Por. Karol Bolaños
La vida del artista está llena de muchas pruebas, en especial, tiene que lidiar con el monstruo que lleva dentro, ese que esta lleno de emociones y sentimientos desenfrenados.
Se requiere tratarlo con sumo cuidado, con sutileza y ponerle sus límites sanos porque de lo contrario enloquece a cualquiera.
Siempre hay que dejarlo salir cuando lo necesita, porque la libertad es su alimento, y cuando esta bien, se convierte en agua de manantial.
Este monstruo, tan aparentemente feo, no es otra cosa que belleza pura, porque es quien le susurra las obras al artista.
De su magia loca, desenfrenada, impulsiva, apasionante y vibrante depende que nazca lo sublime.
El monstruo es lo menos, lo más es el ego, el artista siempre cree que tiene algo especial que nadie tiene, pero cuando no lo tiene esconde una mentira peligrosa, se roba las ideas de otro u otra.
El artista mentiroso sabe lo que hace, su calma es aparente, su castillo de arena se desvanece en el agua y su fama es temporal como la hora que cuenta a partir de ya.
Mientras tanto, el artista, el de verdad, el que no tiene reconocimiento, ni dinero y mucho menos respeto por su talento; sabe que se le robaron sus ideas, sabe que se aprovecharon porque son aparentemente gratuitas, pero no tiene miedo porque puede crear hasta el infinito.
El artista creador, el de verdad, nada gana de las pulsiones de los farsantes, gana todo de la vida porque sabe que es auténtico, genuino, ilimitado y que sus historias son sólo suyas.
La vida del artista, como la del científico, está llena de posibilidades; siendo consciente, es triste pensar en eso porque solo quién se vende gana, pero quién le pone precio a su arte pierde la inspiración.
No en vano, los y las mejores son casi invisibles y efímeros.
Muchos y muchas no canalizaron la energía de sus monstruos internos, otros y otras estaban a mil años luz de su tiempo, otros y otras se les robaron sus obras, a otros y otras les costó el desprestigio, y muchos y muchas fueron asesinadas por su pensamiento.
La vida del artista no es fácil, tiene que lidiar con su monstruo interno, la sociedad y la tentación del reconocimiento.
Hoy, mí pensamiento esta con aquellos artistas que dejaron sus caminos sólidos, para crear en libertad y explorar un vasto sendero lleno de pruebas que, al ser superadas no son más que experiencias.
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