Amarillas páginas inician mi historia, incólume, audaz y triste, pero el presente trata de arrebatarmelas derramando sobre ellas toneladas de olvido. Alli hay tesoros escritos y los he guardado con delicadeza. No pienso deshacerme de ellos. En ellos escribí tu nombre. Y aunque una mañana te extinguiste más por capricho que por traición, no he vuelto a soñar. Acepté la soledad bienhechora. A lo lejos aún oigo susurrar la luna, arrastrándose, lamentando su rutina y me dice que las cicatrices de las batallas no se borran. Solo me queda tu nombre, al pronunciarlo mis emociones duermen sobre los brazos del ayer. Pronto se extinguirán mis secretos y dejaré una plegaria y una lágrima.

Una página y un nombre.

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