*Basado en mis sueños*

 Tenía que ir a sacarme sangre como lo hago periodicamente por la tiroides, ya en el laboratorio el extraccionista era muy parecido a Snoop Dog,lo que me causaba mucha risa. Bueno, el día empezó como de rutina, sacarme sangre e ir a tomar un helado para que no se me baje la presión. Mientras tomaba el helado llamaron a mis papas, al parecer era urgente porque dejamos de hacer lo que estabamos haciendo para volver rapidamente al laboratorio.

Yo no podía escuchar lo que estaban diciendo porque era menor de edad y al parecer me excluian de la conversacion. Después de un rato, mis padres salieron y me dijeron que iba a ir a un campamento especial para gente como yo. ¿Cómo para gente como yo? ¿Qué tenía de especial o diferente a la gente normal? A continuación, me tuvieron que sacar más sangre, o eso pensaba yo, porque después de que me inyectaran la aguja, todo alrededor se apagó como si me hubiera desmayado (en la vida real nunca me he desmayado).

Aparecí sentada en un pupitre, como en la escuela. En ese punto, no sabía si sorprenderme, asustarme o qué sentir. A mi alrededor había adolescentes como yo, también despertando y con cara de confundidos. Éramos justo tres chicas y tres chicos.

Una vez un poco más despabilados, llegó el profesor, quien me resultó demasiado familiar. Y cómo no, si era el mismo que me sacó sangre en el laboratorio. Nos empezó a dar una charla motivacional diciendo que éramos el futuro de la ciencia porque, de las millones de personas en el mundo, nosotros éramos de los pocos que teníamos un gen especial. Junto con la sustancia que nos habían inyectado, podíamos desarrollar instinto animal o incluso transformarnos. No pude evitar pensar que éramos una especie de animagos, como en Harry Potter.

Saliendo del aula, nos encontrabamos como en una especie de cabaña en el mar y nuestras habiataciones tambien eran en cabañas separadas de la de los chicos, la verdad es que el ambiente era muy hermoso, pero no pude evitar sentirme algo encerrada. Fui a dar un recorrido sola en linea recta hasta que pasando por un bosque destras de las cabañas, choque con una pared, que simulaba el bosque, me di cuenta que estabamos en una especie de domo, por eso me recordó a «los juegos del hambre», pero ¿por qué nos habían metido ahí?

Al rato regresé a la cabaña y encontré a las dos chicas charlando animadamente. En mi sueño no recuerdo sus nombres, pero una tenía el pelo castaño largo y piel clara, y la otra era un poco más morena, con el pelo negro y corto. Después de cuestionarnos un largo rato sobre por qué estábamos allí, quisimos despejarnos e ir a la playa. Se ve que nuestros padres nos habían preparado bolsos a prueba de cualquier clima y los dejaron sobre nuestras camas. No entendía por qué había ropa de verano, de invierno, entre otras cosas. En fin, agarramos nuestras cosas y fuimos caminando por la arena. A lo lejos vimos a los chicos jugando a la pelota. Nos presentamos, pero del único que recuerdo el nombre es de Ned, que casualmente se parecía al de «Manual de Supervivencia Escolar de Ned»; un chico callado con lentes, que estaba sentado en silencio en la arena, y un moreno de pelo negro y atlético que jugaba a la pelota con Ned.

Cada vez hacía más calor, considerando que estábamos en un domo. No había comentado esto a nadie, pero pensaba en por qué no equilibraban la temperatura. Gracias al calor, fuimos a meternos al mar. Hace tanto que no me metía en el mar, se sentía tan bien. Empezamos a tirarnos agua mientras reíamos. No nos conocíamos de nada, pero era como si fuéramos amigos de toda la vida. Con Ned nos mirábamos mientras reíamos y, en eso, el corazón me empezó a latir muy fuerte. No podía creer que ya el primer día alguien me empezara a gustar, pero la verdad es que se veía muy lindo. Mientras lo miraba reír, vi cómo empezaba a rugir o como si no pudiera respirar. En ese momento, su cara se desfiguró y me asusté. Todos dejamos de tirar agua, sin saber qué hacer. Nos quedamos petrificados cuando le empezaron a salir dientes afilados y su cara se transformó en la de un tiburón. Salimos corriendo del agua con el corazón a mil, esta vez por el miedo que teníamos. Solo nos quedamos mirando la profundidad del mar y la aleta del tiburón en que se había convertido Ned.

Al rato, Ned saltó hacia la orilla y se volvió a transformar en humano. Nosotros solo mirábamos atónitos y él, todo emocionado, gritó: «¡Eso fue genial!». Nosotros solo corrimos a abrazarlo.

