Habían pasado semanas desde que el grupo se conoció, todos se desempeñaron bien en el equipo de atletismo. Vanesa y Gabriel volvían los fines de semana a la Escuela Superior de Hechicería para recibir misiones rápidas o dar informes de la situación, hasta el momento todo se encontraba tranquilo, no sólo alrededor de Ino, sino en el mundo de la hechicería en general.

—Hasta me da miedo lo calmado que está todo —dijo Gabriel mientras veía el camino que recorrían para llegar al pueblo de Ino.

—Pienso que está bien —dijo Vanesa, se limitaba a ver las redes sociales en su celular—, al menos pienso que como conjunto, los hechiceros debemos trabajar para obtener un mundo tranquilo,

—Bueno, tienes razón —respondió Gabriel sin separar la vista del camino—. Vanesa, ¿por qué quieres ser una hechicera? ¿Qué sentido tiene arriesgar la vida para salvar a gente que no conocemos? Con Ino es diferente, lo salvamos y después lo conocimos, se hizo importante al menos en mi vida, pero no podemos hacernos amigos de todos los que salvemos, muchos de ellos ni nos verán.

Vanesa reflexionó un momento el monólogo de Gabriel, se quedó callada por un momento, pronto respondió.

—Bueno, tal vez es gratitud, tal vez de eso se trate la hechicería.

Gabriel se mostró inconforme con la respuesta que obtuvo. Llegaron al pequeño pueblo, bajaron y tomaron sus mochilas de la cajuela del coche.

—Hola, Ino —dijo Gabriel cuando el chico le abrió la puerta de su casa—. ¿Qué tal el fin de semana?

—Fui a acampar con Dai y su familia, volvimos hace unas horas —respondió el chico y dio paso a sus dos amigos—. ¿Qué tal todo por la escuela de hechicería?

—Demasiado tranquilo —dijo Vanesa.

Ambos se instalaron en la habitación de invitados, pronto acompañaron a Ino a hacer la comida. No hicieron más que ver la televisión y jugar juegos de mesa.

Era temprano, el grupo de estudiantes llegaba a la escuela. Ese día estuvo nublado desde temprano, incluso caían algunas gotas ocasionales.

—Con el clima no me sorprende que no venga nadie —dijo Gabriel al ver que, por la hora y el clima, nadie había llegado a la escuela.

—Bueno, la mayoría llega algo más tarde —dijo Ino, se le notaba tranquilo.

Entraron a la escuela, aún no veían a nadie. Caminaron a través de los pasillos y entraron al salón de la primera clase, una vez ahí platicaron un poco. Tan pronto como se hicieron las ocho de la mañana y no había llegado nadie más, se mostraron intrigados por la situación.

—Tal vez avisaron que no había clases —dijo Dai y sacó su teléfono para revisar—. No hay señal, qué raro.

Gabriel se puso de pie al instante, Vanesa lo miró.

—¿Crees que sea eso? —preguntó.

—Definitivamente —dijo Gabriel—, ya decía yo que algo se sentía raro.

Vanesa se puso de pie, Dai e Ino hicieron lo mismo, a pesar de no comprender de lo que hablaban, sentían un ligero peligro.

—¿Qué pasa? —preguntó Ino, su tranquilidad se desvanecía poco a poco.

—Un ente maligno —dijo Vanesa—. Tal vez sea un territorio, eso sería peligroso.

—Veo que eres la mejor para mantener la calma en otros —dijo Gabriel.

El grupo salió del salón, al hacerlo las puertas parecían haber desaparecido de los costados y se veía una única salida al final del pasillo. Ino recordó su sueño. Con desesperación el chico corrió a la puerta del fondo.

—Rápido —gritó mientras aceleraba su paso—. Deben estar ahí.

Llegó a la puerta, antes de ser alcanzado por sus compañeros la abrió. Dentro del salón había varios cuerpos tirados, la mayoría de ellos eran del grupo de Marlon, sin embargo, el chico no figuraba ahí. También había un chico del club de atletismo. Como foco de atención había un ente maligno, era un ente que parecía estar hecho de gelatina, tenía múltiples tentáculos y abarcaba todo el centro del salón, incluso chocaba con el techo. En cuanto el ente vio a Ino lanzó uno de sus tentáculos a su rostro, el impacto lo hizo caer y cerrar la puerta que aún sostenía. Dai se acercó a atenderlo rápido, cuando estuvo lo suficientemente cerca vio que el chico cubría su ojo izquierdo, la cuenca del ojo sangraba y el chico se quejaba del dolor.

