Habían esperado a que todo rastro del Sol desapareciera por completo, las camionetas estaban estacionadas frente al edificio principal donde se encontraba la secta, todo según el informe que los hechiceros de Grado Puro habían recibido.

—¿No estamos en una posición muy obvia? —preguntó Mikaela.

Los hechiceros presentes usaban sus uniformes de Grado Puro. Riko usaba la misma ropa que tenía casi siempre en la escuela, Mirko tenía botas, pantalones holgados y una sudadera del mismo tipo que los hechiceros de Alto Grado. Mikaela tenía un suéter negro y sobre él usaba su bata blanca para ser distinguida como una doctora. Gabriel, por su parte, usaba por primera vez su uniforme de Grado Puro, tenía guantes que dejaban el pulgar y el índice descubiertos, tenis de media bota que Mirko había reforzado con su técnica para reforzar la movilidad y resistencia, un pantalón de mezclilla negro, un saco negro largo y debajo de él sólo se distinguía una camisa blanca.

—Es una zona pública, hay más coches estacionados por aquí —dijo Gabriel y pasó a la parte trasera de la camioneta, misma a la que se le habían retirado los asientos—. He visto que vehículos más sospechosos se estacionan por aquí.

Mikaela se mostró inconforme con la respuesta, empezó a jugar con un mechón de su cabello.

—¿Por qué hacemos la misión después de lo que pasó? —preguntó Mikaela y se giró hacia Riko y Mirko—. Esos idiotas no se preocupan si morimos o vivimos, ¿por qué no vienen ellos? Mandan a los demás a hacer lo que les da miedo.

Mirko soltó una pequeña risa, sorprendió a Mikaela, ya que siempre lo había visto con un semblante serio.

—¿De qué te ríes?

—Suenas igual a Riko cuando se queja —dijo Mirko—. Supongo que al volver podemos decirle sus verdades a los directivos cuando volvamos, ¿no?

—Te escuchas tan optimista que me das miedo, Mirko.

— Y tú pesimista como siempre.

—¿Estás bien? —preguntó Riko, misma que se había acercado a Gabriel para cuestionarlo— Te veo reflexivo,

—Estoy pensando.

La radio de la camioneta empezó a recibir señales, una voz surgió de ella.

—Bien, equipo gamma, parece que llegó la hora del asalto.

Quien hablaba a través de la radio era Falco, uno de los directivos. Había sido encargado de vigilar a los hechiceros durante la misión. El grupo bajó de la camioneta, a su izquierda otros dos grupos aparecieron, ambos de cinco miembros, en el más alejado estaba Falco, un hombre rubio con ropa casual, su técnica era desconocida por los miembros de la escuela que no pertenecieran a los directivos. Estaba platicando con Zoe, quien usaba el uniforme de Alto Grado.

—¿Cuándo la ascendieron? —preguntó Gabriel a Riko.

—No tengo idea, ¿no era amiga de Jenna?

Gabriel asintió con la cabeza. Los cuatro hechiceros del grupo gamma analizaban a los hechiceros de los otros dos grupos, alpha y beta, sin embargo, no reconocían a ninguno.

—Pensé que ustedes los conocerían —dijo Gabriel—. Son profesores desde hace tiempo.

—Lo siento —dijo Mirko—, pero no he visto a esos tipos en mi vida.

Falco se acercó al grupo, Zoe estaba detrás de él.

—¿Están listos? —dijo Falco, tenía un tono de orgullo y ánimo que molestaba a los cuatro hechiceros—. Espero que sí, porque ustedes irán enfrente.

—Creo que estás haciendo mucho alboroto —intervino Riko con un poco de hostilidad—. Si vamos a hacer una misión donde vamos a priorizar el sigilo deberías cerrar un poco más tu boca.

Falco hizo una mueca que disimuló al instante, el comentario de Riko lo había afectado. Los grupos alpha y beta empezaron a caminar hacia la entrada principal del edificio.

—¿Iremos de frente sin más? —preguntó Gabriel antes de avanzar.

No obtuvo respuesta, los grupos siguieron avanzando y el grupo gamma no tuvo más opción que seguirlos. Antes de llegar notaron que habían formado dos filas que daban un camino hacia la puerta principal, con Gabriel enfrente, los hechiceros de grado puro se colocaron frente de la puerta principal.

