«Me irritabas, me aislabas, me enfurecías, me agitabas, me agotabas, me aterrorizabas… Me volviste temerosa, miserable, desconfiada, amarga, culpable… Me robaste el hambre, me robaste el sueño… Me atiborraste a preocupaciones e inseguridades. Me prohibiste reír, me negaste sentir… 

Y sin embargo, fuiste lo mejor que me ha pasado… Derribaste mis cimientos, obligándome así a levantarlos de nuevo.

Resurgí fuerte, confiada, valiente, íntegra, honesta, decidida… Y es por ello que te estaré eternamente agradecida».

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS