Si me hubieras consultado cinco años atrás, el mejor consejo que te hubiera dado es que siguieras con la chica que amabas, terminar la carrera universitaria y luego trabajar en algún lugar de media monta donde el sueldo que recibas no se condiga con la utilidad real en la sociedad, así en un par de años podrías ostentar algunos lujos, casa propia, quizás un matrimonio medio estable con varios engaños de por medio, ya que no hay pareja de más de cinco años que no haya afrontado una crisis de ese estilo ni alguien que no haya tenido que limarse la cabeza por asperezas de otro… Eso hubiera sido hace cinco años.

Si me preguntabas hace un año, el mejor consejo que te hubiera dado es que es mejor que te mantengas solo, sin alguna persona que al poco tiempo te rompa más la cordura o que te saldría con un cuento de que el hijo que espera es tuyo cuando sabes que no puedes tenerlos sin algún tratamiento médico carísimo y cree que verte la cara de payaso le dará más gracia si es que caes en la broma, y que estuvo bien desapegarse de esa rueda infame de la educación superior y que no fue un error haber abandonado un título por el cual trabajar gran parte de tu corta vida, ya que lo superficial del dinero hace que las personas no entiendan que el valor del dinero no está en un valor intrínseco… Eso hubiera sido hace un año.

Si me reclamabas por ayuda hace tres años, no era capaz de levantar un pie sin sentir que el suelo era viento tropical, que mi hedor era un horror del jabón y mi cólera era directamente proporcional a la vomitiva ingesta alcohólica que propinaba al no saber qué hacer con mi pareja y su bienestar, que mi amor no era más que un malestar o que mi vida profesional se transformaría en energía falsa de café y nada más, y que estar detrás de un ordenador, diciendo sí señor, a un capaz que ganaría el triple que todos por tener un conocido que le dio ese puesto de más, y que no sabe hacer ni la mitad de la mitad de mi capacidad y que si la vida era un poco menos malo que mi padre o mi madre, me daría el valor y reconocimiento suficiente como para no tratarme de zoquete y elevarme a donde mi osadía, confianza e inteligencia me debería llevar… Pero era imposible que te lo hubiera comentado eso, porque mi estado no me lo hubiera permitido tres años atrás.

Quizás, si mañana no falleces por alguna extraña consecuencia de una mala borrachera o de colgarte, ya que no encontraste un paquete de arroz en la alacena y el hambre rasgó la llaga de la cordura con mucha fuerza y el torrente de la demencia, marcado con el paso de la vehemencia, arrase sin ciencia cierta aquel último escalón para que desciendas… Me preguntes por algún consejo, han pasado unos seis años de haberte eximido con esa gracia que te lleva esa sangre de plata y ese resentimiento trasandino, solo me queda decirte que esperes callado y tranquilo, que en pleno pie de cama, descanses esa mente agotada… Estás siendo muy duro contigo mismo, yo sé que todo va a pasar… Todo va a pasar, quiérete más… Te lo mereces… Ese niño que quiso ser alguien hace diez años, cuando éramos desconocidos, se ha mantenido con frío y escondido detrás de esa conciencia de malva… No lo hubiera recordado si no me pasara… Solo avanza y quizás por arte de magia, descubras la felicidad al final de la palabra… No hablo de Dios, ni otra fe, ni otra fuente de magia… Hablo de que seas esa persona que carga su alegría sintiendo que vive con tranquilidad, y que esa tranquilidad sea tu gracia.

Eso fue lo que le dije al lavado, después de mojarme la cara… Me queda poco tiempo, ya deberé de volver a la marcha del día de los inocentes y no tanto.

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