—Entren —dijo Falco, parecía impaciente.

Gabriel abrió la puerta, no tenía seguro. Al dar un vistazo al interior vio el primer piso vacío, las luces estaban encendidas y estaba limpio. Riko y Mirko entraron después de Mikaela. La planta baja era una recepción, en ese momento Gabriel recordó el informe. El edificio había sido registrado como el de una empresa de venta de automóviles y que ese negocio era una fachada de la secta para obtener recursos.

—Una historia… ¿Falsa?

El chico cerró los ojos. Antes de ir a la misión el grupo de hechiceros de Grado Puro tuvo una conversación en un centro comercial, lugar donde no podrían ser escuchados por los directivos.

—¿Entonces tú la tienes? —preguntó Mirko.

Gabriel asintió.

—Sólo puedo activarla cuando cierro los ojos, como no es mi técnica innata no me pasa lo que le pasaba a Ino.

—Explica, no todos tenemos los detalles —dijo Riko—. Estoy intrigada.

—Ino tenía el mismo limitante. La técnica tampoco era suya, su madre se la heredó.

—¿Es posible heredar técnicas?

Quien preguntó fue Mikaela, misma que había decidido unirse al grupo de forma más íntima desde el incidente con los directivos.

—Sí, debe estar relacionado con la energía ritual y el manejo de la esta.

—Diría que más con el alma. Las técnicas rituales están grabadas en el espíritu, ¿qué condiciones eran?

—Ino estaba cerca de morir, me suena que su madre igual.

Mikaela se quedó en silencio. El siguiente en hablar fue Mirko.

—Entonces aprovechemos que al menos sabes cómo usar la técnica, ¿has practicado con ella?

—Lo he hecho, tengo algunos trucos bajo la manga. Si les soy sincero, todo esto de la secta me da un mal presentimiento.

—¿A quién no? —dijo Riko con un tono de queja.

—Debe tener mejores razones que nosotros —dijo Mirko.

—Hay muchas casualidades, la principal es simple, ellos querían ejecutar a Ino en privado, pero eso arruinaría su reputación. Un hombre de una secta apareció y lo asesinó. También el incidente con la misma secta y los hechiceros de Alto Grado. Ya saben lo que pasó.

En el asalto a la secta, cuando Gabriel cerró los ojos, vio uno de los posibles futuros y la verdad que sospechaba. A sus espaldas se escuchó que alguien hablaba desde fuera del edificio.

—Técnica ritual.

Mirko se había dado la vuelta cuando Gabriel cerró los ojos y lanzó una pequeña bola de alambres de metal enredados entre sí. Los alambres se estiraron y se dirigieron hacia el pecho de los hechiceros, sin embargo, cuando tuvieron contacto con su ropa desaparecieron.

—Gabriel tiene la técnica del idiota que matamos hace algunos años, la necesitamos así que espero entiendan lo que pasará —dijo Falco y se acercó a la puerta—. Ya saben mucho, no podemos dejar que Olivia se entere de lo que hacemos a sus espaldas, ya tenemos mucha de su confianza.

—Ustedes no son los más inteligentes que existen, ¿cierto? —dijo Mirko—. Digo, tener en un solo lugar a los que se consideran hechiceros más fuertes.

—No venimos sin preparación, tenemos el apoyo de la familia de Zoe y trajimos varios de los fuertes.

Gabriel se giró hacia Falco.

—Ya veo, creo que no puedo dudar o dar rodeos.

Gabriel se agachó y colocó sus manos en el suelo, empezó a extenderse su territorio, sin embargo, era diferente al que usó contra Roman.

—Los hechiceros pueden hacer más de un territorio con una sola técnica, pero es difícil, imagínate con dos, Falco —dijo Gabriel y suspiró—. Técnica ritual de creación de territorio, prisión del tiempo.

La masa negra se extendió a gran velocidad, probablemente por la gran cantidad de energía ritual que tenía en ese momento lo permitió. Todos los hechiceros presentes aparecieron en una sala totalmente blanca, Gabriel estaba en una plataforma central con forma de reloj. El territorio de Gabriel permitía controlar todo el espacio creado, además podía ver con anticipación los movimientos que los presentes realizarían.