—Le dio en el ojo —dijo Dai alterada, abrazaba a su amigo con fuerza.

—¿Qué ritual tienes? —preguntó Gabriel a Vanesa.

—Nada para curar, tengo el ritual del chico que mueve cosas con la mente.

—Llévatelos —dijo Gabriel y apareció un escudo en su mano izquierda—. Me encargo del ente y tú llévalo a la enfermería.

—Pero no hay ninguna salida.

Gabriel apuntó su mano a donde recordaba que estaban las escaleras, disparó un proyectil a gran velocidad. Las escaleras se revelaron, Vanesa asintió y con la técnica ritual que tenía copiada se llevó a ambos chicos. Gabriel entró con prisa al salón donde estaba al ente, gracias a su escudo frenó el impacto de los tentáculos. El chico se acercó lo suficiente a la criatura para cambiar la forma de su escudo a una espada y apuñalarla, una vez lo hizo fue lanzado a la pared. Un gruñido que se escuchó por todo el edificio salió del ente, se despegó del suelo y se acercó a Gabriel.

—Esto es malo —dijo el chico y se recuperó del impacto.

Tras crear un escudo se dirigió a la puerta y salió, bajó las escaleras. Vanesa llegó a la enfermería y puso a Ino en una cama, pronto Dai la ayudó a curarle el ojo.

—No te preocupes —dijo Vanesa, estaba algo alterada por la situación—. Te llevaremos con Mikaela y le diremos que te regenere el ojo, ella puede.

Dai limpiaba la sangre, estaba asqueada por la herida, pero, al ser su amigo, estaba más enfocada en ayudarlo. El sangrado parecía disminuir, el dolor no desaparecía para el chico.

—Gabriel —dijo Ino, su voz se recuperaba poco a poco.

—Estará bien —dijo Vanesa.

—Viene para acá —dijo Ino.

La puerta se abrió de golpe, Vanesa esperaba a Gabriel, sin embargo, era Marlon. Al ver al chico recostado y sin el ojo se alteró.

—¿Qué está pasando? —preguntó Marlon.

—Un ataque —dijo Vanesa, ignoraba la anterior relación que el chico tenía con Ino—. ¿Viste a alguien más afuera?

—No —respondió Marlon—. Sólo vi una cosa deforme y asquerosa, se llevó a algunos de mis amigos, yo apenas logré escapar. Intenté ayudar a Romeo, pero fue inútil, esa cosa es más fuerte.

—¿Todos la veían? —preguntó Vanesa, tenía miedo de la respuesta que podía recibir.

—Sí.

La respuesta de Marlon ayudó a Vanesa a comprender la situación, estaban atrapados en el territorio de la criatura.

—Escuchen bien —dijo la hechicera, sus labios temblaban y se notaba en sus palabras—. Estamos en el territorio del ente, un territorio es una clase de hechizo especial, crea una zona en la que el ente o hechicero tiene control total, se puede entrar a ella en la mayoría de los casos, pero en ninguno se puede salir hasta que se desactive o se mate a quien lo creó.

—¿De qué habla? —preguntó Marlon al ver que Ino y Dai entendían con claridad lo que la chica dijo.

—Magia —dijo Ino y se puso de pie contra la voluntad de Dai que intentaba frenarlo—. Magia en su expresión más pura. Puedo ayudar.

—No, debes reposar —dijo Vanesa.

—Es cierto, perdiste mucha sangre.

Ino se giró hacia ambas chicas, su cabello tenía ligeros tintes de su sangre. Señaló el lugar donde estaba su ojo izquierdo.

