Tenía una gran idea para escribir sobre las gotas de agua que se aferran a las hojas de los árboles después de terminada la lluvia. Como algunas flores después del torrente les ofrecen regazo para que perduren un poco más de tiempo o quizá ellas, las flores, no quieren ser benefactoras de las gotas de lluvia, tan solo fingen ayudar para luego beberse de ellas su alma.

En fin… Una gota de lluvia es el resumen de la vida, así lo veo yo y a  veces quisiera ser una gota de lluvia, con esa vida efímera. Tan corta es la vida de una gota de lluvia, tan corta como la vida del humano que intenta ser más que un insecto en este espacio desconocido al que llamamos cosmos.

Tenía una gran idea, pero me hacía falta papel, me hacía falta una pluma, me hacía falta tinta y me hacía falta tiempo. Ese tiempo tan preciado al que quisiera no dedicarle mi vida en cosas tan productivas para los ojos de las ovejas y tan improductivos para mi hambrienta alma. Tiempo, no tenía tiempo, corría apresurado por las calles tratando de llegar al lugar donde vendo mi vida a cambio de dinero para curarme los besos que me da la muerte todos los días. Tiempo para escribir mi gran idea respecto a las gotas de lluvia que se aferran con inefable poesía a mi cuerpo cansado, a los árboles, a los techos, a los cables eléctricos, a las plumas del mirlo y a todos aquellos seres que ven en la lluvia el maná del alma. Ese tiempo me falta y me conformo con el frio mirífico que queda después de la muerte de las gotas de lluvia sobre mi cuerpo y sobre el tuyo.

Tú, ¿qué sabes tú de mis grandes ideas sobre las gotas de lluvia? ¿qué sabes tú de mí?¿qué sé yo de ti?

Nada.

Nada de mí, nada de ti, nada de nosotros más que las gotas de lluvia que se aferran a las ramas de los árboles para no ser devoradas por la tierra sedienta. Nada más que las lágrimas que a pretexto regué junto con la lluvia. Nada, no somos nada y lloramos mutuamente por nuestra suerte echada; tú camino al altar y yo camino a la oficina. Yo empapado en mi tristeza y tu empapada en la duda.

Tenía una idea para escribir sobre la lluvia y cuanto me recuerda a tus ojos tristes. Tenía una idea, pero no tenía tiempo, no tenía ganas, no te tenía a ti y tú no me tenías a mí, por eso somos nada y el cielo lloverá hasta que se canse de llover y yo lloveré hasta convertirme en desierto o convertirme en nada, porque al final de este cuento de la nada provine, nada tuve y me voy con la nada.

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