—Mi territorio es una arena de batalla, pueden usar sus técnicas como quieran, pero la mía predominará —explicaba Gabriel mientras sus aliados se acercaban a él.

Uno de los hechiceros levantó con agresividad su brazo mientras se iluminaba en un rojo intenso, Gabriel lo señaló con prisa y una placa delgada con la forma de la hoja de una espada atravesó su abdomen.

—No dije que no me defendería —dijo Gabriel y los ataques continuaron contra el mismo hechicero.

Aparecieron pequeños hilos hechos de la energía de Gabriel, Mirko los sujetó unos momentos y pronto comenzaron a flotar a su alrededor. Riko juntó sus palmas creando un espacio vacío en su interior, al abrirlas salieron varios gusanos de un metro de largo.

—Pensé que lo haríamos al modo fácil —dijo Falco.

Uno de los hechiceros cercanos a Falco dio un aplauso y creó una cúpula transparente que los cubría.

—Mira, esta cúpula me dará el tiempo suficiente para activar mi técnica.

Falco cruzó sus dedos con los puños cerrados, mostró sus manos al frente y empezó a recitar al mismo tiempo que Gabriel lanzaba placas metálicas para atravesar la cúpula.

—Técnica ritual de sacrificio… Leviatán.

Desde el momento de escuchar sacrificio los hechiceros del bando de Falco se alarmaron un poco, la mayoría de ellos se desplomó en el suelo, excepto Zoe.

—Para invocarlo debo tomar algunas vidas.

La cúpula desapareció, del suelo emergió un ser de veinte metros de altura, con tentáculos en lugar de brazos y una corona de espinas en la cabeza. Su forma humanoide era poco distinguida ya que se sostenía con sus brazos en el suelo, su cabeza estaba deformada y llena de colmillos, daba mordidas con gran fuerza que resonaban en el territorio.

—Ahora no puedes liberar tu territorio, tus principios de hechicero no permitirían que civiles inocentes salieran afectados. Aquellos no hechiceros que vean a Leviatán, sufrirán un colapso mental, el cerebro de los no hechiceros es muy frágil.

—¿Puedes ver los movimientos del Leviatán? —preguntó Mirko.

Gabriel asintió. Los hechiceros se dispersaron para acercarse a Falco, Mirko y Riko se alejaron por la derecha y Gabriel fue por la izquierda con Mikaela. Mientras Gabriel buscaba con la mirada a Zoe, notó que había desaparecido. Mikaela frenó para activar su ritual, en el momento de levantar los brazos sintió cortes no muy profundos.

—Qué mal que una enfermera no sepa pelear —dijo Zoe y se acercó para tocar con su palma a Mikaela.

Con una patada Mikaela golpeó en el rostro a Zoe, quien cayó al suelo. Mikaela apoyó su mano sobre los cortes y los curó.

—¿Quién te dijo eso? —dijo Mikaela, tenía el tono serio que siempre manejaba—. No soy Grado Puro sólo por curar heridas. ¿Crees que es fácil transmutar la forma del cuerpo a la perfección?

Falco se refugió debajo de Leviatán, quien empezó a atacar con sus tentáculos a Mirko, Riko y Gabriel. Los hilos de la sudadera de Mirko empezaron a liberarse hasta que la sudadera desapareció y se convirtió en hilos delgados que flotaban a su alrededor. Los hilos tomaron impulso y comenzaron a cortar los tentáculos de la criatura. Gabriel se dejó por un agujero que abrió en el suelo, apareció a lado de Falco y le dio una patada que fue bloqueada por el brazo del hombre.

—Ellos pueden con esa cosa, ya soportaron a Niko —dijo Gabriel y comenzó a soltar golpes a Falco.

—Niko es del pasado, los hechiceros que están aquí son los que importan. Sólo son catalogados como fuertes porque ayudaron a Olivia.

—Tú qué sabes.

Gabriel creó guantes con los que aumentaba el impacto de sus golpes, a partir de ese momento bloquear no era la mejor opción de Falco. Mirko sostenía a la criatura controlada por el hechicero y Riko hacía que los gusanos que invocó la comieran por dentro.

—Se regenera —dijo Riko—. No creo que sea muy efectivo este plan.

—Ustedes no están hechos para pelear —dijo Zoe—. Sus técnicas son anticuadas, surgieron cuando apenas se dejaron de usar las herramientas sacras.