—No sé cómo, pero aún puedo ver con el ojo izquierdo, incluso si no está ahí —dijo Ino mientras intentaba regular su respiración—. Pero no veo lo que tengo al frente, debe ser mi ritual, sí. Vanesa, escucha, mi ritual me permite ver el futuro cuando uno de mis ojos o ambos están cerrados, por alguna razón mi ritual considera que tengo el ojo cerrado, entonces…

—Está activo continuamente.

Ino afirmó a lo que Vanesa dijo, pronto Dai se acercó a él y lo tomó por el brazo.

—No te vas a ir —dijo con firmeza y se sujetó más al brazo del chico—, No pienso perderte.

Ino se quedó pensativo durante un momento, relajó el cuerpo y vio a Dai a los ojos.

—Tienes razón, no debo irme —dijo con seriedad—, pero tú sí. Porque él vendrá.

Gabriel entró por la puerta y se recargó contra ella, tenía un corte en el brazo y estaba agitado. Vanesa vio a Ino, su profecía se había cumplido. Dai había soltado por un instante a Ino. El chico se lanzó en dirección a Gabriel y Marlon y los tiró al suelo junto con él, un tentáculo de la criatura atravesó la puerta.

—Gracias —dijo Gabriel, formó una daga en su mano y cortó el tentáculo.

Todos se alejaron de la puerta, Vanesa usó el ritual que tenía para mover un mueble y bloquearla.

—Cómo sea va a entrar —dijo Vanesa.

—Bajo las camas —dijo Ino—. Métanse bajo las camas, me quedaré fuera, me verá a mí primero y Gabriel deberá atravesar la parte superior por detrás.

Gabriel estaba a punto de oponerse a la situación, fue frenado por Vanesa.

—Tenías razón, ve el futuro, si él lo dice, funcionará.

Todos hicieron caso al plan de Ino, cuando la criatura rompió la puerta vio al chico y le lanzó un gruñido seguido de un ataque con tentáculo. Ino se agachó al instante y lo esquivó, el ente se acercó, cuando le dio la espalda a Gabriel que estaba tras un mueble, este salió y lo partió en dos con una espada que formó gracias a su ritual.

—Te dije atravesar —dijo Ino y rio un poco—. Creo que exageraste.

Los pasillos volvieron a la normalidad, todos salieron de la escuela.

—Gracias —dijo Marlon tras acercarse a Ino—. Creo que si no me tirabas moría, te debo una.

—Bueno, no importa quien, hay que salvar la vida —dijo Ino.

La respuesta que escuchó causó una inquietud en Gabriel.

Tras el enfrentamiento se resignaron con el tema de seguir en la escuela, avisaron a la escuela de hechicería para que se encargara de todo. Mientras los cuatro caminaban a casa de Ino, Gabriel se acercó a su amigo.

—¿Por qué lo salvaste? Él te molestó toda la preparatoria.

—Bueno, toda vida es valiosa —dijo Ino con una sonrisa—. Pienso que debes salvar a la gente, incluso si nadie te ve o te felicita. Debe ser genial verte bien mientras salvas a un desconocido, aunque en el caso de Marlon lo conocía.

—Pero Marlon te trataba mal.

—Bueno, como dije, toda vida es valiosa. ¿No me vi bien salvándolos a ambos? Y si te soy sincero, ni siquiera esperaba que Marlon me agradeciera.

Ino fue con Dai y la abrazó por el hombro. Gabriel lo veía, analizaba su respuesta una y otra vez.

—¿Enserio hay alguien que puede curar una herida tan grave? —preguntó Ino.

Todos comían en casa de Ino, el chico preguntó asombrado por lo que Vanesa le había dicho.

—La he visto curar extremidades, un ojo no debe ser nada —dijo Vanesa con orgullo—. Mikaela es una experta si se trata de sanación.

—Oye, tengo una duda —dijo Dai—. Si no todos pueden ver los entes malignos, ¿por qué todos parecían poder ver al de hoy?

—Bueno, debe ser por el territorio, como un efecto secundario —respondió Vanesa.

Al siguiente día cancelaron clases, lo reportaron como un incidente relacionado al terrorismo, sin embargo, no eran capaces de explicar lo sucedido. Se registraron dieciocho bajas.

