Jules Bianchi El dolor eterno

Jules Bianchi El dolor eterno

Marcelo Zucca

10/05/2024

Jules Bianchi

El dolor eterno .

El Tifón Phanfone, conocido en Filipinas como Tifón Neneng, es un extenso e intenso Ciclón tropical que llegó a Japón con mayor intensidad en la madrugada del día de hoy, las localidades más afectadas son Mie y la ciudad de Nagoya, donde los daños a viviendas y calles anegadas es inconmensurable.

Apagó la televisión, su rostro muestra seriedad, el parte meteorológico no es alentador, está intranquilo, molesto y no sabe porque, no es porque la competencia se desarrollará en condiciones inhóspitas, no es por su capacidad para conducir bajo la lluvia, se conoce bien, se tiene confianza, quizás lo que le preocupa son las situaciones en las que puede verse envuelto por otros competidores, situaciones externas, situaciones extremas.

Repasa lo hecho el día de ayer, clasificación 18vo puesto, no está mal, supo dejar atrás a un Caterham, a su propio compañero de equipo Max Chilton y al Lotus de Pastor Maldonado, su amigo, quizás, con quien mejor se lleva.

Se acerca a la ventana, mira, observa, las palmeras que protegen la piscina se retuercen violentamente resistiendo a ser vapuleadas por un viento devastador, la lluvia cae tan copiosamente que debe forzar la vista para tratar de visualizar la recta del circuito, recta que por el momento se encuentra inundada y con poca luz solar, es como si el sol tímidamente se esconde ante la intimidación de tremenda tempestad, maldito Tifón piensa, antes de girar y darle la espalda a la ventana.

Da unos pasos hacia la cama, trata de sonreír para conseguir algo de calma mientras se recuesta boca arriba con las dos manos en la nuca a forma de almohada, mira su reloj, todavía tiene cuarenta minutos para relajarse antes de bajar a desayunar y luego dirigirse a su Box, para así, comenzar la rutina previa a un GP, siente frio, usa una de las camperas del equipo a modo de frazada.

Mira el techo, recuerda los hitos más importantes de su carrera deportiva, Campeón de la Fórmula Renault en el año 2007, ganador del Máster de F3 en 2008, sonríe, piensa, alegrías, risas, triunfos, amigos…Amigos, quizás el único, Pastor Maldonado, tiene el hermoso carácter latino, con una sonrisa recuerda el viaje compartido con Pastor, las charlas, los viajes, los duelos, hasta el mismo representante, sonríe… otro más, ahí está este pequeñín apasionado, este ocurrente chiquitín dotado de muchísimo talento, agraciado en lo físico, prometedor en materia de piloto, él lo sabe, él lo supo ver, por eso lo apadrina, ahora, este joven está deslumbrando al mundo en la Fórmula Renault 2.0, ese joven se llama Charles Leclerc, y va a dar que hablar, mira hacia la pared riendo al recordar alguna de las tantas bromas que se hacen, como cuando el monegasco le mandó mensajes a su móvil diciendo que lo disculpe pero que el puesto en Ferrari será de él, igual que no se haga problemas, cuando pueda lo nombrará a modo de homenaje, así la gente no lo olvidará…Jules sonríe y se queda pensativo.

Trata de conciliar una breve siesta, cierra los ojos, recuerda una de sus mejores competencias en la Fórmula 1, Mónaco, ¡Que locura! Un noveno puesto que le dio los primeros puntos de su carrera en la categoría y los primeros de su equipo Marussia, así también, como los únicos puntos conquistados por un equipo Ruso, encima, para ese gran premio tuvo la hermosa sorpresa que su abuelo Mauro fue a verlo correr, ¡Qué manera de agradecerle dicho gesto!

Su abuelo, el mismo que cuándo las tardes de verano se hacían eternas debido al rigor impuesto por la siesta, lo llamaba bajo las copiosas sombras que combatían los recalcitrantes rayos de sol, allí, cerca de aquellos hermosos y verdes viñedos de Niza, lo colmaba de relatos, de historias de sus competencias, sus triunfos, sus rivales, sus títulos mundiales en las carreras de resistencia, ese abuelo que negó con todas sus fuerzas que Phillippe se convierta en competidor, no quería volver a sentir el desalmado dolor de ver morir a un ser querido, no podía permitirse perder a un hijo, él, que vio como su hermano Lucien perdía la vida en Le Mans, jamás volvió a correr, pero no por cobardía, no volvió a competir porque todas sus fuerzas se convirtieron en lágrimas y Mauro, el día de la muerte de su hermano vomitó lágrimas a mansalva.

