El rey de los bastardos

Prólogo

La luz de la luna hacía resplandecer las lágrimas en los ojos que caían sobre el bello rostro de aquella mujer, que había perdido el amor de su vida meses atrás, víctima de una enfermedad incurable para la época de siglo Xll. El amor de su infancia se había desvanecido; su amigo, amante y esposo se había marchado a un lugar donde nunca lo vería de nuevo. El dolor y el llanto que desgarraban su garganta eran indescriptibles, la ausencia de su esposo se hacía insoportable cada día, semana y mes que pasaba sin tenerlo en cuerpo, solo era la sombra de su espíritu, de los sueños de fantasía donde habitaban los recuerdos de aquel amado hombre.

Una vez al mes, bajo la brillante luz de la luna llena que acariciaba su hermoso rostro, ella emprendía el camino hacia la colina. Durante esos siete meses desde el fallecimiento de su esposo, aquel lugar se convertía en el santuario de sus recuerdos compartidos, un espacio para llorar y rememorar los momentos inolvidables que vivieron juntos. La elección específica de la luna llena era la luminosidad que daba aquella, para evitar la oscuridad que, de alguna manera, infundía temor y soledad.

En aquel día especial, se vestía con un traje blanco, cómodo y ligero que hacía roce con su bella figura, el color de su cabello era tan puro y brillante como el resplandor de la plata fina, se lo despeinaba como él lo hacía cuando le hacía el amor, destacando su figura que podía atraer las miradas de hombres, mujeres y niños de su pequeño pueblo de forma tan inocente.

Preparaba con esmero sus deliciosos pasteles con harina de trigo, miel y trufas del bosque, los favoritos de su difunto esposo. Durante el día, asumía su trabajo como asistente del sacerdote de la capilla del pueblo. Su presencia radiante y sonrisa sincera iluminaban el día de los enfermos. Su belleza tenía el poder de traer alegría incluso al paciente más melancólico en la capilla.

Al concluir su jornada de trabajo en aquel día, se cuestionaba a sí misma: ¿Por qué sigo sonriendo a esta gente? ¿Por qué ayudo a sanar estos inútiles? ¿Por qué no pude salvar a mi esposo? ¿Por qué soy una inútil? No era una mujer malintencionada, vengativa, traicionera o malhumorada Solo en ese día afloraban pensamientos amargos hacia los pacientes del hospital y la gente cercana que conocía, Podría decirse que experimentaba la envidia al ver a esposos o esposas que, a diferencia de ella, ellos realmente salían sanos de la capilla para reunirse con sus amadas familias. Sentía envidia al observar cómo los padres jugaban con sus hijos, algo que nunca pudo experimentar con el amor de su vida. Estaba convencida de que nunca volvería a vivir un amor tan sincero e intenso como el que tuvo una vez.

Era medianoche, por lo que fue colocarse bajo la luna, donde su cabello combinaba con aquella luz plateada,

el murmullo de los grillos y los búhos no resultaban tan molestos en ese momento, mientras que la caricia del viento sobre su cuerpo sudoroso contribuía a mitigar la incomodidad de la situación, reviviendo las preciosas experiencias compartidas con su esposo. Era el momento propicio para sonreír, amar, sentir y soñar con las caricias y besos de su amor, imaginándoselo. Sin embargo, de repente, sintió un golpe en la espalda, y su canasta de pasteles se rodó por la pradera. Era un sujeto desconocido, El individuo rodó junto con la canasta y los pasteles. En un instante, la expresión hermosa de la mujer se transformó en una de enfado, lágrimas y vergüenza, ya que se encontraba Desprovista de su ropa interior y envuelta en el lodo que se deslizaba por su cuerpo en esa particular ocasión, se vio humillada, pero también fue el momento en el que floreció su determinación intratable y salvaje como mujer.

Comentario del autor:»Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos ustedes por tomarse el tiempo de sumergirse en mi novela. Cada capítulo que publique será un pedacito de esta historia que he creado con dedicación y emoción, y sinceramente espero que cada uno de ustedes encuentre disfrute en su lectura»

«Me emociona la idea de compartir nuevos capítulos en intervalos regulares, manteniendo viva la trama y la intriga. Anhelo escuchar sus críticas y opiniones en los comentarios, ya que su retroalimentación es fundamental para mí. Estoy abierto a sugerencias y observaciones que puedan contribuir a mejorar y enriquecer esta narrativa que estoy construyendo.»

Capítulo 1

Emily se levantó, un tanto aturdida por el tremendo golpe que se había propinado. Al instante, su expresión pasó de desconcierto a un profundo enfado. El barro cubría su rostro y cuerpo, transformándola en una imagen que recordaba a las mujeres que residían en las zonas más desfavorecidas. Parecía haberse fusionado con lo desconocido, convirtiéndose en algo irreconocible. Era como si la luz del sol hubiera sido reemplazada por la luna, alterando completamente su apariencia y esencia.

A pesar de encontrarse sin vestimenta bajo la cintura, Emily mantenía una delicadeza que contrastaba con la violencia de la situación, era como si una pequeña flor a la que le arrancan sus pétalos con violencia. La humillación sufrida en ese día tan especial la impulsó a enfrentar decididamente a la persona desconocida con la que se había deslizado y rodado. Emily estaba decidida a impartirle una lección y recriminarle por la vergonzosa situación.

—Tú el de abajo que me golpeo y arruino mis pasteles, ¿Quién mierda te crees?, sabes que te daré una paliza imbécil, engreído o engreída de mierda— dijo Emily, muy enfadada y nerviosa agitando los brazos con ganas de golpear, salpicando el barro de sus brazos.

El desconocido era un joven que estaba empapado con barro y los pasteles manchaban su capa y pantalones, no se veía como un caballero del imperio, sino como un ladrón o mercenario, Emily vio al desconocido que fue a recoger su casco que había caído en un charco, lo tomó y lo fue a lavar al río que pasaba por aquel lugar, mientras la joven Emily lo seguía insultando hasta que fue de manera furiosa a tras de él.

—oye tú, el que está lavando el casco, me escuchas o ¿estás sordo imbécil? —dijo Emily, más furiosa de frustración de que no era escuchada.

El joven desconocido se paró y se paró frente a Emily de manera ruda según ella, pasándole a Emily por 3 cabezas de tamaño, donde Emily no se sintió intimidada por él.

—Le pido disculpas por lo ocurrido, tome su ropa interior, sé la llave para usted, también le pido disculpas por lo del canasto, tome 3 monedas de cobre por las molestias—dijo el desconocido de manera de disculpas, perdón estaba un poco aturdido del golpe, señora.

—Que te crees imbécil de tomar mi ropa interior— dijo Emily enfadada— Arrojándole las monedas de sus manos, dándole una bofetada y una patada en sus partes íntima al desconocido y corriendo a su casa muy enfadada y llorando por la humillación que habría tenido en aquel momento por aquel desconocido, fue a lavar su cuerpo con agua helada y se fue a su cama a pensar lo ocurrido.

—Creo que me pase hoy con aquel desconocido le pediré disculpa, me pidió disculpas amablemente y yo lo insulte y golpe, porque me lleve por la ira en aquella ocasión espero pedirle disculpas a aquel sujeto, qué arrepentida me siento por esa situación, espera, me tomo mi ropa interior, debe ser un imbécil pervertido, igual que todos los hombres, no lo haré —dijo Emily pensando en la cama.

Estaba a punto de quedarse dormida y escuchó tres golpes en la puerta.

—Ahora quién me está molestando en medio de la madrugada —dijo Emily enfadada otra vez. Bajó de su cama con su ropa para dormir, que solo era una camisa, despeinada y con pies descalzos, y preguntó de manera cansada al desconocido.—Ahora, ¿quién es que molesta tan tarde? —dijo Emily media dormida —esperando la respuesta de quien la estaba buscando.

—Soy yo el joven que golpeó hace un rato, le vengo a dejar su canasto, ropa interior y las monedas que me arrojo, se las dejaré en la puerta y me iré, es una mujer muy imbécil, pobre del hombre que sea su marido, pobre de él, dijo el desconocido orgulloso, tomando su caballo y yéndose a su hospedaje en el bar del pequeño pueblo.

