Retazos sin Amor

1

Francisco, al igual que Javier, también se apellidaba Bahamonde.

Ambos nacieron en Galicia, aunque en épocas distintas. Francisco fue destinado a África y Javier encontró trabajo en Santiago, y ahí forjaron sus respectivos caracteres egocéntricos desprovistos de toda humildad. Con el paso del tiempo, uno, Francisco, maniobró en secreto y regresó a la Península; el otro, Javier, aprobó una oposición y llegó a Toledo.

Francisco se convirtió en Dictador de un Estado; Javier en Jefe en una Consejería. A partir de entonces, ambos traicionaron a sus amigos y mostraron su verdadera cara, dictatorial y despótica, desprovista de toda humanidad y sentimientos. 

Francisco, al igual que Javier, también se apellidaba Bahamonde… e, igual que éste, no demostró ningún Amor ni por amigos ni por enemigos.

2

Hay un advenedizo en Toledo que lo mueve la codicia. Se sitúa en la cúspide del mal, de la mentira, de la confabulación, de la traición, de la deslealtad y del ansia desmedida de poder.

Cuando aún no era jefe, Franquiño ya rivalizaba con sus compañeros y, aunque de puertas hacia fuera siempre se manifestaba amigable, lo cierto es que fueron muchos quienes lo acusaron de querer trepar por encima de todo y de todos.

Franquiño supo valerse de la confianza de sus superiores -y del vacío de poder en su nuevo destino-, para fortalecerse y tener más preeminencia. El tiempo lo dirá, pero los inicios de Franquiño están siendo cínicos y hambrientos de poder.

3

De Galicia el chulo la moto se trajo

y en ella la chula se monta con desparpajo,

sin saber que un día él la mandará al cara…

Por Toledo en un Mercedes se pasea,

pero aunque la mona se vista de seda,

mona se queda.

Del grupo de amigos se ha salido

porque no se siente querido,

sin embargo por detrás

confabula como el que más.

En la Xunta, por la cara, quería entrar

pero antes tenía que aprobar,

así que con la Junta se tuvo que conformar.

A los agricultores hay que dar el pésame

pues su nuevo jefe es todo un meme.

A bailar quiso aprender

para otras mujeres conocer,

pero le dijo su concubina:

«O conmigo, o con ninguna.»

Ella al país de las geishas quiere viajar,

pero él a Japón no la quiere llevar.

Asi que la convención friki van a visitar.

Del pueblo quiere marchar

para a la capital llegar,

pero el dinero no quiere gastar.

«Por favor, alguien que me alquile barato,

pues agarrado soy un rato.»

4

Franquiño es un hipócrita cuyos rasgos característicos son el narcisismo, la mentira y la manipulación.

Franquiño cosifica a las personas y las ve como medios para alcanzar sus propios fines; su trato es frío incluso cuando trata de ser cálido.

A Franquiño le gusta el poder, el estatus, el prestigio, la notoriedad, la visibilidad y el dinero por encima de todo; no tiene empacho en “usar y tirar” a los amigos/grupos que en algún momento le han prestado apoyo. El cómo no importa, ni el cuándo, ni el por qué, ni reconoce los límites, ni sufre resaca moral, ni siente vergüenza ni pudor por las cosas que hace y, mucho menos, arrepentimiento.

¿Por qué la función pública se ha degradado tanto? ¿Por qué han nombrado jefe a alguien con semejante ego y cuyo único objetivo es el bien de sí mismo?

5

El mal no se limita a la guerra. También se manifiesta en personas con “insensibilidad cotidiana” ante los demás, como Franquiño, siendo la ceguera moral parte de su ser.

Su ritmo está dictado por el nepotismo, la banalización de la amistad y un ansia de poder inconmensurable, habiendo perdido su sensibilidad ante los demás.

La ceguera moral es una enfermedad, una patología que se manifiesta siempre en la gente que no piensa de conformidad con las reglas sociales. Franquiño es evasivo y escurridizo, y con frecuencia no es fácilmente tratable. 

Antepone el absolutismo a la amistad. Su pensamiento está centrado en el poder. Lo seduce y lo atrapa el dinero y la fama, y solo piensa en el servicio a sus intereses. Su estructura ideológica lo convierte en un ciego moral.

6

Javier, «Franquiño», cuando estaba bajando las escaleras de la Consejería de Agricultura, resbaló en un escalón y se cayó al rellano con tan buena suerte que no se rompió ningún hueso. Ni un rasguño. Ni una magulladura. Ni un triste dolor. Qué menos que haberse torcido un tobillo… Un milagro.

– ¡Menuda suerte, joder! -dijo-. No se ha enterado ni Cristo.

Se levantó y salió a la terraza a fumarse dos cigarrillos seguidos, sin dejar de mirar embelesado al cielo. Y cuando volvió dentro le preguntó el secretario: Javier,
¿dónde diablos te metes? Y él le contestó: De cagar vengo, señor secretario, de cagar…

Javier, «Franquiño», compró en Villalba un Mercedes gris metalizado nuevo y lo conducía con chulería. El vehículo no se lo prestaba ni a su concubina. Un día le preguntó un amigo:

-«Franquiño», ¿cómo te dio por comprar un Mercedes?
-Joder, ¿que por qué me dio por comprar un Mercedes?, pues porque me dio. Otros
tienen otros vicios y a mí no me parece ni bien ni mal ni regular. Cada cual que haga lo que le salga de la punta del … Para eso hay libertad y democracia, ¿no? Pues ya está. ¡Y lo que te gusta chinchar, tío!

7

La Lore sus posaderas enseñó mientras orinaba. Pero, ¿no estaría realizando un acto mucho más oscuro que el de la micción? Exactamente lo mismo que el Javi cuando convoca una reunión; es decir, para cagarse en sus trabajadores.

Nadie puede asegurar que la Lore estuviera miccionando o defecando, puesto que su posición era la correcta para ambas labores. Similar es el caso del Javi. Algunos piensan que desde su privilegiada posición hace una cosa y otros, otra. Pero en ambos casos, por desgracia, todo termina cayendo sobre sus trabajadores.

8

Oculto tras una frívola sonrisa y un socarrón semblante avanzaba errante bajo el frágil amparo de un oxidado paraguas de color oscuro sorteando a trompicones los charcos que sobre las losetas agrietadas, sueltas y por momentos ausentes reflejaban el perfil de un hombre de pasado incoherente, presente agónico y futuro inquietante.

Había nacido con el “don” de engañar a los demás. Allá dónde fuese se convertía en el amigo del alma y transformaba con suma facilidad cualquier ocasión en su provecho. Sus decisiones no eran las correctas, así como tampoco su modo de ejecutarlas, impropias de un hombre decente, dejando en sus víctimas secuelas imborrables. Iba erguido por la calle con una pose sumamente chulesca, y finalmente acabó por tocar fondo. Aquellos que más le quisieron terminaron por odiarle ahogando para siempre sus deseos de futuro y sus sueños de gloria.

Este infame risueño traicionó vilmente las ilusiones de mucha gente que se cruzó en su camino sin detenerse un instante a reflexionar sobre las posteriores consecuencias, condenándose por tanto a arrastrar por el presente la insoportable carga del pasado.

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