Así y todo, su abuelo íntimamente seguía los pasos de él en su primer Kart , nunca se perdía una competencia, muchas veces lo sorprendía sonriendo a solas luego de algún triunfo, maravillado por sus logros, escuchaba a escondidas las charlas entre él y su abuela, cuándo esta, con el alma bondadosa de las que saben engendrar, se interesaba por los comienzos de su nieto y ahí, Mauro, sonreía feliz, cuándo nadie los veía, cuándo las circunstancias los dejaban solos, rápidamente lo llamaba para, entre amigo y confidente dejar caer algún que otro consejo por la hermeticidad de su boca.

Que largo camino transitado ¡!! Y ahí está ahora, formando parte de la academia de pilotos de Ferrari, y disputando su segunda temporada en la Fórmula 1.

Gira en posición fetal, sigue intranquilo, incomodo, y no entiende porqué, ¿Será por la lluvia? ¿Será que no le gusta Japón? No, no es eso, ¡!por fin se acordó!! súbitamente se incorpora, queda sentado con la espalda apoyada en el respaldo de su cama, y las dos manos abrazando sus piernas, fue su sueño, su último sueño, trata de concentrarse y recordar mientras la lluvia golpea de manera continua su ventana, ahora lo recuerda, sigue sentado en la cama, pero esta vez gira y apoya ambos pies en el piso, mientras se lleva las manos a sus mejillas en rictus pensativo.

Soñó que estaba en Mónaco, luego de su última competencia, esa competencia dónde sumó sus primeros puntos, está siendo abrazado y ovacionado por todo su equipo, pero luego, cuando los aplausos y festejos van finalizando, mientras la multitud se va disipando ve a una persona a escasos metros de él que lo mira sonriendo, no lo conoce, no sabe quién es pero así y todo le resulta familiar, esa persona tiene un raro trofeo en la mano y lo contempla con cándida frescura, lo mira, sonríe, se queda mirándolo fijo y él, en el momento que se separa de su equipo y va lentamente a su encuentro para preguntarle que quiere o quien es, se despertó.

Se incorpora violentamente, calza sus zapatillas y se apresta a bajar de la habitación ,la incomodidad que siente desde que se despertó lo hace huir desesperado, quiere estar con gente, necesita romper el malestar que lo invade desde la mañana, ocupar la cabeza con otras cosas para que ese maldito sentimiento no lo moleste más.

Baja a desayunar, en el ascensor cruza un saludo con Fernando Alonso, en el pasillo tropieza con su amigo Pastor Maldonado, lo abraza, se prometen mutuamente volver juntos a Mónaco luego de la competencia y una disculpa tenue por una cena fallida que Jules promete enmendar.

Mira como se aleja el Venezolano, sonríe, agradece tener ese amigo, se dirige al gran comedor del hotel del circuito de Suzuka, no se siente mejor, no está bien, prefiere ubicarse en un rincón solo, pide lo de siempre, Jugo de naranja y tostadas.

Mientras bebe su jugo, contempla hacia afuera como el maldito tifón se hizo presente, ¿Por qué justo ese día? sigue sintiéndose mal, ¿será porque el viernes Ferrari confirmó a Vettel como piloto para la próxima temporada remplazando a Alonso, siendo que él albergaba la esperanza de ocupar ese puesto el próximo año?

¿No deseo acaso con todo su corazón que Di Montezemolo confirme que deseaba sus servicios?

Claro que si, claro que lo deseaba y lo esperaba, en cambio el mazazo que recibió de la cúpula alta de Ferrari fue el siguiente.

No podemos sentarte en Ferrari tan pronto Jules!! necesitamos que continúes progresando, creciendo, aprendiendo más, buscaremos un equipo que se ubique en la mitad de la parrilla, queremos que disputes los puestos de adelante y creemos que Sauber es la mejor opción para vos, sigue así, lo entiendes no ?? Vas bien remató sin remilgos Luca Di Montezemolo … Vas bien…Sonríe forzadamente, no, no lo entiende y tampoco se encuentra ni bien ni feliz.

