalencia entre el tu, y la suposición de quien maneja estas artes.Es tan complejo no seguir tu naturaleza.

No fluir relajada al viento.


Se que se aproxima, y rozarle me extremece.

Seria fascinante verle. Sentirle, más no es él.

No hay chispa, no brillan mis ojos.
Tenso los músculos del rostro.
Esto no fue. Ni me pasó.


¿Y si me frizo?
Y si pido a gritos saber y entender por qué mis pies posan tranquilos en el tapete.

¿Será la necesidad ambigua de sobrevivir a toda costa?

Me contento con saber que seré deseada.

Que gozaré los placeres de la vida.

Que viviré.

Que todavía tengo la esperanza, de seguir siendo yo después del acto.


Su aroma me asquea.
Ver su miniatura silueta me hace voltear hacia donde veo nubes y carros.

Carros que siento que enfocan sus faroles hacia mi avergonzada escena.


Vivo de tabúes.
Es impotente sentir que estoy retrocediendo varios años atrás.

Que mi estima no aprendió nada.
Que vendo mi alma a la ilusión de dos monedas,
que chocan con el cristal y entre sí.


Bocado no falta.
Prendas que acurruquen la piel.

Entonces,

¿Qué me trajo aquí ?

¿Qué mal pensar sucumbió a la tarea de saludarle?
De tocar su puerta.
De entregar los códigos para abrirle las piernas.

De cerrar los ojos y sentir que el viento escribe una melodía.

Que continúa un patrón.


Hoy retosa mi cuerpo entre mis sábanas.

Escapé por la rejilla de una majestuosa actuación.

Se habrá hecho el loco,
o mis ojos reflejaron la agonía de un invento.


No sé, pero fue lo mejor.

Aguantar su roce, soportar su respiración. Ver pasar las horas eternas… ¡Que agonía!

Que tortura me impongo en una cárcel sin rejas.

Me digo que soy quien vive la vida que quiere vivir.
Entonces no entiendo si acaso quise estar aquí.

Y si no, tonta ilusa avergonzada.
Nadie te tiene amarrada.


Que alivio no ver su nombre en todo el día, presente en mi pantalla.

Que liberador saber que no sujetará mi cintura en esa pose.

En ese latir fingido.
En esa imposición que viola mis argumentos.
Que irrita mis pensamientos.
Que fugó por un instante este momento…
Y me puso tu rostro en mi mente.


¿Qué será?
¿Qué buscando compañía llenamos nuestro espacio de soledad?
De vacíos sin sentidos.
De existenciales huecos sin fondo.


La avaricia y la sostenibilidad que idolatra el dinero,
No puede prender el farol de mi alma.
No puede pintar de azul este cielo.


Me rindo al casual instante en que entrego lo visible.
Lo que adorna y cubre quien realmente soy.

Hoy reconozco que fui valiente.
Que nadie como yo pudo reconocerse.
Entenderse.
Admitir que ese no era el instante que quería vivir.

Que no se supone se sentiría así.
Que sin el motor del amor, en vano crecen los árboles.

Se desperdicia cada gota de este río.
Pierde el tiempo el roce de este frío.
No se mueven las olas de estos mares.


Hoy.
Renuevo mis ganas de que lo casual, no sea normal en esta vida.

Ahora. Entiendo con cual impulso palpita mi alma.

Mañana. Vuelve a brillar el esqueleto despistado.

Talvez. Mis labios digan un te amo.

Posible. Que enmarque a los ojos de todos que estoy feliz.

Que no tengo miedo.
Que puedo mostrar que de noche hay sereno.
Que de día hay lluvia.
Que el sol me perdonó.

Que quiso agobiar la soledad del aposento.
Que buscó dentro de mi un alma.
Que no se perdió.
Que mi triste intento llegó a casa.
Que un alma difusa se enamoró.
Que olvidando el palabreo’…

Se rindió.

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