—Mira quien lo dice —dijo Mirko, se mostraba relajado—. La niña que si no le daban herramientas no puede hacer nada. La diferencia es simple, los hechiceros de antes no lo eran por sus técnicas, vi a Niko pelear sin ellas y ganar.

—Niko esto, Niko lo otro —renegó Zoe—. Todo el mundo se interesa en él.

—Mira lo que es hechicería, niña malcriada —dijo Riko.

Tras hablar tomó una pequeña piedra de obsidiana de su bolsillo, la lanzó al aire y se estiró en una lanza de un metro, la punta se dividía en dos picos.

—Herramienta sacra —dijo Riko mientras empuñaba el arma—. Lanza Sagrada.

Riko se adelantó hacia Leviatán, bloqueó un ataque de los tentáculos con la lanza y llegó a su cabeza, soltó la lanza sin impulso y la señaló.

—Liberar —dijo mientras caía y Mirko usaba hilos para atraparla.

Alrededor de la lanza surgió un círculo dorado con grecas, el Leviatán atacó con uno de sus tentáculos y se vaporizó al instante.

—Ten más respeto —dijo Riko, ya en los brazos de Mirko.

Zoe se acercó hacia ambos y soltó cortes que fueron bloqueados por entes que Riko invocó, cuando su visión se aclaró, vio a Riko frente a ella y el golpe que le propició.

—Hechiceros son hechiceros, niña.

Una marca color negro se esparcía por el cuerpo de Leviatán, cuando Falco lo notó de reojo, intentó huir de la pelea con Gabriel. Se alejó algunos metros y lanzó una roca al aire, era color rojizo.

—¡Ahora! —gritó Falco.

Gabriel desactivó su territorio de un instante a otro, Falco se quedó paralizado cuando vio que estaban en el aire.

—Desplazaste el territorio.

Mientras todos los hechiceros caían del aire, lograron ver el techo del edificio, lugar donde otro hechicero tenía dibujado un círculo que se iluminó al instante.

Durante su debate por la situación, los hechiceros de Grado Puro tuvieron una pregunta.

—¿Cuál es la peor de las situaciones? —preguntó Riko—. Quiero creer que no es ser vistos.

—Pelear en la escuela —dijo Mirko, Gabriel asintió—. Sería como estar en su territorio, ese lugar es una fortaleza mágica, si entramos estaremos en desventaja.

Cuando los hechiceros abrieron los ojos, estaban alrededor de la fuente de la Escuela de Hechicería, Leviatán estaba sobre ellos, se sostenía de los edificios que había alrededor.

—Había alguien más —dijo Gabriel y se puso de pie.

Mikaela empezó a curar las heridas de la caída de Mirko y Riko, una vez estuvieron completos notaron una figura desconocida a lado de Falco. Era un hombre con la vestimenta de la secta.

—Ahora tenemos problemas —dijo Mirko—. Si el ritual de ese tipo es teletransportar, hará todo más confuso.

—Bien, Mirko y Riko, desháganse de Leviatán, Mikaela y yo iremos contra los hechiceros —dijo Gabriel y miró a Riko—. ¿Dónde quedó la Lanza?

—No tengo idea —dijo Riko—. Es probable que no se teletransportara, sabes que las herramientas sacras funcionan extrañas con los rituales ajenos.

Riko invocó dos entes de forma plana, Mirko y ella subieron y llegaron a la altura del Leviatán.

—Técnica de creación de territorio —dijo Mirko mientras colocaba sus puños en una postura de pelea—. “Catwalk”.

El territorio se creó en un área que sólo encerraba a Leviatán y a Riko, aparecieron en una pasarela de moda llena de iluminación y un público sin rostros. Mirko estaba al frente, sentado en una mesa largo con Riko a lado y otros tres jueces de quienes no se distinguía el rostro.

—Primer punto, estás fuera del peso adecuado y la altura —dijo Mirko y surgió un corte en el rostro de Leviatán que no pudo ser regenerado—. Bienvenido a “Catwalk”, no pienso dañarte físicamente, aquí el daño es al espíritu y tú… Ente… No cumples con ningún lineamiento del modelaje.

Fuera del territorio de Mirko, Gabriel se acercaba a ambos hechiceros malignos.

—Detenlo, Virtud.

