El día que el gordo lloró

El día que el gordo lloró

Marcelo Zucca

20/06/2024

El día que el gordo lloró.

El gordo tiene una vida feliz, es hijo único, lo que deposita en él todo el amor y la atención de sus padres, que ya ancianos todavía son dueños de sus paseo por los parques los sábados a la tarde, tiene el mismo trabajo desde hace mas de 40 años, cajero en el banco más importante de su ciudad, Mar Del Plata, trabajo que le ha permitido siempre una vida sosegada, el gordo mantiene aun el grupo de amigos de toda su vida, el loco Beamonte, el pelado Carlitos y el indispensable petizo cabezón, ellos son además el equipo infaltable de los miércoles por la tarde, en las canchitas de fútbol 5 o los acodados de los viernes en la barra del Pool “Majestic”, el gordo aun vive en el departamento de arriba de la casa donde se crió o sea que ni siquiera carga con ningún inexplicable trauma de desarraigo por haberse independizado.

En resumidas cuentas, el gordo definitivamente tiene una vida feliz, siempre fue así, siempre la tuvo, sin grandes apremios económicos ni sobresaltos sentimentales, un tipo simple, bonachón.

Pero así y todo, muy lejos de su casa y sin la contención de sus padres, un día, hace muchos años, cuando el gordo tenía 18 años, lloró, si, lloró como un niño, lloró sin vergüenza, lloró a moco tendido, pero ese día el llanto fue de emoción, fue un llanto de alegría, un llanto sublime, liberador, ya que acababa de ver como su ídolo, aquel que lo hizo viajar durante dos días para verlo correr en la otra punta del país consagraba una de las victorias más épicas en el automovilismo argentino.

Dicho día, el del llanto del gordo, fue el 3 de Abril de 1988, en General Roca, Rio Negro, ese día, el gordo y millones de fanáticos del automovilismo nacional, sin importar preferencia de marcas o pilotos, rompieron en llanto cuando se dieron cuenta que fueron testigo de una de las carreras más osadas de la historia del automovilismo argentino y una de las mejores victorias de Juan María Traverso de su extensa carrera deportiva.

El gordo llegó el sábado temprano al circuito, puso la camioneta de don Francisco con la caja mirando hacia la pista, justo adelante del curvón del fondo, donde podría ver, según él, “Como los pilotos se la jugarían para ganar una posición”. Sabía que esa carrera era fundamental para las aspiraciones que su ídolo tenia de conquistar nuevamente el número 1 perdido de manera impensada el año anterior por el talento precoz del cantautor Silvio Oltra y la aguantadora fuego construida en los talleres de Rubén Benavidez, era fundamental ya que tenía que empezar a sumar si o si, el Flaco en la primera competencia del año terminó en 0

Ese día, su ídolo venia tercero conteniendo a Silvio Oltra hasta que el amortiguador trasero izquierdo se deterioró gastando de manera excesiva los neumáticos lo que provocó un prematuro abandono.

“Claro, pensó el Gordo mientras armaba la carpa justo al lado de la Ford F100 blanca Modelo 82, el flaco no tiene las NBH que duran toda la carrera , “Sino, Tomá pá vo” pensaba mientras el ruido del mate vacio le hacía agregar más agua.

Y remataba, acá es distinto, este circuito es 800 metros más corto, acá, el neumático no jugará un papel tan importante, acá lo importante es conservar el medio mecánico y atacar faltando cuatro o cinco vueltas para el final, declaraba como si fuera el estratega del equipo de Oreste Berta.

Esa noche, sin saber por qué durmió plácidamente y tuvo un sueño feliz, soñó con la victoria del flaco en el Desafío de los valientes de ese año, pero soñó con la carrera disputada en “Los Patos” en la pintoresca ciudad de Villa Carlos Paz. Córdoba, esa que ganó precisamente el de Ramallo dando muestras de una versatilidad pocas veces vista antes, en el sueño, su ídolo lo elegía entre los miles de fanáticos de la tribuna y le regalaba una gorra autografiada.

Lo despertó el punta y taco sincronizado del Tulia XXI de Marcelo Benítez que pasó raudamente por el curvon, el Gordo se vistió, se lavó la cara, los dientes y puso la pava en el fuego, comenzaba así la ceremonia que miles de fanáticos de todo el país celebraban domingo tras domingo, disfrutar plenamente de la competencia de automóviles más tecnológicos de Argentina.