—Nadie vendrá por nosotros —dijo Gabriel tras dejar una llamada telefónica con los directivos—. Me dieron permiso de llevarlo a curar, pero no enviarán transporte, dicen que todos están ocupados.

—A eso le digo indisposición —dijo Vanesa, se notaba enojada—. Bueno, iremos a la antigua.

—Cuando vuelvas te diré algo importante —le decía Dai a Ino—. Es que no he terminado de preparar algo.

—Seguro —dijo Ino con una sonrisa en su rostro—. Además, preferiría verte con ambos ojos.

Vanesa, Gabriel e Ino tomaron un taxi que los dejaría en la estación de metro.

—¿Qué tan lejos está? —preguntó Ino durante el camino.

—Unas cinco horas —dijo Gabriel—, media en el taxi, una en el metro y el resto en un autobús, está algo alejada.

—¿Volveremos para hoy? —preguntó Ino.

—Seguro que sí.

Llegaron a la estación de metro, Gabriel pagó la entrada de sus amigos. Frente a las vías esperaban, camino ahí habían comprado algo de comer. Llegó el metro que esperaban y subieron, lograron tomar asiento. Gabriel fue el primero en quedar dormido.

—Siempre le pasa igual —dijo Vanesa—. Incluso en el viaje en coche, suele estar dormido la mayoría del tiempo.

—¿Cuál es su ritual?

—Bueno, puede materializar su energía ritual, como la espada que hizo el otro día.

—¿Y la tuya?

—Mentir —respondió Vanesa y dio una ligera risa—. Si me crees una mentira mi ritual se activa y puedo copiar el de quien me crea, pero uno a la vez.

—Ya veo, entonces los rituales tienen condiciones, ¿el de Gabriel tiene alguna?

—Pues, que yo sepa no, fuera de su cantidad de energía ritual.

—¿Energía ritual?

—Sí, esa energía que nos permite ver entes malignos y hacer rituales, los hechiceros nacen con una cantidad predeterminada.

—Qué interesante. Me pregunto cuánta tendré yo.

—¿Tu ritual sólo se activa al cerrar los ojos?

—Algo así, mientras mi vista se cubra, funciona. Incluso cuando estoy dormido. Como lo del pasillo, lo había soñado, pero algo diferente.

—¿Dices que el futuro puede cambiarse?

Ino asintió. Vanesa lo miró con curiosidad.

—Oye Vanesa. —Ino captó la atención de la chica—. ¿Qué son tú y Gabriel?

—Amigos —dijo Vanesa y rio un poco—. Nada más que eso, quizá mi mejor amigo. ¿Tú que eres de Dai? ¿Y qué quieres ser?

—Es mi mejor amiga, aunque, si te soy sincero me gusta un poco. Pienso declararme al volver.

—Se nota de lejos, te cela mucho.

—¿Tú quisieras ser algo más de Gabriel?

—No. No es mi tipo.

—¿Cuál es tu tipo?

Vanesa levantó los hombros, pronto se dispuso a dormir. Ino hizo lo mismo. El metro había frenado hace quince minutos, era normal en el servicio, sin embargo, lo extraño era que hacía un frío extremo, incluso si el metro contaba con calefacción. Pronto el grupo se despertó.

—¿Ya llegamos? —preguntó Gabriel cuando abrió los ojos.

—A menos que quieras quedar en medio subterráneo, no creo —dijo Vanesa.

Ino se mantenía quieto en su asiento, abrochaba su sudadera.

—Hace demasiado frío —dijo el chico y terminó de abrochar su sudadera.

Un golpe sacudió el metro, la gente comenzó a alterarse y el pequeño grupo se puso de pie. Al ver por las ventanas vieron entes en forma de gusano acercarse a la parte delantera del transporte.

—Entes malignos —dijo Vanesa.

El grupo se dirigió al vagón que había enfrente, sin embargo, al abrir la puerta no había más que las vías.

—No recuerdo que subiéramos al último vagón — dijo Gabriel.

En el suelo había más de aquellos gusanos, pronto se unieron frente a ellos y formaron uno de mayor tamaño que abarcaba casi el mismo tamaño que el metro. Volvieron a entrar gritando que se alejaran de la puerta. Todos veían al ente, estaban en su territorio. El gusano empezó a golpear el vagón, al ver que no hacía más que moverlo, abrió la boca, de su interior salió un hombre encapuchado.

