21 hs (en el bar)
La realidad quedó del otro lado de la puerta. Adentro, en la soledad de un baño público, la vida, con los pantalones bajos, se halla suspendida. Ahora, el tiempo es un espejo roto, empañado y sucio, que se observa a sí mismo. Se observa, no se piensa.
23 hs (de regreso a casa)
La calle es larga y en bajada. De noche, las luces traseras de los autos son una hilera interminable que desagua en un final difuso. La hipnosis de la luz transmuta los objetos. Vista así, desde la loma, la realidad se desfigura. La conciencia, que empieza por no ver, acaba por no pensar.
0 hs (en casa)
Bajo la silenciosa lámpara del cuarto el alma lee. Lee y aunque no entienda se apacigua. Se aquieta, harta de un cuerpo siempre el mismo. Lo más lejos que puede ir para escapar de sí misma son ese montón de palabras apiladas.
Pero hay asuntos que no están en nuestras manos. Engaño y realidad, vigilia y sueño, la separación de los estados no es tajante. Es un milagro por ejemplo que nosotros, vos y yo, ahora, estemos en el mundo, conversando.
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