Uno a uno los autos tímidamente comenzaron a ubicarse en sus respectivos lugares de la grilla de partida, el gordo estaba sentado en la caja de su F100, así, gracias al beneficio de la altura disfrutaría de una vista limpia, pese a la tranquilidad del sueño de la noche anterior, sueño que el gordo tildó de premonitorio, un pensamiento negativo comenzó a invadirlo ¿Y si el Flaco no sumaba esta carrera? ¿Y qué pasaría si la fuego explotaba? ¿Y si las gomas no aguantan? ¿Y si se toca con otro? Que largue 5to no lo inquietaba, sabía que podía recuperar posiciones, pero lo inquietaban esos factores ajenos a la conducción de su ídolo.

Aparte, los otros pilotos tampoco eran ningunos bebés de pecho, por un lado está Tito Bessone con los fierros de Carlos Akel, por el otro el hermoso Polícromatico de Yoyo Maldonado, esté donde esté el Yoyo mete miedo, no en vano tiene tantos campeonatos en las fórmulas el de 9 de julio, pensaba el gordo mientras prepara el mate

Y está Cocho con los fierros de Antelo y Guerra y Etchegaray en la estructura de Berta y Oltra, que orgulloso luce el número 1 ganado a base de llegar y llegar sin desmerecer el talento del piloto de Olivos y Gayraud respaldado ni más ni menos que por el Polaco Herceg, y está el joven talento Gustavo Der Ohanessian y el eterno ídolo Luis Ruben Di Palma y Pisandelli, Gerardo del Campo, el Profe del Rio. Como olvidar a quien conoce todos los artilugios de la conducción de un auto de competición.

El gordo pensaba en todos los rivales a los que el Flaco tendría que vencer cuando el estruendo de los cuatro cilindros de los pilotos lo hizo sobresaltarse.

El gordo se envolvió con la bandera de Renault (Cábala infaltable en su rutina) y esperó que larguen la competencia, en un santiamén el semáforo pasó a verde y los autos liberaron todos los HP como si escaparán del mismísimo infierno, Silvio Oltra enseña el camino, el gordo se muerde las uñas, otra vez no, pensaba, otra vez Silvio adelante no, segundo Cocho, Tercero Gayraud y cuarto el Toto Etchegaray, la puta, el flaco se acomodó quinto, no es lo que él quería pero falta mucho piensa, falta mucho.

En plena recta y cuando los pilotos entierran el acelerador en el piso de sus autos , la Fuego de Antelo tracciona mejor que la de Benavidez y Cocho lo aparea por afuera a Oltra pasándolo en el curvon del fondo, justo delante del gordo, estos porteños y la puta Madre dice emocionado por la maniobra, y remata, vamos Cocho querido, descontale puntos a Silvio, atrás se coló el de Mercedes dejando a Gayraud cuarto, el flaco sigue en la misma posición.

El gordo muerde la bombilla, chupa el mate vacio escucha la radio, mira atento, se sonríe, las fuego de Berta van como soplete piensa, la de Etchegaray va soldada al baúl de la de Oltra y la de Juan Maria, va estudiando la suspensión trasera de la sierra de Gayraud. Qué lindo che, dice el gordo, que lindo.

Sabe que en una supuesta definición entre el de Ramallo y el de Olivos, Silvio será más cauto, dado que escuchó esa mañana en una entrevista radial que Rubén Benavidez ordenó explícitamente a Silvio no correr riesgos innecesarios y priorizar la suma de puntos.

En un momento vio aterrado como el Renault 18 de Raul Ostrovsky se le espanta al control del piloto, lo que faltaba dijo, que quede mal parado y joda a los de adelante, dos semanas después, ya recuperado del llanto y sentado en su oficina, escuchará en la radio que al joven Ostrovsky se le quitará la licencia de piloto debido a su poca experiencia, debiendo participar en categorías de menor relevancia. Luego de escuchar esa noticia y recordando lo vivido ese día, el gordo sonreirá.

Cuarta vuelta, la Renault Fuego Bazooka de Cocho bloquea levantando la rueda trasera mientras por adentro el flaco en el mismo lugar lo pasa a Gayraud y es cuarto, el gordo abraza de tal manera la bandera con la que se envuelve que pareciera querer desintegrarla en pedazos.

Mientras pasan los autos el gordo dice, que fea la trompa de la fuego de Oltra, la puta madre.

Traverso le muestra una y otra vez el auto al Toto, como diciendo, Che, fíjate que él que está atrás tuyo soy yo eh?, no quieras hacerte el boludo. Y el Toto, que sabe que cosa hacer arriba de un auto de carrera empieza a empujar la Fuego de Oltra, la toca, la empuja, la sigue, la copia, la estudia, la vuelve a empujar , Etchegaray la quiere llevar hasta la puerta de su casa en Mercedes, pero el de Olivos, con más maña que fuerza, con mas muñecas que fierros cuida todos los recovecos donde podría filtrarse el letal piloto de Mercedes.

