Jenna se giró por instinto a la voz, vio un chico de cabello negro con mechones blancos parado a un metro de ella, del lado contrario del ente. Vestía pantalones anchos y una sudadera blanca que se abrochaba en diagonal y que tenía cuello alto, tenía ambos puños apretados y miraba fijamente al ente.
—Todos quieren llamar la atención hoy en día, ¿sabes? Por cosas como tú no puedo descansar. —El chico hablaba al ente mientras acomodaba su cabello—. Eres de los fuertes, me darán una buena puntuación si te elimino.
El chico bajó la mirada hacia Jenna, quien lo veía confundida, éste le estiró la mano.
—Soy Gabriel, hechicero de alto grado de la Escuela Superior de Hechicería, un gusto.
Jenna se puso de pie con ayuda de Gabriel, después ayudó a su Sabina a levantarse, vio a otro chico con el mismo uniforme acercarse. Su cabello era negro sin teñir, se acercó a Gabriel mientras levantaba a las chicas.
—Bien, hechiceros, me da nauseas de verlos aquí, hagamos esto rápido.
Dos brazos más crecieron del ente, los gusanos que los cubrían su cuerpo cayeron al suelo y empezaron a crear un círculo alrededor de donde previamente estaba el territorio. Gabriel corrió hacia la criatura al ver que juntó sus manos superiores en posición de orar y las inferiores extendidas hacia afuera.
—Oye nuevo, prepara uno de tus territorios para contrarrestar el suyo —gritó Gabriel mientras se preparaba para liberar un golpe—. Y saca a las chicas de la zona afectada.
—Técnica ritual, creación de territorio, tierra hostil.
Tras las palabras del ser un nuevo domo se creó, sólo que esta vez el suelo era puramente tierra. Dentro del territorio se encontraba Gabriel y Jenna, quien había empujado a Sabina para que quedara fuera. El golpe que Gabriel le dio al ente fue bloqueado por los brazos inferiores, retrocedió de un salto al instante, se giró para corroborar que sus indicaciones se llevaran a cabo correctamente, pero vio a Jenna. Tras un chasquido de dientes y retroceder en su dirección, le habló.
—Puedes verlo, ¿no?
Jenna asintió con la cabeza. Gabriel se mantuvo pensativo un momento, pero sintió un temblor a sus pies. Cuando miró al suelo un gusano salió y empezó a envolver su pierna, lo que imposibilitó su movimiento. Levantó la mirada y la criatura empezó a correr hacia él. En un intento logró zafarse del gusano y se tiró a un lado, con lo que esquivó el ataque del ente. Volteó a ver a Jenna, quien corría al lado contrario, vio al gusano, mismo que estaba muerto y con un agujero que lo atravesó, a lado de la figura había una liga para el cabello. Gabriel entendió al instante.
—Me preguntaba por qué se quedó.
Gabriel se ponía de pie mientras monologaba, al mismo tiempo le dio una patada a la espalda del ente.
—Ahora lo entiendo, ella es una hechicera, gracias, Jenna, ahora tengo que mostrarte lo que es la verdadera hechicería.
El ente se giró y soltó un golpe que Gabriel evadió, se escabulló por debajo de él y le dio una patada en el abdomen.
—¡Cállate!
El ente interrumpió a Gabriel, mismo que siguió hablando mientras continuaba su pelea.
—Ser hechicero no se trata de quienes pueden hacer magia y quienes no.
Gabriel golpeaba con los nudillos a los gusanos que se lanzaban, ahí notó que tenían dientes y pretendían morderlo.
—No se trata de salvar a la gente por reconocimiento.
El chico empezó a correr en dirección del ente mientras seguía con los golpes a los gusanos.
—No se trata de ser vistos por los demás. ¡No! La hechicería se trata del corazón, de salvar a otros sin buscarle mucha razón, de decidir lo que es bueno y es malo, de verse bien mientras lo haces, aunque nadie te vea, somos jueces y verdugos secretos de la sociedad.
Gabriel empezó a soltar golpes al ente mientras hablaba y esquivaba los que recibía, fue en una esquiva que se agachó y escondió su brazo derecho bajo su torso, miró a la criatura con ojos que la desafiaban, y a gran velocidad lanzó un corte con una espada que surgió de su mano derecha, mismo con el que cortó en dos al ente.
—¡De eso se trata la hechicería!
El territorio se desvaneció, fuera, el compañero de Gabriel recitaba un poema para crear su territorio, al ver al chico dejó de conjurar. Sabina estaba golpeando desde fuera el territorio, cuando desapareció corrió hacia Jenna para abrazarla.
—La llevaremos a la escuela —dijo Gabriel mientras la espada se guardaba en su mano y acomodaba su cabello—, creo que tiene potencial, ¿por qué tardaste tanto?
