Después de un largo y arduo día de trabajo, donde las reuniones se hacen interminables, Joaquín se dirige a su auto para enfilarse a su casa, donde lo espera su familia que la conforman su esposa María, y sus dos hijos, Sabina y Joaquín junior, ah sin olvidar el perro Max.

Ya enrumbado en la carretera a bordo de su auto, un Mercedes Benz del 90, pero que lo mantiene en óptimas condiciones como para llevarlo al trabajo y de vuelta a casa, además, de los fines de semana hasta la cabaña donde vive la abuela Rosa.

Durante el trayecto Joaquín enciende la radio para relajarse con la música mientras conduce hasta su casa, por momentos la música es tan potente en contenido y cargado de sentimientos, que invade los sentidos de Joaquín que estuvo a punto de pasarse un rojo de un semáforo.

Luego de ese percance, se concentró más en conducir y la música paso a segundo plano, a medio trayecto hasta su destino, vio a un costado de la avenida, un negocio de dulces que le llamo la atención y paso una cuadra adelante para ingresar al local y comprar algunas golosinas para los peques y para María.

Llegó al mostrador y lo atendió un señor de edad avanzada, que amablemente le pregunto que llevaría y Joaquín señalo algunos dulces de las estanterías, luego de un corto recorrido por la tienda, encontró en una mesita un folleto sobre un lugar para vacacionar y le pregunto al señor del mostrador si se lo podía llevar, el tendero asintió con la cabeza y siguió con lo suyo.

Joaquín pagó su cuenta y recogió su bolsa con los dulces y se encamino a su vehículo, y se aprestaba a manejar, cuando de pronto escucho un chillido de llantas al frenar en la carretera, alertado por el ruido miro hacia atrás y lo único que alcanzo a ver fue que un camión se venía encima de su auto, acto seguido todo fue tinieblas, ruidos y después un silencio total.

Mientras tanto en su casa, María esperaba en la cocina preparando una rica comida para recibir a Joaquín y darle un merecido potaje a él y a sus pequeños hijos, mientras preparaba los alimentos sintió un frio muy intenso que recorrió su cuerpo y rápidamente se apresuró a cerrar la ventana que le daba de frente a su cara.

Ya el reloj marcaba las 18h00 y Joaquín no llegaba ni respondía su teléfono y María empezó a preocuparse por la no llegada de su marido, y considero la posibilidad que estaba demorado en la carretera; a eso de las 19h00 recibió una llamada desde el teléfono de Joaquín y su corazón se alegró, más ese instante fue solo un espejismo, pues la persona que estaba al otro lado del teléfono no era su Joaquín, sino un paramédico que le estaba llamando para darle la triste noticia que su marido había fallecido en un accidente de tránsito.

María sintió que el mundo se le vino encima, dejo caer el móvil y se tumbó en el piso a llorar, luego aparecieron Sabina y Joaquín Junior y la vieron en un mar de sollozos y la más grande tomo el teléfono, pero ya la llamada había sido cortada.

El día del sepelio de Joaquín, llegaron sus amigos, compañeros y también los vecinos de la familia, la abuela Rosa no asistió porque no le avisaron para evitar que su viejo y cansado corazón no se detenga al recibir la muerte de su hijo.

Luego del sepelio la familia regresó a casa y se sentía ese vacío que reinaba en ese espacio y era notorio que Joaquín jugaba un papel importante en esa familia.

Los días pasaban en medio del dolor y la penumbra por la ausencia prematura de Joaquín, quien había partido de la tierra a escasos 40 años, y que aún no había cumplido todos sus objetivos, como eran de ver crecer a sus hijos, que se conviertan en profesionales, que le puedan dar nietos y sobre todo llevara su esposa María a su segunda luna de miel, la cual había pospuesto en varias ocasiones.

Cierto día, ya pasado mucho tiempo de la tragedia en que desafortunadamente Joaquín había muerto, María estaba revisando su computadora y entre algunos emails encontró uno que le llamo poderosamente la atención; lo abrió y quedo boquiabierta con su contenido.

El mensaje decía textualmente lo siguiente:

“QUERIDA ESPOSA, QUERIA DECIRTE QUE ESTOY EN UN LUGAR MARAVILLOSO Y LA GENTE ES MUY AMABLE, AUQNUE HACE MUCHO CALOR, TE COMENTO QUE YA HICE LAS RESERVACIONES PARA TI TAMBIEN, NO TRAIGAS MALETA NI ROPA, SOLO LAS GANAS DE SENTIR LO QUE DESEMAOS SENTIR”.

ATENTAMENTE

JOAQUIN

Ante este escueto mensaje, María se quedó helada, las piernas le temblaban, no sabía si llorar, gritar o simplemente quedarse allí, sin hacer nada. Paso mucho tiempo desde que leyó el mensaje hasta que pudo reaccionar.

Durante la noche María no pudo dormir, la atormentaba recordar el mensaje leído considerando que su esposo había muerto ya casi un año, no le encontraba explicación al texto que había recibido en su correo, no tenía sentido.

Autor

Rosendo Villavicencio

Ecuador

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