El flaco desliza la fuego hacia un lado y hacia el otro detrás del Toto, Oltra hace lo mismo tanteando a Cocho , por un lado y por el otro, midiéndolo, calculándolo, mostrándolo , intimidándolo, los pilotos se miden , se estudian, el de Mataderos maneja, el de olivos estudia, calcula, piensa.

Quinta vuelta y con la respiración del flaco en la nuca el Toto se tira por adentro rozando apenas la fuego de Silvio, por suerte ambos controlan el auto y siguen en pista, pero van al límite, no se regalan nada, no se perdonan nada, pero eso sí, manejan con el respeto que mutuamente se tienen uno y el otro.

En plena recta y antes del curvon, Oltra demuestra que el número que porta en los laterales de su auto tiene un respaldo de oro y supera sin titubear a la Fuego de Cocho.

No quedó nada mal el auto de Silvio , piensa el gordo haciendo referencia cuando el sábado y llegando al final de la recta a 204 KM/h el de Olivos sufrió un fuerte despiste por la rotura de la Rótula de su fuego, el auto se desintegró y el equipo de Rubén Benavidez debió trabajar toda la noche para tenerlo en condiciones el domingo, mal no quedó che, mal no quedó.

La fuego de Cocho se está convirtiendo en un chicle gomoso, pegajoso, porque pierde rendimiento inexplicablemente, lo supera el Toto y enseguida el flaco,

Uno menos, uno menos piensa el gordo mientras sonríe y saca cuentas en el campeonato.

Vuelta seis y el Toto Etchegaray jugándosela por afuera en el curvon se tira a superar a Silvio quedándose sin pista, la fuego comienza a arar la tierra por pedido de su piloto que le implora por favor que retorne nuevamente al asfalto pero es inútil, su medio mecánico quedará enterrado a un costado convirtiéndose en testigo privilegiado de las vueltas que vendrán, cuándo el de Mercedes se baja y cierra la puerta de su fuego con intención de hacerla giratoria escucha a un aficionado de unos 15 años que porta con orgullo una gorra con el 505 de Hugo Olmi que le dice con una sonrisa inocente.

“Che Toto, la próxima vez pónele una cuchilla abajo así cortas un poco el pasto cuando andas fuera de la pista, a lo que el de Mercedes le contesta “Sos gracioso vos pibe, eh?

Vuelta 12 y el flaco se va acercando mientras Bessone abandona justo el día que cumplía 30 años, el gordo no se pone tan contento, Tito es de esos personajes querible por todos.

Vuelta 16 y Maldonado afuera, el Policromatico dijo basta con la desazón del de 9 de Julio a cuestas.

Hace dos vueltas que Paco Mayorga y Ángel Banfi le están sacando la pintura a sus autos, pareciera que quieren hacerlos un par de milímetros mas angostos.

Vuelta 19 y todos observan como el Ídolo Ruben Luis Di Palma queda a la vera del camino, que carrera dura dice el Gordo, que aguante la fuego del Flaco, por favor que aguante

Vuelta 27 Ángel Guerra cojudea la palanca de cambios y maltrata los pedales de su Fuego con la misma vehemencia y personalidad que siete años atrás lo hacía en su Osella de Fórmula 1, lo supera a Gayraud y el de pigue, lejos de enojarse, se toma un tiempo para pensar en ese destino injusto que castigó al piloto de Capital Federal, cuando por talento y condiciones ese día debía estar disputando en Rio de Janeiro la primera prueba de la Formula 1 de la temporada 1988

Vuelta 29 y Enrique Torriani con su VW1500 Casi hace un trompo delante de los lideres, parece que un suspiro congelo las tribunas del autódromo, afortunadamente los punteros lo pasaron sin problemas.

35 vueltas cumplidas, algo pasa en la fuego de Oltra,85 centésimas lo separan del flaco, o son las gomas o una merma en el motor, o el atorrante piloto de Olivos que especula y quiere jugar con Traverso.

Faltan cinco vueltas para que finalice la competencia y la ardua tarea de superar rezagados empieza, ya cayeron Pontoriero y Raimundo Patat, ahora es el turno de Carlos Crocco.