—Tú fuiste demasiado rápido, además me alteré cuando noté que una de las chicas estaba dentro.
—Todavía debes aprender mucho.
Gabriel volteó a ver a Jenna, quien platicaba con Sabina.
—¿Estás bien? No podía ver nada, pero te veías tan asustada que supe que era algo peligroso.
—Estoy bien, Gabriel me protegió bien, también me enseñó algo importante.
—¿Y qué es?
—Tal vez ahora quiero ser una hechicera, aunque no sé nada del mundo.
—Entonces tengo otro deseo, apoyarte, seguro que yo no sería buena hechicera, ni siquiera puedo ver esos entes de los que hablan, no es mi mundo, pero estaré cerca para apoyarte.
Jenna abrazó a Sabina una vez más, Gabriel se acercó.
—Oye, chica de las ligas, ¿qué hiciste exactamente?
La atención de Jenna se enfocó en Gabriel, quien estaba lleno de la sangre del ente.
—Le di energía ritual, así podía potenciarlo como si fuera un arma, es mi técnica.
—Vaya que sabes un poco del tema —dijo Gabriel mostrando una ligera sorpresa—,
¿quién te enseñó?
—Mi padre.
Gabriel se mantuvo pensativo unos momentos y volvió con Jenna.
—Tengo una propuesta, ven a la Escuela Superior de Hechicería, conocerás a más gente con capacidades como las nuestras, también ayudarás a muchas otras.
—Lo haré —dijo Jenna sin dudarlo—, pero tengo que avisarle a mi padre, él entenderá, así podré inventarle una excusa creíble a mi madre.
—Bien, ten mi número de contacto, mándame mensaje cuando estés lista. Por ahora iré a reportar esto a los directivos, lo de tu admisión y lo de la cosa que está partida a la mitad. Nos veremos luego, Jenna.
La chica se despidió, con la conmoción decidió no ir a ver su destino principal, la razón era que ahora estudiaría en otro lugar.
—¿Está bien? —preguntó la chica a su padre tras contarle lo ocurrido—, entiendo que sea peligroso, pero es algo que quiero, y sin tu apoyo no podría ocultárselo a mi mamá.
—Tienes mi apoyo, yo te introduje al mundo de la hechicería y me encantaría verte crecer en algo que a mí también me apasiona, pero tienes que pensar si es verdaderamente lo que quieres.
Sabina se mantenía en silencio.
—¿A qué te refieres exactamente?
—Ser hechicera no es simplemente saber usar tu técnica, es algo más allá de eso.
—Lo sé, escuché al chico decirlo, con ese monólogo suyo me convenció, no necesito una razón específica para hacer lo correcto si yo creo que es así. Basta con saber que hago lo que está bien.
Mark sonrió al escuchar lo que dijo su hija.
—Me gustaría haber estudiado allí, aunque tu abuela me enseñó bien por su cuenta. ¿Ya pensaste en lo que le dirás a tu mamá?
Jenna se negó con la cabeza. Mark soltó una ligera risa. Dejaron a Sabina en su casa a las 8 de la noche, poco después llegaron a la casa de Jenna.
—¡Hola, pequeña!
La madre de Jenna la saludó con entusiasmo y la abrazó, besó su cabello como muestra de cariño.
—¿Te gustó la universidad?
—Sí, pero creo que ya me decidí —dijo Jenna, seguía abrazada a su madre—, iré a otra universidad, aunque hay dormitorios y sólo podría venir en vacaciones, es lo que quiero.
La madre de Jenna sonrió y acarició el cabello de su hija. Miró a Mark por un momento y volvió a dirigirse a su hija.
—Si es lo que quieres yo te apoyo, pero más te vale que no te olvides de hablarme a diario.
Jenna abrazó con más fuerza a su madre, sabía que tendría su apoyo, incluso si le ocultaba que se trataba de una escuela de hechicería.
—Y entonces, ¿a qué escuela decidiste ir?
La chica se quedó callada ante la pregunta de su madre, no había pensado qué decir ante tal pregunta.
—La Universidad de Estudios Superiores, está en la zona central norte —dijo con prisa Mark—, es pública y hará el examen para entrar en una semana, sabemos que es apresurado, pero seguro que Jenna puede, ¿no, Carla?
La mujer asintió. Miró a su hija y le hizo una pregunta.
—¿Te sientes lista?
—Para el examen, seguro lo paso —dijo Jenna con un rostro sonriente—, estar ahí será otra cosa, pero me esforzaré.
La supuesta semana para el examen pasó, Jenna sólo envió un mensaje a Gabriel, quien le confirmó que los directivos la aceptaron, salió con su padre para disimular que hizo un examen.
