Basificación a los artistas en México.

Hablar de certidumbre laboral, es sinónimo de vislumbrar con claridad la calidad de vida deseada, dadas las condiciones que los empleos en nuestro Estado (siendo perceptible) generan suficientes incomodidades e insostenibilidades para procurar el sustento familiar, la estabilidad económica, o la realización personal para quienes no cuentan con una base laboral (el llamado “tener un trabajo seguro”). Efectivamente, esta certidumbre depende totalmente, de los sueldos adquiridos o ganados por las funciones realizadas en una institución o empresa. A ello, sumo mi defensa en que, en algún punto de la historia colimense o mexicana, se presupueste un fondo sustentable para la creación de un sindicato de artistas o de basificación de los mismos. Esta iniciativa no sólo proveería de tranquilidad a quienes fungen en el ámbito de la promoción cultural, además, solidificaría alianzas artísticas capaces de fortalecer la difusión de las bellas artes en la entidad o el país.

Coincido en que puede resultar complicado, planificar un techo presupuestal ante la diversidad de asuntos prioritarios (como seguridad, educación, salud, economía) que son parte de la responsabilidad institucional de un gobierno, pero es menester señalar, la seguridad laboral es también punto focal de las agendas políticas, y en el rubro de la cultura, este sector se encuentra un tanto descuidado en relación con la solvencia económica de su trabajo. Los artistas merecen este tipo de certidumbre, por los años trabajados y por la naturaleza de su empleo. Sin embargo y sin intención de crear suspicacia o rencilla, cabe señalar que en alguna ocasión, lamentablemente, tuve una conversación con un funcionario público hace unos años, quien emitió una opinión despectiva a sus tareas y personalidades donde fuesen señalados como “vagabundos” o “mendigo” o “indigente” – “que era su estilo de vida, y por tanto así les gusta vivir a ellos”.

Además de mi rección llena de enojo por tan vil opinión (no pude disfrazar con hipocresía mi mirada) me pareció de ese funcionario opinar con menosprecio clasista, y desprecio a las labores artísticas considerándolas como desdeñables. Yo no lo bajé de catalogarlo como ignorante, cuando menos. No merecía menos este ciudadano. Pero este es un indicador de cómo lamentablemente se le mira al artista en múltiples esferas sociales. Nadie dedicado a este rubro merece este trato, ni tampoco prejuicios, ni minimizarlos. Gracias a los promotores de las bellas artes, una sociedad puede mencionarse como evolucionada.

Recobrando el punto, reitero entonces, la basificación del trabajo de los artistas debe ser tarea primordial en las agendas políticas, honorificando sus años de servicio a un gobierno estatal y dignificando sus tareas mediante un sustento económico permanente. Jamás dije dádivas bajo populismo, acabo de mencionar remuneración digna por su trabajo, y que los méritos se vean reflejados en un salario estable. La sostenibilidad de los recursos económicos puede discutirse en aras de la resolución disponible de insumos financieros. Es decir, analizar si ajusta o no el dinero de un gobierno estatal o federal para entablar estas iniciativas beneficiosas a la sociedad, desde la coyuntura primordial de las líneas estratégicas del Plan Estatal de Desarrollo o el Plan Nacional de Desarrollo, mismas, las cuales pueden abordar la solvencia suficiente para implementar acciones concretas, por supuesto, acordes a la ley de Egresos de la Administración Pública o políticas culturales concatenadas con la legislación de las finanzas nacionales.

Conclusión

La basificación o un equivalente de un sueldo decoroso incluyendo su jubilación, es indispensable sea línea estratégica administrativa y política, para que el artista no se le orille a buscar otras alternativas laborales para sostener su calidad de vida (un doble o triple trabajo), en palabras simples, si las buscan (si desean trabajar en otros sitios), sea únicamente en el fin de solidificar su vocación y disfrute de la misma. A ello, propongo, los despidos no deberían formar parte de ninguna atribución de la alta dirección condicionados por la pretensión y ostentación del cargo en turno o por algún conflicto de interés salvo exista transgresión grave como falta administrativa.

Es cuanto 𓂀

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