Emily escuchó lo que le dijo y escuchó cuando se fue galopando en el caballo.

Ese imbécil tiene la decencia de venir otra vez a humillarme por esas monedas de cobre, me destrozo mis pasteles y tomo mi ropa interior, dijo Emily de manera testaruda, y espero mañana encontrarlo para tirarle esas monedas en su miserable cara a ese pervertido y cobarde hombre.

Capítulo 2

Después del incidente con la joven, el desconocido se encaminó hacia donde estaba su caballo, dispuesto a retirarse y descansar. La jornada había sido extenuante, explorando meticulosamente las posibles rutas utilizadas por los contrabandistas de esclavos, sin encontrar indicios sospechosos en los alrededores del pueblo. Con esa tranquilidad, optó por dirigirse a la caverna que le servía de refugio para disfrutar de un reconfortante baño antes de descansar. Cabalgó a través de la oscura noche sosteniendo una antorcha para iluminar el camino y garantizar la seguridad de la ruta. Finalmente, llegó a su destino, la caverna, y abrió la puerta de manera decidida y enérgica. Al hacerlo, se encontró con la sorpresa de todos los clientes que bebían allí, por lo que fue de manera directa donde sus subordinados y les preguntó un poco de malas ganas.

-¿Cómo están, chicos? ¿Todavía despiertos a esta hora?, expresó Claus con seriedad.

—Hola, Capitán Claus. Muy bien, aquí, disfrutando con estas bellezas y este alcohol, está de maravilla. Dijeron sus subordinados y ¿Qué le sucedió a su ropa, que está manchada de barro?, le preguntó uno de sus súbditos.

—Solamente me caí del caballo mientras estaba examinando el terreno afuera del pueblo, así que me iré a lavar y a descansar, muchachos —dijo Claus de manera autoritaria. Observaba con desaprobación cómo sus subordinados, de manera poco inocente y ligeramente indecente, se entretenían con las muchachas.

—Sí, capitán, pero antes de ir a dormir, ¿no le apetece dormir más cómodo con alguna de las muchachas del bar? Están bastante hermosas, dijeron los subordinados entre risas y dándole palmadas en el trasero a las chicas.

—Muchas gracias, chicos, pero no tengo ganas de nada hoy. Recuerden que pasado mañana nos vamos, así que disfruten.

Hoy —dijo Claus con cara de pocos amigos. Se encaminó a su habitación en la caverna, decidido a disfrutar de un reconfortante baño de agua tibia. No obstante, antes de sumergirse en la relajante experiencia, se dirigió a buscar un poco de alcohol para añadir un toque de relajación a ese momento. Claus se sumergió en la bañera de roble, liberándose de su armadura y ropajes hasta quedar completamente desnudo. En la tranquilidad del momento, las antiguas cicatrices en sus muñecas y tobillos se hacían visibles, testigos de pasadas heridas del pasado. Disfrutaba de un descanso relajado y placentero cuando, con cautela, la joven hija del dueño del bar comenzó a explorar sus zonas más íntimas. Ante esto, Claus reaccionó de inmediato, aferrándola con firmeza a la muñeca.

—¿Qué estás haciendo a tu corta edad, niña? Claus exclamó con furia.

—Te amo, deseo tu cuerpo. Lo he tenido en mi mente estas últimas noches. Quiero que hagamos el amor, Claus. No eres como los chicos de mi edad, tan tontos. «Vi tu cuerpo mientras te bañabas en el río hace tres días», la muchacha dijo de manera risueña y coqueta mientras le sujetaba aquello.

—Eres ingenua. Eres solo una joven. No me gusta. «Le diré a tus padres lo que estás buscando», respondió Claus, visiblemente molesto.

—Perdón, Claus. Pensé que apreciaría que le brindara un momento de satisfacción. Lamento la confusión de mis palabras. Perdón por incomodarlo, dijo la joven, avergonzada, y marchándose corriendo.

Se sumió en la bañera, dejando que el agua caliente abrazara su cuerpo mientras reflexionaba detenidamente sobre el encuentro con la joven hija del dueño del bar. Le recriminaba a la chica su propia ingenuidad al imaginar que un hombre de 21 años, un hombre considerado maduro por el mismo, podría tener algún tipo de conexión sentimental con una chica de apenas 18 años. Dudaba de la posibilidad de construir algo significativo con una joven tan pequeña, delgada e inmadura.

—¿Cómo podría un hombre estar con una chica tan joven? Murmuró Claus con una sonrisa. —Soy un hombre que busca a una princesa con educación y clase, añadió Claus entre risas. —¿Qué idiota soy, siempre hablando tonterías cuando estoy solo? —reflexionó de manera melancólica y un poco ebrio.

En sus pensamientos, resurgió la imagen de la chica con la que se había tropezado días atrás en aquel pequeño monte. La recordaba con amargura, él corriendo en busca de su caballo, que se había desbocado por el susto de unos murciélagos mientras estaba meando, y mientras corría en busca del caballo, de repente se cruzaba algo y era ella. La joven, de cabello plateado y el rostro cubierto de tierra y barro, parecía en aquel momento ser una especie de mendiga. A pesar de su buena intención al ofrecerle algunas monedas y lavarle su ropa sucia, la reacción de la joven fue completamente opuesta: lo golpeó y humilló de manera cruel.

Una extraña opresión se apoderaba de su pecho, una sensación elusiva que resistía cualquier intento de comprensión. Retenía en su memoria la ubicación de la casa de la joven, habiéndola seguido hasta allí siguiendo sus huellas. Estaba a unos 300 pies de distancia, con la intención de devolverle sus pertenencias y ofrecerle algunas monedas como gesto de humanidad hacia aquella pobre joven. Sin embargo, al llegar, se dio cuenta de que no vivía en una casa pobre, sino más bien en una modesta morada. Esta revelación lo llevó a una conclusión inesperada.

—Creo que esa mujer es una bruja. Me hechizo. Me siento extraño. Iré mañana por la mañana por ella, me encargaré de aquella maldita bruja grosera, expresó Claus con enojo y sonrojado, mientras yacía recostado en la bañera, bebiendo un poco de alcohol para relajarse un poco más.

Capítulo 3

Emily se despertó temprano al sonido de los gallos. Despertó lentamente de un sueño reparador y, sintiéndose relajada, decidió prolongar ese estado de bienestar. Optó por cerrar un ojo y dejar el otro entreabierto mientras se recostaba, observando a través de la ventana cómo el día nacía. Conforme los primeros rayos de sol iluminaban la habitación, se prometió a sí mismo levantarse con alegría cuando la luz alcanzara sus pies, riendo de manera ingenua. Mientras observaba a las aves revolotear junto a su ventana, entonando su hermosa melodía, Emily expresó su descontento. Recriminó el bullicio de aquella sinfonía, doblando la almohada en un intento de bloquear el sonido. Comentó con cierto desencanto que la gente suele pensar que despertar con el canto de los pájaros es encantador, pero desconocen la presencia del único árbol imponente en la zona que atrae a esas aves ruidosas.

-Ya me tienen aburrida, dijo, añadiendo con determinación que algún día derribará ese árbol que convoca a esos bulliciosos pájaros. Yo seré la que obtendrá la victoria de esta historia mal contada, riendo de manera malvada y risueña, moviendo sus pequeños pies de manera tierna.

Mientras observaba cómo la luz del amanecer se acercaba a la punta de sus dedos, la impaciencia la invadía, incitándola a abrir ambos ojos. Fue entonces cuando recordó lo sucedido la noche anterior, evocando la figura del joven pervertido que había frustrado sus lindos planes.

—Su rostro y cuerpo estaban tan sucios como los de un cerdo, murmuraba Emily de manera burlona consigo misma. No pudo evitar reír al imaginarlo, comparándolo con la fealdad de un troll. —Espero encontrármelo y devolverle esas tres monedas de bronce», añadió Emily con un toque vengativo en su voz. A pesar de la molestia del recuerdo, se armó de determinación para afrontar el día y resolver cualquier encuentro desagradable que pudiera surgir.