Llega al box de su equipo, se muestra taciturno, parco, poco comunicativo, Andy Webb, el Director deportivo desea cruzar dos palabras y de paso mostrarle los datos de la telemetría pero Jules niega con la cabeza indicando que no quiere ser molestado, se dirige hacia su auto, su Ingeniero de pista, Francesco Nenci va a su encuentro, una mirada, silencio, una pregunta marcada con interrogantes, con su mirada Francesco parece decirle ¿Qué pasa Jules? ¿Sucede algo? Silencio, nada, su ingeniero obtiene una repuesta muda pronunciada por una frívola mueca, luego resignación, tristeza y esos ojos empañados en lágrimas que jamás olvidará.

Se queda solo, comienza a ponerse su equipo para correr, lo ata a su cintura, el casco en la mano izquierda , bebe un sorbo de energizante y cuando está a punto de dirigirse a su auto, el último chequeo con la realidad, su último contacto con el presente, agarra su celular, lo abre, la notificación de WhatsApp le muestra un mensaje, se niega a leerlo, no quiere perder el vinculo con la tarea que debe realizar pero la intriga es más fuerte que él, quizás por ese mal presentimiento qué lo carcome desde la mañana, quizás es por eso qué quiere retrasar hasta el máximo el momento de subirse a su Marussia, toma el celular nuevamente, el mensaje es de su padre , data del día anterior, del día sábado.

El mensaje dice : “Hijo, yo estoy contigo ¿Sabes? Mañana estaré sentado contigo en el auto. Te amo”

Quiere llamarlo, decirle qué ese día lo necesita ahí con él, qué lo extraña, que lo ama, pero no lo hace.

Deja el celular, le contestará a su padre luego, es como si al tener que responder ese mensaje, si al tener algo pendiente para luego de la competencia está obligando al destino que por lo menos por ese día lo deje en paz.

En un abrir y cerrar de ojos se encuentra sentado en su MR03 en la grilla de partida, 17 autos delante suyo, mira hacia el frente , la bruma es insoportable, por la copiosidad de la lluvia, apenas vislumbra los alerones traseros de los auto que lo preceden, las copiosas gotas caen sobre él, sobre su volante, sobre su visor, esas gotas que hacen que las luces rojas y verdes de sus comandos aparezcan borrosas, inentendibles, esas gotas que se desintegran sobre el morro de su monoposto, esas malditas lagrimas que se despedazan sobre las cubiertas acanaladas de lluvia extrema que calza su auto, mientras escucha el golpeteo feroz del agua en su casco, de reojo estudia al Sueco Marcus Ericcson que si bien no le tiene miedo, cualquiera que domine el Caterham cómo lo hace él merece respeto, atrás Kamui Kobayashi, luego Max Chilton y Pastor Maldonado.

La largada se hace con Safety Car, en plena recta los autos son inestables, ariscos, nerviosos, la visibilidad es casi nula, mientras trata de controlar su MR 03 dosificando una cola que se quiere espantar, se muerde los labios, maldice, critica, maldito Tifón murmura, en la vuelta dos y en plena recta se despista Ericsson, Jules se preocupa, Marcus no es un improvisado, él si sabe que hacer arriba de un Fórmula 1, el viento y la lluvia son cada vez más fuerte, en un momento le implora a Dios que la carrera se detenga, que la divina providencia ponga un ojo en la fórmula 1.

Vuelta 3, una mancha roja se ve parada en plena curva, es Fernando, Alonso queda detenido con una Ferrari temblando, pusilánime, una Ferrari cobarde que ante tanta temeridad decide abandonar.

Ese día Dantesco parece nunca acabar, la demencia se hace presente, Dios en ese momento mira para otro lado y está dejando la puerta abierta al anticristo, a Nosferatu que frota sus manos mientras la baba le cae por los colmillos, una grúa de más de tres toneladas entra sebosa y malhumorada a la pista, a paso lento, a paso de tortuga, como pidiendo respeto esperando que todos la contemplen, que el mundo se pare y la aplauda de pie, que la admiren y los bólidos y los pilotos, en su estado de soberbia natural, en ese estado pudiente que los caracteriza, la despeinan a la colosal de lo cerca que pasan. Mientras siente el olor al gasoil del mastodonte, cómo por un flash, una imagen le invade la mente, el “Tano” Liuzzi, si, se acuerda de Vitantonio y cuando en el 2007 el de Locorotondo mientras disputaba el GP de Europa realizado en el circuito de Nurburgring, también por una maldita grúa que estaba rescatando los autos mientras la carrera continuaba y no permitieron el ingreso del Safety Car frenó su Toro Rosso contra la rueda trasera de la bestia, a nada, a nada de impactar con ella y consumar una tragedia.