—Eso no es un ente —dijo Vanesa—. Es un hechicero maligno.

Gabriel se puso frente al grupo de personas que habían retrocedido en el vagón, creó una espada en su mano y se colocó en una posición ofensiva. El hombre chasqueó los dedos, un golpe de aire chocó con la espada de Gabriel y lo desequilibró.

—Quítate —dijo el hombre.

Tan pronto como habló el hombre fue lanzado de vuelta al gusano, fue Vanesa, quien usó el ritual que tenía en su posesión. Gabriel abrió la puerta trasera e indicó a todos salir, una vez todos estuvieron fuera él salió.

—Su ritual debe ser el aire —dijo Vanesa y cerró la puerta del vagón.

—Crearé un arma de fuego con mi ritual, así intentaré inmovilizarlo.

—No —interrumpió Ino—. Estate con la espada un poco más, hay que calmar a la gente. Que crea que sólo puedes crear una espada, cuando se distraiga usas el arma.

—¿Eso funcionará según tu futuro?

—Sí —dijo Ino con algo de duda.

Vanesa miró con sospecha a Ino, sin embargo, no había tiempo de pensar. Alejaron a la gente lo más posible del vagón, estaba solo en medio de las vías. Cuando no pudieron avanzar más por la barrera del territorio, Vanesa se quedó a cuidar a la gente. Ino no estaba con ella, se había quedado con Gabriel.

—Son molestos —dijo el hechicero cuando apareció tras el vagón—. Si quiero mi paga debo apurarme.

—¡Abajo! —gritó Ino y se agachó junto a Gabriel.

Gabriel, manteniendo una baja postura, se acercó al hechicero para atacarlo con su espada, sin embargo, fue visto y contraatacado con una ventisca. Ino pasó desapercibido, por lo que fue capaz de golpear en el abdomen al hechicero. Retrocedió un poco, antes de poder lanzar una ráfaga de aire a Ino tuvo que defenderse de Gabriel, quien cargaba contra él con su espada. Ino notó algo extraño, el gusano había desaparecido, aunque en el fondo sintió alivio por no tener que enfrentarse a algo de gran tamaño. Gabriel frenó la ráfaga de aire con la espada, el hechicero se giró a Ino para volver a atacarlo.

—Creo que eres peligroso —dijo el hombre, a pesar de estar cubierto sus ojos llenos de malicia se veían—. Te mataré primero.

Gabriel había formado un cañón en su mano, lo apuntó al hombre y disparó una daga en su abdomen. El hombre cayó de espaldas, pronto, Gabriel fue a levantar a Ino.

—¿Estás bien? —preguntó Gabriel.

—Sí.

Ino se quedó callado por un momento, la sangre empezó a derramarse de su boca y sus ojos empezaron a cerrarse, el chico se desplomó en el suelo. Gabriel lo vio, estaba anonadado, una ráfaga de aire con forma de lanza había atravesado a Ino en el pecho. Se giró al hechicero maligno y se acercó a él.

—¿Por qué? —dijo Gabriel.

—Porque no eres capaz de matar, niño. Si lo hubieras hecho yo no habría matado a tu amigo.

La mirada de Gabriel se apagó por un momento, el hechicero lo notó e intentó atacarlo con una ráfaga de viento, sin embargo, fue inútil. Incluso si el territorio del hechicero maligno estaba dispuesto, el territorio que empezó a crear Gabriel se sobreponía, creció lo suficiente para sacar cadenas que apresaron al hombre, cuando el territorio llegó al cuerpo de Ino, casi sin vida, empezó a entrar por la herida y curarlo.

—Tienes razón, debí matarte —dijo Gabriel, veía con superioridad al hombre que tenía a sus pies—. No quiero arrepentirme después.

Vanesa se acercó, vio el cuerpo de Ino y a Gabriel creando una espada en su mano.

—¡Gabriel, no! —gritó Vanesa—. Si lo matas no serás diferente de él. ¿Recuerdas lo que dijo Ino? Toda vida es valiosa.