Se levantó con determinación, lista para organizar y preparar la comida para su trabajo como asistente del sacerdote. Se puso de pie con una postura no muy elegante para tan belleza de dama hasta llegar a donde estaba su traje de sacerdotisa, se lo colocó y luego se dirigió a lavarse la cara con energía para eliminar el sueño, así como cualquier rastro de legañas babas que pudieran haber quedado en su rostro. Así fue al comedor a preparar su comida, que fue un pan con tomate y huevo cosido para pasar su mediodía.

—Así que es otro día sin ti, amor, pero le haré frente como te lo prometí, se dijo de manera seria y emocional. Saliendo de su casa, Emily aseguraba la puerta con un brazo, mientras con el otro sostenía su merienda. En ese instante, una voz conocida resonó fuertemente llamándola.

—Oye, bruja de cabello plateado, soy el Capitán Claus del 4.o Escuadrón de Élite del Reino de Rangfrod, y vengo a detenerte por brujería», expresó Claus en un tono que exigía atención.

— Emily le daba la espalda a Claus en ese momento. Al darle la vuelta rápidamente, le respondió de manera clara y concisa: «¿Por qué me llamas bruja, estúpido?». ¿Qué fundamentos tienes para afirmar que soy una bruja?, dijo con seguridad y odio.

Claus quedó sumido en la admiración, cautivado y prendado por aquella mujer hermosa, de cabello plateado, ojos verdes claros que resplandecían en su alma, y su piel pálida como la nieve, que contrastaba con la calidez de su presencia. Su figura, esculpida con gracia, destacaba de manera extraordinaria en el contexto de un pequeño pueblo en el reino. Pero no solo su apariencia deslumbraba, sino también su voz, que resonaba con respeto y autoridad.

El joven Claus, sintiendo la magnitud de aquel encuentro, inhaló profundamente antes de dirigirse a ella de manera concisa, como si la belleza y presencia de aquella mujer hubiera dejado su huella en cada palabra que iba a pronunciar, pero decidió por su rey hablarle como se debía.

—Ayer, mientras deambulaba por los alrededores del pueblo, me tropecé contigo, y algo en mi pecho cambió de manera inexplicable, expresó Claus con orgullo y enojo. Así que te haré algunas preguntas. ¿Estás de acuerdo? Expresó arriba del caballo.

—Claro, respondió Emily de manera sarcástica, pensando en el idiota que la había botado ayer.

—Claus, con orgullo en su voz, interrogó amablemente: ¿Cuál es su nombre, ¿cuántos años tiene, ¿cuál es su estado civil y a qué se dedica actualmente? También, ¿hace cuánto tiempo reside en este encantador pueblo?

—Con una sonrisa pensando que era un bufón de su rey. Mi nombre es Emily Windsor, tengo 24 años, soy soltera y actualmente desempeño el papel de ayudante del sacerdote en la capilla del pueblo. He vivido toda mi vida aquí, don Capitán Claus, dijo de manera burlona, inclinando ligeramente la cabeza.

—Tengo algo para usted, Capitán Claus. Iré a buscar adentro y vuelvo, dijo Emily de manera sarcástica.

Pensó que seguramente sería algo para disculparse por lo sucedido ayer, por la bofetada y el golpe, donde sus ojos y cuerpo se llenaron de mucha alegría.

– Lanzó las monedas a los pies del caballo y le dijo, Muchas gracias, pero no necesito esas monedas de un idiota como usted, las mujeres se pueden mantener solas donde, Se marcha Emily a su trabajo de manera feliz, caminando con decisión.

Capítulo 4

Mientras Emily se dirigía a su trabajo, dedicaba un tiempo a admirar las tiendas de moda del pueblo, fascinándose con los nuevos vestidos, sombreros y, sobre todo, concentrándose en los elegantes zapatos de cuero. La emocionaban los vibrantes colores y los encantadores diseños que se presentaban ante ella mientras caminaba con sus viejas botas, un regalo de su esposo. No obstante, comenzaban a mostrar signos de desgaste, con el dedo gordo levemente asomando bajo la plantilla… Aunque no sentía vergüenza, reconocía que resultaba un tanto incómodo llevar esos zapatos al trabajo, especialmente considerando la considerable distancia que debía recorrer a diario.

—Creo que voy a preguntar por el estado de los zapatos, decidió Emily en silencio mientras se tomaba las manos de manera decidida y nerviosa para hacer tal compra.

—Buenos días, Señora Amanda. — ¿Cómo ha estado su tos? ¿Ya está mejor?, preguntó Emily con curiosidad y una sonrisa juguetona.

—Muy bien, mi querida Emily, gracias a usted. He estado mejor de este mal resfriado, Estoy en deuda con usted, expresó la señora James de manera agradecida y con alegría.

—»Qué vergüenza», dijo Emily. Creo que le preguntaré por los zapatos en otra ocasión. Realmente creo que cuestan 1 de plata, los más baratos. Además, estoy segura de que la señora Amanda me hará un descuento o incluso me lo regalará. Nunca me aprovecharé de su amabilidad, así que me despediré.

—Qué bien, señora Amanda. Debo ir al trabajo. Nos vemos en otra ocasión, dijo Emily de manera contenta.

Emily se alejó rápidamente de la tienda de moda en dirección a su trabajo, ajena a la mirada de Claus, quien la observaba desde lejos. Claus pensaba que la arrogante y burlona Emily podría estar involucrada en actividades clandestinas, como lo había pensado anteriormente en la brujería. Decidió acercarse después de que Emily se hubiera ido para obtener más información sobre esa mujer.

—Buenos días, señora. Soy el capitán Claus del 4.o Escuadrón de Elite del Reino de Rangford. Necesito su cooperación y lealtad al rey, expresó Claus de manera calculadora y fría.

—Buenos días, Capitán Claus. ¿Qué información desea?, preguntó la señora Amanda con interés.

—¿Conoce a la señora Emily y sabe si tiene alguna conexión con la magia negra, es decir, si es una bruja? Dijo Claus de manera fría a la señora Amanda.

En el pueblo se rumorea que cada fin de mes, cuando hay luna llena, ella realiza sus hechizos para revivir a los muertos, especialmente a su difunto esposo. Aquí, en el pueblo, sentimos un gran temor hacia ella. Hijas, acérquense. Díganle al joven Claus que lo que les cuento es cierto. Sí, joven, hemos presenciado cómo ella enamora a los chicos con solo tocarlos, incluso a los enfermos de la capilla que ella cuida, expresaron las hijas con inquietud.

—Muchas gracias, realmente me ha servido la información. Se despide de la tienda amablemente Claus.

Claus recorrió más tiendas y casas en el pueblo, interrogando sobre la joven Emily. Mayormente, las mujeres afirmaban que era una malvada bruja capaz de hechizar a los hombres con solo mirarlos en la capilla donde trabajaba para curar a los enfermos. Además, la acusaban de invocar a su difunto esposo durante las noches de luna llena. Motivado por esta información, Claus decidió esperar a la próxima luna llena de fin de mes para arrestar a la bruja que embrujaba a los hombres y convocaba a los muertos.

Capítulo 5

Claus aguardó con paciencia la llegada del primer día de luna del mes, esperando veinte días para esa ocasión especial. Sin embargo, esos días se vieron prolongados en tres días más debido a la llegada tardía de Emily.. Había excavado un agujero que solo exponía su cabeza al exterior. Sobre él, instaló un pequeño arbusto para observar y escuchar los presuntos hechizos maléficos de la supuesta bruja y obtener pruebas de sus acciones. Finalmente, el día esperado llegó, justo a la medianoche. La joven apareció con su vestido blanco y su canasta de alfajores.

—La muchacha llegó. «Veamos y escuchemos lo que hace», pensó Claus interiormente mientras se encontraba en aquel agujero rodeado de mosquitos que lo picaban continuamente.

Después de presenciar los eventos, Emily expresó en voz alta sus sentimientos y recuerdos, mientras Claus continuaba su observación desde su escondite.