Después de ese momento tan desesperante, hicimos una fogata y nos sentamos a conversar sobre lo que nos había pasado. Así que eso era lo que nos estaban haciendo en ese lugar. ¿Pero por qué solo Ned se había transformado en tiburón? ¿Qué había del resto de nosotros? Después de un rato filosofando, empezamos a tomárnoslo con gracia e imaginar qué animal queríamos ser. Yo siempre había querido ser un felino; en mi casa tengo tres, les comentaba a los chicos. Mi compañera de cabello castaño dijo que amaba el calor y que quería ser un animal que viviera en la sabana o en algún lugar tropical. El moreno dijo que siempre había querido volar, ser un alma libre. La otra chica simplemente quería ser un animal tranquilo, que no molestara a nadie y que no fuera carnívoro. Expresó su miedo a comerse a otro animal, o peor, a uno de nosotros. Hasta ese momento, nadie había pensado en eso. El único que habló fue el chico delgado de lentes, que hasta ese momento no había dicho una palabra, solo leía en la arena. Tenía una vibra extraña. Comentó que le daba igual en qué se transformara, solo quería ser un animal con habilidades que lo ayudaran en su vida diaria, ya que en la escuela sufría bullying y estaba cansado de eso. Nos invadió un sentimiento de empatía al verlo abrirse así con nosotros. Ned le dijo que no se preocupara, que ellos jamás le harían bullying. Eso nos hizo sonreír a todos y continuamos hablando de cualquier cosa que nos ayudara a fingir que estábamos en un lugar normal y no en un domo de pruebas.

Al día siguiente, el profesor no nos esperaba en el salón. Nos dijo que fuéramos directamente al «campo», un lugar que aún no habíamos visto, un gran espacio abierto como una cancha de fútbol. El profesor sabía lo que había pasado el día anterior; claramente nos vigilaban todo el tiempo. Nos confesó que eso era normal y que no todos íbamos a transformarnos en el mismo animal. La transformación se basaba en nuestra personalidad, en nuestro espíritu, en nuestros deseos, básicamente en nuestra esencia.

A continuacion nos dijo que el podia cambiar el campo de entrenamiento en lo que el quisiera y que nos ayudaria a desarrollar nuestras habilidades, y que por eso ese día nos dijo que fueramos de verano, porque pasariamos mucho calor. Apretó un par de botones en la tablet que llevaba y todo el campo que estaba lleno de pasto bien verde, se transformo en un terreno desertico, nos dijo que ese seria el ambiente de ese día y nos puso a correr como si estuvieramos en la clase de educacion fisica. Dimos varias vueltas al rededor del campo, despues nos puso a hacer saltos y ejercicios de coordinacion, en cada descanso ibamos a tomar agua y nos preguntabamos de que va a servir esto al desarrollo de nuestro instinto animal. A continuacion nos puso unas vallas que debiamos saltar con ambos pies una por una, estabamos transpirando de una forma impresionante. En eso vemos que la muchacha de cabello castaño, se empieza a quedar sin sun hermoso cabello y le empieza a crecer cabello en otras zonas, sus pies erancada vez mas grandes, y tenia varios centimetros de más en su estatura. Ya no mirabamos con intriga la transformacion sino que nos encantaba admirar este suceso que nos estaba pasando, se habia transformado en un canguro, despues de todo el profesor tenia razon con lo que dijo de nuestra escencia. El profesor desde su tablet podia ver los movimientos de cada uno de nosotros.

Con el paso de los días y los entrenamientos, descubríamos las habilidades de otro compañero más. Me preguntaba por qué a mí no me pasaba nada. El día que estuvimos en un ambiente polar, vimos cómo la otra joven se transformaba en un pingüino mientras nos deslizábamos de panza en la nieve. O cuando el profesor nos hizo tirarnos de paracaídas desde un tejado y vimos volar majestuosamente a Diego, quien se había convertido en un águila enorme. Él estaba tan feliz.

Finalmente, solo quedábamos el chico de los lentes, que al parecer se llamaba Marcos, y yo. Esa noche, ya después de varias semanas de haber estado en ese lugar, decidimos volver a vernos todos en la playa. Yo, frustrada de no haber podido encontrar mi habilidad aún, decidí caminar sola hacia la playa. En el camino, vi a Diego y a la chica de cabello castaño largo, a la que Diego llamó Amanda, caminando juntos por la playa, y me dieron mucha ternura. Seguí de largo y vi a lo lejos a Ned, sentado solo en la arena. Me acerqué a él y tuvimos una conversación antes de que llegaran los demás.

—¿Sabes cuándo nos van a volver a dejar salir de este lugar? La verdad, ya me estoy sintiendo un poco sofocado —expresó él con algo de angustia.