El hechicero a lado de Falco chasqueó los dedos, a diez metros de altura del suelo y sobre Gabriel, se teletransportaron coches que empezaron a caer. Gabriel los esquivaba uno a uno, Mikaela era protegida por un escudo de energía ritual creado por Gabriel. Cuando el hechicero llegó con sus rivales, se plantó en el suelo y le soltó una patada a Falco.

—¿No es el que recién ascendieron?

La voz que Gabriel escuchó fue de uno de los estudiantes, fue en ese instante que notó que la pelea era observada por todos los miembros de la escuela.

—Llamen a los directivos para que nos defiendan —dijo una voz diferente.

Sin embargo, a pesar de estar arruinando su figura frente a los estudiantes de la escuela, Gabriel seguía intentando asestar golpes y clavar el cuchillo que creó con su energía ritual. El resto de los directivos llegó a la escena, entre ellos Daniel, con su manipulación de sangre, y Francis, con la ralentización.

—Bien, creo que debo apresurar mi plan —dijo Gabriel.

Virtud se acercó para golpear a Gabriel, sin embargo, este había cerrado los ojos y había percibido su plan. De su espalda surgieron cuchillas hechas de energía ritual que atravesaron al hechicero maligno, en cuando las desapareció, Virtud cayó al suelo y no pudo pelear más, poco después murió por la pérdida de sangre.

—¡Miren al asesino! —gritó Falco, los directivos se acercaban.

Cuando Falco se giró hacia Gabriel, este usó el cuchillo en su mano para atravesarlo por el cuello.

—Bien —dijo Gabriel y se giró a ver a los directivos, mismos que habían frenado su paso al ver la muerte de dos de sus compañeros—. Una secta para encubrir sus crímenes, ¿no?

Gabriel desapareció de la vista de los directivos, Francis chasqueó los dedos, pero no tuvo efecto. Gabriel sabía que su técnica sólo funcionaba mientras pudiera ver al objetivo. El territorio de Mirko que yacía sobre ellos se desmoronó, el cuerpo de Leviatán caía mientras se evaporaba. Antes de llegar al suelo no quedaba rastro de él. Mirko y Riko llegaron frente a los directivos.

—Hola —dijo Riko y sonrió.

Un golpe se escuchó desde las filas traseras de los directivos, cuando se giraron había un cadáver.

—Váyanse —dijo Gabriel, había aparecido detrás de Mirko y Riko—. Lleven a Mikaela con los demás, ahora procuraremos cuidar a Jenna.

Ahora que estaba en su rango de visión, Francis chasqueó los dedos, pero su técnica no funcionó. Rubén apareció de uno de los salones, sus manos estaban unidas.

—Así que esa vez también fue él —dijo Francis—. Alguien…

El hombre no terminó de hablar, Gabriel había hecho un corte en su garganta.

—También llévense a Rubén, una vez me encargue de ellos los veré en esa casa.

Mirko, Riko, Mikaela y Rubén se retiraron sin dificultades, ningún estudiante pretendía frenarlos y los directivos estaban demasiado entretenidos frenando a Gabriel para intentar algo.

—Han robado suficientes vidas —dijo Gabriel—. Les han quitado la libertad a muchos, permítanme ser su juez y verdugo.

—No eres nadie para determinar algo así —dijo Daniel—. Eres un niño con suerte y ya.

Los directivos se lanzaron a atacar a Gabriel, varios ataques con diversidad en su naturaleza, fuego, aire, incluso electricidad. Gabriel notó un patrón dentro de ellos.

—Atacan en grupos —dijo Gabriel—. Mientras unos recargan energía, otros atacan.

El chico se limitaba a esquivar los ataques, cuando entendió el patrón supo contrarrestarlo. El primer grupo lanzaba una corriente de agua delgada con carga eléctrica, notó que al golpear un objetivo podía perforarlo con facilidad. Mientras pasaba entre los directivos, Gabriel dejaba pequeñas esferas de energía ritual en el suelo, para ese momento ya tenía un escudo de energía ritual que regeneraba constantemente. Los estudiantes que veían la situación empezaron a huir a los dormitorios para evitar ser perjudicados.