—Estoy dentro —le dijo a su madre cuando volvió a casa—, la tecnología es genial, lo calificaron al momento, tengo que irme en dos días.
Preparó una maleta con lo que se llevaría. Entre sus cosas, además de ropa y maquillajes, llevaba un montón de palitos de madera afilados del tamaño de un lápiz. Cerró la maleta y la llevó a lado de la puerta principal, donde su padre esperaba.
—Me alegro de que llegues tan lejos —dijo Carla mientras veía a su hija—, me gustaría acompañarte, pero el trabajo me lo impide, más te vale volver para verme.
Carla se acercó a abrazar a su hija para despedirla.
—Esfuérzate mucho, quiero que mi hija sea alguien grande en lo que sea que haga, si algún día no encuentras motivación y no puedes llamarme, recuerda que yo siempre estaré esperando por ti en casa.
Jenna abrazó con fuerza a su madre, ambas lagrimearon un poco. La chica subió al coche mientras se despedía de su madre moviendo la mano, empezó el viaje para llegar a la Escuela Superior de Hechicería. El viaje fue tranquilo, platicó con su padre de música y películas. Llegó a la estación de autobuses donde Gabriel esperaba.
—Es el adiós por ahora, mi querida hija.
Jenna abrazó a su padre, volvió a lagrimear.
—Espero verte pronto, quiero que aprendas más de tu técnica y que ayudes a otros, pero no olvides que primero debes ayudarte a ti si es necesario. No puedes ayudar a otros si tú no te ayudaste primero.
Padre e hija se despidieron, Jenna se acercó a Gabriel tras limpiarse las lágrimas, Mark sólo veía cómo su hija se alejaba poco a poco, cuando no pudo verla porque subió al autobús él volvió a su coche.
—Serás una buena hechicera, tienes gente que te apoya —dijo Gabriel cuando ambos estaban acomodados en el autobús—, espero que no me hagas retractarme de esto.
—Espero no hacerlo. Oye, ¿tú eres fuerte?
—Obviamente lo soy.
Gabriel cubrió sus ojos con una almohadilla, al poco tiempo quedó dormido. Fueron varias horas de viaje, Jenna escuchó música y durmió todo el tiempo, Gabriel nunca despertó hasta que llegaron.
—Qué viaje más cansado —dijo Gabriel mientras se estiraba en su asiento.
Jenna se limitó a verlo fijamente sin encontrar sentido en sus palabras. Salieron de la estación de autobuses, frente a la salida principal un rostro conocido los esperaba.
—¿Tú quién te crees? ¿Sabes que me regañaron por lo que hiciste?
—¿Eres Vanesa? ¿No estudiabas física?
La chica miró a Jenna, le sonrió y se dirigió a ella un momento.
—Soy yo, era una fachada, en realidad estaba reuniendo información sobre el ente con el que después te encontraste, aunque sí estudio física, pero claramente no ahí.
Jenna analizó las palabras de Vanesa.
—Volviendo contigo, los directos quieren verte, Gabriel, ¿quién te crees yendo a recoger a la nueva? Sabías que iban a mandar a alguien más.
—Es que me dieron ganas de ser guía, ¿tan malo es eso?
—Dejaste a alguien dos horas esperando a que llegara Jenna, sólo para que se enteraran que te la llevaste tú.
—Todavía que les ahorro el trabajo.
—Bueno, vámonos, tengo que enseñarle el lugar y tú tienes que hablar con los directivos.
—¿Cambiamos de roles?
Vanesa ignoró el comentario de Gabriel, ayudó a Jenna a subir su equipaje y los tres subieron al coche. Vanesa manejó hasta la Escuela Superior de Hechicería, cuando llegaron la chica estacionó el carro en las afueras. Por fuera lucía como una escuela normal, para cualquier persona pasaba desapercibida, columnas cada ciertos metros, ventanas amplias que dejaban ver un patio descuidado y una entrada que daba a un pasillo que conectaba todo. Los tres entraron al pasillo, Jenna se llenaba de dudas sobre si realmente esa era la Escuela Superior de Hechicería. Llegaron al fondo de un pasillo, Vanesa abrió la puerta y entró, en cuanto lo hizo desapareció.
—No creerás que es tan fea, ¿o sí?
Tras hablar, Gabriel entró por la puerta y también desapareció. Sin más opción Jenna los siguió. Cuando cruzó la puerta llegó a un espacio abierto, había una fuente en el centro y varios caminos que conectaban varios lugares, estaba al aire libre, alumnos caminaban de aquí a allá, cambiaban de edificios para llegar a sus salones.
—Bienvenida a El Jardín, Jenna. Gabriel, ve con los directivos rápido, yo le enseño la escuela a nuestra amiga.
Gabriel se despidió moviendo la mano y se fue por uno de los caminos.