Por fin un respiro, bandera roja y todos los autos detendrán su marcha en los boxes, veinte minutos dónde los pilotos no desafiarán las leyes de la física, dónde todos entenderán que Dios hay uno solo y no son ellos, ellos deberán agachar la cabeza y mostrar veneración.

Veinte minutos de relax para luego comenzar de nuevo, otra vez, todo de vuelta, los giros se suceden uno tras otro y como un condenado a muerte, cada pasada por la línea de meta es una vuelta menos tachada en la lúcida mente del piloto Francés.

Pasan los minutos, pasan los giros, vuelta 29, vuelta 32, vuelta 35 el tifón, ese maldito engendro desterrado por la naturaleza, echado del reino de los cielos por Dios, regurgita con toda su furia sus entrañas sobre el circuito Japonés.

Vuelta 41 la visibilidad es nula, los audios de los pilotos a sus equipos son desesperados

Felipe Massa al entrar a boxes por cubiertas de lluvia extrema en su Williams. “Es una locura esto, no se ve nada”

Lewis Hamilton a Toto Wolf Director deportivo de Mercedes

“Llueve demasiado, muchísimo”

Jenson Button a Ron Dennis de McLaren. “Deben detener la competencia ya”

Vuelta 41, el director de carrera Charlie Whiting, da la orden que no se utilice el DRS.

Vuelta 42, mientras lleva el Marussia con la punta de los dedos, Jules saca cuentas, calcula, piensa, la carrera finalizará a las 53 vueltas, quedan sólo once, once vueltas de suplicio y tortura.

Vuelta 42, Adrian Sutil pierde el control de su Sauber en la curva Dunlop, esa frenética curva que demanda 6800k de presión, una de las más delicadas del circuito.

¿Por qué? Se pregunta Jules, ¿Qué pasa que no autorizan al Safety Car?

Cuando Bianchi comienza a transitar la vuelta 43 , faltarán solo diez vueltas para que todo termine, va por la recta a casi 240km/h y mientras lleva el MR 03 zigzagueando se acordó, de repente la imagen del sueño aparece delante de sus ojos, la persona que lo miraba y sonreía , ese hombre que no conocía pero le resultaba familiar, ese piloto que tenía un extraño trofeo, era su tío Lucien, Lucien Bianchi , él porta su segundo nombre en honor a su tío, sonríe, piensa, se acuerda, dónde Lucien obtuvo su único podio en la fórmula 1, él obtuvo sus únicos puntos, por eso en su sueño se le aparece en Mónaco, ese fue el lugar de gloria de ambos.

Empieza a sentir paz, mira al cielo, sabe que pese a la ira que cae sobre él, su tío lo contempla condescendiente.

Cierto confort se apoderó de su ser, comienza a negociar las “Eses” antes de la curva Dunlop, de pronto, detrás suyo un auto conocido, un casco familiar, el auto se asoma por sus espejos retrovisores, de izquierda a derecha, se pone a la par , pero ¿quién? él venia conduciendo solo, su mente le dice que no pero sus instintos hacen girar la cabeza hacia el auto de al lado, el auto, es un Marussia , pero no lo puede creer, Chilton venia casi una vuelta atrás, no, no es Max, observa el numero, observa el modelo del monoposto se acuerda de haber visto ese auto y ese casco en otro lugar, bajo otras circunstancias, está a punto de volverse loco, ¿Quién carajos es ? Mira nuevamente el Marussia es viejo, es un MR01, es… es… No lo puede creer ¿Maria de Villota?, es ¿Maria?, van rueda a rueda, tan cerca que casi se tocan , Jules no quiere mirar, dirige su vista hacia adelante mientras un escalofrío se apodera de su cuerpo, sabe que en ese auto Maria sufrió una tragedia que con el tiempo desencadenó en su prematura muerte, sabe que él entró al equipo porque ella lamentablemente ya no está, él ingresó ocupando el lugar vacío dejado por ella, ve la grúa, se acuerda del camión con el que María colisionó, se aferra al volante y mira sólo al frente como si portará un par de antojeras que solo le permiten mirar derecho. De a poco reúne valor, de a poco mira con el rabillo del ojo, la imagen de Maria conduciendo a su lado se mezcla con el abrazo eterno de Emilio el padre de María , un padre, que en el velorio de su hija era un mar de lágrimas, era un hombre desecho, un ser humano roto, una familia, los Villota conocidos a pie de pista, cuando por fin se decide a mirarla ve como ella lo saluda con un movimiento de cabeza para luego desaparecer para siempre en un halo de luz entre el Sauber de Sutil y la grúa que observa atenta.