—Oh, mi amor, han pasado ocho meses desde que te fuiste. Te extraño enormemente y pienso en ti todas las noches. Tú me hiciste mujer, enseñándome lo que es la felicidad, cuando mis padres me abandonaron. Fuiste mi fuente de alegría cuando mis abuelos se fueron; me cuidaste y amaste en las buenas y en las malas. A pesar de mi mal humor, siempre me entendías y me amabas. El dolor en mi pecho es inmenso por todo el tiempo que ha pasado sin tenerte a mi lado. No sabes cuánto duele. No comprendes el dolor de ver a parejas y mujeres convertirse en madres en la capilla. Me duele y siento envidia de ellas, dijo Emily con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada.

—Creo que la vida no tiene sentido sin ti. He estado reflexionando y llegué a la conclusión de que la vida carece de sentido si no se vive con felicidad. La última vez que sonreí fue hace un mes, junto a un muchacho llamado Claus, el capitán de un escuadrón de élite del rey. Me desplazó cuando estaba perdida en mis pensamientos contigo bajo la luna llena, recordando cómo hacíamos el amor. Fue un momento embarazoso y molesto, ya que tropezó conmigo, derribó mi canasta de alfajores y ambos rodamos colina abajo. Le di una bofetada y un golpe en sus partes blandas. Me reí mucho ese día, expresó Emily en voz alta, entre lágrimas y risas simultáneas.

—Mientras Claus escuchaba con atención las palabras de Emily, su corazón se llenaba de compasión por ella. Sentía un impulso irresistible de abrazarla y acompañarla en ese momento difícil, percibiendo una conexión única y profunda. Era como si fuese amor a primera vista, reconociendo en Emily a la mujer de su vida en aquel instante triste.

Sin embargo, la situación dio un giro impactante cuando Emily, en su desesperación, tomó un cuchillo y se lo puso ludiendo su cuello. Claus reaccionó rápidamente, saltando para arrebatarle el arma, lanzándola a un lado y envolviéndola en un abrazo firme.

Las lágrimas de Emily fluían sin cesar, y en su estado desgarrador, suplicó a Claus que pusiera fin a su sufrimiento. Sus gritos resonaban con angustia.

—Claus, sosteniendo a Emily con ternura, le aseguró que no le haría daño. Le preguntó por qué había intentado quitarse la vida, recordándole lo hermosa que puede ser la vida.

capitulo 6

Mientras sollozaba incesantemente en el pecho de Claus, escuchaba atentamente sus palabras, expresadas en un estado de embriaguez del cual Claus ni siquiera se percató debido a sus profundos sentimientos por ella y la difícil situación que atravesaba.

-Eres tan radiante que, sin duda, eres la mujer más bella y encantadora en este pueblo». Creo que tienes el don de enamorar a los hombres con tan solo una mirada, como lo hiciste conmigo», pensó Claus en su mente, sin atreverse a expresarlo en voz alta. Decidió utilizar palabras reconfortantes para apaciguarla en medio de esa tormentosa situación.— Eres especial, espero sinceramente que encuentres a alguien que te haga sentir nuevamente la felicidad de ser una mujer. Este no es el fin para ti.»Eres tan hermosa y tan elegante como un hada como las describen las antiguas historias», le dijo Claus de manera sutil y amable, pensando ese soy yo.

—Poco a poco, Emily fue recuperando la calma. Se separó ligeramente del abrazo de Claus y formuló su pregunta con sutileza.

— ¿Qué hacías aquí? Justo llegaste en el momento en que consideraba quitarme la vida, y tú me salvaste. ¿Acaso estabas espiándome, muchacho?, le inquirió con embriagada y tristeza a la vez.

—Claus Ascendiendo. Es verdad. Hace tres semanas, pregunte a la mayoría del pueblo y me dijeron que invocabas a tu exesposo los días de luna llena, y que tenías el poder de enamorar a los hombres con solo mirarlos. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que es solo envidia de las mujeres de este pueblo», expresó Claus con un tono de enojo entendimiento .

—¿Lo dices en serio? Toda la gente del pueblo que conozco durante toda mi vida ha afirmado que soy una bruja que hechiza a los hombres y que intento invocar a mi exesposo, expresada con tristeza y decepción, mientras miraba intensamente a los ojos de Claus.

—Te lo aseguro, pero antes, ve a tu casa a descansar. Mañana podré explicártelo con más detalle, afirmó Claus.- ¿Estás de acuerdo en que te acompañe a casa? Te ves muy mal y débil, mujer.

-¡No, muchas gracias! Puedo irme sola. Estoy arrepentida de lo que acabo de hacer, le dijo de manera testaruda, mirando fijamente a Claus.

Con las últimas reservas de energía, se apresuró hacia su hogar, pero a una escasa distancia de cuatro pasos, tropezó y cayó en el agujero que Claus había dejado al descubierto mientras la espiaba. Sintió un dolor agudo por el golpe, y entre maldiciones y groserías, se lamentó por quienquiera que hubiera cavado ese agujero, hasta que se desmayó del cansancio, dolor y tristeza.

-Qué mujer que acabo de conocer es tan inocente, orgullosa, ingenua, torpe y bondadosa», dijo en voz alta Claus mientras la miraba inmóvil dentro de aquel agujero de una forma tan tierna. La situación le causaba un ligero atisbo de gracia y también un toque de pena. Sin embargo, lo que más experimentaba era una fuerte presión en el pecho.

La sacó con cuidado del agujero, tomándola firmemente en sus fuertes brazos, y la llevó a su hogar. Allí, la desnudó para limpiar sus heridas y lavarla por completo. Al observarla, tan pálida y hermosa, se cuestionaba cómo podía existir un ser tan perfecto. Sentía como si estuviera viviendo un sueño, donde él era el protagonista de una historia de amor y el destino, o incluso los dioses, hubieran traído a esta mujer solo para él. Reflexionaba en silencio mientras la cuidaba.

Capítulo 7

Claus se sumerge en un sueño profundo, y su cuerpo inerte cae al reposo con la serenidad de un saco de papás. Aunque su apariencia refleja tranquilidad, sus pensamientos y anhelos se centran en el deseo de velar por la hermosa mujer que descansa en su cama. De manera abrupta y sin previo aviso, la calma de su sueño se ve sacudida cuando una pesadilla de años pasados emerge de las profundidades de su mente, perturbando la tranquilidad de la noche.

Aquí me encuentro de nuevo, inmerso en la oscuridad. No logro ver nada a mi alrededor, solo percibo el sonido inquietante de cucarachas e insectos devorándose mutuamente. Una sensación de hambre aguda se apodera de mí, una necesidad que me consume, y me pregunto por qué estoy atrapado aquí, con mis manos y pies atados. Mi mente retrocede a momentos más felices, cuando jugaba con mis hermanos, y de repente, despierto en este desolado lugar.

—La confusión y el miedo se entrelazan en mi mente. ¿Por qué me están haciendo esto? Extraño desesperadamente a mi madre y hermanos. La incertidumbre se apodera de mí mientras trata de entender dónde estoy y por qué me han arrebatado de mi vida cotidiana…

– En medio de la oscuridad, diviso una tenue luz que se acerca. Una figura se materializa, tomando mi presencia con manos que, sin clemencia, comienzan a despojarme de mi vestidura. Mi voz, llena de angustia, pregunta con desesperación: «¿Qué está haciendo, señor? ¿Por qué? Los lamentos se entrelazan en un desgarrador «No… por favor… no…” mientras la agonía se apodera de mí.

En medio de esta pesadilla despertó abruptamente, con el corazón latiéndose rápidamente. Sus ojos buscan desesperadamente cualquier indicio de luz y, entre las sombras, vislumbran algo que ilumina su ser. Es Emily, acostada en la cama, una luz en medio de la oscuridad que ofrece un atisbo de esperanza en medio de la pesadilla en que se encuentra.

