El verdadero prisionero.

Cuento.

En los rincones polvorientos de la memoria, donde los recuerdos se deslizaban como hilos dorados, el rehén llamado X se vio atrapado en un éxtasis efímero. La sustancia viscosa de su identidad se derramó por su piel, un éxodo incontrolable que dejó su nombre y apellidos convertidos en una mancha café en la alfombra de la sala.

En ese estado de abandono de sí mismo, X se sumergió en un sueño o realidad alterna, donde el “Valle de la Magia” se extendía como un reino etéreo. En este lugar, la posibilidad de volar se ofrecía como una tentación, un don al alcance de su pensamiento. Sin embargo, una antigua sombra de temor se interponía entre él y la libertad alada. La desconfianza hacia otras maneras, arraigada en lo más profundo de sus genes, le prohibía sucumbir a ese delirio volátil.

A su alrededor, seres alados y criaturas sin alas danzaban en un espectáculo de paz, pero la lealtad a su humanidad lo mantenía arraigado al suelo. X se aferraba a su esencia, rechazando la posibilidad de despojarse de su condición humana. En un soliloquio interno, afirmaba con su ideología: “que volar socavaría su linaje”; como si la humanidad estuviera atada a algún credo de raza o razón.

Desde las alturas, un vocerío le recordaba qué: —los humanos son criaturas temporales— y lo gritaron sobre su cabeza.

En un cuchicheo lejano, una voz denunciante proclamó: “Confunde el avatar consigo mismo”.

Pero decidido a recuperar su esencia, se esforzó por recoger los restos de su nombre, ahora contaminado con suciedad y pelos de la alfombra. Con paciencia, como un alquimista de la semejanza, limpió el líquido viscoso y lo saboreó con la lengua, desatando una cascada de recuerdos.

En un parpadeo, regresó al hombre llamado X, con su apellido N, redimido por la magia que tanto despreciaba. La sala, la alfombra y la seguridad de su zona de confort se desplegaron ante él. Sin embargo, en la efímera dicha de la vuelta a lo conocido, X ignoraba su categoría de prisionero en la jaula invisible de sus propias convicciones. La magia, “indeseada y misteriosa”, lo había rescatado de su celda, para nuevamente, por voluntad propia, encerrarse entre las cadenas de su ajustada percepción y convertirse en el prisionero perfecto.

Reno,

EE. UU., 11 de enero, 2024.

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