“ Hay una batalla ganada en las cosas que elegimos no repetir”.

Con el paso del tiempo uno se vuelve menos pretencioso. Pasar de querer cambiar el mundo a conformarme con no repetir ciertos actos que nos hacían mal o que hacían mal a otros. O quizás entender que esa es justamente la forma de cambiarlo. 

Cuando leí la frase del título por primera vez pensé en las pequeñas cosas que he cambiado, hice mentalmente un listado de las cosas que elegí no repetir. Son muchas las cosas que agregué a la lista y pocas las que realmente no repetí. Desearía haber tenido la lucidez, fuerza (del tipo que sea), disciplina, carácter, personalidad y muchos otros atributos o lo que fuese, para no caer en la repetición, pero no fue así y tampoco me pesa, intento ver el lado positivo de eso, si es que lo hay.

Conozco a las personas con la entereza, mezclada con una especie de superpoder pero también cierta insensibilidad, que en el transcurrir vital no presentan fluctuaciones, tienen todo claro de nacimiento, desde infantes saben que van a hacer de su vida, sin atravesar sobresaltos, ni altibajos emocionales, ni someterse a ninguna circunstancia que pueda ocasionarles algún tipo de incomodidad. Previsores, sobrados de tiempo, nunca se los ve en apuros o aprietos. Son aquellas que nunca van a repetir, de hecho, nunca cometerán error alguno, o no te lo harán saber y mantendrán un sereno andar. Para mi perspectiva, son personas con electrocardiograma de la vida de reposo o casi plano. 

En la vereda de enfrente se encuentran las que nunca tuvieron de entrada esos atributos, pero sí lo lograron producto del esfuerzo y de ardua labor, tuvieron que construirse, porque les faltó en algún momento disciplina o eligieron situaciones que los hicieron morir de angustia pero también otras de plena felicidad. Son aquellas que viven incómodas, inquietas, disconformes, siempre en la búsqueda, con altibajos, analfabetas emocionales, que andan en apuros, se desenvuelven dentro del ámbito “del último momento”, el cual tienen como filosofía y estilo de vida. Pero en definitiva y en términos médicos cardiológicos son un electrocardiograma de esfuerzo, nunca calmo. 

Podría hacer muchos grupos con distintos atributos, defectos y también podría hacer grupos de personas que ocultan los errores, el malestar, las frustraciones, que no quieren mostrarse vulnerables y en otro grupo todo lo contrario. 

Mentiría si dijera que estoy en el primer grupo. Tengo que reconocer ventajas el primer tipo de comportamiento y también confesar cierta envidia.

Pero en mi caso tropecé varias veces con la misma piedra, incluso la piedra cansada de recibir tropiezos decidió ladearse, pero pasé, admito que me quedaron marcas, canillas machucadas y morado el indefenso dedo meñique del pie. 

Pero, volviendo a la frase del título, sin dudas esas pequeñas cosas que logramos cambiar, son las que luego de un tiempo, logramos entender la fuerza expansiva que tienen, la repercusión inconmensurable en nuestra existencia, son un logro. 

El pequeño acto no repetido tiene consecuencias positivas en cuanto a la formación y desarrollo personal, que es sanador y aumenta exponencialmente sus efectos. Un camino de pequeños pasos, actos simples pero con gran consecuencia.

  Es el batallar diario que emprendemos luego de respirar hondo, suspirar y abstenernos de repetir. Construimos el camino con estos vaivenes, que no son más ni menos que la vida misma, por lo menos mi forma de transitar la vida.

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