—Una vez más, esos sueños nocturnos me aterran, es una maldición de la que no puedo liberarme. Destroza mi ser y rompe mi corazón cada vez que recuerde los momentos de mi pasado. Fueron años crueles, donde me trataron como basura. Anhelo liberarme de estos pensamientos negativos, murmura Claus en sus pensamientos con tristeza, pero al mismo tiempo, con determinación, decidió vengarse de aquellos que le hicieron miserable cuando era solo un pequeño niño.

Decidió quedarse hasta que la joven despertara y recobrara la tranquilidad. La observaba, y le transmitía una calma similar a la que se experimenta en los brazos maternos.

— ¿Cómo pueden tachar a esta mujer de bruja? Ella solo ha perdido a un ser querido. Aunque haya pasado por tanto dolor, sigue siendo hermosa y merece amor. Las mentiras que ha difundido sobre ella son demasiado crueles.

—Claus prometió, con el honor de un guerrero, cuidarla y protegerla. Aunque la gente de aquí le teme injustamente, hasta el momento no le han hecho nada. Sin embargo, Claus sabía que llegaría el día en que se enfrentaría, la tratarían de hacerle algo, dijo Claus, con palabras decididas y frías.

Capítulo 8

Sentía cómo el estómago le gruñía por el hambre y la sed, así que decidió dirigirse a la cocina para calentar la tetera y prepararse una taza de té. Recordaba que su madre solía hacerle té para saciar la sed y acompañarlo con algo de pan, pero al revisar, se dio cuenta de que no quedaba nada de eso. Solo encontró hidromiel para beber, evidenciando que en estos días solo Emily había estado consumiéndola, ya que de las seis botellas, solo una permanecía llena, y el resto estaba vacío.

Decidió salir a comprar alimentos para preparar algo cuando despertara, además de algunas hierbas para ayudar a desintoxicarse de ese estado alcohólico en el que parecía encontrarse.

Se encaminó hacia la tienda de la señora Margarita en el pueblo, quien había sido una de las pocas personas que le habían hablado bien de Emily. En esa ocasión, la señora le compartió que Emily solía ser una joven alegre cuando su esposo estaba vivo y trabajaba junto a ella en el almacén. Era una chica amable y solidaria, apasionada por las hierbas curativas y la magia de la curación. Sin embargo, tras la muerte de su esposo, Emily se volvió un poco más introvertida y comenzó a visitar la tienda con menos frecuencia. Ahora, pasaba la mayor parte de su tiempo sola después de cumplir con sus deberes en la capilla de la iglesia.

Había rechazado los avances de un vizconde y un conde que se enamoraron de ella a primera vista. La señora Margarita le había comentado a Claus que creía que la veían como una preciosa joya, un adorno más que como una persona. Incluso el conde persistía en sus intentos, obsequiándole joyas preciosas, pero ella continuaba rechazándolas.

-Así que Claus llegó a la tienda, donde la señora Margarita, con su rostro cansado y la piel algo flácida, lo atendió con su bastón en mano.

-¡Buenas, señora Margarita! Hoy vengo en busca de ingredientes para preparar algo para mí. ¿Podría darme un ajo, tres cebollas, diez papas, ají de maqui y dos conejos, por favor?», dijo Claus, mostrando un poco de ansiedad pero manteniendo a la vez su tono amable.

– Buenos días, capitán Claus. Usted puede encargarse de los conejos, ya que hoy me duele un poco la espalda, y dado que es usted bastante alto, no debería tener problema. Voy por el resto de las cosas, espere un momento», respondió la señora Margarita, mientras se dirigía a buscar los demás productos.

-Muchas gracias, señora Margarita. Nos vemos otro día. Que tenga un bonito día», dijo Claus amablemente, entregando el dinero e insistiendo en que se quedara con el cambio.

-¡Una moneda de plata por solo estas cosas, capitán Claus!», exclamó sorprendida la señora Margarita.

-Sí, nos vemos, dijo apresuradamente mientras salía de la tienda con los productos.

Montó a caballo y se dirigió hacia el hogar de la joven Emily para preparar los alimentos que acababa de comprar. Al llegar a casa, se despojó de su armadura y armas, quedándose solo con su camisón para elaborar la comida que solía prepararle su querida madre. Comenzó pelando las papas con su navaja y las hirvió por separado para asegurarse de que estuvieran bien cocidas. Luego, agregó tres dientes de ajo triturados, pequeños trozos de ají y cebolla para crear un jugo que acompañaría al conejo, el cual asaría después en el horno de barro que Emily tenía en su casa.

Claus se cuestionaba si Emily ya había despertado para recibir la comida recién preparada. Al percatarse de que la joven aún no se había despertado, decidió esperar pacientemente sentado en una silla de madera. Aguardaba con la comida lista y caliente, deseando servírsela en el momento en que ella despertara, con la esperanza de que le proporcionara la energía necesaria para recuperar sus fuerzas.

Capítulo 9

Claus se queda nuevamente adormecido, sentado en aquella silla que rechinaba, mientras contemplaba detenidamente las facciones del rostro y el contorno de su cuello, que se extendía hasta los pechos de la joven. Su observación no tenía connotaciones indebidas; más bien, se manifestaba de una manera difícil de describir, pero con una similitud a la tranquilidad que transmitía a su propio ser.

Mientras dormía, de manera casi imperceptible, comenzó a sumergirse en sueños que tenían como protagonista a aquella chica, Emily.

—Oye, mujer, no te levantes. «Necesitas recuperarte físicamente para sanarte espiritualmente», dijo Claus de manera amable, mirándola fijamente su rostro cuando se levantaba.

—Emily se sentó en su cama y le pidió a Claus que se sentara a su lado. Necesito un fuerte abrazo, expresó ella, sonrojada y con la mirada fija en los labios de Claus.

Él, considerándolo, respondió: —Te daré el abrazo, acercándose lentamente a la cama de Emily para compartir un abrazo cariñoso. Ambos se abrazaron afectuosamente, con Emily acariciando la espalda de Claus y él haciendo lo mismo.

—Mmm, tienes una espalda amplia, unos brazos muy fuertes y una voz seductora para ser tan joven, susurró Emily mientras abrazaba a Claus.

—Él, con seriedad y un toque de rubor, confesó: Solo con abrazarte, mujer, me siento como si me elevo como una pluma en tu mundo de fantasía. Tus ojos me hacen apartar la mirada, pero siendo honesto, me enamoré de ti desde la primera vez que te vi. No es un deseo superficial; es el anhelo de poseerte tanto física como espiritualmente mujer.

Hasta que un jarro de agua lo despierta de aquel sueño tan dulce que tenía con ella, despierta todo empapado donde ella estaba mirándolo fijamente con una hermosa y desagradable rostro.

-¿Por qué me arrojas un jarro de agua mientras duermo, mujer? ¿Crees que me he aprovechado de tu cuerpo?»- preguntó Claus, aún un poco adormilado y enojado – Solo te traje a tu casa con la intención de cuidarte, sanarte y protegerte de las bestias y hombres que merodeaban por la zona», expresó Claus mientras secaba el rostro de sus manos con una actitud furiosa hacia ella.

–Tu comportamiento es simplemente inaceptable. Así que, por favor, abandona mi casa y no deseo volver a verte. No me importa lo que la gente del pueblo pueda decir sobre mí; ya estoy al tanto de sus opiniones por ser una mujer soltera, sin hijos y con un esposo fallecido. Así que, por favor, retírate, criatura desagradable, expresó Emily con furia mientras arrojaba un jarro hacia la cara de Claus. Este, incapaz de esquivar el impacto, abriéndole una pequeña abertura en la parte inferior del ojo, la cual empezó a sangrar.

—Ah, mujer, eso sí que me dolió. En serio, eres una verdadera bruja, expresó Claus mientras notaba un leve sangrado en la herida. Te llevaré arrestada por agredir a la autoridad del reino, añadió con decepción y enojo, asegurando las muñecas de la joven con sus grilletes, sintiendo como rozaban sus manos.

—Perdón, no pensé que te iba a herir. Espera un momento mientras voy a buscar mi libro de curación; sanaré esa fea herida», expresó Emily de manera preocupada y sincera, mientras imploraba: «Por favor, libérame de estos grilletes».