Gabriel había creado la espada en su mano, volteó a ver a Vanesa, su rostro era serio.

—Soy mejor que él —dijo Gabriel y dejó caer la espada, desapareció al instante—. Pero ya está muerto para tener una vida valiosa.

Vanesa vio el cuerpo del hechicero, estaba atravesado por varios picos que surgieron del territorio del chico. Vanesa se alejó en dirección a las personas, no quería ver la escena. Gabriel se acercó al cuerpo de Ino, el territorio desaparecía poco a poco.

—Parece que no estaré mucho más —dijo Ino, estaba tranquilo, sonreía al ver a su amigo—. Quiero pedirte algo, dile a Dai que la amo muchísimo.

Gabriel lloraba, sabía que en cuanto su territorio desapareciera el chico moriría. Su mano temblaba, pronto fue sujetada por el chico, algo brillaba.

—Esta técnica no es mía —dijo Ino y le entregó una esfera de luz a Gabriel—. Mi mamá me la dio, como yo te la doy a ti. La usarás mucho mejor.

Gabriel tomó la esfera, su mano temblaba más.

—Adiós, amigo. Me alegro de haber compartido mis últimos momentos junto a ti y el resto de mis amigos.

Los ojos de Ino se cerraban poco a poco, mantenía la sonrisa en su rostro.

—Adiós, Ino. Te prometo que nos volveremos a ver.

Ino cerró los ojos, el territorio desapareció y, con él, todo rastro de la vida del chico. Gabriel lo sostenía en sus brazos mientras su rostro se llenaba de lágrimas, instintivamente llevó la esfera de luz a su boca, su cuerpo la asimiló tan pronto como entró. Vanesa volvió con toda la gente y vio la escena, se acercó a Gabriel. Se quedó en silencio al ver el estado de su amigo, pronto lo acompañó con su llanto. A su alrededor, la gente veía horrorizada la situación, cuando se desvaneció el territorio reveló el metro con un vagón desaparecido y la gente viendo la escena de los jóvenes. Miembros de la escuela de los hechiceros llegaron para arreglar la situación. Gabriel levantó la mirada, una llena de odio. Los daños se registraron como dos muertos y destrucción material, la estación quedó inutilizable por el daño a la infraestructura de paredes y pilares, además de vagones que no podían removerse.

Llegaron a la escuela de hechicería, Vanesa y Gabriel fueron llevados a tratar sus heridas, ellos sabían que si alguien moría Mikaela no podría revivirlo, por lo que, al menos para Gabriel, era inútil verla. Fueron curados, después de la enfermería los llevaron a la oficina de los directivos, donde únicamente los esperaban Francis y Daniel.

—Su misión fue un éxito —dijo Francis con una sonrisa en el rostro, Gabriel mostraba enojo y Vanesa confusión—. La verdadera misión era eliminar el poder de esa mujer, quién diría que su hijo lo tenía. No se sientan mal, si ese pequeño percance no hubiera ocurrido, habríamos tenido que matarlo nosotros mismo, tenemos suerte de mantener la reputación de la escuela.

En cuanto escuchó estas palabras, Gabriel se lanzó sobre la larga meza y lanzó una daga a Francis, apuntaba a su pecho, fue interceptada por un proyectil de sangre de Daniel. Eso no detuvo al chico, quien se giró a Daniel y lanzó una daga que terminó enterrada en el hombro del hombre.

—Necesitas más sangre para matarme -dijo Gabriel.

Un chasquido resonó en la habitación, los movimientos de Gabriel se volvieron lentos al igual que los de Vanesa.

—No creas que matar a un hechicero cualquiera te da poder para enfrentarnos —dijo Fracis—. Váyanse de la oficina, después veré tu castigo por tu ofensa.

La técnica se desactivó, Gabriel y Vanesa salieron del lugar y se dirigieron al patio.

—¿Por qué los atacaste? —preguntó Vanesa a su amigo, sabía que estaba alterado y comprendía el por qué.

—Creo que son esa clase de personas cuya vida no es valiosa —dijo Gabriel—. La hechicería es algo de corazón y humanidad, ellos carecen de ambos. Si los hechiceros como ellos deciden entre el bien y el mal también yo lo haré, y decido que lo que ellos hacen está mal. Pero hoy no es el día de su muerte.