Silvio lo ve a Crocco en la recta, es el último rezagado, se tira por la izquierda, el Flaco no, se queda atrás de Crocco, ¿Qué hace? Carlos lo mira por el espejo retrovisor ¿Qué haces Flaco? Piensa el de Caseros, pásame Flaco y la puta madre dice por miedo a perjudicar a los punteros, pero el Flaco no lo pasa, lo usa, lo empuja, lo aprovecha, el de Ramallo acelera detrás de la Sierra de Crocco usando la succión de este para tener esos cinco kilómetros de más que le permiten superar a Silvio y pasar a la punta, los tres autos van devorando metros tras metros la pista, a fondo, sin respiro, los pilotos se relojean, son seis ojos que miran desorbitados para todos lados, para atrás, para los costados, para adelante, el curvon se acerca, Oltra acelera, Crocco aprieta los dientes y aparea a la fuego de Silvio que le va a sacar la vuelta y faltando 25 metros para el curvon, como una exhalación el Flaco los pasa a los dos, cinco vueltas para el final, cinco vueltas y el flaco es el líder.

Silvio aprieta los labios como cuando una melodía compuesta por su guitarra no llega a convencerlo y lo aparea al flaco en plena recta, así no, dice Oltra, no me vas a basurear así, pero le flaco agita los brazos como un remolino y la obediente fuego de Berta baila de un lado a la otro de la pista como si se deslizara sobre hielo.

Van a la par, se miran por los espejos, el Flaco mira como se asoma la dorada trompa de Oltra y dice, Lo que maneja Silvio la puta Madre, el de Olivos busca algún hueco para superar al flaco y piensa , Flaco y la puta madre, no podes ser tan bueno,

Faltan dos vueltas y fracción, en plena recta, la fuego del flaco esta herida de muerte, empieza a exhalar un humo lacónico por los escapes, parece que se le va la vida por los escapes al piloto de Ramallo.

Al gordo se le hiela la sangre, al gordo y a todos los presentes, en el circuito de General Roca se hace un silencio sepulcral, la fuego exhala sus últimas gotas de vida, Oltra sabe que el auto del Flaco esta herido de muerte y no quiere esperar para darle la puñalada final, la fuego fuma, el gordo reza, el Flaco maneja, Oltra putea, los metros pasan y la fuego baila, el gordo reza, el Flaco reza , Oltra busca, parece un final escrito por un guionista de Hollywood,

Ultima vuelta y la fuego exhala sus últimos suspiros, entra de costados en cada curva, Silvio lo sigue, se le suelda a los escapes, lo busca, los estudia, lo mide, y el gordo ahora llora, el Flaco se defiende, la fuego aguanta , la Fuego baila, Oltra maneja, su fuego busca, Berta reza, Benavidez putea, la gente estalla, media vuelta y el Flaco baja la ventanilla para que escape el alma de la fuego que quedó encerrada dentro del habitáculo, las ruedas patinan, el gordo salta , media vuelta nomás, media vuelta, el público no respira , Oltra que implora, el flaco que reza, el Flaco maneja, Oltra maneja, desliza su auto como si fuera una bailarina de patín artístico con movimientos finos, medidos, Berta que cree, Benavidez que no puede creer, 400 metros y la fuego para hacer mas agónica la llegada se prende fuego , la Renault va a morir de pie, batallando, luchando y el Flaco que se desabrocha los cinturones por si tiene que tirarse del auto, calcula, maneja, reza, busca a los bomberos por las dudas, y Oltra sonríe, no lo puede creer, Flaco y la puta madre que te parió le dice y el Flaco dice Silvio como podes manejar con todo mi aceite en tus parabrisas , lo que me estas costando Silvio y la puta madre que te parió y el gordo llora y dice no lo puedo creer la puta madre que lo parió y el gordo reza, el flaco acelera, Oltra busca, la bandera a cuadros se eleva, Silvio acelera el Flaco acelera, Berta no respira, Benavidez no respira, el gordo se acalambra los dedos cruzados de la manos derecha y finalmente la bandera a cuadros cae sobre la blanca trompa de la fuego número 2 del piloto de Ramallo.

La carrera terminó, el publico vuelve a respirar, el gordo se libera de un llanto eufórico, un llanto liberador, el publico estalla en un festejo enorme, el Flaco y Silvio se dan la mano, se abrazan, se admiran, fueron sin saberlo en ese momento protagonistas de una de las carreras más recordadas del automovilismo argentino, una verdadera obra de arte, de respeto mutuo y manejo conductivo de primer nivel.

Y quien sabe, quizás, si puedo seguir creando historias, me gustaría pensar que hoy, esos dos ídolos que nos dio el automovilismo argentino están allá arriba, sentados en algún lado, recordando esta carrera y sonriendo juntos, mientras entre risas y anécdotas los escuchan haciendo una ronda el Loco Di Palma, Angel Banfi, Juan Carlos Benavidez , Pedro Comito , Enrique Torriani y todos los que estuvieron ese día acá, en la tierra, para darnos ese regalo, no sé, quizás, quiero creer eso.

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