—Bueno, dijo Claus mientras la liberaba de los grilletes.-Bueno-—, No sabía por qué había aceptado tan fácilmente, sabiendo muy bien que el porqué era el amor.

capitulo 10

Ella se acercó al lugar donde guardaba sus libros, destinada a buscar la página correcta para citar y pronunciar las palabras necesarias para sanar la herida, no tan profunda pero sí desagradable a la vista. Tomó el libro mientras Claus la observaba con atención, consciente de que era una mujer que no era fácil de someter y controlar en esa situación. Se acercó a él, tocándole el rostro con delicadeza, como una madre que acaricia a su pequeño para hacerlo dormir y pronunciando las palabras con determinación.

—Gracias a la luz que me dio mi Diosa Isabel, vengo a orar por esta alma miserable que estás sufriendo en estos momentos. Así que, por favor, cura a este fiel siervo, dijo Emily con una mano con el libro leyendo y la otra tocando el rostro, específicamente la herida de Claus. Así, sanó la herida y finalizó con un firme Listo. Ahora puedes irte, me siento mejor, prometo que no intentaré nada malo, en aquella ocasión había tomado algo de más.

Claus la había observado atentamente mientras ella aplicaba el tratamiento curativo, dejando que su mente se sumergiera en pensamientos más íntimos. Los labios de Emily, con un matiz húmedo y tentador como fresas maduras de la envidia, provocaron en él la curiosidad de cómo sería saborearlos, pero con el peligro latente es su corazón de salir herido después. La pequeña nariz de Emily despertó en Claus un deseo instintivo de acariciarla. Los ojos de Emily son profundos y hermosos como una luz resplandeciente. Lo que más le impactó fue el sudor que con gracia se deslizaba y acariciaba su bello rostro, explorando cada centímetro de su cuerpo semidesnudo. Este fenómeno le generó un nerviosismo palpable, obligándolo a tragar saliva con ansias constantemente, como si la tensión en el ambiente hubiera alcanzado su punto álgido hacia su lujuria.

—Sí, claro. Me iré, dijo Claus, muy cautivado mientras la observaba anteriormente. Por lo que decidió levantarse e irse rápidamente sin decir gracias ni arrestarla, sintiéndose intimidado por aquella mujer.

Abrió la puerta en la que, esa mañana al mediodía, aún resonaban las alegres melodías de las crías de gorriones, molestos por la cantidad que vienen a vivir aquella temporada allí. Desabrochó la cuerda que sostenía firme a su caballo, se montó en él y partió a galope veloz.

Mientras Emily observaba cómo aquel hombre que la había cuidado y protegido se alejaba por la puerta, reflexionaba sobre la posibilidad de resistirse a dejar su hogar y permitirle cuidar de sus heridas un poco más.

—»Es extraño ese hombre», expresó Emily, desconcertada y agitada, con un leve rastro de sudor en su cuerpo. Decidió tomar una refrescante ducha de agua fría para aliviar el dolor y la sensación de calor en su cuerpo adolorido. Con delicadeza, se quitó la larga blusa que llevaba y se sumergió en la bañera.

Mientras se bañaba, reflexionaba sobre la situación. El joven que se había ido sin decir nada ni amenazarla no se parecía en nada a los hombres que solían intentar seducirla con joyas o dinero. Después de salir desnuda de la bañera, se encaminó hacia la cocina para prepararse algo de pan, pero se percató de un delicioso aroma a especias. Intrigada, se dirigió directamente al horno y encontró dos conejos asados con papas, lo que provocó una risa que le iluminó el rostro.

—»Ja, ja, ja, qué tierno muchacho, me preparó algo para comer», comentó de manera sonrojada y burlona antes de probar el conejo. Acto seguido, buscó algunos utensilios, en especial un cuchillo y un trinchador, para dividir aquel generoso festín de conejos. —. Me veré en la necesidad de buscarlo para extenderle una invitación y disculparme por haberlo tratado con tanta agresividad y frialdad, motivada por el prejuicio que tengo hacia los hombres, considerándolos bestias. No obstante, cuando lo estaba curando, había percibido en ojos que brillaban como los de una bestia feroz, pero en lo más profundo de su mirada se podía percibir un atisbo de cariño, amor y odio. Era como si llevara consigo una nobleza oculta y dolor en su imponente presencia.

Así que se calzó las botas y se colocó sutilmente su vestido antes de dirigirse al pueblo en busca del joven Claus que se aventuraba por el camino que serpenteaba la colina. Era un hermoso mediodía donde la luz del sol jugueteaba con su vestido marrón claro. La jornada se presentaba propicia para dar un paseo y sumergirse en las aguas del río que fluía junto a la encantadora colina. Abejas revoloteaban en busca de sus flores para polinizar y llevar su néctar a su gran madre reina, mientras que las madres codorniz, identificables por sus preciosos y elegantes lazos en su cabeza, rastreaban a sus crías para alimentarlas. En lo alto, halcones blancos acechaban peces en el río y Pequeños niños parecían disfrutar con inocentes slimes de tonalidades rosas, celestes y amarillas, ya que el material gelatinoso y viscoso que los componía era inofensivo. La flexibilidad y maleabilidad de su forma y textura permitían a los niños manipularlos con facilidad y experimentar con sus cambiantes formas. Todos estos condimentos de la vida creaban un paisaje excepcionalmente hermoso, una vista cautivadora para los ojos de cualquier aventurero proveniente de las tierras lejanas.

Capítulo 11

Su sonrisa, que se extendía de oreja a oreja, irradiaba una luminosidad comparable a la luz de una pequeña luciérnaga en la plena oscuridad. Inhaló profundamente el aroma del entorno, dejándose envolver por sus fragancias que la aliviaban, pero sin previo aviso, casualidades de su vida, ese hermoso día se vio empañado apenas unos pasos fuera de su hogar, cuando un agudo dolor volvió a afligirla. Ante esta situación, decidió emprender la búsqueda hacia su hogar de alguna poción que aliviara su malestar, con el propósito de luego invitar a aquel caballero a cenar y disfrutar juntos de los exquisitos conejos que él había preparado para ella. Consideraba que sería una descortesía y una desgracia que una dama del señor se comportara de manera inapropiada; sin embargo, en su corazón, ella reconocía su propia hipocresía.

Mientras exploraba los rincones de su pequeña habitación en busca de las pociones guardadas en los armarios, la joven, de manera distraída, descubrió junto a los pies de su cama la espada y la armadura que el joven había dejado olvidadas sin pensarlo. Decidió recogerlas, aunque rápidamente se dio cuenta de que eran demasiado pesadas para su figura esbelta. Sin embargo, su testarudez no le permitió abandonarlas allí. Optó por tomar una sábana manchada que tenía a mano para cubrir los libros del polvo y colocó los objetos sobre ella. Con esfuerzo, cargó la improvisada carga sobre su hombro, donde se dijo que ahora sí está un poco más liviana la joven.

Solo faltaban las pociones para aliviar su caminar, por lo que se preguntó quién las habría sacado del armario. Una pequeña luz iluminó su mente cuando consideró que quizás Claus había utilizado las tres pociones que había creado para su uso personal.

—Este hombre me desespera, qué rabia tengo, porque toma mis cosas sin mi permiso. Por eso lo he golpeado en dos ocasiones, y esta será la tercera. Lo dijo con desconcierto y un toque de enojo nuevamente. Respira profundo y exhala, respira y exhala. Emily dijo muriendo de los nervios, tocándose la frente con sus delicadas manos repetidamente mientras se quitaba el sudor.

Se entregó a la tarea de explorar cada rincón de su hogar hasta que recordó que había tomado en exceso aquel día en que fue a visitar y recordar a su esposo. Se sintió como una insensata descarriada al atribuirle la culpa a un inocente siervo de Dios. Que Dios me perdone, pues ya he cometido la mitad de los pecados. Castígame, Padre mío, por pensar y realizar estas acciones.