En ese momento Jules siente la aceleración en vacio de su motor Ferrari producto del aquaplanning, y la imagen del Marussia de Maria incrustado debajo del camión aparece en su cabeza. Por un momento, Jules piensa que ese Marussia está maldito.

La imagen de la grúa se viene encima, la bestia, cuando ve que el piloto de Niza tiene una pequeña ilusión de salir airoso, una pequeña esperanza de ganarle esa pulseada, se moverá lenta y distraídamente hacia su encuentro.

Pero Bianchi no se la hace fácil, él no se achica, tampoco es que la ve y se caga de miedo, se la pelea de igual a igual con todo lo que tiene , con lo poco que le queda, pese a todo lo que le pasó, y estando en desigualdad de condiciones , Jules ve que hay un hueco, un espacio entre el mastodonte y las barreras de protección y hacia allí dirige su díscolo MR, pero la comilona, que encima para desanimarlo completamente carga a upa al Sauber de Adrian Sutil, aúlla de placer con un gemido que le desgarra la garganta y así, le obstruye la única vía de escape que hay , cierra el único espacio pequeño por donde puede filtrarse un poco de vida para el joven de 25 años.

Luego todo es quietud, calma y un mensaje por la radio enviada desde el box de su equipo que jamás obtendrá repuesta. Nunca más.

Velocidad al momento de salirse de pista 213km/h velocidad al momento del impacto 126 km /h . en medio 15,6 metros o 2,6s donde Jules accionó los pedales de freno y acelerador durante dos segundos para accionar el FailSafe y así, detener de inmediato el motor Ferrari de su Marussia , pero el sistema de control electrónico de los frenos traseros bloquearon la señal, ante el desasosiego angustiante Jules desintegró la caja de velocidades metiendo dos rebajes despiadados, dos rebajes salvajes, violentos, implorando, pidiendo, rezando que el auto se detenga, pero no, le bastó una fracción de segundo para darse cuenta que esa carrera no la iba a terminar, una fracción de segundo para que Bianchi le pida a Dios , su Dios, que esa noche le permita volver a su casa, a sus cosas, mientras su auto ingobernable devora los metros que lo separan del presente a la eternidad, esos metros que lo dividen entre lo que es él y la leyenda, Jules alza los ojos bañados en lagrimas implorando al todopoderoso que por lo menos le permita contestar el mensaje a su padre, a su papá, cuando siente que todo está perdido, que ya es inútil cualquier esfuerzo, que la desesperación es estéril, le pedirá al Todopoderoso que le diga a su papá que él fue feliz, que se va en paz, que no lo extrañe, que no lo llore.

Las imágenes que transmitían las cadenas de televisión causaban estupor, nos convertimos en eruditos sacando conjeturas sobre los hechos como serios conocedores de la materia, desaceleración 58G, impacto recibido sobre su cabeza 254G, no hay esperanza.

Los minutos eternos que transcurrían alimentaban una certeza que el corazón golpeaba con toda su fuerza, la cabeza nos decía lo que era obvio respaldada por las mortificantes imágenes que la televisión transmitía desde el box del equipo Marussia, pero el corazón nos alimentaba con esperanzas, esas esperanzas que veíamos desvanecerse mientras el Médico en pista, el Doctor Riccardo Ceccarelli intentaba desesperado y con un par de manos raudas separar la vida de la muerte.

Ese día seria el primero de un largo y angustiante calvario que vivirían sus familiares y todos los amantes de la formula 1 suplicando por la vida de Jules Bianchi, una vida que se apagó definitivamente nueves meses después, el 17 de Julio del 2015 , pocas semanas antes de cumplir 26 primaveras.