Gabriel logró llegar al grupo que recargaba energía mientras otro atacaba, su teoría era cierta, cuando uno de ellos lo intentó atacar fue incapaz de activar su técnica. El hechicero se deshizo fácilmente de varios directivos mientras esquivaba los ataques. A punto de eliminar a la siguiente mitad del grupo de 14 directivos, un chasquido de dedos lo frenó. Era Francis, quien estaba débil y apenas se mantenía con vida.

—Perfecto —dijo Daniel—. Se acabó la pelea.

—Libera —dijo Gabriel en una voz lenta e inentendible.

Las esferas que había soltado en el suelo estallaron en espinas de energía ritual que atravesaron a todos los presentes incluyendo al propio Gabriel, el daño causado a Francis desactivó su técnica ritual.

—Cauterizar —dijo Gabriel y sus heridas fueron recubiertas con energía ritual para minimizar el daño recibido.

—Te convertirás en un asesino. ¡Ino no querría esto! —gritó Daniel con desesperación por el dolor.

—Y tú qué sabes, ustedes sólo lo mandaron a matar —dijo Gabriel, cerró su puño y lo abrió con fuerza.

Los picos se expandieron más, surgieron ramificaciones que terminaron con todos los directivos. Gabriel cerró los ojos, desactivó todas las armas de su técnica y suspiró, rodeado de cadáveres de los directivos que acababa de asesinar.

—Ahora tú, falsa heroína —dijo Gabriel y abrió los ojos.

A sus espaldas se acercaba una figura femenina, se trataba de Olivia.

—Te agradezco —dijo la mujer, se mostraba tranquila—. Sabía que tramaban algo, pero no creí que intentarían matar a alguien como tú.

Gabriel volteó a ver a Olivia, mientras él estaba lleno de sangre y apenas recuperaba el aire, ella se mostraba calmada, limpia y con una postura que no la hacía ver a la defensiva.

—¿Qué pasó en verdad? —preguntó Gabriel—. Con Niko.

Olivia sonrió y se acercó lentamente al hechicero.

—Lo derroté y lo sellé —dijo Olivia—. Todos sabemos eso.

—¿Cómo entra Muerte en la ecuación?

Tras hacer la pregunta, Gabriel se alejaba algunos pasos de Olivia. El hechicero procuraba no reducir la distancia entre ambos.

—¿Muerte? No sé de qué hablas.

Tras la respuesta de Olivia, Gabriel se tornó a la defensiva, creó dos dagas, una para defensa y otra para el ataque.

—Calmado, entiendo que la situación te tenga alterado. Pero yo no estaba al corriente con la situación de Ino.

Gabriel bajó un momento las dagas, estaba a punto de desaparecerlas.

—No sabía que su mamá le había dado la técnica, pensé que era imposible, que las técnicas se quedaban grabadas en el alma siempre y no podían ser transferidas, pero ese chico era asombroso. Qué lástima que fuera asesinado, al menos te la dio a ti.

Gabriel había bajado las dagas, sin embargo, en un pequeño destello lo recordó. Nadie sabía que su mamá le había transferido la técnica a Ino, mucho menos que Ino se la dio a él.

—Baja tu mentira, Olivia —dijo Gabriel—. ¿Qué pretendes?

—Ah, hablé de más —dijo Olivia y soltó una pequeña risa carismática—. Lo siento, pero la muerte de Ino fue un daño colateral, si su madre hubiera cooperado desde un inicio, habríamos ahorrado tanto.

Gabriel colocó las dagas dispuesto a acabar con Olivia.

—Muerte era un impedimento —explicó Olivia—. Si Niko hubiese accedido a estar conmigo, todo habría sido más fácil.

—¿A qué te refieres?

—No habría sido difícil tomar su poder, pero Muerte complicó todo tanto. ¿Quién diría que algo tan malo sería tan seductor? Entonces pensé que cuando estuviera débil, sería más fácil absorber su poder, no importaba si eso conllevaba tomar su vida. Claro, disfracé todo de enamorarme y después de querer detenerlo. Todo iba bien hasta que aparecieron King y Mía. Por suerte me deshice del primero, pero Mía… Es realmente molesta. ¿Dónde la tienen?

Gabriel no respondió, empezó a retroceder más y se giró para correr a la salida, su energía ritual necesitaba recuperarse y las heridas que tenía no le permitirían pelear totalmente.

—Técnica de manifestación del espíritu.