—Oh, Dios, estoy siendo hipócrita y arrogante, lo cual solo me ha llevado a ser prejuiciosa sobre un hombre que me brindó su ayuda. Incluso me cuidó aquel día en que me desmayé, llevándome a casa para que pudiera recuperarme. Incluso preparó un delicioso conejo condimentado con especias y un agradable aroma —dijo Emily mientras se arrodillaba en el suelo, uniendo sus manos en oración, lamentando su actitud durante un buen rato.

Decidió levantarse con determinación, tomando las sábanas junto con la armadura y la espada, llevándolas sobre su hombro. Sintió que Dios la estaba castigando, y reconoció la necesidad de ser fuerte para cumplir con sus responsabilidades hacia este amable hombre, a pesar del dolor que conllevaba.

capitulo 12

Claus llegó a la caverna con una mezcla de irritación y enojo. Al centrarse en abrir la puerta, se percató de la ausencia de su armadura y espada, elementos cruciales para alguien considerado un guerrero. La espada, valuada en 300 monedas de oro, equivalente a la adquisición de un palacio, destacaba por su forja en acero de mitril y las incrustaciones de diamante rojo en las hojas que no solo la dotaban de agudeza excepcional, era para potenciar el tipo de magia del portador. Este singular detalle confería a la hoja un tono gris oscuro con matices escarlatas, resaltando la extraordinaria calidad del arma.

A pesar de esta falta, abrió la puerta para encontrarse con sus subordinados aún sumidos en la embriaguez de la noche anterior. Emitió un enérgico grito instándolos a despertar y dirigirse a lavarse con agua fría para disipar los efectos de la borrachera acumulada en días anteriores. Les comunicó que, una vez recobraran la sobriedad, les recompensaría con un pequeño obsequio como estímulo disciplinario.

— Ahora no podré disciplinarlo, ya que debo salir apuradamente en busca de mis cosas que dejé con el herrero. Pero cuando regrese, espero que estén preparados para recibir algunos cuidados», dijo, mirándolos fijamente y expresando su decepción hacia ellos.

— Sí, jefe. Haremos lo que usted diga», Respondieron con respeto hacia su capitán, mostrando rostros adormilados entre ellos.

— Nos vemos más tarde. Despiertan y entrenen hasta que llegue. Detrás de la caverna, hay un buen lugar para practicar», añadió con ojos fríos y una leve sonrisa en el rostro.

Abrió la puerta a sus espaldas, montó a caballo y se dirigió rápidamente hacia la casa de Emily para recoger sus pertenencias. A mitad del trayecto, avistó la figura de una anciana cargando sus pertenencias en un hombro. La idea de ayudarle y ofrecerle algunas monedas cruzó por su mente. Sin embargo, al acercarse un poco más, se sorprendió al descubrir que era Emily, visiblemente malherida, llevando aquel saco a cuestas. Frenó bruscamente el caballo, quizás buscando destacar o sorprender a Emily, aunque la acción también tenía el potencial de asustarla.

— Oye, ¿qué haces por aquí malherida con unas sábanas sucias? ¿Ya empezaste a beber de nuevo? Creo que necesitas ayuda.» Comentó de manera burlona y pícara, hurgando un poco en la herida de Emily.

Bajo las sábanas que albergaban las armaduras y espadas envueltas, se encontraba verdaderamente exhausta. Aunque el dolor había disminuido un poco, decidió hablarle.

— Hola, joven, vine a devolverle las pertenencias que olvidé en mi hogar. También quiero disculparme por comportarme de manera insensata, al tener prejuicios infundados debido a experiencias con hombres que solo ven a las mujeres como objetos de deseo y reproducción.» Expresó Emily, con la cara sudorosa, mientras cubría el sol con sus brazos para ver al joven con mayor claridad, observándolo con ojos ligeramente abiertos.

—Muchas gracias, joven Emily. La dejé sola porque me aseguró que estaría bien, pero veo que no es así. Pásame las cosas para llevarlas yo, y vayamos a descansar bajo aquel árbol, al pie de la colina donde fluye el río», dijo Claus con una gran sonrisa y el corazón latiendo a toda velocidad.

Capítulo 13

Descendieron la colina en dirección al árbol próximo al río de aguas cristalinas. Podían observar los salmones en pareja con un tono metálico, tintados de naranja limón gracias al sol aquel día, nadando contra la corriente en su esfuerzo por llegar a aguas más tranquilas para que sus crías pudieran nacer. Claus tomó la cuerda del caballo, guiándolo, mientras con la otra sostenía como una bolsa las sábanas que cubrían su armadura y espada. Emily avanzaba, ligeramente fatigada por la caminata, apoyándose en el brazo del joven Claus.

—Oye, joven Claus, pensaba que eras una bestia enorme, salvaje, pero realmente tu tamaño no coincide con tu personalidad que intimidaba y me daba malas vibras», dijo Emily con voz cansada, caminando torpemente mientras observaba curiosamente el perfil del costado de su cara a Claus.

— Con determinación, Claus respondió: «Si tienes esa impresión, es que aún no me conoces realmente. Soy un mercenario al servicio del rey de nuestro reino. Estoy dispuesto a llevar a cabo cualquier tarea que me encomiende, incluso acciones moralmente cuestionables para asegurar el bienestar del rey antes que el mío y de mis cercanos», declaró con seriedad, imponiendo su presencia e intimidando a Emily, quien no retiró su apoyo en los brazos del joven, sino que se acercó más. «Estoy siendo amable contigo porque noto que estás pasando por un momento difícil. Para mí, es inadmisible presenciar el llanto de alguien tan hermoso como usted, ya que mi madre solía decir que a las mujeres bellas debemos amarlas y apreciarlas con nuestros ojos. Añadió Claus un poco sonrojado, pero serio, calmando su nerviosismo, respirando varias veces para mantener su compostura.

—Lamento no haberme expresado con las palabras y la consideración adecuadas. Reconozco que tienes un corazón amable y cariñoso. No obstante, no hace falta que seas tan considerado. Eres humano y puedes experimentar emociones como el cariño, el amor y la tristeza, no todo se reduce a la venganza o la guerra, que parecen encantarles a muchos hombres en estos tiempos. Creo que en tu interior no eres tan mala persona como puede parecer a primera vista . Emily compartió estas palabras con simpatía y risas, consciente de que la había cuidado y no le había ocasionado ningún daño, añadiendo a esas palabras tan lindas.

Emily retiró sus brazos de los suyos. Se dirigió hacia adelante, corriendo lentamente debido al cansancio, y se posicionó frente al río para beber agua, juntando sus manos para dar unos pequeños sorbos de agua, mientras Claus ataba su caballo al árbol cercano.

—Claus, ven a beber agua, está deliciosa y fría para este día de calor, dijo Emily de manera curiosa, donde sonreía un poco.

—»Bueno, iré a beber un poco de agua», dijo con confianza. Se dispuso a beber del agua, pero antes de que se diera cuenta, sintió un leve empujón. Era Emily intentando lanzarlo al agua. «¿Qué haces, mujer? Apenas me moviste», exclamó Claus mientras una pequeña mueca de sonrisa se veía en su rostro y una respiración profunda de emociones ante la frustrada broma de Emily.

—Te comparo y te doy el título con una imponente roca—, dijo Emily entre risas. Bueno, me dirigiré a descansar al lado del árbol para que podamos irnos.

Claus se dirigió a sentarse bajo el árbol, sintiendo una presión en el pecho, consciente de lo que eso significaba.

—Claus, hace bastante tiempo que no experimentaba diversión o algo diferente en mi vida, quebrando así la monotonía que se instaló desde la muerte de mi esposo, expreso emocionalmente. Emily expresó emocionalmente esto, tocándose el pecho mientras una pequeña lágrima caía de sus hermosos ojos. ¿Sabes? Me encontraba estos meses sumergida en un abismo oscuro que parecía no tener fin, y en esta ocasión, siento que no había nadie que pudiera rescatarme. La despedida de mi esposo está afectándome profundamente, llevándome al borde de la locura. Necesitaba, desesperadamente, alguien que me ayude a sanar, alguien con quien compartir, con quien sonreír, con quien llorar, con quien abrazarme y a adormecer este dolor abrumador que me consume. Creo que lo encontré en ti.

