Ecos Melancólicos en el Amanecer del Año

Ecos Melancólicos en el Amanecer del Año

Inquinamentum

03/01/2024

Ecos Melancólicos en el Amanecer del Año

Siempre he experimentado la agilidad de pensamiento superando con creces la velocidad a la que puedo plasmar mis ideas en palabras. Este desajuste ha llevado a innumerables pensamientos a desvanecerse en el olvido, desdibujados en los recovecos de mi a veces torpe memoria. No obstante, estas líneas que ahora trazo son un compendio de todas esas ideas efímeras.

El fin de año, para mí, ha sido invariablemente un mes desalentador. Más allá de las festividades que me desagradan profundamente y de las incómodas cortesías que debo compartir con personas poco afines a mi gusto, diciembre me insta a reflexionar sobre mi vida. Contemplo la extensión del tiempo que he ocupado en esta existencia y cómo, en su mayor parte, todo parece carecer de significado. El futuro se presenta igualmente desprovisto de esperanza. Me debato constantemente entre la indiferencia hacia la vida y la tentativa de persuadirme de que, de algún modo desconocido, la vida merece la pena. No obstante, nunca me he aferrado a ninguna respuesta que sugiera que la vida posee algo genuinamente valioso.

Ahora, tras vivir uno de los comienzos de año más extraños que la memoria me concede, me encuentro inmerso en un constante desasosiego. La soledad, abrumadora y casi sofocante, se apodera de mí. Voces persistentes repiten incansablemente la profunda soledad en la que me hallo, la dificultad de conectar con otros, de salir, de entablar conversaciones, incluso de tocar a alguien. Todas estas situaciones generan en mí una cascada de nervios y sensaciones. Mi mente nunca se apacigua; ni las pastillas, las drogas ni el alcohol logran acallar los murmullos que me recuerdan con insistencia que no valgo la pena.

El sueño se ha vuelto un aliado esquivo. Me cuesta conciliar el sueño y, cuando lo logro, me resulta difícil mantenerlo. Ya sea por pesadillas cuyos detalles no retengo, pero cuya huella persiste en mi piel, o por la sensación de algo presente o sonidos que insisto en creer que solo existen en mi mente. El sueño, en estos momentos, no representa un reposo, sino más bien una espiral de inquietud.

El inicio de un nuevo año me sume en una melancolía profunda. Contemplar todo lo que debo hacer para continuar existiendo genera nerviosismo y abruma mis sentidos. Anhelo limitarme a simplemente existir, pero la vida exige una serie de acciones para subsistir, y ninguna manera placentera. La lucha constante contra pensamientos suicidas se torna un suplicio, al igual que convencerme de realidades que, en última instancia, no creo. La vida siempre me ha superado, y dudo mucho que esa realidad cambie.

Estas palabras, sí, las he pronunciado en varias ocasiones. Son repetitivas, pues reflejan las constantes repeticiones que constituyen mi día a día.

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