En un pequeño pueblo rodeado de bosques tenebrosos, se encontraba una antigua mansión abandonada. La mansión, conocida como «La Morada de las Sombras», era famosa por sus historias de terror y misterio. Se decía que estaba habitada por espíritus vengativos y almas perdidas que buscaban venganza.
En una noche oscura y tormentosa de Halloween,
un grupo de valientes amigos, decididos a desafiar sus miedos, decidieron explorar la mansión. Uno de ellos, llamado Noé, había heredado la casa de un pariente lejano y quería averiguar si los rumores eran ciertos. Los otros tres amigos, Yanira, Yeray y Daniela, estaban un poco asustados, pero decidieron acompañarlo en su aventura.
Armados con linternas y nervios de acero, se adentraron en sus pasillos oscuros y polvorientos, Los olores eran desagradables, como si la mansión no hubiera tenido ventilación durante mucho tiempo. La casa estaba llena de ruidos extraños y a medida que avanzaban veían sombras que se movían por las paredes y podían sentir una presencia sobrenatural que los observaba desde la penumbra. Los susurros inquietantes y los crujidos de los pisos añadían una sensación de tensión en el ambiente. De repente, una puerta se cerró violentamente detrás de ellos, dejándolos atrapados en una lúgubre habitación.
La temperatura descendió rápidamente y una niebla espesa comenzó a llenar la habitación. Encontraron un diario antiguo que hablaba sobre los antiguos dueños de la casa. En él descubrieron que la familia había sido asesinada en la casa hace muchos años y que sus espíritus seguían vagando por los pasillos. Los amigos se miraron entre sí, sintiendo el miedo aparecer en sus cuerpos.
¿Escuchaste eso? Creo que algo nos está mirando- dijo Yanira susurrando.
Sí, yo también lo siento. Este lugar me da escalofríos- respondió Yeray nervioso.
Vamos chicos, es solo nuestra imaginación la que nos juega una mala pasada. Sigamos moviéndonos- añadió Noé tratando de ser valiente.
A
lo lejos se oyó un grito espeluznante que resonaba en toda la mansión.
¡¿Qué fue eso?!- Yanira entró en pánico.
¡No lo sé, pero no quiero quedarme para averiguarlo!- dijo Daniela con voz temblorosa.
No, no, no podemos huir ahora. Tenemos que permanecer juntos y enfrentar nosotros lo que sea que esté en esta mansión- se hacía cargo Noé.
De repente, una figura fantasmal se materializó frente a ellos, haciendo que los amigos gritaran de terror.
¡Necios! ¡Han traspasado mis dominios y ahora nunca podrán salir!- gritó con voz siniestra un fantasma.
¡Por favor, déjanos ir! ¡No quisimos hacer ningún daño!- lloriqueó Yeray.
¿Daño? ¡Ja! ¿Se atreven a entrar en la morada de las sombras y no espera ningún daño?- rio el fantasma con burla.
¡Lo sentimos! ¡Nos iremos ahora mismo, lo prometemos!- prometió desesperada Daniela.
Oh, pueden intentarlo, pero los espíritus no se lo permitirán. ¡Prepárense para enfrentarse a la ira de los condenados!- dijo el fantasma con una sonrisa.
La habitación empezó a temblar violentamente y los amigos se prepararon para lo que vino después.
¡No nos rendiremos! ¡Encontraremos una manera de salir de aquí todos juntos, pase lo que pase!- vociferó Noé apretando los dientes.
Con determinación en su mirada, los amigos se prepararon para luchar contra los espíritus vengativos que acechaban en la mansión.
De repente, se abrió la puerta de la habitación con un ruido chirriante que terminó con un fuerte golpe al final. Los amigos salieron corriendo aunque se pararon de golpe al no saber dónde se encontraba la salida. Asustados, y con ruidos de crujidos de madera vieja y lamentos que se oían a lo lejos, cada vez tenían más miedo y no sabían que hacer.
Al disiparse un poco la bruma, vieron a un ser apareciendo poco a poco de la niebla. Se viró hacia ellos con cara grotesca y horrible, con ropas rasgadas y les dijo: “ ¿Qué hacéis vosotros aquí? ”
Los amigos salieron corriendo en sentido contrario al fantasma cuando, de repente y sin darse cuenta, tropezaron con algo que cayó al suelo. Al mirar hacia atrás, vieron un trípode con una cámara en el suelo, se preguntaron qué hacía eso ahí. Al momento llegó una persona con unos cascos en el cuello que al percatarse de que no pertenecían a los extras de la película les echó tremenda bronca por haber tirado su cámara de grabación al suelo.
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