El comienzo de una Historia

El comienzo de una Historia

LHF

07/05/2024

La vida es tan hermosa que pocas veces nos detenemos en el tiempo para admirar su belleza, creemos que seremos eternos y que nunca moriremos, esta es nuestra ideología, sin embargo en algún punto de nuestra existencia mucho tiempo atrás, esta idea era parte de nuestra naturaleza. Donde los hombres nacían, crecían pero nunca morían.

Toda la existencia en la tierra estaba colmada de paz en sus alrededores, donde los niños corrían por las praderas mientras sus padres cosechaban buscando el alimento que saciaría las necesidades de su cuerpo, teniendo el amor como alimento del alma.

Era tan hermosa la vida en la tierra que no se necesitaba morir para ir al paraíso, porque los hombres vivían en él. No hay forma de como describir aquellos años de bonanza.

Sin embargo los humanos nunca han valorado todo lo que tienen, de un momento a otro aquel paraíso se fue contaminando, por el odio, el orgullo y todos aquellos deseos que tenían como fin el poder.

A las personas poco a poco comenzaron a surgirle deseos de poder, no les basto con tener todo a su disposición, puesto que los hombres sin saber porque comenzaron a anhelar todo lo que podían mirar.

De este modo es como empezó a introducirse la muerte entre las personas.

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La humanidad comenzó a sentir el deseo de poseer todo lo que se le fue regalado, por ello comenzó la clasificación social y las personas se fueren segmentando en grupos para lograr su cometido.

De esta manera surgieron los primeros síntomas del egoísmo, en el paraíso donde ya nadie compartía sus alimentos, en donde para vivir tenías que competir con las demás personas. En este punto de nuestra historia, la sociedad aún no se había visto envuelta en las garras de la muerte, simplemente vivía en el error.

Con el paso de los años surgieron colonias, en donde todos trabajaban independientemente por el bien de sus familias. En realidad aun existían personas de noble corazón que lo mucho o poco que tenían lo compartían con los que lo necesitaban.

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Una mañana tras salir el sol por las montañas, un viajero de manto blanco, recorría los confines de la tierra montado en un corcel tan imponente que describirlo era difícil. Deambulaba por las calles de las pequeñas colonias, regidas por un representante, al mirar las calles podía apreciar como las personas se habían apropiado de tierras, animales, así como todos los recursos que se les regalaron. Colmando sus viviendas de riquezas banas.

El viajero sonrió, y en un santiamén pronuncio las siguientes palabras…

— Parece que aun su corazón no se ha corrompido completamente por los bienes materiales que esta tierra les puede ofrecer.

Al terminar sus palabras continúo su camino hasta llegar a una colonia más grande, que la anterior habitada por muchas personas y en el centro lo que parecía una fortaleza de piedra.

En la entrada de la colonia una persona aguardaba de pie, en poco tiempo el viajero llego hasta su lugar.

Instancias antes de que entrara a la colonia, la persona que aguardaba en la entrada se puso en frente del su majestoso corcel pronunciando las siguientes palabras.

— Antes de que dé un paso más, necesita darnos algo a cambio para que pueda pasar por el sendero.

Una sonrisa asalto al viajero, el cual contesto a su exigencia.

— No te debo nada, e incluso porque he de pagar por cruzar un sendero que siempre ha existido incluso antes de que tus padres te concibieran.

— Son ordenadas de la persona a cargo de nuestra colonia. Contesto al viajero.

— Me pece bien, entonces llévame con él para entregarle algo digno de su presencia. Replico.

Cual fiero corcel comenzó a andar siguiendo al que estaba en la entrada.

La mirada del viajero se llenó de asombro al ver como las periferias de la colonia tenían hogares sencillos, mientras que más se adentraban encontraba hogares de piedra que a simple vista eran majestuosos, hasta llegar a la puerta de la fortaleza de piedra.

El majestuoso corcel se detuvo frente a la puerta de la fortaleza de piedra.