Gabriel se recostó en el pasto y cerró los ojos, no reposaba la vista como Vanesa creía, en realidad usaba el ritual que Ino le había dado.

Fue cuatro años después que Gabriel y Vanesa, ahora acompañados de Adrián, visitaron el lugar del incidente, pronto llegaron al lugar de la batalla con el hechicero maligno.

—¿Cómo crees que lo descubrieron? —preguntó Vanesa, Gabriel se detuvo a ver que el desastre estaba igual, sólo tenía más óxido.

—No quiero imaginarlo —dijo Gabriel.

Vanesa bajó a las vías, aún había manchas de sangre.

—Fue aquí —dijo con una voz triste y se agachó en la mancha de sangre donde había fallecido Ino— Ahora, ¿cómo extraemos la técnica ritual?

Gabriel se quedó en silencio mientras Adrián se acercaba a la chica.

—Gabriel, te estoy hablando —insistió Vanesa.

—No podemos —dijo Gabriel, le daba la espalda a Vanesa mientras lagrimeaba.

—¿De qué hablas? Nos mostraron la prueba. El alma perdura en el lugar donde falleció el cuerpo y en el alma reside la técnica ritual.

—No se trata de eso. Vanesa, yo…

Los pasos de las escaleras interrumpieron a Gabriel, de donde ellos habían venido apareció una chica encapuchada. Tenía un arma de fuego en la mano, sin embargo, al ver que se trataba de Gabriel y Vanesa la bajó, cuando se quitó la capucha se reveló el rostro de Dai, se veía casi igual a hace años, sin embargo, sus rasgos estaban más definido y su cabello estaba totalmente pintado de blanco.

—¿Qué hacen aquí?

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Vanesa, era un percance que nunca esperaría.

Dai se tiró al suelo y empezó a llorar desconsolada, Gabriel se acercó a ella y se agachó, ella lo empujó.

—¿Por qué no volvieron? —dijo entre lágrimas y gritos—. ¿No merecía saberlo? Cuando vi las noticias lo entendí, me negué a creerlo, pero Ino no volvió.

—No podríamos verte a la cara —dijo Gabriel, su tono era triste—. Ino dijo que… Ino dijo que te amaba muchísimo.

Dai estalló en llanto, Gabriel se acercó para abrazarla y ella lo permitió.

—¿Lo hizo bien? —preguntó Dai desconsolada.

—Así es —dijo Gabriel, seguía abrazando a la chica—. Sin él no creo que todos se hubieran salvado.

—¿Por qué están aquí? —preguntó Dai—. Yo recibí una carta, decía que viniera a la ciudad hoy a cierta hora, los vi y decidí seguirlos.

Vanesa y Adrián se mostraron confundido con las palabras de Dai.

—Nos enviaron para extraer la técnica de Ino y usarla para el beneficio de quien lo pidió —dijo Gabriel.

Dai se molestó con lo que dijo, pronto se separó del abrazo.

—¿Sólo por eso vienen? —preguntó ofendida.

—No —dijo Gabriel—. Yo te envié la carta. Vanesa… Yo tengo la técnica de Ino, él me la dio antes de morir.

Vanesa marcó sorpresa en su semblante, Adrián entendía poco de lo que sucedía ya que sabía apenas fragmentos de la historia.

—No se la daré a los directivos, puedes volver sin mí y decirles que los traicioné, también puedes volver conmigo y decirles que alguien más la robó. No dejaré que quienes lo pensaban matar usen su poder.

—Todo este tiempo —dijo Vanesa—. Todo este tiempo la has usado, ¿no?

Gabriel asintió, extendió su mano y liberó una pequeña bola de luz, se la ofreció a Dai.

—Quiero que la tengas —dijo Gabriel—. Tú deberías tenerla.

Dai se negó, miró a Gabriel a los ojos y sonrió por un momento.

—Me alegra saber que no está en malas manos —dijo Dai—. No soy una guerrera, ese es su trabajo. Seguro que Ino la dejó para ti, no para mí.