Una muerte absurda, injusta, pero ¿Qué muerte no lo es?, luego, cómo siempre es más fácil echarle la culpa a un muerto, a alguien que no puede defenderse, la FIA, Declarará que el único culpable en ese accidente, fue Jules, ya que según ellos no desaceleró lo suficiente para evitar el accidente cuando transitaba por un sector con doble bandera amarilla, y encima alegaron que Jules estaba distraído.

Sin embargo, puede ser que Bianchi estuviese distraído por lo que estaba pasando y el hecho de que sus ruedas delanteras estuviesen bloqueadas y fuese incapaz de dirigir el coche, de tal manera que se evitase la grúa

Adrian Sutil, hasta el día de hoy, evita hablar del accidente de Bianchi, aclara que ir a Japón es volver a ese maldito día una y otra vez, y él ya lo vivió demasiado, lo sufrió demasiado, lo vio demasiado, lo soñó demasiado, al punto que cuando el interlocutor lo contempla, observará como los ojos de Adrian se llenan de lagrimas declarando que una parte de él murió en Japón ese mismo día, un pedazo de él acompañó a Jules a la eternidad.

Como pasa con cada perdida, la Fórmula 1 tampoco va a ser la misma, el halo nacerá por Jules, el Virtual Safety Car verá la luz el año siguiente de la muerte de Jules, y desde el momento del fallecimiento de Bianchi y a modo de homenaje jamás un auto portará el numero 17 y así y todo, no nos alcanza, ese vacío no desgarra en llantos día a día, demasiado.

Cada 17 de Julio, los vecinos del cementerio DU CHATEAU, en Niza, observan como un joven o un grupo de personas (Si es que justo ese día el joven tenía un compromiso deportivo) depositan dos rosas rojas en la tumba donde reposan los restos de Jules, nadie sabe quien las deposita, pero los más íntimos dicen que esas rosas son parte de un homenaje que un jovencito oriundo de Mónaco le dedica a quien consideraba su hermano mayor.

Palabras de Pastor Maldonado.

Jules era mi mejor amigo dentro de la fórmula 1, entrenábamos juntos, yo era dos años mayor que él, por eso me tenía como a un ídolo, me preguntaba mucho , no solo de las carreas, sino también de la vida, fue muy pero muy duro lo vivido con él, a Suzuka solemos ir solos, sin acompañantes ni familiares ya que queda demasiado lejos, tampoco es cómodo de llegar, primero debes ir a Tokio y de ahí tomar un tren tres horas hasta Suzuka, todo ese trayecto lo hicimos juntos, la anécdota ese fin de semana es que el estaba enojado con Ferrari, ya que le habían prometido un asiento para la temporada siguiente y el viernes se entera que el asiento fue para Sebastián Vettel, él estaba muy molesto, de hecho, el sábado a la noche quedamos en juntarnos a cenar y me canceló la cena porque estaba deprimido. Cuando finalizo el GP de Japón, me bajo del auto, voy a pesarme y mi fisioterapeuta me dijo, Pastor, Jules tuvo un accidente y está en el hospital del circuito, pero lo van a trasladar, claro, lo primero que me vino a la mente es, Se quebró una pierna, cuando veo que despega el helicóptero, voy a su equipo y les pregunto ¿ Qué pasó? ellos estaban todos consternados, algunos llorando, me dicen, le preguntamos por la radio como está y nunca nos contestó, tres veces le preguntamos y no nos respondió nunca. Ahí me preocupe de verdad.

Entonces, yo voy a mi box, me pongo un jean y una remera , hago las entrevistas de rutina y salgo para el hospital, te recuerdo, habíamos viajado solos, sin familiares, ni bien llego, me dirijo a su habitación y en ese momento sale el médico preguntando por algún familiar de Jules, entones yo le digo, no soy familiar, pero soy su amigo más cercano y tengo a su padre al teléfono, fue sinceramente, un momento durísimo, yo tuve que explicarle a sus padres de la gravedad de su accidente, mientras le explicaba lo sucedido se escuchaban los gritos desesperados de su madre llorando, implorándole a Dios y su padre consternado diciéndome no te creo Pastor, no te creo, por favor decime la verdad.

Te juro Marcelo, que eso cambio mi perspectiva de la vida, hay un pastor Maldonado antes y uno después del accidente, valoro mucho mas la vida, mis hijas, las cosas simples y no hay un solo momento que no le regale un guiño de ojos a mi amigo que está allá arriba esperándome.

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