—La verdad no lo sé —después de una pausa agregué—, pero lo que de verdad agradezco es que, por lo menos, estoy con ustedes.

En eso, nos miramos y, al ver sus ojos y su boca en una semi sonrisa, no pude evitar que se me fuera el aire. Mi corazón otra vez empezó a latir con fuerza y yo no sabía qué cara hacer; me estaba muriendo de ganas de darle un beso.

—¿Estás preocupada de que todavía no tengas a tu animal? Desde que te vi, supe que seguramente tenías algo muy especial, quizás sea eso —rió por lo bajo.

Yo le correspondí con una sonrisa también, a lo que le dije: —La verdad es que no sé qué decir, me gustaría creerte.

No sé si era mi imaginación o él estaba cada vez más cerca; podía sentir su respiración hacerme cosquillas. El momento era perfecto: estábamos en la playa, bajo el atardecer, el viento cálido que nos volaba el pelo, el olor del mar. La verdad, estaba sintiendo un éxtasis natural increíble.

Él me respondió: —La verdad, yo tampoco sé qué más decir —y en eso, pegó sus labios contra los míos y yo no podía respirar de la emoción. Cuando se despegó de mí, solo sonreí; se veía tan lindo. Justo entonces, llegaron Amanda y Diego detrás de nosotros, así que nos acomodamos todos en fila a observar el mar. Al rato llegaron el resto de los chicos, y esa fue la última imagen hermosa que tuve de todos nosotros.

La noche nos cayó encima y el viento ya no estaba tan cálido, así que nos despedimos y nos fuimos todos por nuestro lado. La verdad, la noche fue perfecta.

Yo me fui caminando sola, porque la cabaña de los chicos estaba ahí detrás; la de las chicas sí estaba un poco más lejos. Además, Amanda seguía pegada a Diego y mi otra compañera estaba sentada mirando el mar aún.

Llegué a la cabaña y me quité la ropa para ponerme el pijama y acostarme de una; estaba muy cansada.

En medio de la noche, empecé a escuchar ruidos extraños que me despabilaron y me hicieron levantar. Me sorprendió que, cuando me levanté, las camas de las chicas estuvieran vacías. Me vestí rápido y salí afuera; había neblina por todos lados y muchísimo frío, así que entré por una campera. Cuando volví a salir, me fui corriendo por la playa a ver si veía algo, pero no había nada.

Dentro de la cabaña de los chicos, escuché ruidos extraños, así que fui y les toqué la puerta, pero nadie me atendió. Empecé a sentir mucha ansiedad, así que abrí la puerta y recorrí la cabaña. Entrando al baño, vi pisadas rojas, pero unas pisadas de un animal extraño. No sé cómo explicarlo ni sé de qué animal son. En la bañera había un tiburón mordido y lleno de sangre; supe que era Ned y se me heló todo el cuerpo. Salí corriendo desesperada de la casa, no sabía para dónde ir. Subí a la cabaña donde se supone que estaba el aula, pero antes de llegar vi un canguro también todo ensangrentado. En pánico, solo me quedó correr para otro lado. ¿Qué estaba pasando?

Subí al tejado de donde nos habíamos lanzado una vez y no podía ver nada; era todo neblina y el miedo no me dejaba respirar. En eso, vi que un ave se posó en el tejado y en su lugar apareció Diego. Me dijo que Marcos se había convertido en un animal espeluznante y que él era el único que quedaba porque pudo escapar volando. Que teníamos que irnos de ahí, ¡ya!

Pero, entre su desesperación, yo me quedé viendo en la neblina unos ojos amarillos gigantescos que me miraban. Me empezó a subir un calor y quedé en shock. Diego, transformado, me empezó a tirar de la ropa con su pico, pero supe que era imposible escapar porque esa cosa corría demasiado rápido.

Nos metimos en el bosque detrás de nosotros. Yo, que no podía transformarme en nada, solo me quedaba espiar detrás de los árboles. Cada vez lo sentía más cerca, con el crujir de las ramas. Salí corriendo, pero me escuchó y empezó a perseguirme. En eso, pude sentir cómo mi cuerpo se empezaba a transformar: me salieron garras, mi piel blanca se volvió un pelaje negro y mi visión se agudizó en la niebla. Mi instinto me ayudó a trepar rápidamente a un árbol y observar a la criatura desde arriba. No sabía lo que era realmente. Aquella criatura horrible agarró a Diego y se lo comió de un bocado. Yo solo pude quedarme mirando desde ese árbol. No es como me hubiera gustado descubrir que era una pantera, pero eso en estos momentos me salvó la vida.

Mirándome desde otra perspectiva como un felino gigante, con una mirada fija en la criatura, me desperté del miedo que estaba sintiendo.


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