Capítulo 14

En el imponente Reino de Saint Haven, el más majestuoso y poderoso de todos, la prominente familia Helljei residía en su espléndida ciudad. La cabeza de esta distinguida familia, la duquesa, exhibía con orgullo su riqueza y estatus desde el imponente palacio que ocupaba. Mientras deambulaba con elegancia por los exquisitos jardines que rodeaban la residencia, sus propios sirvientes, desempeñando el papel de esclavos, se dedicaban con diligencia a sus tareas.

Los esclavos, encargados de cuidar y embellecer las exuberantes plantas que decoraban el vasto jardín, seguían las meticulosas órdenes de la duquesa. Mientras ella disfrutaba de la serenidad del entorno, su autoridad se reflejaba en cada gesto de los sirvientes, creando una armonía única entre la magnificencia del palacio y la sumisión de aquellos que trabajaban incansablemente para preservar su esplendor. Este singular paseo por el palacio Helljei capturaba la intrincada red de relaciones sociales y la opulencia característica de la nobleza en Saint Haven.

Inesperadamente, uno de los empleados se adelantó hacia ella. El mayordomo Jhons, inclinándose de rodilla con un respeto profundo, expresó su saludo matutino y compartió una noticia de suma importancia con la duquesa Ross.

-Buenos días, Duquesa Ross. Tengo muy buenas noticias. Estas noticias son sobre su hija, quien escapó con el barón hace dos años. Según nuestras fuentes, contrajo matrimonio con él, pero lamentablemente, su esposo falleció hace siete meses debido a una enfermedad. Dijo el mayordomo Jhons. Con seriedad y cierta mezcla de alivio en su tono, el mayordomo continuó. – Actualmente, se encuentra residiendo en un pequeño pueblo en la parte oeste del reino, llamado Rangfrod». La expresión de la duquesa Ross se volvió un reflejo de sorpresa y preocupación mientras asimilaba la noticia entregada por su leal mayordomo.

-Muchas gracias, señor Jhons, se puede retirar, pero antes infórmelo a su señor, el duque Patrick Helljei, por favor, dijo de manera muy seria, pero se le notaba una pequeña lágrima imperceptible para cualquiera.

-Muchas gracias, señor Jhons. Puede retirarse. Sin embargo, antes de hacerlo, por favor, comuníquele esto a su señor, el duque Patrick Helljei, sobre esta información —dijo con seriedad, aunque una lágrima imperceptible asomaba en sus ojos para cualquier observador—. Por favor, comuníquele a nuestro valioso personal, que incluye mayordomos, cocineros, criados, guardias, jardineros y educadores, que les concedo tres días libres como muestra de mi aprecio. Además, como expresión de gratitud por sus servicios, cada uno recibirá una moneda de oro por cada año que han dedicado laborando con nosotros. Les insto a disfrutar de este merecido descanso y a aceptar este pequeño gesto como reconocimiento por su dedicación y esfuerzo. Realmente estaba muy contenta y lágrimas en sus bellos ojos verdes.

-Nos vemos, que tenga un hermoso día. Los ángeles, como usted, señora, son eternamente bellos de apreciar su bella figura y su encanto cautivador», expresó con elegancia antes de ponerse de pie y retirarse hacia el interior del palacio.

Empezó a caminar donde su hija Emily cuidaba sus pequeñas flores, por lo que Cortó una flor llamada clavel, el favorito de su hija debido a su diversidad de texturas y tonalidades, como el rojizo con blanco, azul y amarillo, que se combinaban de manera elegante. En ese momento, comenzó a reflexionar y a sumirse en sus pensamientos.

Mientras la joven madre de 37 años reflexionaba sobre el futuro que se le había anticipado para su hija, consideraba que esta sobresaldría al unirse a la realeza, a pesar de no destacar en las responsabilidades tradicionales de una esposa noble, como la gestión del hogar. Creía que la belleza única de su hija y su leve destreza en la magia de bendición serían activos valiosos en la búsqueda de una vida acomodada en la nobleza.

En el palacio, las propuestas matrimoniales de duques, marqueses y condes eran diversas y abundantes, destacando la incomparable belleza de la joven, que la equiparaba al nivel de su madre. A pesar de estas numerosas ofertas, la hija rechazaba la idea de casarse sin amor, desafiando las expectativas.

La madre mantenía la convicción de que, en aquellos años, un matrimonio con alguien de la realeza sería beneficioso para su hija, proporcionándole no solo respeto y reconocimiento social, sino también una considerable fortuna.

Su único propósito era ser fértil para unirse en matrimonio y engendrar a los futuros herederos de un influyente duque, quien ostentaba un poderoso ejército y vastas extensiones de tierras en el reino.

Capítulo 15

Como por arte de magia, las criadas del hogar ya estaban al tanto de lo ocurrido. Habían descubierto que la hija mayor de la familia estaba en el Reino Vecino Rangford, específicamente en un pequeño pueblo de dicho territorio, y para empeorar las cosas, estaba soltera. Romen y Leticia, entre murmullos, compartían las criadas su opinión de que la muchacha se había ganado una reputación cuestionable al desentenderse de viejos duques y jóvenes marqueses solteros, arrojando la dignidad de la familia por los suelos en aquellos años. Ahora anticipaban con preocupación qué historias traería consigo para arruinar nuevamente la reputación familiar, mientras realizaban las tareas de limpieza en la recámara de la duquesa y el duque.

—Considero que la hermana Lauren no estará Feliz, puede no recibir con agrado la noticia de la llegada, ya que ella tuvo la responsabilidad de representar a la familia al casarse con el hijo menor del rey de nuestro reino, que está en el 4 puesto de sucesión al trono. En un murmullo despectivo, la criada Romen comentó sobre el príncipe, tildándolo de vividor, de corpulencia generosa y de belleza poco favorecedora para la época mientras estaba sentada en la cama.

–»Comprendo tu punto», agregó Leticia mientras sacudía las almohadas. «Pero son hermanas; no debería hacerle eso a su propia sangre. Han crecido juntas desde la infancia. Veremos cómo se desarrollan las cosas». Mientras sacudía las almohadas de la habitación de la duquesa.

–En este punto, es acertado afirmar que son hermanas y que siempre habrá perdón en el corazón, gracias a nuestro Dios. Estas palabras fueron pronunciadas entre risas, mientras se cubría la boca con las manos para evitar que su risa perversa fuera audible.

Mientras ambas criadas se deleitaban con risas y compartían comentarios sobre algunos esclavos notoriamente corpulentos, la entrada de otra criada, Eli, interrumpió su conversación. Eli las llamaba, pues el mayordomo John requería la presencia de todo el personal en el salón del palacio. La razón detrás de esta convocatoria era una importante noticia tanto para la familia como para los empleados. Rápidamente, las criadas finalizaron de hacer la cama y se dirigieron al salón, donde todos los trabajadores de la familia se congregaban. El mayordomo, destacándose al frente de todos sobre el escenario que servía como pista de baile de la familia, estaba a punto de compartir la reveladora información. El escenario, revestido con un piso de mármol rosa, proporcionaba una atmósfera elegante y combinaba perfectamente con el ambiente del palacio.

–Queridos compañeros, los he reunido aquí para compartir una noticia emocionante. La noble duquesa de la familia Helljei, nuestra señora, me ha comunicado con gran regocijo que su hija mayor, Emily, la han encontrado, por lo que hará lo posible de tenerla de vuelta al palacio. En reconocimiento a esta feliz ocasión, la familia ha decidido otorgar una recompensa de 1 moneda de oro por cada año de servicio a los empleados o esclavos que han dedicado su tiempo y esfuerzo en nuestro palacio y 3 días libres desde hoy, dijo el mayordomo de forma respetuosa y honesta con las personas presentes.

– Un estruendoso aplauso resonó en el regreso de la hija de la familia, así como por la recompensa que se avecinaba. Sin embargo, aquellos que habían trabajado menos de 11 meses no mostraban la misma expresión de satisfacción en sus rostros.

Etiquetas: época fantasía romance

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