Ilusa Libertad

Ilusa Libertad

Harpoff

21/06/2024

Desde su infancia, Treshal había sido testigo del ambiente opresivo que reinaba en su hogar.

Sus padres, más parecidos a sombras que a figuras paternales, la sometían a un trato despiadado, como si fuera una simple criatura sin voz ni voto. Prohibida de salir al exterior y privada de cualquier contacto humano, su única conexión con el mundo era a través de la ventana de su habitación, donde un cuervo, enigmático y elegante, se posaba día tras día.

Era como si aquel cuervo, con su mirada penetrante, fuera el único ser capaz de entenderla. Treshal encontraba consuelo en la presencia de esa criatura misteriosa.

Un día, harta del maltrato de sus padres, tomó una decisión: escapar. Sin rumbo fijo, se aventuró en el bosque, buscando la presencia reconfortante del cuervo.

Al llegar al lugar donde solía posarse el cuervo, Treshal esperó en silencio. En poco tiempo, el cuervo apareció, su graznido resonó en el aire y echó a volar.

Sin dudarlo, siguió al cuervo adentrándose en lo más profundo del bosque.

A medida que avanzaban, más cuervos se unían, formando una procesión silenciosa que parecía guiar a Treshal hacia su destino desconocido.

Finalmente, llegaron a un claro donde cientos de cuervos se congregaban. En el centro del claro, una imponente figura se alzaba entre las sombras.

Esos son los últimos recuerdos de Treshal.

Tiempo después, sus padres tomaron la decisión de adentrarse en el bosque al no dar con ella en ningún lugar.

Se temían lo peor, sabían que no debían entrar al bosque. Aún así, lo hicieron y encontraron a su amada hija, sin vida y sin sus ojos.

Y esa fue la última imagen que contemplaron en vida, aquella niña a la que tanto amaban y no sabían cómo proteger. Claramente, el cautiverio no fue la mejor idea. Pero ya nada importaba, se volvieron a reunir para la eternidad.

En el momento que entraron al bosque, conocían su destino.

Se perdió en la locura, había pasado toda su vida en aquel bosque. Las bestias lo vigilaban, no tenía escapatoria. Su destino estaba decidido desde el momento que nació. Nunca se había cuestionado nada, cumplía con su eterna tarea a la perfección. Y le encantaba. Segaba cualquier alma que se adentrara en el bosque, para él no eran nada.

Las bestias se alimentaban de los recipientes de las almas cuando eran segadas. Cada raza tenía su parte asignada. Los más astutos y quienes atraían las almas podían elegir su parte del cuchumbo y ser los primeros en degustar la presa. Siempre eran los cuervos, los preciados amigos de Koltan.

Los úrsidos eran encargados de hacer sonar el Gjallarhorn cuando los cuervos aparecían junto al recipiente. Los iribú ya no tenían más tarea que esperar a que Koltan hiciera su trabajo.

Entonces, irían directos a disfrutar los ojos del cuchumbo.

Las almas se mantenían en el bosque, obligadas a darle el sustento necesario para mantenerse por siempre. 

Uno de los escasos irbis que convivía en el bosque, se percató de ciertos cambios que estaban surgiendo en Koltan, avisando a los iribú por si descubrían la razón.

No solo los irbis notaron el cambio en la actitud de Koltan, a todos les extrañaban sus recientes comportamientos.

Un cuchumbo llamado Treshal había provocado aquello.

Koltan comenzó a cuestionar su papel como segador y el sistema que regía el bosque. Los cambios en su actitud se hicieron evidentes: en lugar de segar las almas sin cuestionar, comenzó a conversar con ellas, a escuchar sus historias.

Esto despertó la curiosidad y el interés de algunas bestias del bosque, que comenzaron a cuestionar también su propio papel. Los úrsidos no podían permitir el reciente cambio que surgía en el bosque.

Treshal, el cuchumbo que había provocado estos cambios, era un alma rebelde que se negaba a someterse al destino impuesto por el bosque. Sus palabras y acciones inspiraron a Koltan a replantearse su vida y su propósito.

Koltan decidió enfrentarse al sistema establecido, desafiando a las bestias que gobernaban el bosque y proponiendo un nuevo orden donde las almas fueran libres de elegir su destino.

Junto a todas las almas del bosque, Koltan lideró una revuelta que culminó con la caída de las bestias y la liberación del bosque.

Koltan renunció a su papel como segador para dedicarse a proteger y guiar a las almas en su viaje hacia la paz. Se convirtió en el guardián del bosque, asegurando que nunca más se impondría un destino sobre aquellos que lo habitaban.

Los cuervos demostraron ser leales amigos de Koltan, dispuestos a seguirlo en su búsqueda de justicia y libertad. El papel de los iribú fue fundamental en la creación de un nuevo orden donde las almas pudieran elegir su propio destino. 

Etiquetas: fantasía misterio

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