I

En una vieja casa de campo justo en frente de un lago, estaba parada y observaba lo hermoso que era el paisaje a pesar de que la casa lucía descuidada y antigua, unos árboles frondosos la rodeaban y las aguas cristalinas del lago donde se reflejaba la maravillosa luna llena de esa noche.

Sentí unas cálidas manos arropar mi cintura por la parte trasera, puse mis manos sobre las suyas y cerré los ojos para disfrutar ese instante de dulzura y docilidad que provocaba en mí el hecho de percibirte ahí tan cerca de mi piel.

-Tardaste demasiado -dije-

-Así que piensas que la chimenea se encendería sin leña -protestó Marcus-

-Vamos a dentro, empieza a ponerse fría la noche -exclamé

Tumbados sobre un colchón que estaba en el centro de la sala, empezamos a recordar como nos habíamos conocido.

[Fue en el bachillerato, que recién me había mudado a la ciudad y entré a la escuela cuando ya el año llevaba varias semanas de inicio, fuiste tan amable, y me pusiste al tanto de todo, hasta que empezaste a cargar mis libros, me acompañabas a casa y un dia me robaste un beso, mientras hacíamos un trabajo de biologia].

Te acercaste a mí y besaste mi frente, nos abrazamos por unos segundos hasta que nuestros labios se entrelazaron, pero de pronto vimos la luz de una linterna que se acercaba a la casa, así que tomamos la manta, apagamos la chimenea, nos pusimos los zapatos y corrimos como locos.

Al llegar frente a casa, sofocada y entre risas -ves lo que pasa cuando entramos a escondidas a lugares con guardianes, -pude decir-

-Te amo, hasta mañana… No olvides usar el mejor vestido para mañana, debes lucir majestuosa para nuestra graduación -dijiste para que dejara de protestar-

II

*Cuatro años más tarde*

Caminaba cuando escuché a alguien decir mi nombre…

-¡Hola Sofía!, ¿Cómo te va?

Era Mayelin, una vieja compañera de la escuela, era extraño como me saludaba, hacía años que no la veía y encima de eso, nunca habíamos hablado en lo absoluto.

-Hola -dije con cara confusa-

-Estas muy diferente Sofía, como has cambiado. ¿Aún estas con Marcus?

-Si, estamos juntos. ¿Y qué tal tu?

-Pues, Estuve viviendo con mi padre en otra ciudad, pero estoy aquí de vuelta, hace pocos días que llegué, tengo pocos amigos ahora y quizás podamos ser amigas, te parece?

-Claro, ¿Por qué no?, bueno nos vemos luego debo llegar al trabajo.

-Hasta luego Sofía.

***

Mis padres, se habían ido de vacaciones por el fin de semana, así que invite a Marcus para quedarse conmigo en casa.

-Me pasas las palomitas, -exclamó Marcus-

-A caso son solo tuyas -dije- tomé el tazón con las palomitas, lo coloque sobre la mesa y me tumbé sobre sus piernas.

Estábamos en el sofá, una ola de deseos se apoderó de nuestros cuerpos y empezamos a besarnos, cada vez elevando el nivel de intensidad; sus manos en mi espalda y mis brazos entre su cuello, su versátil lengua empezó a elevar mi excitación y lentamente aparté mis labios para llevarlos hasta su cuello donde jugué un poco con mi lengua y las suaves mordidas que le daba al compás de su rápida estremecidad al sentir mi roce. Estábamos completamente desnudos, sumergidos en una extrema pasión y lujuria que nos llevó directo a la penetración total.

III

Unas semanas después…

-¿Dónde has estado? -pregunté, cuando por fin contestaste el celular-

-Ehhh, estaba ocupado Sofia, te veo más tarde en tu casa. -contestó Marcus-

***

Estaba distraído, no dejaba de usar su celular, era raro que actuase así, hace unas pocas semanas que empezé a notar esos cambios , y apesar que teníamos confianza para lo que fuera, era extraño, por qué no me decía que ocurría. Empezó a ser frío conmigo, no me llamaba con tanta frecuencia como antes, incluso duraba días sin venir a mi casa.

Empezaba a sentirme confundida, como es que de la nada, resulta que todo empezó a ser diferente y así es como me doy cuenta que la historia cambiaba su rumbo, ya no era la historia feliz de siempre.

Un día estabamos juntos en el parque, cuando de pronto llega un mensaje a su celular, Mayelin: ¿Dónde estás?

– ¿Quien es ella y por qué se supone que pregunta donde estas, Marcus?

– Es solo una vieja amiga de la escuela, quedamos de vernos para charlar.

-¿Mayelin?, hace poco me encontré con ella, y me preguntó por ti, no sabia que eran amigos.

-Pues si, pero tenia tiempo sin saber de ella y de alguna forma se puso en contacto conmigo y pues hemos estado hablando.

– ¿Por qué no me habías dicho? , podíamos haber ido a charlar los tres, juntos!

-No es buena idea, te llevaré a casa.

-Esta bien, como prefieras entonces.

No podía quedarme así como que nada, que había sido eso. Tomé el auto de mi madre y lo perseguí hasta una esquina antes de la casa de Mayelin.

Marcus salió del carro y entró a la casa. Espere una media hora, hasta que saliera y no no hizo, asi que decidí ir por mi cuenta y entrar de alguna manera a la casa.

Así que entré por la puerta trasera de la casa, subí las escaleras con todo cuidado de no hacer ruido, cuando los vi, tumbados sobre la cama, ya con poca ropa y entre besos.

Y así es como se inundan mis pupilas, me quedé serena, un silencio inmenso arropó mi ser, de pronto podía sentir como mi vista empezaba a tornarse borrosa, un oleaje de lágrimas se avecinaba, un nudo atado en mi garganta y una debilidad que tumbó mi cuerpo, una sequía posada en mis labios y una muerte espontánea en mi corazón.

-¿Qué es esto Marcus?

-¿Qué haces aquí Sofía?, ¿Por qué me seguiste?

– Eres un estúpido Marcus, ¿por qué? , ¿por qué me haces esto?

-Sofia debes relajarte.

-Relajarme, de verdad, eso crees.

-Nada es lo mismo, debes entenderlo, mis sentimientos no son los mismos que antes.

-¿Qué no son los mismos que antes, enserio?, dile eso a nuestro hijo cuando nazca.

-¿De qué hablas Sofia?

-Lo que escuchaste Marcus, estoy esperando un bebé.

-¿Por qué lo dices ahora, por qué no me habías dicho antes?

-Por que apenas ayer me entere, tengo dos meses, iba a decírtelo esta noche en casa, pero te fuiste y no pude evitar venir y quitarme la venda por mi misma.

Te tumbaste sobre el piso y tus ojos se inundaron de lágrimas.

Me marché hasta el carro y tomé un respiro. Estaba oscureciendo, así que debía llegar a casa y procesar toda la información que de una sola dosis me empezaba a matar.

No fuiste tras de mí, solo te quedaste allí y no signifique nada para ti.

Parada en el semáforo esperando a qué se pusiera verde… Cambió y pisé el acelerador, cuando de pronto, todo se torno oscuro, el auto dió unas tres vueltas y yo sostenía mi barriga y entre tanto derrumbe me prometí a mi misma que todo estaría bien… Hasta que el ruido se fue, el dolor dejó de sentirse y la oscuridad se volvió eterna…

~M.K

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