—El Jardín es la zona principal de la escuela, aquí hay varias prácticas para exorcizar entes malignos gracias a su amplio espacio, pero su rol más importante lo cumple por debajo.
—¿Debajo?
—Así es, bajo El Jardín se encuentra el sello de la Sinfonía, que es un hechizo súper poderoso con el que mantienen cautivo al hechicero más poderoso de la historia, mientras nos encontremos sobre el sello, significa que estaremos bien porque no se liberará.
Vanesa siguió caminando, ocasionalmente saludaba a quien se le cruzaba. Jenna notó algunos estudiantes con el mismo uniforme que había visto a Gabriel durante la batalla en la universidad, sin embargo, otros tenían otro uniforme.
—¿Son de diferentes años? —preguntó Jenna.
—Algo así, los que se ven con pantalones grandes y ochentenos son de Alto Grado, los usan así porque les da más movilidad en batalla, aunque lo pongo mucho en duda. Mientras tanto, los que usan ese saco y pantalón de vestir o short falda son de Bajo Grado, como tú ahora, como no tienen que ir a misiones peligrosas pues no es necesario tanta movilidad.
—¿Entonces sólo se clasifican en dos tipos?
—Casi, hay un tercer tipo, los hechiceros de Grado Puro, son los más fuertes y pueden elegir el diseño de sus uniformes, claro, mientras Mirko los acepte.
—¿Mirko? Dios, es demasiada información.
Vanesa soltó una risa mientras se cubría la boca.
—Mejor vamos a conocerlo, lo demás lo aprenderás cuando tengas clase.
Vanesa entró a uno de los edificios, por dentro había varios salones donde se veían alumnos escribiendo. Al fondo del segundo piso había una puerta de madera diferente al resto. La chica abrió y entró seguida por Jenna, dentro vieron a un hombre alto que usaba un suéter blanco de cuello alto y unos baggy jeans negros. El hombre arreglaba un short falda en su escritorio.
—¡Hola, Mirko! —dijo Vanesa energética.
—¿Ya vienes a pedir tu uniforme especial? —respondió el hombre con tono de burla.
—Nah, eso es mañana de seguro, hoy vine a presentarte a Jenna, es una nueva alumna.
El hombre se levantó con el short falda azul marino en su mano, se acercó a Jenna y suspiró cansado.
—Póntelo, si te da pena tengo un vestidor allá atrás.
Jenna fue al vestidor, cuando se puso el short falda notó que no le quedaba.
—Es exageradamente pequeña —dijo en voz alta, sólo escuchó un chasquido de dedos—, ahora me queda bien, ¿cómo hiciste eso?
—No soy Hechicero Puro por nada, niña.
Jenna salió con el short falda, se topó al instante con Mirko, logró ver su cabello blanco al que no le había prestado atención y su complexión entre delgada y fornida. El hombre le dio una blusa de cuello alto sin mangas color blanca y un saco del mismo color que el short falda.
—Ahora eso, ya viste cómo funciona, te quejas, lo arreglo.
Jenna, sin decir nada, volvió dentro del vestidor, en cuanto Mirko escuchó la queja chasqueó los dedos y arregló la medida de las prendas. La chica salió del vestidor con el uniforme completo, Mirko la miraba.
—Sólo te faltan los zapatos, ¿qué número eres? Mejor déjame adivinar.
Mirko fue a su armario, tomó un par de zapatos de charol con tacón alto y se lo dio a Jenna. La chica se los midió y le quedaban.
—Bueno, ya está mi parte, pueden irse, si ocupas algo de tu uniforme o tienes alguna duda que no sabes a quien preguntarle, me dices, me gusta estar sabiendo de todo.
—Muchas gracias, Mirko, tan lindo como siempre.
Tras la despedida de Vanesa, Jenna se limitó a despedirse con la mano. Caminaron a otro edificio, era más alto que el resto, ahí estaban los dormitorios.
—El tuyo es el 217, el primer número indica el piso y el segundo la habitación, yo estoy en el 491, por si necesitas algo, aunque mejor te doy mi número y eso, normalmente estoy fuera cumpliendo berrinches de los directivos. Creo que estarás bien por ahora, mañana te enseño tus salones y eso, siéntete libre de salir de la escuela para conocer los alrededores, hay tiendas muy buenas, sobre todo de ropa, aunque eso mejor le preguntas a Mirko.
—Gracias.
Vanesa se retiró, Jenna fue a su habitación con su equipaje y la ropa que traía antes en el brazo.
—Escuela Superior de Hechicería, las habitaciones están lindas.
Tras acomodar su equipaje en el closet y mesas de su dormitorio, se recostó en la cama, se envolvió en las cobijas se dispuso a dormir un rato.
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