De un movimiento el viajero se encontraba de pie, con un porte tan imponente que incluso la persona que resguardaba la puerta se quedó sin palabras.

Con respeto aquel que resguardaba el sendero pronunció estas palabras:

— Prosigamos con nuestra travesía, él que vela por nosotros se encuentra dentro de esta fortaleza.

Las puertas se abrieron y ambas personas dieron comienzo en su caminar. Mientras más se adentraban, se podían observar en los pasillos cuán grande es la inteligencia del hombre.

Obras de arte adornaban los pasillos, acompañados de cuadros, en compañía de flores depositadas en vasijas de jade al igual que muebles tallados por las manos de ebanistas que pudieran ser los mismos ángeles.

Sus pasos continuaron hasta llegar a una sala repleta de objetos brillantes, tan radiantes como el mismo sol.

Al mimar por sus alrededores el viajero, bajo su mirada, respiro profundamente y susurro al silencio. “Parece que me he equivocado”…

Después de susurrar el viajero continuo su caminar, hasta llegar a un cuarto en el cual se encontraba únicamente una mesa, acompañada de frutas depositadas en el centro.

La persona que resguardaba el sendero le pidió atentamente que esperara por la llegada del guardián de la colonia, a lo cual el viajero correspondió a su invitación.

No paso mucho tiempo en esperar, porque una voz grabe hizo acto de presencia detrás de él.

— ¿Quién ha solicitado mi presencia?, Espero sea de suma importancia porque mi tiempo equivale en monedas de oro.

Tras escuchar estas palabras el viajero se dispuso a ponerse de frente, para poder observar el rostro de tan arrogante presencia.

Sin pensarlo dos veces quien cabalgaba en portentoso corcel se dispuso a contestar.

— Yo he pedio audiencia con usted, esperaba hablar de algunas diferencias.

Quien vivía en la fortaleza se asombró de la presencia de aquel que se encontraba a unos pasos de distancias.

Era tan imponente que incluso en un principio el que velaba por la colonia no podía contestar a sus interrogantes.

Sin saber cómo logro obtener valor para responder al viajero.

— Me parece que no tengo nada de qué hablar contigo.

— Se equivoca, con sus palabras. Replico el viajero

— De que me está hablando, nunca nos habíamos visto. Contesto al viajero

El silencio tomo como rehén, la discusión por lo que ambas personas se contuvieron, hasta que…

— Señor, este hombre está en disgusto porque le pedía algo a cambio por su paso en el sendero. Comento el guardián

— Conque por eso estas molesto, y por lo visto aun no has dado algo a cambio en ese caso tendré que sacarte a patadas de “MÍ COLONIAAA”. Fueron las palabras de quien vivía en la fortaleza.

— Señor, lo deje pasar porque menciono que tenía un regalo para usted.

Con esas palabras como escudo el protector se contuvo, prosiguiendo con estas palabras.

— En ese caso tu ofrenda será lo que defina tu futuro.

Al escuchar esas palabras el viajero expreso una sonrisa.

— El obsequio que traigo solo es digno de la mirada de seres portentosos que la valentía fluye por sus venas.

Las palabras bastaron para que la tensión se calmara en aquella habitación.

De manera repentina aquel que resguardaba la colonia proclamo…

— Por lo visto es un regalo magnifico, sin embargo no puedo verlo por ningún rincón de esta habitación.

Tan pronto como termino de hablar el guardián, el viajero cambio su tono de voz lo cual genero intriga en aquel lugar.

— Ya te había dicho que un regalo de esta magnitud solo es para la mirada de seres de suma importancia, sin embargo aún estamos acompañados de mortales que caminan por este mundo.

El guardián entendió que era necesario estar en un ambiente de privacidad para poder ver tal magnifico regalo por consiguiente retiro a todo aquel que en ese momento se encontraba en la habitación, quedando únicamente ellos dos en aquel lugar…

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