Gabriel absorbió el orbe, se puso de pie y giró hacia Vanesa y Adrián.

—¿Qué harán? —preguntó con seriedad, Vanesa recordó la mirada que tenía el día del incidente.

—Bueno, más te vale que tengas un buen plan, iré contigo —dijo Vanesa—. Así que por eso encontraste a Jenna antes, ¿por qué te interesa tanto?

—Redención. ¿Y tú, Adrián?

—Son mis amigos —dijo el chico—. Además, no veo futuro si me quedo del lado de los directivos.

—Dai, ven con nosotros —dijo Gabriel—. Te aseguro que te conviene.

—No puedo —dijo Dai—. No tengo las capacidades de ustedes, por más que quiera.

—Vanesa, usa el ritual en la zona donde está la otra mancha de sangre —dijo Gabriel.

La chica obedeció, al hacerlo un orbe de luz salió, se mostró impresionada, era la técnica ritual del hechicero maligno. Vanesa se acercó y se la dio a Gabriel, quien a su vez se la dio a Dai.

—Ahora puedes tener las capacidades que nosotros tenemos —dijo Gabriel.

Dai puse el orbe en su boca y absorbió la técnica ritual.

—Vamos por los de Alto Grado —dijo Gabriel y se encaminó a la salida—. Dai, tu estará escondida, no pienso dejar que te reclute la escuela de hechicería.

Salieron del lugar, caminaron hasta la camioneta y manejaron rumbo al lugar donde habían dejado a los hechiceros de Alto Grado para su misión.

—Usar tu técnica es fácil —explicaba Adrián en la parte trasera de la camioneta—. Por lo que tengo entendido trata de viento, basta con imaginar que disparas una ráfaga de viento, inténtalo con una pequeña.

Dai extendió la mano hacia un pedazo de cartón y lanzó una pequeña ráfaga de viento que apenas lo movió. Se alegró al lograrlo.

—Exacto, supongo que puedes manejar intensidad y eso —dijo Adrián.

Dai se giró hacia Gabriel.

—¿Esta es la técnica de quien lo mató? —preguntó con disgusto.

—Sí —dijo Gabriel con el mismo sentimiento.

—Supongo que le alegraría que alguien con un buen uso la tuviera —dijo Dai con una sonrisa infantil en su rostro—. Cargaré incluso con lo que tenías que cargar, Ino.

—Oye Gabriel, ¿tu cabello está blanco por la técnica de Ino? —preguntó Vanesa curiosa.

—Así es, pero me lo pinté para disimular un poco, además queda bien en su honor.

—El mío está pintado. —Se apresuró a decir Dai—. No quiero que crean que soy canosa o tengo una técnica secreta.

Hubo una risa general entre los presentes. Llegaron al pueblo donde habían dejado al grupo de hechiceros de Alto Grado, tan pronto como llegaron notaron un territorio que envolvía la zona. Con prisa, Gabriel bajó del vehículo y entró al territorio. Vio el interior como un eclipse, frente a él Lexa y Dominique cargaban a Dann.

—Está dentro de la iglesia —dijo Lexa, estaba cansada y pronto cayó al suelo.

—¿Qué pasó? —preguntó Gabriel mientras se disponía a entrar a la iglesia.

—Algo atacó a Dann por la espalda, estoy segura de que no era un ente, tenía cara y forma de humano, Ale se alteró y como que absorbió a Dann. Después expandió su territorio.

Gabriel corrió hacia la iglesia, conforme se acercaba la cantidad de cadáveres de entes malignos aumentaba. Entró a la iglesia y vio a Alexandra con las manos en el suelo, parecía tener dificultades con mantener su territorio, en cuanto vio a Gabriel sonrió y se desmayó. El territorio se desactivó. El chico la cargó fuera de la iglesia, cuando llegó a la camioneta vio a todos sus estudiantes atendidos por Vanesa, Adrián y Dai, recostó a Alexandra y esperó a que despertara. Los hechiceros de Alto Grado preguntaron por Dai, fue fácil convencerlos de que era una antigua amiga, posterior a esto, empezaron a contar lo que había ocurrido durante la limpieza del pueblo.

Etiquetas: fantasía juvenil

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