Reina, mi creadora… eres toda una artista, ¡Mira lo que has hecho! ¡Qué hermoso paisaje has pintado! ¡Qué hermosa vida me has brindado! Me coloreaste flores de papel, ¡todo es plástico! ¿por qué sigues pintando un paraíso en llamas? ¿por qué podas mis alas?, si ya lo sé hacer yo, sanaste con cuchillos, me levantaste con amenazas, me ahogaste con tu paz y me encerraste en el edén. Mi casa fue cárcel, donde ni llovía, ni gritaba, ni temblaba, ni lloraba, como muñeca en casa de tu juego. Y la víctima es ella. El arte que quería mostrarte y darte: lo rechazaste, censuraste mi obra y en secreto maldigo; porque ruego, anhelo y espero que, un día, no regreses, hablé con mi conciencia, y aún dice que te ama, pero hablo con mi pasado y este no perdona. ¡Quiero vivir!, pero… el desafiar a la muerte no es de cobardes, y quiero ser valiente. Por vez única. Piensas que tu amor es de verdad, pero tu verdad no es amor. Tu generosidad te hizo egoísta. Hasta las sobras de las sombras cesó, de la plena luz salió un monstruo que se comió a su ángel, que creció como demonio. ¿perdón? ¿pedir perdón yo?, si yo no soy la que consuela lágrimas caídas por mi culpa. Martirio negro. Porque me cercaste con rejas, rejas difíciles de saltar, eres la única que me hace temblar, el único obstáculo, la única que me hizo ignorante y vulnerable, la única que piensa que te puedo soltar, la única que me hizo temerle al rechazo. Sé que la creatividad es la salida. Me volvió loca tu terror contraste. El sabor de tus palabras son plumas en mi boca, tan incómodas, tan inofensivas, tan tóxicas. Ya no pido perdones, caricias o comprensión, solo pido que abras, por fin, las rejas de este jardín con flores de mentira.
Solo pienso salir, tal vez volver.
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