La voz de Olivia desconcertó a Gabriel, nunca había escuchado sobre técnicas de aquel tipo. De su espalda liberó tentáculos que facilitaron su movilidad, Olivia dejó de recitar su técnica. Cuando Gabriel salió fue tomado por Mikaela en sus brazos, quien lo curó al instante.

—¿Qué pasó? —preguntó Mikaela.

—No hay directivos, Olivia es la enemiga ahora. ¿Por qué no te fuiste con los demás?

—Tenía que curarte —dijo Mikaela.

Ambos subieron al coche de la mujer, fueron a la casa donde los hechiceros de su bando se refugiaban. Gabriel durmió todo el camino, al llegar se reunieron todos.

—Buscaremos a Jenna —dijo Gabriel—. Hay que evitar que Olivia la encuentre, seguro tenemos ventaja de tiempo después de lo que ocurrió con los directivos.

—¿Qué ocurrió exactamente? —cuestionó Alexandra—. Perdón, no estoy enterada de tanto.

—Los maté —dijo Gabriel—. Pero ahora Olivia es la enemiga.

—Vaya —dijo Vanesa, quien peinaba a Lexa—. No podemos estar tranquilos ni un poco.

—¿Qué formas de encontrarla tenemos? —preguntó Adrián.

—Confiar en Mía —dijo Gabriel—. Por ahora sólo hay que descansar, hemos estado algo acelerados, cuando nos recuperemos debatiremos un plan en condiciones.

Distribuyeron las habitaciones. Riko y Mirko compartirían habitación; Mikaela y Adrián; Vanesa, Rubén y Gabriel; Alexandra y Dai, y Lexa y Dominique, Los hechiceros tomaban turnos para vigilar por la noche, al menos por ese día dejaron descansar a aquellos que participaron en el asalto a la secta.

—Las cosas cada vez están peor —dijo Adrián, estaba sentado en el balcón con Vanesa, era su turno de vigilar—. ¿Crees que quieran liberar a Niko?

—Probablemente, a este punto lo mejor será seguir la voluntad de Jenna.

—¿Qué crees que hará ella?

—Seguro libera a Niko.

—¿Qué opinas de eso?

—Debe ser alguien que nos va a ayudar, de alguna forma creo que la mayoría confía en él a pesar de los muchos pecados que dicen que tiene.

—¿Estás en desacuerdo con lo que dicen?

Vanesa miró a Adrián, se levantó de la silla y entró a la casa.

—Confío en mis amigos y allegados —dijo Vanesa, la expresión en su rostro era seria—. Vamos, se acabó nuestro turno.

Cambiaron de turnos con Alexandra y Dai, acababan de despertar y llevaron galletas con dos vasos de leche.

—¿Cómo estás? —preguntó Dai, pasaba un peine por el cabello de Alexandra.

—Mejor, de vez en cuando siento que está a mi lado.

—Debe ser lindo sentir que sigue contigo.

—Lo es.

Alexandra miró las estrellas por varios minutos.

—¿Qué sigue? Digo, ya dejé atrás la escuela, perdí a mi hermano. —Los ojos de Alexandra comenzaban a lagrimear—. No creo poder volver a ver a mis padres.

—Podrás —dijo Dai—. Aún no sabemos el final de nuestra historia.

—Suenas como alguien a quien puedo creerle.

Dai le regaló una sonrisa a Alexandra, quien se recostó en ella y quedó dormida. Dai se mantuvo despierta para vigilar. Observó el suelo y escuchó música hasta que su turno acabó y llegaron Lexa y Dominique.

—Se ve como el fin del mundo —dijo Dominique y rio un poco.

—Aún no, probablemente pronto, pero aún no.

Durante la semana no recibieron noticias de Jenna, a pesar de los equipos de búsqueda. Mantuvieron su rutina de salir a buscar por el día y vigilar por la noche. Pasada esa semana alguien golpeó a su puerta, al abrir vieron que se trataba de Zoe, una que se arrodilló al instante.

—Perdón —dijo aún con la mirada al suelo—. Les diré toda la verdad para compensarlo.

Con algo de duda la dejaron pasar. Al mismo tiempo, Jenna expandía sus conocimientos sobre el mundo de la hechicería gracias a Mía.

Etiquetas: fantasía juvenil

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